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Orden Vallumbrosiana

La Orden Vallumbrosiana, también conocida como Congregación Benedictina Vallumbrosiana, es una orden religiosa católica fundada en el siglo XI por San Juan Gualberto en la región de Toscana, Italia. Inspirada en la Regla de San Benito, se caracteriza por su énfasis en la austeridad, la oración contemplativa y la oposición a las corrupciones eclesiásticas de la época, como la simonía. A lo largo de su historia, ha contribuido significativamente a la reforma monástica y al desarrollo espiritual de la Iglesia, con monasterios dedicados a la vida cenobítica y una rama femenina asociada. Hoy en día, mantiene una presencia modesta pero activa en Italia, enfocada en la oración, la formación y el servicio a la comunidad.

Tabla de contenido

Historia

Fundación

La Orden Vallumbrosiana surgien en el contexto de las reformas eclesiásticas del siglo XI, un período marcado por la lucha contra abusos como la compra de cargos eclesiásticos. Su origen se remonta a la conversión de San Juan Gualberto, un noble florentino nacido alrededor del año 985 o 995. Según la tradición, Juan, impulsado por el deseo de vengar la muerte de su hermano, perdonó a su asesino al ver en él la figura de Cristo crucificado, un gesto que lo llevó a una profunda transformación espiritual. Tras este evento, ingresó en el monasterio benedictino de San Miniato en Florencia, pero pronto sintió la llamada a una vida más rigurosa.

En busca de mayor soledad, Juan visitó el eremitorio de Camaldoli, fundado por San Romualdo, pero prefirió la vida comunitaria sobre la eremítica. Alrededor del año 1036-1038, estableció su primera comunidad en Vallombrosa, un valle sombreado cerca de Florencia, de donde deriva el nombre de la orden (del latín Vallis Umbrosa, «valle umbroso»). La fundación contó con el apoyo de la abadesa Itta del cercano monasterio de Sant’Ellero, quien donó el terreno en 1039. Inicialmente, la vida era extremadamente austera, combinando elementos eremíticos con la regla benedictina, aunque Juan rechazó el aislamiento total para fomentar la vida en comunidad.1

La confirmación papal llegó en 1056 por el papa Víctor II, quien otorgó a los monjes el derecho de elegir a sus superiores, liberándolos de la influencia externa. Durante la vida de Juan, se fundaron o reformaron varios monasterios, como San Salvi en Florencia, destacando la participación de la orden en la lucha contra la simonía. Un episodio emblemático fue el juicio por fuego de San Pedro Igneo en 1068, un monje vallumbrosiano que demostró la inocencia de la orden frente a acusaciones de herejía.1

Desarrollo y expansión

Tras la muerte de San Juan Gualberto en 1073, la orden experimentó un rápido crecimiento. Un bula de Urbano II en 1090 menciona quince monasterios bajo la protección de la Santa Sede, y para el siglo XII, bajo Inocencio III, superaban los sesenta, principalmente en Italia, con algunas presencias en Cerdeña y Francia.1 La orden se vinculó estrechamente con la reforma cluniacense, compartiendo un horror a la simonía y promoviendo una vida de oración y pobreza evangélica.

En el siglo XII, se desarrolló la rama femenina. Santa Umiltà de Faenza (1226-1310), considerada fundadora de las monjas vallumbrosianas, estableció conventos en Faenza y Florencia, enfatizando la contemplación mística. Otras figuras como la beata Bertha (m. 1163) contribuyeron a la reforma de comunidades femeninas.1 La orden adoptó el hábito de los monjes negros benedictinos, aunque originalmente era gris o leonado, y el abad de Vallombrosa ostentaba títulos nobiliarios como conde de Monte Verde.

Durante la Edad Media, los vallumbrosianos influyeron en la Iglesia mediante su oposición a las corrupciones y su contribución a la teología ascética. En el siglo XV, se reformaron bajo influencia benedictina cassinense, y en 1485, Inocencio VIII reunió congregaciones separadas. El siglo XVI vio intentos de fundar casas de estudios, como el de Vallombrosa, aunque interrumpido por guerras.1 Figuras notables incluyen a Galileo Galilei, quien fue novicio allí en su juventud.

En el siglo XX, la orden celebró aniversarios significativos. En 1973, Pablo VI destacó su rol en el renovamiento postconciliar, comparándolo con la «nova conversio» de sus orígenes.2 En 1999, Juan Pablo II, en una carta al abad general Lorenzo Russo, elogió la herencia de San Juan Gualberto al cumplirse el milenio de su nacimiento, invitando a una renovación inspirada en la oración y la pobreza.3

Declive y situación actual

El declive de la orden se atribuye a factores como las guerras italianas, los commendam (asignación de abadías a laicos) y las supresiones estatales en los siglos XVIII y XIX. Napoleón saqueó Vallombrosa en 1808, y el gobierno italiano la suprimió en 1866, convirtiéndola en escuela forestal.1 Muchas casas fueron cerradas, reduciendo el número de monjes.

Hoy, la Congregación Vallumbrosiana cuenta con alrededor de cien monjes, centrados en Italia. Los monasterios activos incluyen Passignano (donde reposan las reliquias de San Juan), Santa Trinità en Florencia (sede del abad general), Santa Prassede en Roma, Galloro (con el santuario de Beato Benedetto Ricasoli) y Montessoro en Livorno.1 La elección del abad general se realiza cada cuatro años en el capítulo general. Las monjas mantienen conventos en Faenza, San Gimignano y Florencia, preservando la tradición contemplativa.1

La orden sigue fiel a sus constituciones, que enfatizan la virginidad, la pobreza, el silencio y la docilidad a la Providencia, bajo la protección de la Virgen María, patrona principal.4 En el contexto actual, contribuye al diálogo eclesial y a la formación espiritual, recordando el llamado de Juan Pablo II a una «gran historia por accomplir».3

Fundador: San Juan Gualberto

San Juan Gualberto (c. 985-1073) es la figura central de la orden. Canonizado en 1193, su vida ilustra la misericordia divina y la reforma monástica. Nacido en una familia noble florentina, su conversión ocurrió un Viernes Santo, cuando perdonó al asesino de su hermano, imitando a Cristo en la cruz. Al entrar en San Miniato, el crucifijo se inclinó en señal de aprobación, según la hagiografía.5

Juan fundó Vallombrosa para unir la austeridad eremítica con la vida comunitaria benedictina, rechazando el trabajo manual para los coristas en favor de los conversos (hermanos laicos). Su regla añadía penitencias estrictas, como el silencio perpetuo y el scourging por faltas. Murió en Passignano el 12 de julio de 1073, y su fiesta se celebra ese día. Su tumba en Passignano es un lugar de peregrinación.1,5

Juan Pablo II lo describió como un «significativo figura de santidad y coraje apostólico», modelo para la Iglesia del tercer milenio.3

Regla y espiritualidad

La Orden Vallumbrosiana sigue la Regla de San Benito, pero con constituciones propias que acentúan la austeridad y la contemplación. San Juan buscó equilibrar la vida cenobítica con prácticas ascéticas, prohibiendo salidas del monasterio salvo por misericordia y enfatizando la pobreza absoluta.1

Los coristas se dedican exclusivamente a la oración y el estudio, mientras los conversos manejan las labores seculares, una innovación que popularizó la orden. El hábito es el benedictino negro, y el escudo muestra un brazo en capucha leonada sosteniendo un báculo dorado sobre fondo azul.1

Espiritualmente, promueve la lectio divina, el silencio y la oposición a vicios como la simonía. Las constituciones modernas, actualizadas post-Vaticano II, mantienen el énfasis en la obediencia y la humildad, inspiradas en la Virgen María.4 Pablo VI la vio como fermento de renovación eclesial.2

Monasterios y presencia

La madre casa en Vallombrosa, a 3140 pies sobre el nivel del mar, es ahora un centro forestal, pero retiene una iglesia y estación meteorológica atendida por monjes.1 Otros sitios clave son:

Para las monjas, destacan el convento de Espíritu Santo en Varlungo (con reliquias de Santa Umiltà y beata Margherita) y casas en Faenza y San Gimignano.1 Fuera de Italia, la presencia es limitada, con supresiones históricas en Francia.1

Santos y beatos

La orden ha producido numerosos santos y beatos, destacando su tradición ascética:

Otros incluyen al hermano lego Melior (1 de agosto) y doce cardenales y más de treinta obispos hasta el siglo XVII.1 Estos santos ejemplifican la conversión y la oración como pilares vallumbrosianos.

Figuras notables

Además de santos, la orden ha influido en la cultura y la ciencia. Galileo Galilei recibió educación en Vallombrosa como novicio. El abad Hugford (1696-1771) promovió el arte de la scagliola. Autores como el abad-general Tamburini contribuyeron al derecho canónico.1

En tiempos modernos, el abad general Fedele Tarani (mencionado en fuentes históricas) y Lorenzo Russo (1999) representaron la continuidad.3 La orden sigue ofreciendo aportes en meteorología, forestry y espiritualidad, manteniendo su rol en la Iglesia católica.

Citas

  1. orden Vallombrosana, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Orden Vallombrosana. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

  2. Papa Pablo VI. A la Congregación Benedictina de Vallombrosa (28 de marzo de 1973) - Discurso (1973). 2

  3. Papa Juan Pablo II. Carta al Abad General de la Congregación Benedictina Vallombrosana (21 de marzo de 1999), § 1 (1999). 2 3 4

  4. Papa Juan Pablo II. Mensaje al Abad General de la Congregación Benedictina Vallombrosana (marzo de 1999) - Discurso, § 6 (1999). 2

  5. B12: San Juan Gualberto, abad, fundador de los benedictinos vallombrosanos (1073 d. C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 85. 2

  6. Beato Juan de Vallombrosa (c. 1380 d. C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 565.