Papa Marcelino

El Papa San Marcelino fue el vigésimo noveno obispo de Roma, cuyo pontificado abarcó desde el 30 de junio del año 296 hasta su muerte en el año 3041,2. Su papado se desarrolló en un período de creciente tensión bajo el gobierno del emperador Diocleciano, culminando en la Gran Persecución, uno de los momentos más severos de opresión contra los cristianos en la historia romana2. A pesar de las controversias y rumores de apostasía que circularon póstumamente, su tumba fue venerada por los cristianos de Roma, y fue reconocido como mártir1.
Tabla de contenido
Vida y Elección
San Marcelino, de origen romano e hijo de un hombre llamado Proyectus, fue elegido Papa el 30 de junio del año 2961. Poco se sabe de sus actividades durante los ocho años de su pontificado1. Sin embargo, un epitafio del diácono romano Severo en la Catacumba de Calixto indica que durante su tiempo se construyeron nuevas cámaras funerarias en el principal cementerio de la Iglesia Romana, por orden del Papa Marcelino, antes del inicio de la persecución de Diocleciano1.
El Contexto de la Persecución de Diocleciano
El pontificado de Marcelino coincidió con la persecución de Diocleciano, la cual se intensificó notablemente después del año 303 con la ejecución de severos edictos contra los cristianos por parte de Maximiano Hercúleo1. Esta persecución generó una gran confusión en la Iglesia Romana1.
Acusaciones de Apostasía
Durante y después de la persecución, surgieron rumores y acusaciones contra Marcelino. El obispo donatista Petiliano de Constantina, entre los años 400 y 410, afirmó que Marcelino y sus sucesores inmediatos (Melquíades, Marcelo y Silvestre) habían entregado los libros sagrados y ofrecido incienso a los dioses para protegerse de la persecución1. Sin embargo, Petiliano no pudo presentar pruebas de estas acusaciones1. San Agustín, en sus respuestas a Petiliano, refutó la veracidad de estos informes, afirmando la inocencia de Marcelino y los sacerdotes acusados1.
A pesar de la falta de pruebas, estas historias persistieron y, en dos relatos legendarios posteriores, se atribuyó a Marcelino una apostasía formal, seguida de arrepentimiento y penitencia1. La biografía de Marcelino en el Liber Pontificalis relata que fue llevado a sacrificar y esparció incienso, pero luego se arrepintió y fue decapitado por orden de Diocleciano junto con otros tres cristianos1. Esta narración parece intentar conciliar el rumor de que el Papa había ofrecido incienso con el hecho de que en otros círculos era considerado mártir y su tumba era venerada1.
A principios del siglo VI, en el contexto de la disputa entre el Papa Símaco y Lorenzo, aparecieron documentos falsificados, incluyendo las actas apócrifas de un supuesto sínodo de 300 obispos en Sinuessa en el año 303. Este sínodo supuestamente investigó la acusación de que Marcelino había sacrificado por orden de Diocleciano. En estas actas, se dice que Marcelino negó las acusaciones los dos primeros días, pero al tercero admitió su falta y se arrepintió. El sínodo, sin embargo, no dictó sentencia contra él, bajo el principio de que «la primera sede no es juzgada por nadie» (quia prima sedes non judicatur a quoquam)1. Cuando Diocleciano se enteró, hizo ejecutar al Papa y a varios obispos del sínodo1. La falsedad de estas actas es considerada casi segura1.
Es importante destacar que el historiador Eusebio de Cesarea, al mencionar a Marcelino, utiliza una expresión ambigua, diciendo solo que «la persecución también lo afectó»1. Esto sugiere que no sufrió el martirio, ya que Eusebio lo habría declarado explícitamente de haber sido el caso1. La Enciclopedia Católica concluye que es casi seguro que el Papa no cumplió el edicto imperial con ningún acto abierto, como la entrega de escritos sagrados o la ofrenda de incienso1.
Muerte y Veneración
Marcelino murió en el año 304, probablemente de muerte natural, en el segundo año de la persecución de Diocleciano1. Ninguna fuente fiable de los siglos IV o V lo menciona como mártir1. Su nombre no aparece en la lista de mártires ni obispos en el Cronógrafo Romano del año 354, lo que algunos investigadores consideran una omisión intencional debido a las controversias sobre su conducta durante la persecución1.
A pesar de esto, la tumba de Marcelino fue venerada por los cristianos de Roma desde muy temprano1. Fue enterrado en la Catacumba de Priscila en la Vía Salaria, cerca de la cripta del mártir Crescencio1. La Catacumba de Calixto, el lugar de entierro oficial de la Iglesia Romana, había sido confiscada durante la persecución, lo que explica su sepultura en Priscila1.
El Liber Pontificalis, que probablemente se basó en una passio (relato de martirio) perdida de Marcelino de finales del siglo V, muestra que en ese momento ya era honrado como mártir1. Su nombre aparece por primera vez en el Martirologio de Beda, que se basó en el Liber Pontificalis1. Su fiesta se celebra el 26 de abril1.
Legado
El Papa San Marcelino es recordado como una figura que lideró la Iglesia durante un período de inmensa presión y persecución2. Aunque los relatos históricos sobre su vida y muerte se mezclan con la leyenda, su veneración como santo refleja la resiliencia de los primeros cristianos2. Las parroquias dedicadas a los Santos Marcelino y Pedro, como la visitada por el Papa Juan Pablo II en 1989, son un testimonio de la perdurabilidad de las raíces de la Iglesia Romana, que se remontan a los tiempos apostólicos y post-apostólicos, donde figuras como Marcelino y Pedro dieron testimonio de Cristo con sus vidas3.
Citas
Papa San Marcelino, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa San Marcelino. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28
Papa #29: San Marcelino, Magisterium AI. Breve Historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 29: San Marcelino (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. Visita pastoral a la parroquia de los Santos Marcelino y Pedro en Roma (19 de noviembre de 1989) - Discurso (1989). ↩