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Orden de Lasalianos (Hermanos de las Escuelas Cristianas)

Orden de Lasalianos (Hermanos de las Escuelas Cristianas)
Probablemente el retrato más famoso de San Juan Bautista de La Salle. Dominio Público.

Los Hermanos de las Escuelas Cristianas, también conocidos como lasalianos, constituyen una congregación religiosa católica masculina fundada en el siglo XVII por San Juan Bautista de La Salle, dedicada exclusivamente a la educación cristiana de los jóvenes, especialmente de los más desfavorecidos. Esta orden, que no accede al sacerdocio para centrarse por completo en su misión pedagógica, ha expandido su labor a lo largo de los siglos por todo el mundo, promoviendo una formación integral que une fe, cultura y valores humanos. Reconocida por su fidelidad a la Iglesia y su contribución a la evangelización a través de la enseñanza, la congregación cuenta con numerosos santos y beatos mártires, y hoy opera en más de ochenta países, atendiendo a cientos de miles de alumnos en escuelas e instituciones educativas.

Tabla de contenido

Historia

Fundación

La congregación de los Hermanos de las Escuelas Cristianas surgió en el contexto de la Francia del siglo XVII, marcada por profundas desigualdades sociales y una necesidad urgente de educación accesible para los niños pobres. San Juan Bautista de La Salle, un sacerdote de Reims nacido en 1651 en una familia acomodada, inicialmente se dedicó a la formación de maestros para las escuelas parroquiales. Sin embargo, su encuentro con un grupo de jóvenes maestros humildes en 1679 transformó su vocación. Reconociendo el llamado divino a consagrarse a la educación de los marginados, La Salle abandonó su posición canónica y reunió a estos hombres para formar una comunidad dedicada a la enseñanza cristiana gratuita.

El 29 de mayo de 1680 se considera la fecha fundacional de la congregación, cuando La Salle y sus primeros compañeros se establecieron en Reims para impartir clases a los hijos de artesanos y campesinos. Esta iniciativa innovadora introdujo métodos pedagógicos avanzados para la época, como la enseñanza en lengua vernácula en lugar del latín, la agrupación de alumnos por niveles y la integración de la oración en el aula. A pesar de las oposiciones iniciales de familias acomodadas y autoridades eclesiásticas, que veían con recelo esta dedicación laical a la educación, la comunidad creció rápidamente. En vida del fundador, ya contaba con veintiuna casas en quince diócesis francesas, demostrando una expansión notable pese a los conflictos internos y externos.1,2

La Salle enfatizó la importancia de una vida comunitaria basada en los votos de pobreza, castidad y obediencia, sin ordenación sacerdotal, para que los hermanos se entregaran íntegramente a su apostolado educativo. Su visión se plasmó en obras como La conducta de las escuelas cristianas, que guió la pedagogía lasaliana durante siglos. El fundador falleció en 1719, pero su legado perduró, recibiendo la aprobación papal definitiva en 1725 bajo el papa Benedicto XIII.

Expansión en los siglos XVIII y XIX

Durante el siglo XVIII, la congregación enfrentó graves desafíos, como la Revolución Francesa, que suprimió temporalmente las comunidades religiosas en 1790 y dispersó a los hermanos. Muchos murieron en prisiones o exilios, pero la orden se reconstituyó en 1805 gracias a la labor de hermanos como los que se refugiaron en Italia y España. Esta resiliencia permitió una nueva expansión: en 1818, se establecieron las primeras escuelas en América, comenzando por Estados Unidos, y pronto en América Latina, Asia y África.

El siglo XIX marcó un período de consolidación doctrinal y geográfica. La beatificación de La Salle en 1888 por León XIII impulsó el fervor lasaliano, atrayendo vocaciones de diversos países. Figuras como el beato Miguel Febres Cordero, un hermano ecuatoriano canonizado en 1984, ejemplificaron esta vitalidad al dedicar su vida a la enseñanza en América del Sur, donde promovió la educación como medio de evangelización.3 La orden se adaptó a contextos locales, fundando colegios en España, como el de La Salle en Madrid, y en regiones de misión, siempre priorizando a los pobres y vulnerables.

En esta etapa, los papas reconocieron el valor de la obra lasaliana. Pío XII, en 1948, elogió a los hermanos como «excelentes educadores» que forman espíritus y corazones para el testimonio de la fe.4 La congregación creció hasta abarcar decenas de países, con énfasis en la formación integral que une fe y ciencia.

El siglo XX y los mártires

El siglo XX trajo tanto expansión como persecuciones. En España, durante la Guerra Civil (1936-1939), la orden sufrió un duro golpe con el martirio de numerosos hermanos. Grupos como los de Turón (Asturias), Almería y Lorca fueron víctimas de la violencia anticlerical. Los hermanos de Almería, como Aurelio María y sus compañeros, murieron defendiendo su fe y su labor educativa, exclamando ante la noticia de otros mártires: «¡Qué dicha la nuestra si pudiéramos verter nuestra sangre por tan elevado ideal!»5,6 Juan Pablo II los beatificó en 1993, destacando su vida de votos evangélicos forjada en la humildad de la enseñanza.7

Otros beatos, como los mártires de Turón (beatificados en 1999), incluyeron jóvenes hermanos como Benjamín Julián, que a los veinticinco años sellaron su vocación con el martirio.8 Estos testimonios de fidelidad fortalecieron la congregación, que en 1981 celebró el tricentenario de su fundación con Juan Pablo II, quien alabó su ampliación a ochenta y dos naciones.9,10

En el posconcilio Vaticano II, la orden se renovó, incorporando laicos en su misión y adaptándose a desafíos modernos como la secularización. Pablo VI, en 1973, exhortó a los hermanos a ser fieles a la Iglesia y a su vocación educativa.11

Carisma y misión

El carisma lasaliano se centra en la educación cristiana como camino de santidad y servicio. San Juan Bautista de La Salle enseñó que la escuela es un lugar de encuentro con Cristo, donde los educadores actúan in loco parentis, como padres espirituales. La misión principal es formar a los jóvenes en la fe, la justicia social y el desarrollo humano, priorizando a los pobres, como indica el Evangelio: «Quien recibe a uno de estos niños en mi nombre, a mí me recibe» (Mc 9,37).3

Los hermanos profesan los votos evangélicos y se consagran exclusivamente a la enseñanza, sin funciones sacerdotales, para una dedicación total.2 Su espiritualidad enfatiza la comunidad, la oración y la pedagogía activa, influenciada por el fundador, quien veía la educación como «consecratio» absorbente de todas las energías. Hoy, colaboran con laicos en catequesis y animación pastoral, manteniendo el espíritu de humildad y servicio.

Juan Pablo II, en 1993, subrayó su rol en tiempos de indiferentismo religioso, invitando a padres y educadores a participar en esta formación integral.6 La orden promueve valores como la solidaridad y la paz, respondiendo a encíclicas papales sobre educación.

Organización y estructura

La congregación se organiza en un Superior General, elegido por el Capítulo General cada siete años, con sede en Roma. Está dividida en provincias y distritos geográficos, cada uno con un superior local. Los hermanos pasan por etapas de formación: postulantado, noviciado y escolasticado, culminando en votos perpetuos.

No hay clérigos en la orden, lo que permite una flexibilidad pastoral. En 1993, Juan Pablo II notó la participación de laicos en el Capítulo General, señal de renovación.2 La estructura fomenta la autonomía local, adaptándose a culturas diversas, desde escuelas urbanas en Europa hasta misiones en África.

Santos, beatos y figuras destacadas

La orden ha dado numerosos santos y beatos, testigos de su vitalidad. San Juan Bautista de La Salle es el fundador, canonizado en 1900. Otros santos incluyen a Mutien-Marie Wiaux (beatificado en 1977) y Miguel Febres Cordero, «apóstol de la escuela» en Ecuador, canonizado por su amor a los alumnos.12,3

Entre los beatos, destacan Benildo Romançon (beatificado en 1948), modelo de educador humilde,4 y grupos de mártires españoles: los nueve de Turón (1999), los siete de Almería (1993) y los seis de Lorca (2007), como Luciano Pablo y Estanislao Víctor, profesores fieles hasta el fin.13,5 Pedro Poveda, aunque no lasaliano, colaboró con ellos en educación.7

Estas figuras inspiran la congregación, recordando el sacrificio por la fe y la educación.

Presencia actual

Hoy, los Hermanos de las Escuelas Cristianas operan en más de ochenta países, con unos ocho mil miembros educando a cerca de un millón de alumnos en colegios, universidades y centros juveniles.2 En España, mantienen instituciones emblemáticas como el Colegio de La Salle en Madrid y Barcelona, enfocadas en educación inclusiva. En América Latina y África, priorizan zonas marginadas, integrando tecnología y sostenibilidad.

La orden responde a retos contemporáneos como la migración y la digitalización, promoviendo una educación que forme ciudadanos responsables. Pablo VI en 1977 elogió su contribución a la escuela católica como pilar de la sociedad y la Iglesia.12 Bajo el papa actual, León XIV, continúan fieles a su misión, colaborando en iniciativas globales de paz y justicia.

En resumen, los Hermanos de las Escuelas Cristianas representan un testimonio vivo del Evangelio en la educación, desde sus orígenes en Reims hasta su impacto mundial, siempre al servicio de los más necesitados y en unión con la Iglesia.

Citas

  1. Papa Pablo VI. Miguel Febres Cordero (1854-1910) - Homilía de beatificación (1984).

  2. Papa Juan Pablo II. A los participantes en el Capítulo General de los Hermanos de las Escuelas Cristianas (14 de mayo de 1993) - Discurso, § 2 (1993). 2 3 4

  3. Papa Juan Pablo II. Miguel Febres Cordero (1854-1910) - Homilía, § 5 (1984). 2 3

  4. Papa Pío XII. Benildo Romançon (1805-1862) - Homilía de beatificación (1948) (1967). 2

  5. Dicasterio para las Causas de los Santos. Martiri di Almería: Omelia di beatificazione (10 ottobre 1993), § 3 (1993). 2

  6. Papa Juan Pablo II. A los peregrinos que habían acudido para las beatificaciones (11 de octubre de 1993) - Discurso, § 3 (1993). 2

  7. Papa Juan Pablo II. Pedro Poveda Castroverde (1874-1936) - Homilía de beatificación, § 3 (2003). 2

  8. El Dicasterio para las Causas de los Santos. Cirilo Bertrán e 8 compagni (1888-1934) - Los 8 Compañeros (1999).

  9. Papa Juan Pablo II. 21 de noviembre de 1981: Visita al Santuario de San Juan Bautista de La Salle - Homilía, § 1 (1981).

  10. Papa Juan Pablo II. A los Hermanos de las Escuelas Cristianas (21 de noviembre de 1981) - Discurso (1981).

  11. Fratelli delle scuole cristiane, Papa Pablo VI. Audiencia General del 18 de julio de 1973, §Fratelli delle Scuole Cristiane (1973).

  12. Papa Pablo VI. 30 de octubre de 1977: Beatificación de los Siervos de Dios Mutien-Marie Wiaux y Miguel Febres Cordero (1977). 2

  13. Dicasterio para las Causas de los Santos. Ovidio Bertrán Anunciabay Letona e 5 compagni: Biografia (28 ottobre 2007), §Biografía (2007).