Papa Eugenio IV

Eugenio IV, nacido Gabriel Condulmer en Venecia en 1383, fue el 207º Papa de la Iglesia Católica, reinando desde el 3 de marzo de 1431 hasta el 23 de febrero de 14471,2,3. Su pontificado estuvo marcado por intensos desafíos, incluyendo la lucha contra las tendencias conciliaristas que buscaban limitar la autoridad papal, y un persistente esfuerzo por la unión con las Iglesias Orientales1,2,3. A pesar de los conflictos internos y las turbulencias políticas, Eugenio IV logró consolidar la autoridad papal y es recordado por la proclamación de la unión con varias Iglesias Orientales en el Concilio de Ferrara-Florencia-Roma1,3.
Tabla de contenido
Primeros Años y Elección Papal
Gabriel Condulmer nació en una rica familia veneciana en 1383 y era sobrino de Gregorio XII por parte de madre3. Desde joven, mostró una profunda piedad, ingresando en la Orden Agustiniana1,3. A la edad de veinticuatro años, su tío lo nombró obispo de Siena, cargo al que renunció debido a la objeción de la gente de la ciudad a ser gobernada por un extranjero3. En 1408, fue creado Cardenal-Presbítero de San Clemente3.
Condulmer sirvió fielmente a su predecesor, el Papa Martín V, como legado en Piceno y sofocando una sedición en Bolonia3. Tras la muerte de Martín V, el cónclave reunido en Roma lo eligió Papa en el primer escrutinio, asumiendo el nombre de Eugenio IV el 4 de marzo de 14313. Fue coronado en la Basílica de San Pedro el 11 de marzo de 14313.
El Desafío del Conciliarismo y el Concilio de Basilea
El pontificado de Eugenio IV comenzó en un período de gran agitación para la Iglesia, aún recuperándose del Cisma de Occidente (que duró hasta 1417) y enfrentando fuertes tendencias conciliaristas1,2,3. El conciliarismo sostenía la superioridad de un concilio ecuménico sobre el Papa, una doctrina que Eugenio IV combatió enérgicamente1,3,4.
Martín V había convocado el Concilio de Basilea, que se inauguró el 23 de julio de 14313,4. Desconfiando del espíritu que prevalecía en el concilio y descontento con la forma en que los padres conciliares habían negociado con los husitas, Eugenio IV lo disolvió mediante bulas fechadas el 12 de noviembre y el 18 de diciembre de 1431, convocando un nuevo concilio en Bolonia para el verano de 14331,3,4. Esta acción fue vista como un ejercicio de la prerrogativa papal, pero también generó críticas y dio la impresión de que la Curia se oponía a las reformas3.
Los prelados en Basilea se negaron a disolverse y emitieron una encíclica proclamando su determinación de continuar sus trabajos, contando con el apoyo de los poderes seculares3. El 15 de febrero de 1432, reafirmaron la doctrina de la superioridad del concilio sobre el Papa3. La amenaza de un cisma inminente fue temporalmente evitada gracias a los esfuerzos del emperador Segismundo, quien persuadió a Eugenio IV para que retirara la bula de disolución y reconociera el concilio como ecuménico el 15 de diciembre de 14333,4.
A pesar de este reconocimiento, la colaboración entre Roma y Basilea fue tensa y duró hasta 14374. El concilio de Basilea promulgó varios decretos de reforma que, aunque nunca se ejecutaron, contribuyeron a la ruptura final4.
El Concilio de Ferrara-Florencia-Roma y la Unión de las Iglesias
Uno de los principales objetivos de Eugenio IV fue la reunión con las Iglesias Orientales1,2,4. Martín V ya había discutido esta posibilidad con el emperador bizantino Juan VIII Paleólogo, pero su muerte pospuso el asunto4. Eugenio IV retomó con gran celo estas negociaciones4.
El punto de inflexión en el conflicto entre Eugenio IV y el Concilio de Basilea llegó con las negociaciones para la unión con los griegos3,4. La mayoría en Basilea quería celebrar el concilio en Francia o Saboya, mientras que los griegos preferían una ciudad italiana cercana al mar, idealmente en el sur de Italia, por razones geográficas y de conveniencia3,4. Eugenio IV apoyó la propuesta de los griegos de celebrar el concilio en Italia1,3,4.
La mayoría en Basilea, sin embargo, insistió en invitar a los griegos a Basilea, Aviñón o Saboya4. Esta divergencia llevó a una división en el concilio de Basilea, con una minoría que apoyaba al Papa4. El 3 de julio de 1437, la facción radical de Basilea emitió un monitum contra Eugenio IV, acusándolo de diversas faltas3. En respuesta, el Papa publicó una bula el 18 de septiembre de 1437, transfiriendo el concilio de Basilea a Ferrara3,4. Esta decisión fue finalizada con otra bula, Pridem ex iustis, el 30 de diciembre de 14375.
El Concilio de Ferrara, convocado por Eugenio IV, se inauguró el 8 de enero de 1438, bajo la presidencia del Cardenal Albergati3. Posteriormente, debido a la peste, el concilio fue trasladado a Florencia en 1439, y luego a Roma, extendiéndose hasta 14451,5. Este concilio es conocido como el Concilio de Ferrara-Florencia-Roma (1438-1445)1,5.
Las deliberaciones con los griegos duraron más de un año y culminaron en Florencia el 5 de julio de 1439, con la proclamación de la Unión con la Iglesia de Bizancio mediante el Decreto de Unión1,3. Esta unión fue el resultado de largos debates sobre la teología del Filioque y otras cuestiones1. Aunque la unión con los griegos no fue permanente, elevó enormemente el prestigio del papado3.
La unión con los griegos fue seguida por la de los armenios (22 de noviembre de 1439), los jacobitas (1443) y los nestorianos (1445)3. Los decretos de Florencia se convirtieron en la base sólida de la autoridad espiritual del papado3.
Lucha por la Supremacía Papal y el Antipapa Félix V
Mientras Eugenio IV trabajaba por la unión en Italia, el concilio de Basilea, reducido y controlado por la facción radical, continuó por el camino del cisma3. El 24 de enero de 1438, declararon a Eugenio IV suspendido, y el 25 de junio de 1439, lo depusieron bajo la acusación de conducta herética hacia un concilio general3. Para colmo, este grupo, reducido a un cardenal y once obispos, eligió un antipapa, el duque Amadeo de Saboya, quien tomó el nombre de Félix V3.
Sin embargo, la Cristiandad, que había experimentado recientemente los horrores del Cisma de Occidente, repudió este paso revolucionario3. Antes de su muerte, Eugenio IV tuvo la satisfacción de ver al mundo cristiano, al menos en teoría, obediente a la Santa Sede3.
Desafíos Políticos y Legado
Además de los conflictos conciliaristas, Eugenio IV enfrentó otros desafíos durante su pontificado. Su aversión al nepotismo lo llevó a un conflicto sangriento con la casa Colonna, que solo se resolvió con la ayuda de Florencia, Venecia y Nápoles3.
En mayo de 1434, una revolución en Roma, fomentada por sus enemigos, lo obligó a huir disfrazado de monje por el Tíber a Ostia3. Los florentinos lo acogieron en su ciudad, donde residió durante casi diez años en el convento dominico de Santa Maria Novella3. Su prolongada estancia en Florencia, entonces un centro de actividad humanística, impulsó el movimiento humanista3. Durante este período, consagró la recién terminada catedral de Brunelleschi3.
Eugenio IV también se esforzó al máximo para movilizar a las naciones europeas contra el avance de los turcos3. Formó una poderosa alianza en Hungría y envió una flota al Helesponto3. Sin embargo, los éxitos iniciales de los cristianos fueron seguidos por una aplastante derrota en Varna en 14443.
Regresó triunfalmente a Roma el 28 de septiembre de 1443, después de casi diez años de exilio3. Dedicó sus años restantes a mejorar la triste condición de Roma y a consolidar su autoridad espiritual entre las naciones de Europa3. Aunque no logró que la corte francesa cancelara la Pragmática Sanción de Bourges (7 de julio de 1438), que era antipapal, obtuvo un notable éxito en Alemania mediante compromisos prudentes y la habilidad de Eneas Silvio3.
Eugenio IV falleció el 23 de febrero de 14472,3. Su papado se caracterizó por una compleja interacción de diplomacia, esfuerzos de reforma y luchas por la supremacía papal2. A pesar de los numerosos desafíos, sus contribuciones a la vida espiritual y cultural de la Iglesia fueron notables, incluyendo la promoción de las artes y el establecimiento de varias instituciones caritativas2.
Conclusión
El pontificado de Eugenio IV fue un período tumultuoso en la historia de la Iglesia, marcado por la lucha contra el conciliarismo y los esfuerzos por la unidad cristiana1,2. Su firme defensa de la autoridad papal frente a las pretensiones de los concilios y su incansable labor por la unión con las Iglesias Orientales dejaron una huella duradera1,3. A pesar de las dificultades y los conflictos, Eugenio IV logró fortalecer la posición del papado y sentar las bases para una mayor consolidación de la autoridad de la Santa Sede en los siglos venideros3.
Citas
Eugenio IV, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Eugenio IV (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15
Papa #207: Eugenio IV, Magisterium AI. Breve historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 207: Eugenio IV (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Papa Eugenio IV, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Eugenio IV. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33 ↩34 ↩35 ↩36 ↩37 ↩38 ↩39 ↩40 ↩41 ↩42 ↩43 ↩44 ↩45 ↩46 ↩47
El Concilio de Florencia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §El Concilio de Florencia. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15
Florencia, Concilio de, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Florencia, Concilio de (2015). ↩ ↩2 ↩3