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Cruz

Papa Juan VIII

Papa Juan VIII
Luis el Tartamudo recibiendo al papa Juan VIII. Dominio Público.

Juan VIII, el 107.º Papa de la Iglesia Católica, reinó desde el 14 de diciembre de 872 hasta el 16 de diciembre de 882. Su pontificado se caracterizó por una defensa enérgica de la autoridad papal y del mundo cristiano frente a las incursiones sarracenas y la creciente inestabilidad del Imperio Carolingio. Es reconocido por sus esfuerzos en la unificación de la Iglesia, incluyendo su apoyo a las misiones de los Santos Cirilo y Metodio en Europa del Este y sus intentos de resolver el Cisma de Focio. Su papado concluyó en medio de la agitación, siendo probable su asesinato, un destino poco común para un pontífice.

Tabla de contenido

Primeros Años y Elección Papal

Juan, de origen romano e hijo de Gundus, nació en el primer cuarto del siglo IX1. Antes de su elección al papado, sirvió como archidiácono de la Iglesia Romana en los años 853 y 8691. Fue elegido Papa el 14 de diciembre de 872, aunque su ascensión al trono papal fue inicialmente disputada por Formoso, quien continuaría siendo su opositor a lo largo de su pontificado1,2. A pesar de esta oposición, los historiadores modernos lo consideran uno de los Papas más influyentes del siglo IX1.

Desafíos y Prioridades del Pontificado

El papado de Juan VIII estuvo marcado por la necesidad de abordar diversas amenazas y desafíos, tanto internos como externos1,3. Sus acciones más significativas se pueden agrupar en cuatro áreas principales: los asuntos de Europa del Este, la situación del Imperio de Occidente, la defensa del sur de Italia contra los sarracenos, y sus interacciones con figuras clave de su tiempo1.

Las Incursiones Sarracenas y la Defensa de Italia

Desde el inicio de su pontificado, Juan VIII se enfrentó a la constante amenaza de las incursiones sarracenas en el sur de Italia1,3. Las colonias sarracenas se habían establecido en la región desde el año 840, llegando a saquear las costas y establecerse en lugares como Fundi y Terracina1. Para contrarrestar a estos «terribles enemigos del Cristianismo», el Papa dedicó sus recursos personales, tiempo y dinero1.

Fue uno de los primeros Papas en pagar tributo a los sarracenos, una medida que buscaba proteger Roma y ganar tiempo para fortalecer sus defensas3. A pesar de sus esfuerzos, la ayuda de los emperadores carolingios fue limitada. Carlos el Calvo, a quien Juan VIII había coronado emperador, intentó ayudar contra los sarracenos, pero su expedición fracasó y murió antes de poder renovar su intento en 8771. Esto dejó a Juan VIII luchando en gran medida solo contra los sarracenos hasta su muerte1.

El Imperio de Occidente y la Dinastía Carolingia

La inestabilidad del Imperio Carolingio fue otro de los principales desafíos para Juan VIII3. Tras la muerte del emperador Luis II en 875, el trono imperial quedó vacante, lo que llevó a una serie de intrigas y conflictos por la sucesión1,2.

Juan VIII apoyó a Carlos el Calvo, Rey de Francia, para que recibiera la corona imperial, coronándolo el 25 de diciembre de 8751,2. Carlos el Calvo, en agradecimiento, decretó que la Iglesia Romana debía ser obedecida como cabeza de todas las Iglesias y renunció a muchos de los «derechos y costumbres del imperio» en favor de Juan VIII en 8761. Sin embargo, esta asistencia no se tradujo en una ayuda práctica significativa1.

Después de la muerte de Carlos el Calvo en 877, Juan VIII consideró a Boso, futuro Rey de Provenza, como el candidato más adecuado para el trono imperial1. Sin embargo, ante la falta de acción de Boso y la mala salud de Carlomán de Baviera, el Papa finalmente eligió a Carlos el Gordo como sucesor imperial, coronándolo en febrero de 8811. Antes de la muerte de Juan VIII, Carlos el Gordo había logrado restaurar, al menos nominalmente, gran parte de los territorios que una vez estuvieron bajo el control de Carlomagno1.

Juan VIII también tuvo que lidiar con la presión de figuras como Lamberto, Duque de Spoleto, quien, con aspiraciones al imperio, acosó constantemente el territorio papal y llegó a apoderarse de Roma en 8781. Esta persecución llevó al Papa a viajar a Francia para buscar apoyo y contactar con los candidatos al trono imperial1.

Asuntos Eclesiásticos en Europa del Este

Juan VIII continuó el trabajo de sus predecesores en la evangelización de los pueblos eslavos1,3. Un año antes de su papado, San Metodio, hermano de San Cirilo, había sido enviado de regreso a Moravia como arzobispo, con permiso para usar la lengua eslava en la liturgia1. Esta decisión, sin embargo, generó oposición por parte de príncipes y obispos alemanes, quienes buscaban la independencia política y eclesiástica de los moravos1.

Metodio fue encarcelado en 871, y solo en 873 llegaron a Roma noticias de su situación1. Aunque Juan VIII inicialmente prohibió el uso del eslavo en la liturgia para apaciguar a la oposición alemana, insistió en la restauración inmediata de Metodio1. Posteriormente, tras nuevas acusaciones contra Metodio, el Papa lo convocó a Roma. Un examen cuidadoso convenció a Juan VIII de la ortodoxia de Metodio, y lo envió de regreso a Moravia con permiso renovado para usar la lengua eslava en la liturgia1. Gracias a la ayuda del Papa, Metodio superó la oposición y continuó su labor de conversión hasta su muerte en 8851. Como resultado, varias tribus eslavas se colocaron bajo la protección de la Santa Sede1.

Juan VIII también mantuvo una comunicación activa con los eslavos de Bulgaria, buscando restaurar su jurisdicción directa bajo la Santa Sede, que había sido usurpada por los patriarcas de Constantinopla1.

Conflictos Internos y Oposición

Durante su pontificado, Juan VIII enfrentó problemas internos en Roma, casi tan graves como la amenaza sarracena1. Encontró muchos de los principales cargos de la Iglesia en manos de nobles deshonestos, a menudo conectados entre sí y con mujeres de igual reputación1. Entre ellos se encontraban Gregorio, el primicerius de la Iglesia Romana, un «peculador desvergonzado»; su hermano Esteban, el secundicerius, y su yerno, Jorge del Aventino, un «asesino y adúltero»1. Formoso, obispo de Porto, quien había sido candidato al papado en 872, también tuvo lazos de amistad con algunos de estos individuos1,2.

La muerte del emperador Luis II en 875, quien había sido protector de algunos de estos grupos, dio a Juan VIII más libertad para actuar contra ellos1. Cuando el Papa comenzó a procesarlos, huyeron de la ciudad, llevándose consigo tesoros de la Iglesia. Formoso, para su desgracia, huyó con ellos. Al no presentarse a juicio, los exiliados fueron degradados y excomulgados1. En Francia, Juan VIII reiteró la sentencia contra Gregorio y su grupo e insistió en que Formoso firmara una declaración de que nunca regresaría a Roma en 8781.

Legado y Muerte

Juan VIII fue un Papa activo y enérgico, cuya pontificado estuvo marcado por su incansable lucha contra los sarracenos y sus esfuerzos por mantener la autoridad de la Iglesia en un Occidente fragmentado1,3. Extendió su influencia más allá de Italia, Alemania y Francia, estableciendo Oviedo como sede metropolitana en España y añadiendo una ley contra el sacrilegio al Código Gótico1. También consoló a Burhred, Rey de Mercia, y a Edred, Arzobispo de Canterbury, quienes sufrían por las incursiones danesas en Inglaterra1.

La mayoría de los historiadores contemporáneos simplemente afirman que Juan VIII murió el 16 de diciembre de 8821,3. Sin embargo, los Anales de Fulda, escritos en un lugar distante, ofrecen un relato más dramático, aunque no aceptado por los mejores historiadores modernos1. Según estos anales, un pariente de Juan, con la intención de apoderarse de sus tesoros, intentó envenenarlo. Al ver que el veneno actuaba lentamente, lo habría matado golpeándolo en la cabeza con un martillo1. Este relato, con su elemento «maravilloso» y una fecha incorrecta para su muerte, ha generado sospechas sobre su veracidad1. A pesar de esto, se considera probable que Juan VIII fuera asesinado, siendo uno de los pocos Papas en enfrentar tal destino3.

Conclusión

El Papa Juan VIII fue una figura central en un período tumultuoso de la historia europea. Sus diez años de pontificado estuvieron dedicados a la defensa de la fe y la Iglesia frente a múltiples adversidades. Sus esfuerzos por la unidad eclesiástica, la evangelización de los eslavos y la protección de Roma de las incursiones sarracenas, a pesar de la inestabilidad política y la oposición interna, lo consolidan como uno de los Papas más importantes del siglo IX1,3.

Citas

  1. Papa Juan VIII, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Juan VIII. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44

  2. Papa Formoso, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Formoso. 2 3 4

  3. Papa #107: Juan VIII, Magisterium AI. Breve historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 107: Juan VIII (2024). 2 3 4 5 6 7 8 9