Orden Basiliana
La Orden Basiliana representa una de las tradiciones monásticas más antiguas y venerables de la Iglesia Católica, inspirada en la regla de San Basilio el Grande, un padre de la Iglesia del siglo IV. Esta orden, que abarca diversas ramas en las Iglesias Orientales Católicas, se caracteriza por su compromiso con la vida comunitaria, la oración litúrgica y el apostolado activo, especialmente en contextos de unidad eclesial y evangelización. Surgida en el Oriente cristiano, ha evolucionado a lo largo de los siglos adaptándose a desafíos históricos como persecuciones y reformas, manteniendo siempre su esencia contemplativa y caritativa. Hoy, los basilianos continúan su misión en Europa, América y Oriente Medio, contribuyendo al diálogo ecuménico y la formación espiritual.
Tabla de contenido
Historia
Orígenes en la Tradición Oriental
La Orden Basiliana tiene sus raíces en el monacato oriental del siglo IV, fundado por San Basilio el Grande, obispo de Cesarea en Capadocia. Este santo, considerado uno de los pilares de la teología patrística, elaboró una regla ascética que enfatizaba la vida en comunidad, la oración incesante y el servicio al prójimo, diferenciándose de las formas eremíticas más aisladas. La Regla de San Basilio, compuesta por preguntas y respuestas sobre la vida monástica, promovía un equilibrio entre la contemplación y la acción, inspirado en los Evangelios y las enseñanzas apostólicas1,2.
En los primeros siglos, los monasterios basilianos se extendieron por el Imperio Bizantino, convirtiéndose en centros de cultura, liturgia y resistencia frente a herejías. Durante la Edad Media, el término «basiliano» se usó en la Cancillería Pontificia para designar a los monjes orientales que seguían esta regla, distinguiéndolos de otros como los benedictinos latinos. La orden floreció en regiones como Grecia, Rusia y los Balcanes, donde los monasterios actuaban como guardianes de la fe ortodoxa, aunque algunos permanecieron en comunión con Roma.
Desarrollo en la Iglesia Católica Oriental
Con la Unión de Brest en 1596, muchos monasterios orientales se unieron a la Iglesia Católica, preservando sus ritos y tradiciones. Esto dio origen a las ramas «uniates» o católicas orientales, que enfrentaron persecuciones en imperios como el ruso y el otomano. En el siglo XVII, figuras como San Josafat Kuncevič, monje y obispo, impulsaron reformas para revitalizar la vida monástica, modelándola en la disciplina jesuita mientras mantenían el espíritu basiliano3,4.
En el siglo XIX, el papa León XIII promovió la «Reforma Leoniana» en 1882, iniciada en el monasterio de Dobromil en Galicia, que reorganizó las comunidades ucranianas y lituanas, enfatizando la obediencia y el apostolado. Esta reforma salvó a la orden de la decadencia causada por divisiones políticas y uniones forzadas con la Iglesia Ortodoxa. En Italia y España, ramas latinizadas surgieron en el siglo XVI, aunque con menor rigor ascético, adoptando elementos benedictinos1,2.
Reformas y Desafíos Modernos
El siglo XX trajo nuevos retos: la Revolución Rusa y el comunismo soviético suprimieron miles de monasterios, forzando a muchos basilianos a la diáspora en Canadá, Estados Unidos y América Latina. Discursos papales, como los de Juan Pablo II en 1980, 1982, 1999 y 2000, destacaron su rol en la unidad eclesial y la evangelización, especialmente en la Iglesia Greco-Católica Ucraniana3,4,5,6. La orden se adaptó, incorporando misiones educativas y pastorales, y participando en el Concilio Vaticano II para promover el ecumenismo oriental.
Regla y Espiritualidad
La espiritualidad basiliana se centra en el amor a Dios y al prójimo como eje de la vida monástica. La Regla de San Basilio no es un código rígido, sino un guía flexible que prioriza la purificación del corazón mediante la pobreza, el silencio y la «atención a sí mismo» –una vigilancia interior contra las pasiones–. La oración, tanto litúrgica como personal, es el alma de la comunidad, permitiendo la unión con Dios «en el corazón del alma»5,2.
En la tradición oriental, los basilianos enfatizan la liturgia bizantina en su esplendor, como centro de la vida espiritual. San Basilio enseñó que la contemplación no es mera especulación, sino un encuentro íntimo con Cristo, que impulsa la caridad activa. Esto se refleja en el equilibrio entre ora et labora (ora y trabaja), adaptado al contexto oriental: oración coral, estudio de los Padres de la Iglesia y servicio apostólico4,6.
La obediencia al superior y la vida común, inspirada en los Hechos de los Apóstoles, fomentan la humildad y la fraternidad. En tiempos modernos, esta espiritualidad se aplica al ecumenismo, orando por la unidad de la Iglesia, como exhortó Pío XII en Orientales omnes Ecclesias, alabando su zeal apostólico7.
Ramas de la Orden
La Orden Basiliana no es una entidad única, sino un conjunto de institutos autónomos que siguen la regla basiliana, principalmente en ritos orientales. Solo las dos primeras se consideran estrictamente monásticas1.
Orden Basiliana Italiana de Grottaferrata
Esta rama, la más antigua en comunión con Roma, surgió en el siglo XI en el sur de Italia, uniendo monasterios greco-italianos. Organizada en 1579 bajo el modelo benedictino, se centró en el Monasterio de Santa Maria de Grottaferrata, cerca de Roma, un centro de estudios bizantinos. En el siglo XIX, casi extinguida, sobrevivió gracias a su rol cultural. Hoy cuenta con tres casas y once religiosos, ocho de ellos sacerdotes, preservando el rito italo-griego y manuscritos antiguos1.
Orden Basiliana de San Josafat
La más numerosa y dinámica, originada en el siglo XVII por San Josafat Kuncevič y el metropolita José Rutsky en la Iglesia Rutena. Reformada en 1882 por León XIII en Dobromil, se extendió por Ucrania, Polonia y la diáspora. Sigue constituciones jesuíticas adaptadas, con énfasis en la educación y misiones. En 2013, tenía 89 casas y 524 miembros, 348 sacerdotes. Juan Pablo II la elogió por su testimonio de unidad y martirio3,4,6.
Orden Basiliana del Santísimo Salvador de los Melquitas
Fundada en 1684 por Eutimio Saifi en el Líbano, para la Iglesia Melquita. Enfocada en la formación sacerdotal y parroquial, creció pese a las invasiones otomanas. Con 12 casas y 93 religiosos (87 sacerdotes) en 2013, mantiene el rito melquita y contribuye al diálogo con ortodoxos en Oriente Medio1.
Orden Basiliana Chouérite (o de San Juan Bautista)
Originada en 1696 en el Líbano por monjes del Balamand, se estableció en Shūwajr. Conocida como «Soaritas», enfatiza la vida eremítica comunitaria. En 2013, contaba con ocho casas y 49 miembros (41 sacerdotes), dedicada a la oración y el retiro espiritual en regiones montañosas1.
Orden Basiliana de Alepo de los Melquitas
Surgida en 1829 de una división de los Chouérites, se centra en Siria y Líbano. Con 15 casas y 34 religiosos (24 sacerdotes) en 2013, enfrenta desafíos por conflictos regionales, pero persiste en la pastoral y la preservación cultural melquita1.
Presencia Actual y Actividades
Los basilianos están presentes en más de 20 países, con énfasis en Europa del Este, América del Norte y el Sur, y Oriente Medio. En Ucrania y Polonia, dirigen seminarios y escuelas; en Canadá y EE.UU., parroquias para inmigrantes. Su apostolado incluye catequesis, publicaciones y misiones, como en Brasil y Argentina3,6.
En el contexto actual, bajo el papa León XIV, la orden responde a la secularización promoviendo la nueva evangelización. Estadísticas de 2013 muestran un total aproximado de 700 miembros, con un enfoque en la formación de jóvenes y el ecumenismo, especialmente tras la liberación de regímenes comunistas1,4.
Figuras Destacadas
San Basilio el Grande (329-379) es el patriarca espiritual, autor de la regla y defensor de la Trinidad. San Josafat Kuncevič (1580-1623), mártir por la unión con Roma, es patrono de la orden, canonizado en 1867. Otras figuras incluyen a José Rutsky, reformador, y Eutimio Saifi, fundador melquita. En el siglo XX, monjes como Isidoro Patrylo destacaron en la resistencia bajo el comunismo5,2.
Contribuciones a la Iglesia Católica
Los basilianos han enriquecido la Iglesia con su liturgia oriental, fomentando la diversidad en la unidad. Han liderado el ecumenismo, como en la Unión de Brest, y educado generaciones en escuelas monásticas, superando incluso a las latinas en formación integral, según Pío XII7. Su testimonio de fe en persecuciones inspira la purificación de la memoria en el Jubileo 20006. Hoy, promueven la contemplación en la acción, siendo «sal de la tierra» en comunidades dispersas.
En resumen, la Orden Basiliana encarna la vitalidad del monacato oriental católico, uniendo tradición milenaria con misiones contemporáneas para edificar la Iglesia universal.
Citas
Basilianos, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Basilianos (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Regla de San Basilio, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Regla de San Basilio. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. A los participantes en el Capítulo General de la Orden Basiliana de San Josafat (9 de julio de 1982) - Discurso (1982). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico a Polonia: A los Padres Basilianos de la Iglesia Greco-Católica (Varsovia, 11 de junio de 1999) - Discurso (1999). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Juan Pablo II. A monjes y monjas de la Orden Basiliana de San Josafat (14 de febrero de 1980) - Discurso (1980). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. A los Padres Basilianos (8 de julio de 2000) - Discurso (2000). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Pío XII. Orientales Omnes Ecclesias, § 41 (1945). ↩ ↩2
