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Cruz

Papa Celestino I

San Celestino I fue el 43.er Papa de la Iglesia Católica, sirviendo desde el 10 de septiembre de 422 hasta el 26 de julio de 4321,2. Su pontificado de casi diez años se caracterizó por una firme defensa de la ortodoxia cristiana y una enérgica lucha contra diversas herejías de su tiempo, como el Pelagianismo y el Nestorianismo. También se destacó por su celo misionero, enviando a San Patricio a evangelizar Irlanda, y por su compromiso con la gobernanza eclesiástica, reafirmando la autoridad papal y la observancia de los cánones antiguos1,2.

Tabla de contenido

Primeros Años y Elección

Poco se sabe de los primeros años de Celestino I, salvo que era romano y que el nombre de su padre era Prisco1. Se dice que vivió un tiempo en Milán con San Ambrosio. La primera mención documentada de él es en un escrito de San Inocencio I en el año 416, donde se le denomina «Celestino el Diácono»1. En 418, San Agustín le escribió con gran reverencia1.

Fue elegido Papa el 10 de septiembre de 422, sucediendo a San Bonifacio I, y su elección se realizó sin oposición, a pesar de los tiempos turbulentos en Roma1,2. San Agustín le escribió poco después de su elevación, solicitando su ayuda en sus dificultades con Antonio, obispo de Fessula en África1. Una fuerte amistad unió a Celestino y Agustín1.

Defensa de la Ortodoxia y Lucha contra las Herejías

El pontificado de San Celestino I estuvo marcado por su enérgica oposición a varias herejías que perturbaban la paz de la Iglesia1,2.

Pelagianismo y Semipelagianismo

Celestino I fue un firme defensor de la necesidad de la gracia divina para la salvación, oponiéndose al Pelagianismo2,3. Excluyó a Coelestius, el principal discípulo de Pelagio, de Italia y consiguió la condena de esta secta en el Concilio de Éfeso1. Además, a través de San Germán de Auxerre y San Lupo de Troyes, enviados a Britania en 429 por los obispos galos, logró erradicar el error pelagiano de su lugar de origen1.

Tras la muerte de San Agustín en 430, Celestino I escribió una extensa carta a los obispos de la Galia, elogiando la santidad, el saber y el celo del santo doctor, y prohibiendo cualquier ataque a su memoria por parte de los Semipelagianos, quienes comenzaban a ganar influencia bajo el liderazgo de Juan Casiano1. Las diez decisiones sobre la gracia, conocidas como «Capitula Coelestini», que desempeñaron un papel importante en la historia del Agustinianismo, ya no se le atribuyen directamente, sino que se consideran obra de San Próspero de Aquitania1,3.

Nestorianismo

Los últimos años del pontificado de Celestino estuvieron dedicados a la lucha contra la herejía de Nestorio en Oriente1,2,3. Nestorio, obispo de Constantinopla desde 428, inicialmente fue bien recibido por Celestino1. Sin embargo, pronto surgieron sospechas sobre su ortodoxia al acoger amistosamente a los pelagianos desterrados de Roma por el Papa1.

Cuando llegaron a Roma rumores sobre la enseñanza herética de Nestorio respecto a la doble personalidad de Cristo, Celestino encargó a Cirilo, obispo de Alejandría, que investigara y elaborara un informe1. Habiendo encontrado Cirilo a Nestorio profesando abiertamente su herejía, envió un informe completo a Celestino. En un sínodo romano en 430, Celestino condenó solemnemente los errores de Nestorio y ordenó a Cirilo que procediera contra él en su nombre. Nestorio debía ser excomulgado y depuesto si no retractaba sus errores por escrito en un plazo de diez días1.

El emperador convocó un concilio general en Éfeso. Celestino envió como legados a los obispos Arcadio y Proyectus, y al sacerdote Filipo, quienes debían actuar en conjunto con Cirilo. Se les instruyó no participar en las discusiones, sino juzgar las opiniones de los demás1. En todas sus cartas, Celestino asumió que su propia decisión era final, y el concilio, junto con Cirilo, se vieron «obligados por los sagrados cánones y las cartas de Nuestro Santísimo Padre, Celestino, Obispo de la Iglesia Romana»1.

Gobierno Eclesiástico y Obra Misionera

San Celestino I demostró un gran celo en los asuntos locales de la Iglesia Romana y en la consolidación de la autoridad papal1,2.

Restauración de Iglesias y Apoyo Imperial

Restauró y embelleció la iglesia de Santa Maria in Trastevere, que había sufrido el saqueo gótico de Roma, así como la iglesia de Santa Sabina. También decoró el Cementerio de Santa Priscila con pinturas del Concilio de Éfeso1. La emperatriz Placidia, en nombre de su joven hijo Valentiniano III, le ayudó desterrando de Roma a los Maniqueos y otros herejes que perturbaban la paz1.

Observancia de los Cánones y Autoridad Papal

Celestino fue un firme defensor de los cánones antiguos. Escribió a los obispos de Iliria, instándolos a observar los cánones y su antigua lealtad al obispo de Tesalónica, el vicario papal, sin cuya autorización no debían consagrar obispos ni celebrar concilios1. También advirtió a los obispos de Vienne y Narbona que respetaran los cánones antiguos y resistieran las pretensiones de la Sede de Arlés1.

En sus cartas, también abordó cuestiones prácticas, como la necesidad de que el clero no ignorara los cánones, la prohibición de que los laicos fueran elevados al episcopado por encima del clero, y la importancia de no ceder a la voluntad popular en estos asuntos, declarando: «populus docendus non sequendus» (el pueblo debe ser instruido, no seguido)1. Amenazó con severas penas a los futuros transgresores1.

Aunque durante un tiempo entró en conflicto con la Iglesia de África por el derecho de la Iglesia Romana a escuchar y decidir apelaciones, los obispos africanos nunca cuestionaron la supremacía divina de la Santa Sede, sino que sus quejas se dirigieron más bien contra el uso a veces indiscreto de la prerrogativa papal1.

Misión a Irlanda

El último acto oficial de Celestino I, el envío de San Patricio a Irlanda, es considerado de gran trascendencia1,2. Ya en 431, había enviado a Paladio como obispo a los «escoceses [es decir, irlandeses] que creían en Cristo»1,3. Sin embargo, Paladio abandonó Irlanda y murió al año siguiente en Britania1. San Patricio, a quien se le había negado previamente, recibió la tan anhelada comisión pocos días antes de la muerte de Celestino, convirtiendo así al Papa en partícipe de la conversión de un pueblo que en los siglos siguientes realizaría vastas obras misioneras y académicas en la conversión y civilización del mundo bárbaro1.

Escritos y Legado

Los escritos existentes de San Celestino I incluyen dieciséis cartas y un fragmento de un discurso sobre el Nestorianismo pronunciado en el Sínodo Romano de 4301. La afirmación del Liber Pontificalis de que Celestino añadió el Introito a la Misa es dudosa1.

San Celestino I falleció el 26 de julio de 432, habiendo reinado nueve años, diez meses y dieciséis días1. Su cuerpo fue colocado en las Catacumbas de Santa Priscila, de donde fue trasladado en 820 por el Papa San Pascual I a la iglesia de Santa Práxedes1. La catedral de Mantua también reclama sus reliquias1. Su fiesta se celebra en la Iglesia Latina el 6 de abril, y en la Iglesia Griega, donde es muy honrado por su condena de Nestorio, el 8 de abril1,3.

El liderazgo de San Celestino I contribuyó al fortalecimiento del papado y a la influencia de la Iglesia durante un período de desafíos internos y amenazas externas2.

Citas

  1. Papa San Celestino I, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa San Celestino I. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38

  2. Papa #43: San Celestino I, Magisterium AI. Breve Historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 43: San Celestino I (2024). 2 3 4 5 6 7 8 9

  3. San Eutiquio, patriarca de Constantinopla (A.D. 582), Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 45. 2 3 4 5