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Cruz

Orden de los Templarios

Orden de los Templarios
La cruz (emblema) de los Templarios. Original, Sonya1996, CC BY-SA 4.0 📄

La Orden de los Pobres Caballeros de Cristo y del Templo de Salomón, comúnmente conocida como la Orden de los Templarios, fue una de las órdenes militares más influyentes y poderosas de la Edad Media. Fundada en 1118 tras la Primera Cruzada, su propósito original era proteger a los peregrinos cristianos en Tierra Santa. A lo largo de su existencia, la Orden experimentó un crecimiento extraordinario en riqueza y poder, estableciendo una vasta red de propiedades y desempeñando un papel crucial en las finanzas europeas. Sin embargo, su prominencia también generó envidia y críticas, culminando en su trágica supresión por el Papa Clemente V en 1312 bajo la presión del rey Felipe IV de Francia, a pesar de que no se encontraron pruebas suficientes para una condena formal de herejía contra la Orden en su conjunto.

Tabla de contenido

Orígenes y Fundación

La Orden de los Templarios fue fundada en Jerusalén en 1118 por Hugo de Payns, un caballero de Champaña, y ocho compañeros1. En presencia del Patriarca de Jerusalén, hicieron un voto perpetuo para defender el reino cristiano en Tierra Santa. El rey Balduino II aceptó sus servicios y les asignó una parte de su palacio, adyacente al Templo de la ciudad, de donde derivaron su nombre de «Pobres Caballeros del Templo»1.

Al principio, los Templarios eran un grupo reducido y humilde, dependiendo de las limosnas y con pocos recursos para ofrecer servicios significativos, salvo como escoltas de peregrinos en su camino del Jordán a Jerusalén1. En sus inicios, carecían de un hábito distintivo o una regla formal1.

Aprobación Eclesiástica y Crecimiento

Hugo de Payns viajó a Occidente para buscar la aprobación de la Iglesia y reclutar nuevos miembros1. En el Concilio de Troyes (1128), bajo la influencia de San Bernardo, los Caballeros Templarios adoptaron la Regla de San Benito, reformada por los cistercienses1. Esta regla incluía los tres votos perpetuos (pobreza, castidad y obediencia), además del voto de cruzado, e incorporaba estrictas normas sobre la capilla, el refectorio y el dormitorio1. También adoptaron el hábito blanco de los cistercienses, al que añadieron una cruz roja1.

A pesar de la austeridad de su regla monástica, la Orden atrajo a numerosos reclutas y creció rápidamente1. Se estructuró en cuatro rangos de hermanos:

La popularidad de la Orden se debió a su combinación de fervor religioso y destreza marcial, las dos grandes pasiones de la Edad Media1. Recibieron innumerables favores, tanto espirituales como temporales, de autoridades eclesiásticas y laicas1. Los papas los tomaron bajo su protección directa, eximiéndolos de toda otra jurisdicción, ya fuera episcopal o secular1,2. Sus propiedades fueron equiparadas a las de la Iglesia y exentas de impuestos, incluso de los diezmos eclesiásticos1,2. Sus iglesias y cementerios no podían ser objeto de interdicto1. Estos privilegios, sin embargo, generaron conflictos con el clero secular en Tierra Santa, ya que la expansión de las propiedades de la Orden redujo los ingresos de las iglesias y limitó el uso de los interdictos episcopales1.

Los Templarios establecieron encomiendas en toda Europa. En Francia, llegaron a tener al menos once bailías, subdivididas en más de cuarenta y dos encomiendas1. En Tierra Santa, extendieron sus posesiones a expensas de los musulmanes, construyendo castillos famosos como Safèd, Karak del Desierto y, el más importante, Castel Pilgrim1. En el siglo XIII, las posesiones de los Templarios ascendían a nueve mil mansiones2.

La vida en estos castillos-monasterios era de contrastes: «leones de guerra y corderos en el hogar; rudos caballeros en el campo de batalla, piadosos monjes en la capilla»1. Renunciaron a los placeres de la vida y enfrentaron la muerte con indiferencia, siendo los primeros en atacar y los últimos en retirarse1.

Acusaciones y Caída

Tras la expulsión definitiva de las fuerzas cruzadas de Tierra Santa en 1291, las órdenes militares, incluida la de los Templarios, comenzaron a recibir críticas en Europa3. Se les atribuyó parte de la derrota humillante y se generó envidia por la vasta riqueza que habían acumulado3. Se les acusó de orgullo, exclusividad y usurpación de derechos episcopales3.

En 1307, el rey Felipe IV de Francia, quien ya había tenido conflictos con el papado, comenzó a presionar al Papa Clemente V para la supresión de la Orden3. El 12 de octubre de 1307, Felipe IV ordenó el arresto de Jacques de Molay, el Gran Maestre, y de numerosos caballeros en Francia, seguido de la incautación de las propiedades de la Orden3. Se les acusó de herejía, apostasía, idolatría, inmoralidad, sodomía y desprecio de los sacramentos4,3.

Aunque el Papa Clemente V protestó inicialmente contra la usurpación de la autoridad papal por parte del rey, su carácter débil y vacilante, junto con la presión de Felipe IV, lo llevó a ceder3,5. En noviembre de 1307, el Papa Clemente V emitió una bula ordenando una investigación sobre los cargos contra los Templarios en toda Europa3.

El Concilio de Vienne y la Supresión

El Concilio de Vienne se celebró del 16 de octubre de 1311 al 12 de mayo de 13121,3. La mayoría de los miembros del concilio estaban a favor de mantener la Orden, ya que no se pudo probar que la Orden como cuerpo profesara alguna doctrina herética o que practicara una regla secreta distinta de la oficial1. Sin embargo, el Papa Clemente V, «irresoluto y acosado», optó por una vía intermedia1.

El 22 de marzo de 1312, en la segunda sesión del concilio, se leyó la bula Vox in excelsis3. En ella, el Papa Clemente V declaró que, aunque no tenía razones suficientes para una condena formal de la Orden, la suprimía por su poder soberano, y no por sentencia definitiva, debido al bien común, el odio del rey de Francia hacia ellos, la naturaleza escandalosa de su juicio y la probable dilapidación de las propiedades de la Orden en las tierras cristianas1,4,6,3.

La supresión de la Orden no fue una condena penal, sino una «provisión apostólica u ordenanza»1,4. La mayoría de las propiedades de los Templarios fueron transferidas a la Orden del Hospital de San Juan de Jerusalén (los Hospitalarios), para ser utilizadas en la defensa de Tierra Santa7,8,9,10. Sin embargo, se hizo una excepción con las propiedades en los reinos de Castilla, Aragón, Portugal y Mallorca, que quedaron reservadas a disposición de la Sede Apostólica7,8,9,10. En Portugal y Aragón, las propiedades se entregaron a nuevas órdenes: la Orden de Cristo en Portugal y la Orden de Montesa en Aragón1,2.

En cuanto a los miembros de la Orden, aquellos que fueron declarados inocentes podían unirse a otra orden militar o regresar al estado secular, recibiendo una pensión vitalicia1. Los que habían confesado su culpabilidad ante sus obispos debían ser tratados con «los rigores de la justicia, atemperados por una generosa misericordia»1.

El Destino del Gran Maestre

El destino del Gran Maestre, Jacques de Molay, y de sus tres primeros dignatarios fue reservado al juicio del Papa1. Habían confesado su culpabilidad y se esperaba su reconciliación con la Iglesia1. Sin embargo, en el momento de la lectura de la sentencia, Jacques de Molay se retractó de sus confesiones, proclamando la inocencia de los Templarios y la falsedad de sus propias declaraciones1. Fue inmediatamente arrestado como hereje reincidente junto con otro dignatario, y por orden de Felipe IV, fueron quemados en la hoguera el 18 de marzo de 13141,3. Esta trágica muerte impresionó profundamente al pueblo y dio origen a la leyenda de que el Gran Maestre los había convocado a ambos, al Papa y al rey, ante el tribunal de Dios1.

Legado y Conclusión

La disolución de la Orden de los Templarios fue un evento monumental en la historia de la Iglesia y de Europa. Aunque la Orden fue suprimida, su legado perduró. La herencia de los Templarios, en parte, fue asumida por los Hospitalarios, quienes continuaron su labor en la defensa de la fe1.

El juicio de los Templarios sigue siendo un tema de debate apasionado entre los historiadores1. Si bien las acusaciones específicas contra la Orden en su conjunto no pudieron ser probadas de manera concluyente, la presión política y la necesidad de mantener la estabilidad eclesiástica llevaron a su supresión1,3. La historia de los Templarios es un testimonio de la compleja interacción entre el poder religioso, la autoridad secular y la opinión pública en la Edad Media.

Citas

  1. Los caballeros templarios, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Los Caballeros Templarios. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36

  2. Las órdenes militares, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Las Órdenes Militares. 2 3 4

  3. Papa Clemente V, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Clemente V. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  4. Bulas y ordenanzas de la Curia romana relativas a la orden de los templarios y el asunto de Tierra Santa, Documento del Concilio. Concilio de Vienne (1311-1312 d.C.), §Bulas. 1 (1312). 2 3

  5. Papa n.º 195: Clemente V, Magisterium AI. Breve historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 195: Clemente V (2024).

  6. Papa Clemente XIV. Dominus ac Redemptor (21 de julio de 1773), § 6 (1773).

  7. Bulas y ordenanzas de la Curia romana relativas a la orden de los templarios y el asunto de Tierra Santa, Documento del Concilio. Concilio de Vienne (1311-1312 d.C.), §Bulas. 8 (1312). 2

  8. Bulas y ordenanzas de la Curia romana relativas a la orden de los templarios y el asunto de Tierra Santa, Documento del Concilio. Concilio de Vienne (1311-1312 d.C.), §Bulas. 7 (1312). 2

  9. Bulas y ordenanzas de la Curia romana relativas a la orden de los templarios y el asunto de Tierra Santa, Documento del Concilio. Concilio de Vienne (1311-1312 d.C.), §Bulas. 4 (1312). 2

  10. Bulas y ordenanzas de la Curia romana relativas a la orden de los templarios y el asunto de Tierra Santa, Documento del Concilio. Concilio de Vienne (1311-1312 d.C.), §Bulas. 2 (1312). 2