Papa Juan VII

Juan VII fue el 86º Papa de la Iglesia Católica, cuyo pontificado se extendió desde el 1 de marzo de 705 hasta su fallecimiento el 18 de octubre de 707. De origen griego, se destacó por sus esfuerzos en la promoción de la ortodoxia y la integridad eclesiástica en un período de desafíos políticos y teológicos. Aunque su reinado fue breve, se le reconoce por su diplomacia con el Imperio Bizantino y los lombardos, así como por sus contribuciones a la reforma litúrgica y el embellecimiento de iglesias en Roma.
Tabla de contenido
Primeros Años y Familia
Juan VII nació alrededor del año 650 en Rossano, Calabria, en el Imperio Bizantino, y era de etnia griega1. Su padre, Platón (c. 620–686), fue un curator del Monte Palatino para el emperador bizantino, lo que convierte a Juan en el primer Papa hijo de un funcionario bizantino. Su madre se llamaba Blatta (c. 627–687)1. Antes de su elección al papado, Juan fue rector del patrimonio papal en la Vía Apia1.
Pontificado (705-707)
Juan VII fue elegido para suceder a Juan VI el 1 de marzo de 7051,2. Su papado se caracterizó por una relación más favorable con los lombardos, que controlaban gran parte de Italia, en contraste con sus complejas relaciones con el emperador bizantino Justiniano II1.
Relaciones con el Imperio Bizantino y los Lombardos
Las relaciones papales con Bizancio se habían deteriorado debido al Concilio Quinisexto de 692, cuyas decisiones eran impopulares en Italia y contenían varios artículos contrarios a la Sede de Roma1. Cuando el emperador Justiniano II envió a Juan VII los decretos del concilio, solicitándole que aprobara los que considerara adecuados y rechazara los desfavorables, el Papa, por lo que el Liber Pontificalis describe como «debilidad humana», los devolvió sin hacer ninguna enmienda1. Aunque los estudiosos debaten su postura exacta sobre los cánones, Juan VII no los ratificó1.
A diferencia de su tensa relación con el emperador bizantino, Juan VII mantuvo buenas relaciones con los lombardos. El rey lombardo Ariberto II le restituyó los patrimonios papales en los Alpes Cotianos, que habían sido previamente confiscados1.
Contribuciones Eclesiásticas y Artísticas
Durante su pontificado, Juan VII se dedicó al embellecimiento y restauración de varias iglesias en Roma1.
Santa María Antigua: Restauró y adornó con frescos la basílica de Santa María Antigua, situada al pie del Monte Palatino, y le añadió un nuevo ambón1. En 1900, al descubrirse los restos de esta iglesia, se encontró una figura con un nimbo cuadrado que se cree representa al propio Juan VII, y la base de su ambón con inscripciones que lo proclamaban «siervo de María»1.
Capilla de la Santísima Virgen María: Erigió una capilla dedicada a Nuestra Señora en la antigua Basílica de San Pedro. Aunque esta capilla fue destruida, algunos de sus mosaicos se conservaron y pueden verse en la iglesia de Santa María en Cosmedin y en otros lugares de Roma1. Uno de los iconos más notables asociados a su patrocinio es la Madonna della Clemenza, que se encuentra en Santa María en Trastevere1.
Palacio Episcopal: Construyó un palacio (episcopium) cerca de la iglesia de Santa María Antigua, posiblemente cerca de donde vivieron sus padres1. Se han descubierto rastros de este palacio en el Palatino1.
Monasterio de Subiaco: También restauró el monasterio de Subiaco, que había sido destruido por los lombardos en el año 6011.
Disciplina Clerical
Juan VII también se preocupó por la disciplina del clero. Se le atribuye haber persuadido al clero anglosajón residente en Roma para que renunciara a su vestimenta secular, y escribió a los clérigos en Inglaterra instándolos a seguir este ejemplo1.
Fallecimiento y Legado
Juan VII falleció el 18 de octubre de 7071,2 y fue sepultado en el oratorio que había erigido en la Basílica de San Pedro1. Aunque su pontificado fue breve, de poco más de dos años, su dedicación a la fe, su labor diplomática y sus significativas contribuciones al patrimonio artístico y arquitectónico de Roma dejaron una huella duradera en la historia de la Iglesia2.