Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Orden de Camaldoleses

La Orden de Camaldoleses, también conocida como Congregación Camaldolesa, es una rama de la tradición benedictina que combina la vida eremítica y cenobítica, fundada por san Romualdo en el siglo XI. Esta orden monástica, caracterizada por su énfasis en la soledad, la oración y la austeridad, surgió en el contexto de la reforma monástica medieval y ha perdurado como un testimonio vivo de la espiritualidad contemplativa en la Iglesia católica. A lo largo de su historia, ha influido en la liturgia, la teología y la cultura europea, manteniendo su sede principal en el eremitorio de Camaldoli, en los Apeninos toscanos. Hoy en día, se divide en varias congregaciones que preservan el carisma original de equilibrio entre la vida solitaria y la comunitaria, contribuyendo al enriquecimiento espiritual de la Iglesia universal.

Tabla de contenido

Historia

Fundación por san Romualdo

La Orden de Camaldoleses tiene sus orígenes en la figura de san Romualdo, un monje benedictino nacido alrededor del año 951 en Rávena, Italia. Tras una juventud marcada por el escándalo familiar y una profunda conversión espiritual, Romualdo ingresó en el monasterio de San Apolinar en Rávena, pero pronto se sintió llamado a una vida más austera e inspirada en los Padres del desierto oriental. Viajó por Italia reformando comunidades monásticas y fundando eremitorios, buscando revivir la eremítica en Occidente.

Hacia el año 1012, Romualdo llegó a la diócesis de Arezzo en busca de un lugar apartado para establecer un nuevo eremitorio. Según la tradición, un noble local llamado Maldolo —de quien deriva el nombre Camaldoli, del latín Campus Maldoli— le ofreció un terreno en las montañas apeninas tras una visión en la que vio monjes vestidos de blanco ascendiendo al cielo por una escalera. En este sitio, Romualdo construyó el famoso eremitorio de Camaldoli, que se considera el núcleo fundacional de la orden. Al pie de la montaña, a unos dos kilómetros de distancia, erigió también el monasterio de Fonte Buono, destinado a funciones prácticas como hospital, hospedería y administración, para que los eremitas no se distrajeran con asuntos mundanos.

Esta dualidad entre eremitorio y monasterio marcó desde el principio el carácter mixto de la orden: el eremitorio representaba la vida solitaria, mientras que Fonte Buono encarnaba la vida comunitaria. Aunque Romualdo no dejó una regla escrita, su ideal se transmitió oralmente, inspirado en la Regla de san Benito pero con acentos eremíticos más rigurosos. La orden adoptó el hábito blanco, símbolo de pureza, en contraste con el negro benedictino tradicional.1 La bula papal Nulli fidelium de Alejandro II en 1072 formalizó la existencia de la orden, reconociendo su estructura única.2

Desarrollo y divisiones en la Edad Media

Durante los primeros siglos, la orden creció bajo la guía del prior de Camaldoli, expandiéndose por Italia y Europa. San Romualdo fundó o reformó cerca de cien monasterios y eremitorios antes de su muerte en 1027 en Val di Castro. Su discípulo, el beato Rodolfo, compiló las primeras constituciones basadas en las prácticas de Romualdo, enfatizando la recitación diaria del salterio, ayunos estrictos y dos cuaresmas anuales.

En el siglo XII, la orden se ramificó en congregaciones independientes debido a la diversidad geográfica y las adaptaciones locales. La Congregación del Santo Eremitorio de Camaldoli permaneció como cabeza, pero surgieron otras como la de San Michele di Murano (fundada en 1212 en Venecia para satisfacer la demanda de un eremitorio en la república veneciana), la de Monte Corona (en 1523, con un enfoque más eremítico en los Apeninos) y la de Turín. Estas divisiones permitieron una mayor autonomía, pero mantuvieron la unidad espiritual bajo la regla camaldolesa.2

La orden produjo figuras destacadas en la Iglesia medieval: el canonista Graciano, autor del Decretum, que influyó en el derecho canónico; Guido de Arezzo, inventor de la notación musical moderna; y Lorenzo Monaco, pintor renacentista. En el siglo XV, el beato Paulo Giustiniani impulsó una reforma para restaurar la austeridad original, combatiendo abusos como la acumulación de bienes y la laxitud disciplinaria. Su labor culminó en la bula de León X en 1513, que reorganizó la congregación.2

Espiritualidad y regla

La espiritualidad camaldolesa se centra en el triplex bonum: soledad, vida comunitaria y evangelización, un equilibrio que san Romualdo buscó al fusionar la tradición eremítica oriental con la cenobítica occidental. Los monjes viven en celdas individuales para la oración personal y el trabajo manual, pero se reúnen en el oratorio para la liturgia de las horas, recitando el salterio completo cada día. La regla exige silencio profundo, pobreza evangélica y penitencia, con énfasis en la humildad y la obediencia.

No existe una regla escrita por Romualdo, pero las constituciones derivadas de él, modificadas por Rodolfo, prescriben una vida de extrema austeridad: ayuno en pan y agua varios días a la semana, dos periodos cuaresmales anuales y abstinencia perpetua de carne. La oración es el eje, con el principio benedictino «Nihil operi Dei praeponatur» (nada se anteponga al oficio divino). Esta espiritualidad fomenta la contemplación de Cristo, preparando al monje para una unión mística con Dios.2,3

Los papas han elogiado esta tradición. Juan Pablo II, en 1982, destacó la vida de oración y estudio de los camaldoleses como un servicio invaluable a la Iglesia, extendiendo su aprecio a las monjas claustrales.4 En 1993, enfatizó la complementariedad entre eremitas y cenobitas como un carisma inspirado por el Espíritu Santo.5 Benedicto XVI, en 2012, celebró el milenio de Camaldoli recordando cómo esta orden ha nutrido la fe a través de la soledad y la comunidad.6,7

Estructura y organización

Históricamente, la orden se dividió en cinco congregaciones principales hasta el siglo XIX: el Santo Eremitorio, San Michele di Murano, Monte Corona, Turín y Notre-Dame de Consolation. Las monjas camaldolesas, que siguen una regla similar con hábito blanco y velo negro, han existido desde los orígenes, contribuyendo con su vida de oración y sacrificio.2

En la actualidad, tras las supresiones napoleónicas y las persecuciones del siglo XIX, la orden se organiza en tres congregaciones principales: la de Cenobitas (con monasterios en Italia y Polonia), la de Eremitas de Etruria (con eremitorios en Italia y Brasil) y la de Eremitas de Monte Corona (con casas en Italia). El prior general reside en Camaldoli, que conserva su estatus como sede espiritual. La formación incluye un noviciado eremítico de tres años, seguido de votos solemnes.2

La orden ha adaptado su carisma al Concilio Vaticano II, promoviendo la dimensión internacional con fundaciones en América, África y Asia. Durante la Segunda Guerra Mundial, el Codex de Camaldoli influyó en la Constitución italiana, demostrando su relevancia social.7

Presencia actual

Hoy, la Orden de Camaldoleses cuenta con alrededor de 250 monjes y 150 monjas, distribuidos en unos veinte monasterios y eremitorios, principalmente en Italia. El eremitorio de Camaldoli, con sus celdas en un bosque de abetos y siete fuentes naturales, sigue siendo un centro de retiros espirituales. Otras casas notables incluyen Bielany en Polonia y Nueva Camaldoli en Brasil, fundada en 1899.2

En el siglo XX, la orden expandió su presencia a Estados Unidos, Tanzania e India, impulsada por el Vaticano II. Los camaldoleses mantienen la hospitalidad tradicional, ofreciendo espacios para laicos que buscan silencio y oración. Su contribución a la Iglesia incluye la formación litúrgica y el diálogo ecuménico, como en las disputas humanistas del Renacimiento o las reflexiones postconciliares.7

Figuras notables

La orden ha dado santos, beatos y eruditos ilustres. Además de san Romualdo, destacan san Pedro Damián, doctor de la Iglesia y biógrafo de Romualdo; el beato Paulo Giustiniani, reformador; y el papa Gregorio XVI (Mauro Cappellari, 1765-1846), quien salvó la orden de la supresión napoleónica.2,7 Otros incluyen a Ambrogio Traversari, traductor de los Padres griegos; Guido Grandi, matemático; y los annalistas Mittarelli y Costadoni, historiadores de la orden.7

En tiempos modernos, los camaldoleses han influido en la teología y la cultura, preservando valores monásticos en un mundo secularizado. Juan Pablo II visitó Camaldoli en 1982 y 1993, alabando su testimonio de esperanza y futuro en Cristo.8,3,9

Citas

  1. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 282.

  2. Camaldulenses, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Camaldulenses. 2 3 4 5 6 7 8

  3. Papa Juan Pablo II. A los Monjes Camaldulenses en la ermita fundada por San Romualdo en Camaldoli (17 de septiembre de 1993) - Discurso, § 2 (1993). 2

  4. Papa Juan Pablo II. A la Comunidad Monástica de Camaldoli (5 de septiembre de 1982) - Discurso (1982).

  5. Papa Juan Pablo II. A los Monjes Camaldulenses en la ermita fundada por San Romualdo en Camaldoli (17 de septiembre de 1993) - Discurso, § 4 (1993).

  6. Papa Benedicto XVI. Carta al Card. Giuseppe Bertello, Enviado Especial en las celebraciones del milenio de la Santa Ermita de Camaldoli (2012).

  7. Vísperas con motivo de la visita del arzobispo de Canterbury, Papa Benedicto XVI. 10 de marzo de 2012: Vísperas con motivo de la visita del Arzobispo de Canterbury (2012). 2 3 4 5

  8. Papa Juan Pablo II. A los Monjes Camaldulenses en la ermita fundada por San Romualdo en Camaldoli (17 de septiembre de 1993) - Discurso, § 1 (1993).

  9. Papa Juan Pablo II. 5 de septiembre de 1982: Visita Pastoral al Monasterio de Fonte Avellana, Misa en la Iglesia de la Santa Cruz, Serra Sant’Abbondio (Pesaro - Italia) - Homilía, § 6 (1982).