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Orden Lazarista (Congregación de la Misión)

La Congregación de la Misión, conocida comúnmente como Orden Lazarista, es una sociedad de vida apostólica de derecho pontificio fundada por san Vicente de Paúl en 1625 en Francia. Compuesta por sacerdotes y hermanos seculares que profesan votos de pobreza, castidad y obediencia, su carisma principal radica en la evangelización de los pobres, especialmente en zonas rurales, mediante misiones populares, la formación del clero y obras de caridad. Conocida como Lazaristas por su sede inicial en el priorato de San Lázaro en París, la congregación se ha expandido globalmente, contando con miles de miembros dedicados a la promoción de la justicia social y el servicio a los marginados, en sintonía con la doctrina católica sobre la caridad evangélica. Este artículo explora su historia, estructura, actividades y legado en la Iglesia universal.

Tabla de contenido

Historia

Fundación y orígenes

La Congregación de la Misión surgió en el contexto de la Francia del siglo XVII, marcada por las secuelas de las guerras de religión y una profunda ignorancia religiosa entre las clases rurales. San Vicente de Paúl, nacido en 1581 en una familia campesina de Gascuña, experimentó un profundo cambio espiritual tras su liberación de la esclavitud en Túnez en 1607. Ordenado sacerdote en 1600, Vicente se dedicó inicialmente a la tutoría y la predicación, pero un sermón en Folleville en 1617 reveló la necesidad urgente de evangelizar a los campesinos, ignorantes de los fundamentos de la fe.1

Apoyado por Luisa de Marillac y la familia Gondi, Vicente comenzó a organizar misiones itinerantes en las aldeas. En 1625, con el respaldo de varios sacerdotes colaboradores, fundó formalmente la Congregación de la Misión en el Colegio de los Buenos Niños de París. El nombre «Congregación de la Misión» refleja su objetivo primordial: predicar el Evangelio a los pobres y marginados, en particular en el campo, donde la pastoral era deficiente.2 Inicialmente, no se trataba de una orden religiosa estricta, sino de una asociación de clérigos seculares con votos simples, para preservar su carácter apostólico y evitar las rigideces monásticas. El papa Urbano VIII aprobó esta estructura en 1632, y en 1655, Alejandro VII confirmó su estatus mediante la bula Ex commisso Nobis.1

El priorato de San Lázaro en París se convirtió en la sede central, de ahí el nombre popular de «Lazaristas», evocando la resurrección de Lázaro como símbolo de la renovación espiritual que buscaban promover. Vicente insistía en que los miembros renunciaran a cargos eclesiásticos ambiciosos para dedicarse plenamente a la vida comunitaria y la misión.2

Expansión en el siglo XVII y XVIII

Durante la vida de san Vicente (fallecido en 1660), la congregación creció rápidamente. Desde San Lázaro, se organizaron cientos de misiones: solo entre 1652 y 1660, más de setecientas en Francia.1 Vicente extendió su labor a los galeotes, fundando en 1632 el Hospital de Angers para su atención espiritual y material. La influencia de la congregación llegó a la corte real, con misiones en Saint-Germain-en-Laye en 1638 y 1641, a petición de Luis XIII y Ana de Austria.3

Tras la muerte de Vicente, canonizado en 1737 por Clemente XII, la congregación enfrentó desafíos como la Revolución Francesa, que dispersó a muchos miembros. Sin embargo, se reconstituyó en el siglo XIX, expandiéndose a Europa, América y Asia. En Irlanda, llegó en el siglo XVII bajo persecuciones, y en 1798 contribuyó a la formación en el Colegio de Maynooth.1 En España y América Latina, se les conoce como «paúles» en honor a su fundador.

Carisma y espiritualidad

El carisma vicencino se centra en la imitación de Cristo servidor, especialmente en los pobres, como mandato evangélico: «Los pobres son nuestros amos y señores».4 Los lazaristas profesan votos simples de pobreza, castidad y obediencia, junto con un cuarto voto de estabilidad en la congregación, que les une a la misión perpetua.1 Su espiritualidad combina contemplación y acción: la oración diaria, inspirada en los Ejercicios Espirituales de san Ignacio, alimenta el apostolado activo.5

San Vicente enfatizaba la formación integral del sacerdote: no solo conocimiento teológico, sino virtudes como humildad y celo pastoral. En sus «conferencias del martes», reunía a sacerdotes para compartir experiencias y fomentar la santidad.2 Esta tradición persiste, promoviendo una vida comunitaria austera, sin propiedades personales, para imitar la pobreza evangélica.

Los papas han elogiado este carisma. Pablo VI, en 1963, destacó su rol en la santidad del clero y la caridad hacia los desamparados.6 Juan Pablo II, en 1980 y 1986, subrayó la síntesis de acción y contemplación, y la urgencia de evangelizar a los pobres en un mundo secularizado.5,7

Estructura y organización

La Congregación de la Misión es una sociedad clerical de vida apostólica, no una orden religiosa mendicante ni monástica. Está gobernada por un superior general, elegido cada seis años por la Asamblea General, que se reúne periódicamente para discernir orientaciones.5 La Curia General reside en Roma, y la congregación se divide en provincias (actualmente unas 48), viceprovincias y misiones dependientes.7

Los miembros, unos 3.249 en 1909 (cifra histórica; hoy supera los 4.000), incluyen sacerdotes, clérigos y hermanos laicos.1 La admisión requiere un período de seminarios internos (no noviciado propiamente dicho) de dos años, seguido de votos simples renovables anualmente durante cinco años, y luego perpetuos.1 No aceptan parroquias fijas salvo para sostener misiones, priorizando la movilidad apostólica.

En España, la provincia ibérica incluye comunidades en Madrid, Valencia y misiones en América Latina. La congregación colabora estrechamente con las Hijas de la Caridad, fundada por Vicente y Luisa de Marillac en 1633, formando la «Familia Vicencina».1

Obras y actividades

Misiones populares

La actividad principal es la predicción de misiones parroquiales, iniciadas por Vicente como «ejercicios de una misión» para renovar la fe en comunidades rurales.1 Estas duran semanas, con catequesis, confesiones masivas y compromisos comunitarios. Vicente dio personalmente 140 misiones entre 1625 y 1632.3 Hoy, se adaptan a contextos urbanos, con énfasis en justicia social y ecología, como en América Latina.4

Formación del clero y seminarios

Desde 1628, con los retiros en Beauvais, los lazaristas impulsaron la reforma post-Tridentina del clero.3 Fundaron seminarios como el de Bons-Enfants (1635) y dirigen instituciones formativas globales. Su labor incluye retiros espirituales para laicos y clérigos, y las «conferencias vicencinas» para fomentar el celo pastoral.2

Obras de caridad y misiones ad gentes

Inseparables de su fundación, las obras de caridad abarcan atención a enfermos, galeotes y marginados. En el siglo XX, se expandieron a misiones en China, Persia y Madagascar.1 Juan Pablo II, en 2002, elogió su rol en la evangelización ad gentes, recordando el compromiso con los «pueblos en tinieblas».8 En la actualidad, participan en desarrollo humano, migración y paz, alineados con encíclicas como Laudato si'.

Presencia mundial

La congregación opera en más de 80 países, con fuerte implantación en Europa (Francia, Italia, España), América (EE.UU., México, Brasil) y África (Madagascar, Sudáfrica). En países de habla inglesa, se llaman «vincentianos»; en hispanohablantes, «paúles».1 En España, fundada en el siglo XVII, gestionan centros educativos y sociales, como en Zaragoza y Sevilla.

Han dado santos y beatos, como san Vicente y colaboradoras. En el siglo XX, contribuyeron a la renovación post-Vaticano II, con asambleas generales en 1974, 1980 y 1986.9,5,7

Legado en la Iglesia católica

La Orden Lazarista ha moldeado la pastoral católica moderna, inspirando movimientos como las Conferencias de San Vicente de Paúl (1833). Su énfasis en los pobres anticipa la teología de la liberación y la doctrina social de la Iglesia. Juan Pablo II, en el cuarto centenario del sacerdocio de Vicente (2000), resaltó su visión universal: «ir al mundo entero para encender corazones en el amor de Dios».4

En un mundo de desigualdades, los lazaristas siguen siendo testigos de la caridad evangélica, recordando que «la misión no es opcional para la vida consagrada».8 Su contribución a la nueva evangelización es vital, promoviendo una Iglesia pobre para los pobres.

Citas

  1. Congregación de sacerdotes de la misión, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Congregación de Sacerdotes de la Misión. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  2. El Dicasterio para las Causas de los Santos. Vincenzo de' Paoli (1581-1660) - Biografía (1737). 2 3 4

  3. San Vicente de Paúl, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Vicente de Paúl. 2 3

  4. Papa Juan Pablo II. Carta a Mons. Poulain sobre el IV centenario del sacerdocio de San Vicente de Paúl (19 de septiembre de 2000), § 1 (2000). 2 3

  5. Papa Juan Pablo II. A la Congregación de la Misión (27 de julio de 1980) - Discurso (1980). 2 3 4

  6. Papa Pablo VI. A la Congregación de la Misión (31 de agosto de 1963) - Discurso (1963).

  7. Papa Juan Pablo II. A los participantes de la Asamblea General de los Padres Vicentinos (30 de junio de 1986) - Discurso, § 1 (1986). 2 3

  8. Papa Juan Pablo II. A la Congregación para la Evangelización de los Pueblos (31 de mayo de 2002) - Discurso (2002). 2

  9. Udienza generale - Consolidare la virtù della fortezza cristiana, Papa Pablo VI. Audiencia General del 18 de septiembre de 1974 (1974).