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Cruz

Papa Liberio

Papa Liberio
Dominio Público.

El Papa Liberio fue el 36º obispo de Roma, cuyo pontificado se extendió desde el 17 de mayo de 352 hasta el 24 de septiembre de 366 d.C. Su papado estuvo marcado por la intensa controversia arriana, que disputaba la divinidad de Cristo. Inicialmente, Liberio se opuso firmemente al arrianismo y apoyó a San Atanasio, un defensor clave del Credo de Nicea. Sin embargo, bajo la presión del emperador Constancio II, de tendencia arriana, Liberio fue exiliado y, de manera controvertida, firmó un credo comprometido que no afirmaba plenamente la ortodoxia nicena. Tras dos años en el exilio, se le permitió regresar a Roma, donde continuó apoyando discretamente el cristianismo niceno. A pesar de la controversia, Liberio es recordado por su eventual retorno a la ortodoxia y sus esfuerzos por guiar a la Iglesia en un período de profunda división.

Tabla de contenido

Primeros Años de Pontificado y la Controversia Arriana

Liberio fue consagrado Papa el 17 de mayo de 352 d.C., sucediendo al Papa Julio I1. Se sabe poco de su vida anterior, salvo que era diácono romano1. Su pontificado comenzó en un momento de gran agitación para la Iglesia, ya que el emperador Constancio II, tras la muerte de Constante en 350 d.C., se convirtió en el único gobernante del imperio y estaba decidido a unificar a todos los cristianos bajo una forma modificada del arrianismo1.

Desde el principio, Liberio se mostró como un firme defensor de la fe nicena. Se negó a condenar a San Atanasio, el obispo de Alejandría y un acérrimo opositor del arrianismo, quien había sido absuelto por dos sínodos generales y había sido recibido en paz por la Iglesia romana1. Liberio argumentó que no podía condenar a un ausente, ya que no era la tradición que había recibido de sus predecesores y de San Pedro1. Insistió en que el emperador debía anular sus decretos contra Atanasio y convocar un concilio sin la presencia de emperadores, condes o jueces, para preservar la fe nicena1. También demandó que los seguidores de Arrio fueran expulsados y su herejía anatematizada1.

La postura de Liberio provocó la ira del eunuco Eusebio, un influyente funcionario imperial, quien intentó sobornar al Papa, pero Liberio rechazó los regalos, lo que enfureció aún más al eunuco1. Como resultado, el emperador Constancio II ordenó el arresto de Liberio, ya sea en secreto o por la fuerza, y su envío a la corte1. Esto llevó a una persecución en Roma, donde obispos y damas piadosas tuvieron que esconderse, los monjes no estaban seguros y los extranjeros fueron expulsados1.

El Concilio de Arlés y la Condena de Atanasio

Tras la derrota del usurpador Magnencio en 353 d.C., Liberio, atendiendo a los deseos de muchos obispos italianos, envió legados al emperador en la Galia para solicitar la celebración de un concilio1. Sin embargo, Constancio II estaba presionando a los obispos de la Galia para que condenaran a Atanasio. En el concilio de Arlés, los legados papales, incluido Vicente de Capua, cedieron y consintieron en renunciar a la causa de Atanasio, con la condición de que todos condenaran el arrianismo1. La facción de la corte aceptó el acuerdo, pero no cumplió su parte, y los legados fueron forzados a condenar a Atanasio sin obtener ninguna concesión1. Liberio expresó su profundo pesar por la caída de Vicente al recibir la noticia1.

Exilio y el Credo Comprometido

La firmeza de Liberio en la defensa de Atanasio y el Credo de Nicea llevó a su exilio. El emperador Constancio II intentó persuadir a Liberio para que se uniera a los obispos de la corte que apoyaban el arrianismo, pero Liberio se negó rotundamente2. Afirmó que las sentencias eclesiásticas debían ser dictadas con estricta justicia y que no era posible condenar a un hombre sin haberlo escuchado y juzgado3. A pesar de las amenazas del emperador, Liberio mantuvo su postura, declarando que no necesitaba deliberar y que su resolución estaba formada y decidida, listo para ir al exilio2.

En un famoso diálogo, Constancio le preguntó a Liberio qué parte del universo representaba él para oponerse solo a Atanasio y destruir la paz del imperio3. Liberio respondió: «Mi estar solo no debilita en absoluto la verdad. Según la antigua historia, solo tres hombres resistieron un decreto»3. Cuando el eunuco Eusebio lo acusó de comparar al emperador con Nabucodonosor, Liberio aclaró que no, pero que el emperador condenaba a un inocente sin juicio3. Liberio exigió que todos firmaran la fórmula de Nicea, que los exiliados fueran restaurados y que los obispos se reunieran en Alejandría para un juicio justo de Atanasio1,3.

Finalmente, Liberio fue desterrado a Berea, en Tracia, alrededor del año 355 d.C.2,4. Durante su exilio, un diácono romano llamado Félix fue ordenado obispo de Roma en su lugar2. Se dice que Félix siempre se mantuvo fiel a la fe nicena, aunque comulgó con los heterodoxos antes de su ordenación2.

La Controversia sobre la Firma de un Credo

Después de dos años de exilio, Liberio regresó a Roma a finales de 357 d.C. o en 358 d.C.1,4. Su regreso fue objeto de diversas interpretaciones. Algunos historiadores, como Teodoreto, sugieren que las matronas romanas conmovieron a Constancio para que lo restaurara1. Otros, como Sozomeno y Rufino, mencionan que el pueblo romano exigió fervientemente el regreso de su Papa1,2.

Sin embargo, el regreso de Liberio estuvo envuelto en controversia. Se rumoreaba que había firmado la condena de Atanasio y quizás algún credo arriano1. Las fuentes históricas indican que Constancio lo presionó para que confesara que el Hijo no era de la misma sustancia que el Padre5. Bajo esta presión, Liberio, junto con otros obispos, fue inducido a asentir a un documento que condenaba las herejías de Pablo de Samosata y Fotino, y que contenía una fórmula de fe redactada en Antioquía5. También se dice que Liberio aprobó parcialmente una confesión de fe en la que declaraba excomulgados a quienes afirmaran que el Hijo no era semejante al Padre en sustancia y en todos los demás aspectos5. Algunos reportes de la época, impulsados por Eudoxio y sus partidarios, afirmaron que Liberio había renunciado al término consubstancial y había admitido que el Hijo era distinto del Padre5.

Esta concesión, aunque controvertida y probablemente forzada, ha sido un punto de debate en la historia de la Iglesia. A pesar de ello, Liberio es recordado por su eventual retorno a la ortodoxia4.

Últimos Años y Legado

Tras su regreso a Roma, la situación de la Iglesia local se complicó. El emperador Constancio había ordenado que Liberio y Félix gobernaran la Iglesia de Roma conjuntamente1. Sin embargo, el pueblo romano se burló de esta idea en el circo, clamando «Un solo Dios, un solo Cristo, un solo obispo»1. Finalmente, la presión popular llevó a la expulsión de Félix, y Liberio fue restaurado en su cargo1.

En sus últimos años, Liberio continuó apoyando la fe nicena. En el año 366 d.C., recibió una delegación de obispos macedonios, incluyendo a Eustacio, Silvano y Teófilo, quienes le presentaron una confesión de fe6. En esta confesión, afirmaron la fe católica establecida en el Concilio de Nicea, incluyendo el término consubstancial, y condenaron a Arrio y todas las herejías opuestas a la fe nicena6. También reconocieron haber sido engañados anteriormente por el fraude y el perjurio de ciertos individuos, lo que les llevó a suscribir decretos contrarios a Nicea en Ariminum y Constantinopla6. Liberio recibió esta confesión, lo que demuestra su compromiso continuo con la ortodoxia nicena6.

Liberio falleció el 24 de septiembre de 366 d.C.4. Su pontificado, aunque marcado por la debilidad temporal bajo la presión imperial, es recordado por su eventual adhesión a la ortodoxia nicena y su lucha contra el arrianismo4. El Liber Pontificalis menciona que Liberio confirmó la fe nicena en un concilio y murió en el exilio por la fe, aunque la atribución de este epitafio ha sido debatida por los críticos1. A pesar de las controversias, su figura es un testimonio de las dificultades que enfrentó la Iglesia en el siglo IV para mantener la pureza de la doctrina frente a la interferencia imperial y las herejías.

Juicios Modernos sobre el Papa Liberio

La figura del Papa Liberio ha sido objeto de diversos juicios a lo largo de la historia. Si bien su firmeza inicial en la defensa de Atanasio y el Credo de Nicea es ampliamente reconocida, su posterior firma de un credo comprometido durante el exilio ha generado debate4,1.

Algunos críticos han visto este acto como una mancha en su pontificado, una debilidad frente a la presión imperial que comprometió la ortodoxia4. Sin embargo, otros historiadores y teólogos han argumentado que su capitulación fue bajo coacción extrema y que, a pesar de ello, su regreso a Roma y su posterior apoyo a la fe nicena demuestran una eventual reafirmación de la ortodoxia4,5,6. Es importante considerar el contexto de la época, donde los emperadores ejercían una enorme influencia sobre los asuntos eclesiásticos, y la resistencia a la voluntad imperial a menudo conllevaba el exilio o incluso el martirio1,3,2.

En última instancia, la historia del Papa Liberio es un recordatorio de las complejidades y desafíos que enfrentó la Iglesia primitiva en la defensa de la fe. A pesar de los momentos de dificultad, su pontificado contribuyó a la eventual victoria de la ortodoxia nicena sobre el arrianismo.

Citas

  1. Papa Liberio, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Liberio. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25

  2. Capítulo 11. Liberio, obispo de Roma, y la causa de su exilio por Constancio. Félix su sucesor, Salámanes Hermias Sozómeno (Sozómeno). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquileya, §Libro IV - Capítulo 11 (402). 2 3 4 5 6 7

  3. Capítulo 13. Conferencia entre Liberio, papa de Roma, y el emperador Constancio, Teodoreto de Ciro. Historia Eclesiástica, §Libro II, Capítulo 13 (440). 2 3 4 5 6

  4. Papa #36: Liberio, Magisterio IA. Breve Historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 36: Liberio (2024). 2 3 4 5 6 7 8

  5. Capítulo 15. El emperador Constancio se dirige a Sirmio, llama a Liberio y lo restituye a la Iglesia de Roma; también ordena a Félix que asista a Liberio en el oficio sacerdotal, Salámanes Hermias Sozómeno (Sozómeno). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquileya, §Libro IV - Capítulo 15 (402). 2 3 4 5

  6. Capítulo 11. La confesión de Eustacio, Silvano y Teófilo, los diputados de los Macedonios, a Liberio, obispo de Roma, Salámanes Hermias Sozómeno (Sozómeno). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquileya, §Libro VI - Capítulo 11 (402). 2 3 4 5