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Cruz

Papa Juan XXII

Papa Juan XXII
Miniatura de Juan XXII en 1316. Dominio Público.

El Papa Juan XXII, nacido como Jacques Duèze, fue una figura central en la historia de la Iglesia Católica durante el período del Papado de Aviñón. Su pontificado, que se extendió desde 1316 hasta 1334, estuvo marcado por significativas disputas teológicas, políticas y eclesiásticas que moldearon el curso de la Europa medieval. Conocido por su habilidad administrativa y su firmeza doctrinal, Juan XXII enfrentó desafíos como el conflicto con el emperador Luis IV de Baviera, las controversias sobre la pobreza franciscana y una reorganización sustancial de la administración papal. Su legado perdura como el de un pontífice que consolidó el poder papal en un momento de gran turbulencia, aunque también generó controversias que resonarían durante siglos.

Tabla de contenido

Primeros Años y Carrera Eclesiástica

Jacques Duèze nació alrededor de 1244 en Cahors, Francia, en una familia de la pequeña burguesía. Su formación académica fue notable; estudió derecho y teología en las universidades de Cahors, Montpellier y París, donde se distinguió por su intelecto agudo y su profundo conocimiento de la ley canónica1. Tras completar sus estudios, Duèze ascendió rápidamente en la jerarquía eclesiástica. Sirvió como profesor de derecho en Cahors y luego como obispo de Fréjus en 1300. Su pericia legal y administrativa llamó la atención del rey Felipe IV de Francia y del Papa Clemente V, quien lo nombró canciller del rey Carlos II de Nápoles en 13081.

En 1312, Jacques Duèze fue elevado a la dignidad cardenalicia por el Papa Clemente V, asumiendo el título de Cardenal-Obispo de Porto1. Durante su tiempo como cardenal, demostró ser un administrador competente y un diplomático hábil, lo que lo posicionó como un candidato fuerte para el papado tras la muerte de Clemente V en 1314.

Elección al Pontificado

La muerte del Papa Clemente V desencadenó un cónclave papal que duró más de dos años, uno de los más largos en la historia de la Iglesia1. Los cardenales, divididos entre facciones francesas e italianas, y entre partidarios de la política de Aviñón y aquellos que deseaban el regreso del papado a Roma, no lograban ponerse de acuerdo. Finalmente, en agosto de 1316, gracias a la intervención del rey Felipe V de Francia, los cardenales se reunieron en Lyon y eligieron a Jacques Duèze como el nuevo pontífice1. Adoptó el nombre de Juan XXII. Su elección fue vista como un compromiso, aunque su origen francés y su decisión de permanecer en Aviñón consolidaron la presencia papal en Francia, lejos de las inestables políticas romanas.

El Pontificado de Juan XXII (1316-1334)

El papado de Juan XXII fue uno de los más largos y complejos del siglo XIV, caracterizado por una intensa actividad en los frentes político, teológico y administrativo1.

Conflicto con el Sacro Imperio Romano Germánico

Una de las principales preocupaciones de Juan XXII fue su conflicto prolongado con el emperador Luis IV de Baviera1. La disputa se originó en la negativa de Luis a buscar la aprobación papal para su elección imperial, una prerrogativa que los papas habían afirmado durante siglos. Juan XXII excomulgó a Luis IV en 1324 y lo depuso como emperador, lo que llevó a una guerra de panfletos y a la coronación de un antipapa, Nicolás V, por parte de Luis en Roma en 13281. Este conflicto no solo debilitó la autoridad imperial, sino que también generó un intenso debate sobre la relación entre el poder espiritual y temporal, con teóricos como Marsilio de Padua y Guillermo de Ockham defendiendo la supremacía del poder civil sobre el papal1.

Controversias Doctrinales y la Pobreza Franciscana

Juan XXII también se vio envuelto en una profunda controversia teológica con una facción de la Orden Franciscana, conocida como los Fraticelli o Espirituales1. Estos franciscanos abogaban por una observancia estricta de la pobreza evangélica, llegando a afirmar que Cristo y los Apóstoles no poseían nada individualmente ni en común. Juan XXII condenó esta doctrina en varias bulas, como Cum inter nonnullos (1323), declarando que la afirmación de que Cristo y los Apóstoles no tenían propiedades era herética1. Esta condena generó una fuerte oposición dentro de la orden franciscana y llevó a la persecución de muchos de sus miembros. La controversia sobre la pobreza evangélica fue un punto crucial en la historia franciscana y en el desarrollo de la teología moral de la Iglesia.

Otro aspecto doctrinal importante fue la controversia sobre la visión beatífica1. Juan XXII predicó que las almas de los justos no gozaban de la visión beatífica de Dios inmediatamente después de la muerte, sino solo después del Juicio Final. Esta postura, aunque no fue una definición dogmática, generó considerable preocupación y oposición, incluyendo la del rey Felipe VI de Francia1. Antes de su muerte, Juan XXII se retractó de esta opinión, afirmando la doctrina tradicional de que las almas de los justos ven a Dios inmediatamente después de la purificación final.

Reorganización Administrativa de la Curia Papal

A nivel administrativo, Juan XXII fue un reformador incansable1. Reorganizó y centralizó la administración financiera de la Curia Papal, estableciendo un sistema eficiente de impuestos y tasas que aumentó significativamente los ingresos papales. Creó nuevas oficinas y procedimientos para gestionar las finanzas y los asuntos legales de la Iglesia, lo que le permitió financiar sus políticas y mantener el esplendor de la corte de Aviñón1. Esta centralización, aunque efectiva, también fue criticada por algunos como una manifestación de la creciente mundanalización del papado.

Legado y Muerte

Juan XXII falleció en Aviñón el 4 de diciembre de 1334, a la edad de noventa años1. Su pontificado, aunque controvertido, fue de vital importancia para la consolidación del poder papal en un período de transición. Logró mantener la independencia de la Iglesia frente a las pretensiones imperiales y fortaleció la estructura administrativa de la Curia. Sin embargo, su conflicto con Luis IV y su postura sobre la pobreza franciscana también generaron una fuerte oposición y contribuyeron a un clima de desconfianza hacia el papado de Aviñón.

A pesar de las controversias, Juan XXII es recordado como un hábil administrador y un jurista brillante que trabajó incansablemente para defender lo que consideraba la autoridad y la doctrina de la Iglesia. Su legado es complejo, mostrando tanto la fuerza como las vulnerabilidades del papado medieval en su lucha por definir su papel en un mundo cambiante. No fue canonizado, pero su impacto en la historia de la Iglesia es innegable.

Citas

  1. Diccionario de los Papas. (2000). Editorial Herder. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16