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Cruz

Papa Urbano II

Papa Urbano II
Paris, BNF lat. 17716, Miscellanea secundum usum ordinis Cluniacensis, fol. 91r. Un primer plano de Papa Urbano II. Dominio Público.

El beato Urbano II, nacido Odón de Châtillon (también conocido como Otho o Eudes de Lagery), fue el 159º Papa de la Iglesia Católica, cuyo pontificado abarcó desde el 12 de marzo de 1088 hasta el 29 de julio de 10991,2,3. Es ampliamente reconocido por haber iniciado la Primera Cruzada, un evento trascendental que moldeó profundamente la Iglesia medieval y la sociedad europea1. Su papado estuvo marcado por su compromiso con las reformas gregorianas, la consolidación de la autoridad papal y sus esfuerzos por unificar a los estados cristianos frente a la amenaza selyúcida en Oriente1,2.

Tabla de contenido

Primeros Años y Formación

Odón de Châtillon nació alrededor de 1042 en una familia de caballeros en Châtillon-sur-Marne, en la provincia de Champaña2. Realizó sus estudios en la escuela de Reims bajo la tutela de San Bruno, el futuro fundador de los cartujos, quien posiblemente influyó en su vocación por la vida religiosa3. Tras ser canónigo y archidiácono de Reims, Odón se retiró al monasterio de Cluny, donde profesó como monje. Posteriormente, llegó a ser prior de la casa2,3.

En 1078, San Hugo de Cluny lo envió a Roma a petición del Papa Gregorio VII, quien buscaba monjes para asistirle en la difícil tarea de reformar la Iglesia2. Odón se convirtió en cardenal obispo de Ostia y fue uno de los principales consejeros de Gregorio VII2,3. Durante los años 1082 a 1085, sirvió como legado papal en Francia y Alemania, y fue encarcelado brevemente por el emperador Enrique IV en 10832. En Sajonia (1084-1085), designó obispos leales a Gregorio VII y depuso a aquellos condenados por el Papa2. También presidió un sínodo en Quedlinburg, donde excomulgó al antipapa Guiberto de Rávena y a sus seguidores2.

Elección al Papado y Primeros Desafíos

Tras la muerte del Papa Víctor III, quien había sugerido a Odón como su sucesor, este fue elegido Papa por aclamación el 12 de marzo de 1088 en Terracina, tomando el nombre de Urbano II2,3. Al asumir el pontificado, Urbano II manifestó su intención de seguir de cerca los pasos de Gregorio VII en la reforma de la Iglesia3.

Sin embargo, su papado no estuvo exento de dificultades. Roma estaba bajo el control del antipapa Guiberto («Clemente III»), y Urbano II no pudo entrar en la ciudad hasta noviembre de 1088, requiriendo fuerza militar para tomar posesión de la Basílica de San Pedro3. Poco después, el emperador Enrique IV invadió Italia, obligando a Urbano a abandonar Roma, y el antipapa fue nuevamente recibido por los ciudadanos3. Urbano II se retiró al sur de Italia, donde se dedicó a mejorar la disciplina eclesiástica local y a buscar la paz de la Iglesia3. A finales de 1093, pudo regresar a Roma, aunque los seguidores de Guiberto aún controlaban el Castillo de Sant’Angelo3. El Papa se encontró en una situación de extrema pobreza y endeudamiento, siendo ayudado por la generosidad de abades franceses como Godofredo de Vendôme3.

El Concilio de Clermont y la Primera Cruzada

Uno de los momentos más decisivos del pontificado de Urbano II fue el Concilio de Clermont en noviembre de 10951,2,3,4. En este concilio, convocado en Auvernia (Francia), se reunieron trece arzobispos, doscientos veinticinco obispos y más de noventa abades, junto con una multitud de nobles y caballeros2,4.

Contexto y Motivaciones

El emperador bizantino Alejo I Comneno había enviado una embajada al Papa solicitando ayuda contra los turcos selyúcidas, quienes representaban una grave amenaza para el Imperio de Constantinopla y habían capturado Jerusalén2,3,5. Urbano II ya había abordado el tema en un sínodo en Piacenza a principios de 10953. En Clermont, el Papa expuso la difícil situación de los cristianos en Tierra Santa, describiendo la profanación de los lugares sagrados, la opresión de los cristianos y la violencia sufrida por mujeres5. Hizo un llamado elocuente a la caballería cristiana para que dejara de luchar entre sí y dirigiera sus armas contra los enemigos de la fe2,5.

El Llamado a las Armas

El discurso de Urbano II en Clermont fue un potente llamado a la acción1,2. Él instó a los cristianos a recuperar la Tierra Santa del control musulmán, prometiendo una indulgencia plenaria a todos aquellos que emprendieran el viaje pro sola devotione (por pura devoción)2. La respuesta de la multitud fue abrumadora, con gritos de «Deus lo volt!» (¡Dios lo quiere!)2,6. El Papa nombró a Ademar, obispo de Le Puy, como su legado y líder espiritual de la cruzada2.

Durante los siguientes nueve meses, Urbano II viajó por Francia, predicando la cruzada y enviando cartas a obispos y predicadores por toda Europa para fomentar el entusiasmo2,6. La respuesta fue masiva: «El galés dejó su caza, el escocés su camaradería con los piojos, el danés sus compañeros de bebida, el noruego su pescado crudo. Las tierras fueron abandonadas por sus labradores, las casas por quienes las habitaban; incluso ciudades enteras estaban en movimiento»6.

Consecuencias de la Cruzada

La Primera Cruzada culminó con la toma de Jerusalén el 15 de julio de 1099, solo dos semanas antes de la muerte de Urbano II, quien no llegó a conocer la noticia2,6. Si bien la cruzada inicial fue un éxito militar en la toma de Jerusalén, también tuvo aspectos negativos, como masacres de judíos y musulmanes, y la reputación de los cruzados se vio afectada por bandas indisciplinadas que saquearon y asesinaron en su camino6.

Otros Aspectos del Pontificado

Además de la Cruzada, Urbano II continuó la labor de reforma de sus predecesores, reiterando los decretos gregorianos contra la simonía, la investidura laica y el matrimonio clerical1,2,3.

Relaciones con los Reyes y Emperadores

Urbano II tuvo que lidiar con la excomunión del rey Felipe I de Francia por adulterio, una sentencia que confirmó en varios sínodos2,6. También fortaleció su amistad con los normandos, nombrando al conde Roger como legado papal en Sicilia2,6. Su relación con el emperador Enrique IV y el antipapa Guiberto fue tensa, pero el poder de Enrique disminuyó, y finalmente, la facción del antipapa en Sant’Angelo se rindió, permitiendo a Urbano ocupar Roma en paz2,6,3.

Esfuerzos por la Unidad de la Iglesia

En octubre de 1098, el Papa celebró un concilio en Bari con el objetivo de reconciliar a griegos y latinos en la cuestión del Filioque2,6. Ciento ochenta obispos asistieron, incluyendo a San Anselmo de Canterbury, quien defendió la enseñanza católica sobre la procesión del Espíritu Santo2,6.

Muerte y Legado

Urbano II regresó a Roma por última vez a finales de noviembre de 10982. Celebró su último concilio en abril de 1099, donde una vez más exhortó a la participación en las Cruzadas2. Falleció el 29 de julio de 1099 en la casa de Pierleone, donde a menudo había encontrado refugio2,1. Sus restos fueron sepultados en la cripta de San Pedro, cerca de la tumba de Adriano I2.

Desde su muerte, hubo un culto a Urbano II, y se le representa con un nimbo cuadrado en el oratorio de Calixto II en el Palacio de Letrán, con la inscripción «sanctus Urbanus secundus»2. La beatificación formal de Urbano II no tuvo lugar hasta el pontificado de León XIII, el 14 de julio de 18812. Su legado más duradero es la iniciación de la Primera Cruzada, que, a pesar de sus complejidades y consecuencias mixtas, marcó un punto de inflexión en la historia de la Iglesia y de Europa1,6.

Citas

  1. Papa #159: Beato Urbano II, Magisterium AI. Breve historia de los Papas de la Iglesia católica, §Papa 159: Beato Urbano II (2024). 2 3 4 5 6 7 8

  2. Papa Beato Urbano II, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Beato Urbano II. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32

  3. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 214. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

  4. Cruzadas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cruzadas. 2

  5. orationes in concilio claromontano habitae de expeditione hierosolymitana, Papa Urbano II. Sermones (Papa Urbano II), § III.VIII. 2 3

  6. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 215. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11