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Papa Nicolás V

Papa Nicolás V
Papa Nicolás V, quien reinó desde el 6 de marzo de 1447 hasta su muerte en 1455. Nacido Tommaso Parentucelli, Nicolás fue nombrado cardenal por sus esfuerzos diplomáticos por Papa Eugenio IV. Fue un mecenas del movimiento humanista y promovió la esclavitud de «infieles» africanos. Dominio Público.

El Papa Nicolás V, cuyo nombre de nacimiento era Tommaso Parentucelli, fue el 208.º Papa de la Iglesia Católica, reinando desde el 6 de marzo de 1447 hasta el 24 de marzo de 14551,2. Su pontificado es considerado un período crucial en el Renacimiento papal, marcado por un fuerte compromiso con el patrocinio cultural y artístico. Nicolás V impulsó un resurgimiento del interés en el aprendizaje clásico y las artes, financiando numerosas obras, incluyendo la reconstrucción de la Basílica de San Pedro en Roma y la fundación de la Biblioteca Vaticana, con el objetivo de recopilar y preservar importantes manuscritos. También se esforzó por abordar la fragmentación política de Italia y fortalecer la autoridad papal a través de la diplomacia con diversas potencias europeas. Sus esfuerzos por consolidar la influencia y el prestigio de la Iglesia contribuyeron a un período de relativa estabilidad y florecimiento cultural, posicionando su papado como un momento clave en la transición hacia la era moderna de la Iglesia Católica1.

Tabla de contenido

Primeros Años y Formación

Tommaso Parentucelli nació en Sarzana, Liguria, el 15 de noviembre de 13972. Tras la temprana muerte de su padre, un médico talentoso pero humilde, no pudo completar sus estudios en Bolonia. Se desempeñó como tutor en las influyentes familias Strozzi y Albizzi en Florencia, donde entró en contacto con destacados eruditos humanistas de la época2.

En 1419, regresó a Bolonia y, tres años después, obtuvo su título de maestro en teología. Fue entonces cuando el virtuoso obispo de Bolonia, Niccolò Albergati, lo tomó bajo su servicio. Durante más de veinte años, Parentucelli fue el factotum del obispo, lo que le permitió satisfacer su pasión por la construcción y la colección de libros. A diferencia de muchos bibliófilos, no solo apreciaba el valor y las encuadernaciones de sus volúmenes, sino que también estaba profundamente familiarizado con su contenido. Algunos de sus libros aún se conservan, con numerosas anotaciones marginales de su propia mano2.

Su conocimiento era de carácter enciclopédico, algo común en una época en que los eruditos debatían sobre «todo lo cognoscible». Aunque su mente era más receptiva que productiva, supo aplicar eficazmente sus estudios, como demostró en el Concilio de Florencia, donde su dominio de la teología patrística y escolástica le otorgó un papel prominente en las discusiones con los obispos griegos. Acompañó a Albergati en varias misiones legatarias, incluyendo una a Francia, siempre atento a la búsqueda de libros raros y hermosos2.

El Papa Eugenio IV deseaba contar con un erudito tan brillante, pero Parentucelli se mantuvo leal a su patrón. Tras la muerte de Albergati, fue nombrado su sucesor en la Sede de Bolonia, aunque no pudo tomar posesión debido a la inestabilidad de la ciudad. Esto llevó a que el Papa Eugenio le confiara importantes misiones diplomáticas en Italia y Alemania, las cuales llevó a cabo con tal éxito que fue recompensado con el capelo cardenalicio en diciembre de 14462.

Elección al Papado y Visión

A principios del año siguiente, el 23 de febrero de 1447, murió Eugenio IV. Parentucelli fue elegido Papa en su lugar el 6 de marzo de 1447, adoptando el nombre de Nicolás en honor a Niccolò Albergati2. Con su ascensión al trono papal, se percibió un nuevo espíritu en el papado2,1.

Una vez consolidado en su posición, Nicolás V pudo dedicarse a los objetivos que habían marcado su vida y que lo habían elevado a su cargo. Su visión era transformar Roma en un centro de espléndidos monumentos, un hogar para la literatura y el arte, un baluarte del papado y una digna capital del mundo cristiano2.

Principales Logros y Contribuciones

Restauración y Embellecimiento de Roma

El primer objetivo de Nicolás V fue fortalecer las fortificaciones de Roma y restaurar las iglesias donde se realizaban las estaciones. También se ocupó de la limpieza y pavimentación de las calles. Roma, que en la antigüedad fue famosa por sus acueductos, dependía en gran medida del Tíber, pozos y cisternas para su suministro de agua. Nicolás V restauró el «Aqua Virgo», conocido hoy como «Acqua Trevi», que sigue siendo muy valorado por los romanos2.

Sin embargo, las obras en las que puso especial empeño fueron la reconstrucción de la Ciudad Leonina, el Vaticano y la Basílica de San Pedro2. Aunque fue criticado por demoler parte de la antigua Basílica de San Pedro para construir una nueva, defendió su acción argumentando que los edificios estaban al borde del colapso. Sus ambiciosos diseños para la gloria de Roma y su gobierno indulgente no lograron sofocar por completo el espíritu de rebelión en sus súbditos2.

Fundación de la Biblioteca Vaticana

La fundación de la Biblioteca Vaticana es considerada la gloria suprema de su pontificado2,3,4. Nicolás V, un Papa humanista, fue el verdadero fundador de la Vaticana, que puede considerarse la cuarta biblioteca papal3,5,6. Coleccionó activamente libros y manuscritos, especialmente griegos, superando a todas las demás bibliotecas de su tiempo en número y valor2,3,4. Sus agentes buscaron manuscritos preciosos en monasterios y palacios de toda Europa, rescatándolos de propietarios ignorantes y albergándolos suntuosamente en el Vaticano2. De esta manera, acumuló cinco mil volúmenes con un costo superior a los cuarenta mil escudos2.

Se dice que su mayor alegría era pasear por su biblioteca, organizar los libros, hojear sus páginas, admirar las hermosas encuadernaciones y contemplar sus propios escudos estampados en aquellos que le habían sido dedicados2. Fomentó especialmente las traducciones del griego, con resultados significativos4.

Patrocinio de las Artes y las Letras

Nicolás V fue un ardiente adherente de la escuela del Renacimiento y un patrono del arte en todas sus ramas, pero fue la literatura la que recibió sus mayores favores2. Su amor de toda la vida por los libros y su deleite en la compañía de los eruditos pudieron ser plenamente satisfechos durante su papado2. A diferencia de sus predecesores inmediatos, que veían con recelo a los humanistas, Nicolás V los recibió en el Vaticano como amigos2.

Su entusiasmo por el Nuevo Aprendizaje lo llevó a pasar por alto algunas irregularidades morales u opiniones de los humanistas2. Por ejemplo, aceptó la dedicatoria de una obra de Poggio que atacaba a Eugenio IV como hipócrita, y nombró a Valla, a quien se ha llamado el «Voltaire del Renacimiento», notario apostólico2. A pesar de las exigencias económicas de sus proyectos de construcción, siempre fue generoso con los eruditos meritorios2. Estableció una vasta institución en el Vaticano para traducir los clásicos griegos, con el fin de que todos pudieran familiarizarse con el contenido de estas obras maestras2.

En particular, la historia le debe mucho, ya que introdujo en Europa occidental dos grandes modelos de composición histórica, las obras de Heródoto y Tucídides, y también dio a conocer la «grácil y lúcida simplicidad de Jenofonte y el sensato sentido común de Polibio»2.

Esfuerzos Diplomáticos y Eclesiásticos

Nicolás V también se dedicó a la consolidación de la autoridad papal y la reforma eclesiástica1. Mediante el Concordato de Viena (1448), aseguró el reconocimiento de los derechos papales en relación con los obispados y beneficios2. Logró la sumisión del último antipapa, Félix V, y la disolución del Sínodo de Basilea (1449)2.

En 1450, proclamó un Jubileo, que simbolizó el cese del cisma y la restauración de la autoridad papal2. Grandes multitudes acudieron a Roma, pero la peste causó estragos entre los peregrinos. Nicolás V se refugió en castillos para evitar la infección, regresando a Roma una vez que la epidemia disminuyó2. Durante este Jubileo, grandes sumas de dinero ingresaron a las arcas de la Iglesia, lo que le permitió financiar sus proyectos artísticos y educativos, así como apoyar a los pobres2.

Tras el Jubileo, Nicolás V envió legados a diferentes países para reafirmar su autoridad y promover la reforma de abusos. El Cardenal D’Estouteville fue enviado a Francia, el Cardenal Nicolás de Cusa a Alemania del Norte e Inglaterra (aunque nunca llegó a Inglaterra), y el heroico franciscano San Juan Capistrano a Alemania del Sur2. Celebraron sínodos provinciales y asambleas del clero regular, donde se emitieron decretos saludables. Nicolás de Cusa y San Juan predicaron incansablemente, logrando conversiones notables entre el clero y el laicado. Sus esfuerzos, si bien no destruyeron los gérmenes de la revuelta protestante, «ciertamente pospusieron el mal por un tiempo y estrecharon la esfera de su influencia»2.

La restaurada autoridad de la Santa Sede se manifestó también con la coronación de Federico III como Soberano del Sacro Imperio Romano Germánico en 1452, el primer Habsburgo en recibir esa dignidad y el último emperador coronado en Roma2.

La Caída de Constantinopla

A pesar de sus esfuerzos por la unión con la Iglesia Ortodoxa Oriental, los resultados fueron limitados1. La sumisión de los obispos griegos en el Concilio de Florencia no había sido sincera, y muchos la rechazaron abiertamente a su regreso a Constantinopla2. El emperador Constantino XII imploró la ayuda del Papa ante el avance de los turcos, pero Nicolás V le recordó las promesas de Florencia2.

Sin embargo, el temor de que los turcos atacaran Italia si conquistaban Constantinopla lo impulsó a actuar. En mayo de 1452, el Cardenal Isidoro fue enviado como legado a Constantinopla, y el 12 de diciembre de 1452 se celebró una función solemne en honor a la unión2. A pesar de esto, la ayuda occidental fue insuficiente. Una fuerza de diez galeras papales y varios buques de Nápoles, Génova y Venecia zarparon hacia el Este, pero antes de llegar a su destino, la ciudad imperial cayó y el emperador Constantino murió el 29 de mayo de 14532.

Tras la caída de Constantinopla, Nicolás V actuó con rapidez, emitiendo una Bula de Cruzada para toda la Cristiandad, ofreciendo incentivos espirituales y temporales a quienes participaran. Exhortó a los príncipes a dejar a un lado sus diferencias y unirse contra el enemigo común. Sin embargo, los días de la caballería habían terminado, y la mayoría de las naciones ignoraron el llamado, mientras que algunas, como Génova y Venecia, incluso buscaron la amistad de los infieles2.

Desafíos y Últimos Años

El pontificado de Nicolás V también estuvo marcado por ansiedades internas. Stefano Porcaro, un erudito y político que había gozado del favor de Papas anteriores, intentó varias veces establecer una república en Roma. Nicolás V lo perdonó y le concedió una pensión en dos ocasiones, reacio a sacrificar a un hombre tan culto. Finalmente, Porcaro fue capturado en vísperas de un tercer complot y condenado a muerte en enero de 14532. Este evento sumió al pontífice en una profunda tristeza2.

La melancolía de Nicolás V se acentuó al darse cuenta de que sus advertencias sobre la amenaza turca habían sido desoídas. Aquejado de gota, fiebre y otras dolencias, sintió que su fin se acercaba. Convocó a los cardenales a su alrededor y pronunció un célebre discurso en el que expuso los objetivos por los que había trabajado y enumeró con orgullo sus logros2.

Murió la noche entre el 24 y el 25 de marzo de 1455, y fue sepultado en San Pedro junto a Eugenio IV2. Su espléndida tumba fue desmantelada por Pablo V y trasladada a la cripta, donde aún se pueden ver algunas partes. Su epitafio, el último que conmemoró a un Papa, fue escrito por Eneas Silvio, quien más tarde sería el Papa Pío II2.

Personalidad y Legado

Nicolás V era de baja estatura y constitución débil. Sus rasgos eran nítidos, su tez pálida y sus ojos oscuros y penetrantes. Era de disposición vivaz e impetuosa. Más un erudito que un hombre de acción, subestimaba las dificultades y se impacientaba cuando no era comprendido u obedecido de inmediato. Al mismo tiempo, era complaciente y alegre, y concedía audiencias a sus súbditos con facilidad2.

Era un hombre de sincera piedad, de hábitos sencillos y templados, y estaba completamente libre del nepotismo. Ejercía gran cuidado en la elección de los cardenales2. Sus elevados objetivos, sus gustos académicos y artísticos, y su noble generosidad «forman una de las páginas más brillantes en la historia de los papas»2.

Su legado perdura principalmente en la fundación de la Biblioteca Vaticana y en el impulso que dio al Humanismo y al Renacimiento en Roma, sentando las bases para el esplendor cultural y arquitectónico que caracterizaría a la Ciudad Eterna en los siglos siguientes1.

Citas

  1. Papa #208: Nicolás V, Magisterium AI. Breve historia de los Papas de la Iglesia católica, §Papa 208: Nicolás V (2024). 2 3 4 5 6

  2. Papa Nicolás V, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Nicolás V. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45 46

  3. San Geroncio, obispo de Cervia (501 d.C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 266. 2 3

  4. Humanismo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Humanismo. 2 3

  5. El Palacio Vaticano, como instituto científico, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §El Palacio Vaticano, como Instituto Científico.

  6. Papa Pablo VI. Con ocasión del 5.º centenario de la Biblioteca Apostólica Vaticana (20 de junio de 1975) - Discurso (1975).