Orden de los Sagrados Corazones de Jesús y María

La Orden de los Sagrados Corazones de Jesús y María es una congregación religiosa católica dedicada a la devoción y reparación de los Sagrados Corazones, con énfasis en el servicio a los marginados y la vida consagrada. Fundada en el contexto de la tradición salesiana en Colombia, esta orden surgió como respuesta a las necesidades espirituales y sociales de comunidades excluidas, particularmente aquellas afectadas por enfermedades como la lepra. Su carisma se centra en la unión con Dios a través del amor y la obediencia a la Iglesia, promoviendo una espiritualidad intrépida que ve en los pobres y enfermos la imagen de Cristo. A lo largo de su historia, ha crecido hasta establecerse en varios países, inspirando a generaciones de religiosas en el apostolado y la consagración total.
Tabla de contenido
Historia y Fundación
Orígenes en el Contexto Salesiano
La orden tiene sus raíces en el siglo XX, en el ámbito de la familia salesiana en Colombia. Fue fundada por el primer salesiano ordenado sacerdote en Colombia, quien, motivado por su vocación, reunió a un grupo de mujeres consagradas dedicadas al servicio de los más necesitados. Este sacerdote, en un acto de profunda caridad, extendió su ministerio a personas marginadas, incluyendo leprosos y sus familias, quienes enfrentaban rechazo social y no eran admitidas en otros institutos religiosos tradicionales.1
La fundación se gestó en un entorno de desafíos pastorales, donde la Iglesia buscaba responder a las realidades de pobreza y exclusión en América Latina. El fundador, guiado por el espíritu de San Juan Bosco, enfatizó la educación y el cuidado de los vulnerables, integrando la devoción a los Sagrados Corazones como eje espiritual. Inicialmente, el grupo era pequeño y compuesto por mujeres que compartían una vida de oración y servicio, evolucionando gradualmente hacia una estructura congregacional formal.
Desarrollo Inicial y Reconocimiento Eclesiástico
En sus primeros años, la congregación enfrentó obstáculos derivados de la discriminación social hacia las leprosas y sus descendientes, pero esto fortaleció su identidad como comunidad de reparación y acogida. Con el tiempo, el grupo se consolidó como la Congregación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María, un instituto floreciente que ha extendido su presencia más allá de Colombia. El reconocimiento eclesiástico llegó a través de la aprobación diocesana y, posteriormente, de la Santa Sede, alineándose con la tradición católica de las órdenes religiosas dedicadas a los Sagrados Corazones.1
Esta evolución refleja el dinamismo de la vida consagrada en el siglo XX, influida por encíclicas papales que promovían la devoción al Sagrado Corazón de Jesús como fuente de renovación espiritual. La orden se inspiró en modelos de santidad salesiana, como el servicio apasionado a los enfermos, que se convirtió en un pilar de su misión.
Carisma y Espiritualidad
Devoción a los Sagrados Corazones
El carisma central de la orden radica en la devoción a los Sagrados Corazones de Jesús y María, entendida como una espiritualidad de reparación, amor y obediencia. Las religiosas se consagran a la unión íntima con Dios, viendo en los corazones de Jesús y María el modelo de entrega total. Esta devoción no es meramente piadosa, sino práctica: impulsa un compromiso activo con la Iglesia y la humanidad sufriente, fomentando una vida de oración continua y apostolado concreto.1
Influenciada por la tradición católica, la orden promueve prácticas como la adoración eucarística y la consagración diaria, recordando que el Sagrado Corazón es «rey y centro de todos los corazones». Esta espiritualidad intrépida, basada en la fe y la caridad, enseña a reconocer a Cristo en los pobres, enfermos y ancianos, tal como se enfatiza en vidas de santidad asociadas a congregaciones similares.2,3
Enfoque en el Servicio a los Marginados
Un aspecto distintivo es el énfasis en el servicio a los excluidos, particularmente aquellos con enfermedades estigmatizantes como la lepra. Las fundadoras y primeras miembros, muchas de ellas procedentes de entornos vulnerables, encarnaron un modelo de consagración absoluta, asistiendo a los necesitados con palabras de esperanza como «ten fe y todo irá bien». Este enfoque se alinea con la enseñanza evangélica de ver en el prójimo la imagen viva de Cristo, promoviendo una entrega abnegada en el trabajo cotidiano.2,3,4
La orden integra elementos de la doctrina social de la Iglesia, abogando por una fraternidad cristiana que combata el odio y la rebelión social mediante la justicia y el amor. Así, su espiritualidad no solo es contemplativa, sino transformadora, buscando el bienestar razonable de todos a través de obras de misericordia.5
Estructura y Vida Comunitaria
Organización y Gobierno
La congregación se organiza como un instituto religioso de derecho pontificio, con una superiora general al frente y consejos provinciales que coordinan las comunidades en diferentes países. Su estructura salesiana incorpora votos de pobreza, castidad y obediencia, junto con un cuarto voto de servicio a los Sagrados Corazones, que define su identidad única. Las casas de la orden sirven como centros de formación, oración y apostolado, adaptándose a las necesidades locales mientras mantienen la unidad en el carisma fundacional.1
En la vida diaria, las religiosas combinan la oración litúrgica con el trabajo apostólico, priorizando la puntualidad en los deberes comunitarios y la dedicación total a los hermanos necesitados. Esta disciplina refleja el ejemplo de religiosos ejemplares que han marcado la historia de la orden.
Formación y Vocación
La formación inicial para las postulantes incluye un período de discernimiento enfocado en la devoción a los Sagrados Corazones y el servicio a los pobres. Se enfatiza la educación integral, inspirada en el sistema preventivo salesiano, que forma mujeres capaces de enfrentar desafíos sociales con fe y competencia. Las religiosas profesas continúan su crecimiento espiritual mediante retiros y estudios teológicos, asegurando que su vocación permanezca viva y fructífera.1
La orden atrae a vocaciones de mujeres que buscan una vida de reparación y misión, particularmente en regiones de América Latina donde la pobreza persiste. Su expansión internacional demuestra la vitalidad de este carisma en contextos contemporáneos.
Presencia y Obras Actuales
Expansión Geográfica
Hoy en día, la Congregación de las Hijas de los Sagrados Corazones de Jesús y María está presente en diversos países, principalmente en América Latina, donde continúa su misión fundacional. Ha establecido comunidades en Colombia, su lugar de origen, y se ha extendido a naciones vecinas, respondiendo a llamadas pastorales de obispos locales. Esta presencia global refleja el florecimiento del instituto, como se destaca en documentos eclesiásticos que celebran su crecimiento.1
En cada ubicación, las religiosas adaptan sus obras a las realidades culturales, manteniendo siempre el núcleo de devoción y servicio. Su contribución a la Iglesia universal se ve en la formación de nuevas generaciones y en la colaboración con otras órdenes salesianas.
Actividades Apostólicas
Las obras de la orden abarcan el cuidado de enfermos, la educación de niños marginados y el apostolado parroquial. Inspiradas en el ejemplo de santos como el beato Artemide Zatti, las religiosas dedican casi medio siglo en algunos casos a servicios apasionados y llenos de amor, como la atención en hospitales y dispensarios.1 Además, promueven iniciativas de justicia social, cerrando oídos a doctrinas destructivas y abriendo caminos a la fraternidad cristiana.5
En el ámbito contemporáneo, la orden aborda desafíos como la migración y las pandemias, ofreciendo apoyo espiritual y material. Su labor se extiende también a la veneración de los sacerdotes y seminaristas, rezando por su santidad y bendición en el ministerio.2,3,4
Influencia en la Iglesia Católica
Legado Espiritual
La orden ha dejado una huella significativa en la devoción católica a los Sagrados Corazones, contribuyendo a la renovación de la vida consagrada en América Latina. Su modelo de espiritualidad fuerte y corajuda, basado en la unión con Dios y la obediencia a la Iglesia, inspira a otras comunidades religiosas. Figuras beatificadas asociadas indirectamente, como la Madre María de Jesús Sacramentado Venegas, refuerzan este legado al promover una visión similar de servicio a la humanidad doliente.2,3,4
En homilías papales, se resalta cómo estas congregaciones enseñan una relación continua con Dios y una entrega abnegada hacia los hermanos, integrando el trabajo cotidiano en el ambiente propio como vía de santificación.2,3,4
Desafíos y Perspectivas Futuras
A pesar de su crecimiento, la orden enfrenta retos como la disminución de vocaciones en algunos contextos y la necesidad de adaptación a sociedades seculares. Sin embargo, su enfoque en la reparación y el apostolado la posiciona como un faro de esperanza. Mirando al futuro, se espera que continúe expandiendo su misión, fiel al depósito de la fe católica y al Sagrado Corazón como fuente de verdad, justicia y amor.5
En resumen, la Orden de los Sagrados Corazones de Jesús y María encarna la esencia de la consagración católica: una vida de devoción ardiente y servicio humilde, que transforma realidades de dolor en testimonios de fe.
Citas
Capilla papal para la beatificación de 6 siervos de Dios homilía del Santo Padre Juan Pablo II domingo, 14 de abril de 2002, El Dicasterio para las Causas de los Santos. Artemide Zatti (1880 - 1951) - Homilía de Beatificación (2022). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Papa Juan Pablo II. Cristóbal Magallanes e 24 Compagni († 1915 - 1937) - Homilía de beatificación, § 6 (2000). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Juan Pablo II. María de Jesús Sacramentado Venegas de la Torre (1868-1959) - Homilía de beatificación, § 6 (2000). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Juan Pablo II. 22 de noviembre de 1992: Beatificación de 22 sacerdotes, 3 laicos y Madre María de Jesús Sacramentado Venegas - Homilía (1992). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Pío XII. Mensaje radiofónico a los fieles de Colombia con motivo del 100.º aniversario del Apostolado de la Oración (30 de septiembre de 1945) - Discurso (1945). ↩ ↩2 ↩3
