Orden de Sacerdotes de las Misiones Extranjeras
La Orden de Sacerdotes de las Misiones Extranjeras, conocida formalmente como Sociedad de Misiones Extranjeras de París (en francés, Société des Missions Étrangères de Paris, abreviada como MEP), es una congregación católica de sacerdotes seculares dedicada a la evangelización en territorios no cristianos. Fundada en la segunda mitad del siglo XVII, esta sociedad se centra en la formación de misioneros para regiones remotas, especialmente en Asia y el Pacífico, promoviendo la creación de cleros nativos y el establecimiento de iglesias locales bajo la guía de obispos. A lo largo de su historia, ha jugado un papel crucial en la expansión del catolicismo en áreas como el sudeste asiático, enfrentando desafíos políticos y culturales, y manteniendo un compromiso con la autonomía eclesial de las comunidades emergentes. Hoy en día, continúa su labor misionera con énfasis en la inculturación y el apoyo a las diócesis locales.
Tabla de contenido
Historia
Fundación y orígenes
La Sociedad de Misiones Extranjeras de París surgió en un contexto de renovado impulso misionero en la Iglesia católica durante el siglo XVII, impulsado por el Concilio de Trento y el deseo de responder a las necesidades de evangelización en tierras lejanas. Sus principales fundadores fueron monseñor François Pallu, obispo de Heliópolis y vicario apostólico de Tongking (actual Vietnam del Norte), y monseñor Pierre Lambert de la Motte, obispo de Bertyus y vicario apostólico de Cochinchina (sur de Vietnam). Ambos prelados partieron de Francia entre 1660 y 1662 hacia sus respectivas misiones, atravesando Persia e India a pie, en un viaje que simbolizaba el espíritu itinerante de los primeros misioneros.1
El objetivo primordial de la sociedad era la conversión de pueblos infieles mediante la fundación de iglesias y la formación de un clero indígena bajo la autoridad de los obispos. Para reclutar miembros y gestionar recursos, se estableció en 1663 una casa en París, en la Rue du Bac, dirigida por sacerdotes designados como procuradores de los vicarios apostólicos. Esta institución, conocida desde sus inicios como el Seminario de las Misiones Extranjeras, recibió la aprobación del papa Alejandro VII y el reconocimiento legal del gobierno francés, que aún permanece vigente.1 No se trataba de una orden religiosa tradicional, sino de una congregación de sacerdotes seculares unidos por una regla aprobada por la Santa Sede, sin votos perpetuos, sino por un compromiso de dedicación vitalicia a las misiones.
Desarrollo en los siglos XVII y XVIII
Los primeros años de la sociedad (1658-1700) estuvieron marcados por desafíos logísticos, como los largos viajes y la escasez de recursos, pero también por logros significativos. Se publicó el libro Institutions apostoliques, que contenía los principios fundamentales de su regla, y se fundó un seminario general en Juthia (Siam, actual Tailandia). La evangelización se extendió a Tongking, Cochinchina, Camboya y Siam, donde se bautizaron más de 40.000 cristianos. Además, se creó un instituto de monjas annamitas llamado «Amantes de la Cruz» y se establecieron normas para los catequistas, ordenándose treinta sacerdotes nativos.1
En el ámbito político, los misioneros fomentaron el comercio entre Indochina, las Indias y Francia, enviaron embajadas y firmaron tratados. Una expedición francesa a Siam ocupó temporalmente Bangkok, Mergui y Junkceylon, lo que casi llevó a la creación de un imperio indochino francés, aunque fracasó por errores administrativos, afectando negativamente a las misiones. Un principio clave fue la organización de iglesias con cleros y obispos nativos, un modelo que la Iglesia ha seguido globalmente con éxito creciente.1
En la segunda mitad del siglo XVIII, la sociedad asumió misiones jesuitas en India tras su supresión en Portugal. Muchos jesuitas permanecieron, revitalizando el trabajo en Sichuan (China), donde obispos como monseñor Pottier y monseñor Dufresse impulsaron la evangelización. En Cochinchina, monseñor Pierre Pigneau de Béhaine actuó como agente del rey local, facilitando un tratado con Francia que allanó el camino para la influencia francesa en Indochina.1 Para finales del siglo XVIII, la sociedad contaba con seis obispos, una veintena de misioneros apoyados por 135 sacerdotes nativos, nueve seminarios con 250 estudiantes y 300.000 cristianos. Anualmente, se realizaban entre 3.000 y 3.500 bautismos, más de 100.000 en peligro de muerte.1
La Revolución Francesa interrumpió este crecimiento, pero la sociedad demostró resiliencia, adaptándose a las persecuciones y manteniendo su enfoque en la formación misionera.
Expansión en el siglo XIX y desafíos modernos
El siglo XIX vio un desarrollo acelerado gracias a organizaciones como la Propagación de la Fe y la Santa Infancia. Cada obispo recibía subsidios que permitieron expandir las misiones en Indochina oriental y occidental, India y más allá. En 1900, las estadísticas reflejaban un impacto notable: en misiones de Indochina oriental (Tongking, Cochinchina, Camboya), 632.830 católicos, 2.609 iglesias, 365 obispos y misioneros, 491 sacerdotes nativos y 1.153 catequistas; 14 seminarios con 1.271 seminaristas; 91 comunidades religiosas con 2.538 miembros; 1.859 escuelas con 58.434 alumnos; y 107 centros médicos.1
En Indochina occidental (Siam, Malaca, Laos, Birmania), 132.226 católicos, 451 iglesias y 199 misioneros. En India (Pondicherry, Mysore, etc.), 324.050 fieles y 1.048 iglesias.1 Para apoyar a los misioneros, se crearon sanatorios en Hong Kong, las montañas Nilgiri (India) y Francia, además de una casa de retiros espirituales en Hong Kong con imprenta para obras en lenguas locales, como diccionarios, gramáticas y textos teológicos.1
En el siglo XX, la sociedad enfrentó persecuciones, como en China y Vietnam, pero contribuyó a la jerarquía local. Documentos papales, como el mensaje radial de Pablo VI en 1965 por el cuarto centenario de la evangelización de Filipinas, bendijeron proyectos como el Seminario para Misiones Extranjeras, destacando su rol en la expansión misionera.2 Juan Pablo II, en homilías de canonizaciones, elogió el espíritu misionero de figuras ligadas a estas sociedades, recordando la llamada abrahámica a dejar la patria por la fe.3,4,5,6,7,8
Hoy, la sociedad opera sin superior general único; los obispos, vicarios apostólicos y directores del seminario en París gobiernan. No se admite a mayores de 35 años, y la membresía requiere tres años en el campo misionero.1
Organización y estructura
La Sociedad de Misiones Extranjeras no es una orden religiosa con votos solemnes, sino una congregación de sacerdotes seculares unidos por una promesa de dedicación perpetua a las misiones. A cambio, la sociedad provee formación espiritual, perseverancia y soporte temporal.1 El Seminario de París, en la Rue du Bac, es el centro neurálgico, con secciones para formación inicial y avanzada. Incluye representaciones de cada grupo misionero en su directorio.
Los obispos y vicarios apostólicos son nombrados por el papa tras nominación de misioneros y presentación del seminario, dependiendo directamente de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (antes Propaganda Fide). Agencias en Shanghai, Hong Kong, Saigón, Singapur y Marsella facilitan la correspondencia.1 La regla, evolucionada desde los inicios, enfatiza la vida apostólica, la comunidad y la adaptación cultural, rechazando riquezas mundanas por un apostolado humilde.
Misiones y actividades actuales
Las misiones se concentran en Asia, con énfasis en la formación de cleros nativos y la inculturación del Evangelio. Históricamente, cubrieron Indochina, India y el Pacífico; hoy, apoyan diócesis en Vietnam, Laos, Camboya, Tailandia y Myanmar, además de presencia en China y Oceanía. Actividades incluyen evangelización, educación, salud y obras sociales, con 107 farmacias, dispensarios y hospitales en 1900, un legado que persiste.1
La sociedad promueve la missio ad gentes, colaborando con laicos y religiosas. En contextos modernos, aborda desafíos como el secularismo y el diálogo interreligioso, fiel a enseñanzas conciliares como las de Ad Gentes.9 Pablo VI y Juan Pablo II destacaron su rol en animar el espíritu misionero universal.10,11,3
Figuras notables
Entre sus miembros destacados figuran monseñor Pallu y monseñor de la Motte, pioneros de la movilidad misionera. Monseñor Pigneau de Béhaine influyó en la política indochina. En canonizaciones, Juan Pablo II honró mártires dominicos ligados a colegios como Santo Tomás de Manila, conectados indirectamente con estas redes.3 Otros beatos, como Pedro de San José Betancur o Giuseppe de Anchieta, encarnan el espíritu misionero de la época.4,6
Legado y contribución a la Iglesia
La Sociedad de Misiones Extranjeras ha sido instrumental en la globalización del catolicismo, priorizando iglesias autóctonas sobre colonialismo. Su modelo de clero nativo influyó en directrices vaticanas modernas. A pesar de reducciones por guerras y comunismo, su compromiso con la oración y la caridad, como en las Obras Misionales Pontificias, inspira a la Iglesia universal.10,11,12,9 En un mundo interconectado, sigue recordando que la misión es para todos los bautizados, como exhortó el Concilio Vaticano II.3
Citas
Sociedad de misiones extranjeras de París, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Sociedad de Misiones Extranjeras de París. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13
Papa Pablo VI. Mensaje radiofónico en el IV centenario de la evangelización de Filipinas (2 de mayo de 1965) - Discurso (1965). ↩
Papa Juan Pablo II. 18 de octubre de 1987: Concelebración para la canonización de 16 mártires en Japón en la Jornada Mundial de las Misiones - Homilía (1987). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. Pedro de San José Betancur (1626-1667) - Homilía de beatificación, § 1 (2002). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. María de la Encarnación Guyart (1599-1672) - Homilía de beatificación, § 1 (2014). ↩
Papa Juan Pablo II. José de Anchieta (1534-1597) - Homilía de beatificación, § 1 (2014). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Kateri Tekakwitha (1656 - 1680) - Homilía de beatificación, § 1 (2012). ↩
Papa Juan Pablo II. François de Montmorency-Laval (1623-1708) - Homilía de beatificación, § 1 (2014). ↩
Papa Juan Pablo II. A la Asamblea para las Obras Misionales Pontificias (4 de marzo de 1988) - Discurso (1988). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. Mensaje de solidaridad y oración por el pueblo de Friuli (12 de mayo de 1976) - Discurso (1976). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. A los Directores Nacionales y Consejos de las Obras Misionales Pontificias (14 de mayo de 1976) - Discurso (1976). ↩ ↩2
Papa Pablo VI. Visita al Pontificio Colegio Español de Roma (13 de noviembre de 1965) - Discurso (1965). ↩
