Orden Oblata del Sagrado Corazón
La Orden Oblata del Sagrado Corazón es un instituto secular de vida consagrada en la Iglesia católica, fundado en Italia por el Siervo de Dios Don Francesco Mottola en 1938. Inspirada en la espiritualidad del Sagrado Corazón de Jesús, esta orden se caracteriza por su énfasis en la oblación total a Dios, combinando la contemplación orante con un apostolado activo en el mundo. Sus miembros, que incluyen laicos, sacerdotes diocesanos y personas consagradas, viven su vocación en medio de la sociedad, atendiendo especialmente a los pobres, los necesitados y las familias, con el objetivo de promover la renovación espiritual y social. Reconocida por la Iglesia, la orden ha extendido su influencia más allá de Calabria, manteniendo un compromiso fiel con la caridad y la oración reparadora.
Tabla de contenido
Historia
Fundación
La Orden Oblata del Sagrado Corazón surgió en el contexto de la Italia de entreguerras, en la diócesis de Mileto-Nicotera-Tropea, en la región de Calabria. Su origen se remonta a la labor pastoral del sacerdote Don Francesco Mottola, nacido en 1901 en Tropea, quien desde joven mostró una profunda devoción al Sagrado Corazón de Jesús. Mottola, ordenado sacerdote en 1923, sintió la llamada a formar un grupo de fieles que vivieran una consagración radical en el mundo, sin apartarse de sus estados de vida ordinarios. En 1938, fundó formalmente el instituto, inspirado en la idea de la «oblatio» o donación total, que él mismo practicaba mediante una intensa vida de oración y servicio.
El fundador, dotado de una personalidad vivaz y sensible, cultivó desde sus años de formación sacerdotal una ascética exigente, centrada en el abandono absoluto en el Corazón de Jesús. Esta espiritualidad se reflejó en la regla de vida que Mottola escribió para sus primeros seguidores, enfatizando la eucaristía como centro de la oblación y el equilibrio entre contemplación y acción. La fundación inicial se desarrolló en el entorno parroquial de Tropea, donde Mottola reunió a laicos comprometidos en la oración y el apostolado, respondiendo a las necesidades espirituales y sociales de una región marcada por la pobreza y el aislamiento.
Desarrollo y expansión
Durante las décadas siguientes, la orden creció modestamente, adaptándose a las circunstancias históricas, incluyendo la Segunda Guerra Mundial y la posguerra. Mottola, que sufrió una larga enfermedad desde 1949 hasta su muerte en 1961, vivió su propio calvario como testimonio de oblación, lo que inspiró a sus seguidores a perseverar. Tras su fallecimiento, el instituto obtuvo el reconocimiento diocesano y, progresivamente, la aprobación eclesial a nivel superior.
En 2001, con motivo del centenario del nacimiento de Mottola, el papa Juan Pablo II se dirigió a los miembros de la orden, destacando su herencia espiritual y animándolos a profundizar en el carisma fundacional.1 Este evento marcó un impulso para la expansión, con la creación de nuevas comunidades en Italia y misiones en otros países. Hoy, la orden mantiene una presencia activa en Europa y América Latina, enfocada en iniciativas pastorales que integran la oración contemplativa con el compromiso social.
Fundador
Don Francesco Mottola (1901-1961), Siervo de Dios, es la figura central de la Orden Oblata del Sagrado Corazón. Nacido en Tropea, Calabria, el 22 de diciembre de 1901, Mottola creció en un ambiente familiar devoto y mostró desde niño una inclinación por la vida espiritual. Ingresó en el seminario de Mileto en 1914 y fue ordenado sacerdote el 28 de junio de 1923. Su ministerio se caracterizó por una intensa labor parroquial, marcada por la predicación, la confesión y la atención a los marginados.
Mottola desarrolló una espiritualidad centrada en la oblatio, entendida como entrega total a Dios y a los hermanos, inspirada en el Sagrado Corazón. En su regla personal, escribió: «El centro pivotal de mi vida espiritual será el abandono completo y absoluto en el Corazón de Jesús». Esta convicción lo llevó a fundar la orden en 1938, atrayendo a laicos, sacerdotes y consagrados que compartían su visión de una santidad «social», vivida en el mundo sin renunciar a la contemplación.2 A pesar de una parálisis progresiva que lo inmovilizó desde 1949, Mottola continuó guiando espiritualmente a la comunidad mediante cartas y enseñanzas, muriendo el 30 de diciembre de 1961. Su causa de beatificación está en proceso, reconociendo su vida como modelo de oblación hasta la sangre, como él mismo repetía: Usque ad sanguinem!.3
Espiritualidad y carisma
La espiritualidad de la Orden Oblata del Sagrado Corazón se fundamenta en la devoción al Sagrado Corazón de Jesús, vista como fuente de amor misericordioso y reparación. El carisma central es la oblación, que implica una donación sin reservas a Dios, vivida en el equilibrio entre oración contemplativa y apostolado activo. Los miembros se comprometen a reconocer «la voz del dolor y la soledad» en el mundo, permaneciendo en él para evangelizar desde dentro.4
Influida por el principio contemplata aliis tradere (contemplar y transmitir lo contemplado), la orden promueve una vida de santidad social, donde la Virgen María es modelo de contemplación y servicio. La eucaristía ocupa un lugar primordial, como centro de la oblación y fuerza para la acción caritativa. Esta espiritualidad se adapta a los estados de vida de los miembros: célibes, casados o sacerdotes, todos llamados a la perfección cristiana según su vocación.
En sintonía con la tradición católica, la orden enfatiza la reparación por las ofensas contra el amor de Cristo, integrando elementos de adoración eucarística y devoción mariana. Juan Pablo II la describió como un camino que no renuncia a la primacía de la contemplación, pero que se enriquece con iniciativas en favor de los pobres y las familias.5
Estructura y miembros
La Orden Oblata del Sagrado Corazón es un instituto secular, lo que significa que sus miembros viven su consagración en el mundo secular, sin hábitos religiosos ni clausura. Se organiza en una «familia espiritual» diversa, compuesta por varios grupos:
Laicos oblatos
Los laicos, tanto célibes como casados, forman el núcleo inicial y más numeroso. Viven los consejos evangélicos adaptados a su estado, dedicándose a la oración diaria y al apostolado en sus entornos laborales y familiares. Iniciativas como los «Viernes de Corello» ejemplifican su compromiso con la oración comunitaria y el apoyo a los desempleados y jóvenes en riesgo.6
Sacerdotes oblatos
Sacerdotes diocesanos que incorporan el carisma de Mottola en su ministerio parroquial. Se les describe como «cenobitas de la calle», viviendo en el mundo pero nutridos por la contemplación. Su apostolado se centra en la predicación, la dirección espiritual y la atención a las familias, favoreciendo el «retorno de Cristo a las familias».7
Consagrados y consagradas
Personas que viven votos perpetuos de pobreza, castidad y obediencia en comunidad, colaborando en parroquias y obras sociales. Aunque no forman una rama religiosa tradicional, su vida se orienta a la oblación total, similar a otras formas de vida consagrada en la Iglesia.8
La estructura fomenta la comunión de ideales entre grupos, con iniciativas compartidas que promueven la unidad eclesial.
Actividades y obras
Las actividades de la orden se centran en el apostolado contemplativo y activo, respondiendo a las necesidades contemporáneas. En el ámbito espiritual, promueven retiros, adoración eucarística y formación en la devoción al Sagrado Corazón. Socialmente, se dedican al servicio de los pobres, los enfermos y los marginados, con énfasis en la educación juvenil, el apoyo familiar y la inserción laboral.
En Italia, mantienen centros de espiritualidad en Calabria y otras regiones, donde acompañan a familias y comunidades parroquiales. Internacionalmente, han extendido su labor a América Latina, inspirando obras de caridad similares a las de otras congregaciones del Sagrado Corazón. Ejemplos incluyen programas para desempleados y jóvenes, así como acompañamiento a los solitarios, siempre desde la perspectiva de la oblación misericordiosa.9
La orden colabora con diócesis y movimientos eclesiales, contribuyendo a la nueva evangelización mediante testimonios de vida cotidiana santificada.
Reconocimiento eclesial
La Orden Oblata del Sagrado Corazón ha recibido varios reconocimientos por parte de la Iglesia. Inicialmente aprobada por el obispo de Mileto en 1938, obtuvo el nihil obstat de la Santa Sede en 1953 y la aprobación definitiva como instituto de vida consagrada en 1964, bajo el pontificado de Pablo VI. Juan Pablo II, en su discurso de 2001, elogió su contribución al bien de la Iglesia y la sociedad, exhortando a preservar celosamente su carisma.10
El proceso de beatificación de Don Mottola, impulsado por la orden, resalta su fidelidad al Evangelio. La Iglesia valora esta orden como ejemplo de vida consagrada secular, alineada con documentos como Perfectae Caritatis del Concilio Vaticano II, que promueve formas adaptadas al mundo moderno.11
Actualidad
En la actualidad, la Orden Oblata del Sagrado Corazón cuenta con comunidades en Italia, España y América Latina, con un enfoque renovado en la formación de nuevos miembros y la respuesta a desafíos como la secularización y la pobreza. Bajo la guía de su superior general, la orden participa en sínodos diocesanos y eventos eclesiales, promoviendo la espiritualidad del Sagrado Corazón como antídoto a la soledad contemporánea.
Su presencia en la Iglesia universal se fortalece mediante colaboraciones intercongregacionales, manteniendo viva la herencia de Mottola. La orden invita a todos los fieles a vivir la oblación en su cotidianidad, contribuyendo así a la misión evangelizadora de la Iglesia en el siglo XXI.
Citas
Papa Juan Pablo II. A las Oblatas del Sagrado Corazón (15 de septiembre de 2001) - Discurso, § 3 (2001). ↩
Papa Juan Pablo II. A las Oblatas del Sagrado Corazón (15 de septiembre de 2001) - Discurso, § 1 (2001). ↩
Papa Juan Pablo II. A las Hermanas Reparadoras del Sagrado Corazón de Jesús en el primer centenario de su fundación (25 de marzo de 1996) - Discurso (1996). ↩
Papa Juan Pablo II. A las Oblatas del Sagrado Corazón (15 de septiembre de 2001) - Discurso, § 2 (2001). ↩
Papa Juan Pablo II. A las Oblatas del Sagrado Corazón (15 de septiembre de 2001) - Discurso, § 4 (2001). ↩
Papa Pablo VI. Rafaela Porras y Ayllón (1850-1925) - Homilía (1977). ↩
Dicasterio para las Causas de los Santos. Mosè Tovini: Homilía de beatificación (17 de septiembre de 2006) (2006). ↩
Papa Juan Pablo II. 4 de junio de 1995: Misa para los miembros de la Congregación de los Sagrados Corazones en la Solemnidad de Pentecostés en Bruselas - Homilía (1995). ↩
Papa Pablo VI. Viaje Apostólico: A los Obispos y al Clero reunidos en la Catedral de Bogotá (22 de agosto de 1968) - Discurso (1968). ↩
Papa Juan Pablo II. Lodovico Pavoni (1784-1849) - Homilía de beatificación, § 4 (2016). ↩
Papa Juan Pablo II. Gaetano Errico (1791-1860) - Homilía de Beatificación, § 4 (2008). ↩
