Papa Urbano V

El Beato Urbano V, cuyo nombre de nacimiento fue Guillaume de Grimoard, fue el ducentésimo Papa de la Iglesia Católica, reinando desde el 28 de septiembre de 1362 hasta el 19 de diciembre de 13701. Su pontificado se caracterizó por sus decididos esfuerzos por restaurar la sede papal en Roma, tras el prolongado período del Papado de Aviñón, y por su compromiso con la reforma del clero y la administración eclesiástica en un tiempo de gran inestabilidad política1,2. Urbano V se distinguió por su piedad personal, su amor por el estudio y su incansable labor en pro de la paz europea y la revitalización de la disciplina eclesiástica. Aunque su intento de regresar permanentemente a Roma fue finalmente abortado, sentó las bases para futuros pontífices y dejó un legado de integridad y dedicación que fue reconocido con su beatificación en 18703,4,1.
Tabla de contenido
Primeros Años y Formación
Guillaume de Grimoard nació en Grisac, Languedoc, en 1310, en el seno de una familia noble4,2. Su madre era hermana de San Elzear de Sabran2. Recibió su educación en las universidades de Montpellier y Toulouse4,2. Se hizo monje benedictino, profesando en la Abadía de San Víctor en Marsella, donde desarrolló un profundo amor por la Orden de San Benito y mantuvo el hábito incluso como Papa4. Fue ordenado sacerdote en Chirac4.
Continuó sus estudios de teología y derecho canónico en las universidades de Toulouse, Montpellier, París y Aviñón, obteniendo su doctorado en 13424,2. Se destacó como uno de los canonistas más importantes de su época, ejerciendo como profesor de derecho canónico en Montpellier y enseñando también en Toulouse, París y Aviñón4. Antes de su elección al papado, sirvió como vicario general en las diócesis de Clermont y Uzès, fue afiliado a Cluny, y se convirtió en prior de Notre-Dame du Pré4. En 1352, Clemente VI lo nombró abad de la Abadía de San Germán en Auxerre4,2.
Carrera Diplomática y Elección al Papado
La carrera diplomática de Guillaume de Grimoard comenzó en 13524. Durante la residencia de los papas en Aviñón, fue constantemente llamado por el Papa Inocencio VI para llevar a cabo importantes misiones diplomáticas2. Entre sus primeros encargos, negoció con Giovanni Visconti, el arzobispo y déspota de Milán, misión que cumplió con éxito4. También fue empleado en asuntos de la Santa Sede en Italia en 1354 y 13604. En 1361, Inocencio VI lo nombró abad de San Víctor en Marsella y lo envió a Nápoles como legado ante la Reina Juana4,2.
Fue mientras estaba en esta misión en Italia que Guillaume de Grimoard se enteró de su elección al papado4. Inocencio VI había fallecido el 12 de septiembre de 13624. La elección de un no-cardenal fue el resultado de las rivalidades dentro del Colegio Cardenalicio, que hacían casi imposible la elección de uno de sus propios miembros4. Guillaume de Grimoard fue elegido por su virtud, erudición y habilidad en asuntos de gobierno y diplomacia4.
Llegó a Marsella el 28 de octubre, entró en Aviñón tres días después y fue consagrado el 6 de noviembre de 13624. Adoptó el nombre de Urbano, explicando que «todos los papas que habían llevado ese nombre habían sido santos»4,2. Su elección fue recibida con satisfacción general, y Petrarca, el famoso poeta, escribió al Papa: «Solo Dios te ha elegido»4.
Pontificado en Aviñón y Retorno a Roma
El pontificado de Urbano V estuvo marcado por sus incansables esfuerzos en la reforma de la Iglesia y la búsqueda de la paz en Europa4.
Reformas y Disciplina Eclesiástica
Urbano V fue un firme defensor de la pureza y el desinterés en la vida de la Iglesia4. Trabajó arduamente por la reforma del clero, empezando por su propia corte, donde la venalidad de los funcionarios era notoria3. Fomentó la disciplina eclesiástica y la celebración de numerosos concilios provinciales4. Se negó a conceder cargos o dinero a sus propios parientes, e incluso hizo que su padre devolviera una pensión que le había otorgado el rey francés4. Su hermano, a quien promovió al cardenalato, fue universalmente reconocido como digno de tal dignidad4. La vida privada del Papa era la de un monje, y siempre fue accesible a quienes buscaban su ayuda4.
También se preocupó por la educación, apoyando a muchas universidades existentes, como Oxford, y fomentando la fundación de nuevas, como las de Cracovia y Viena3. Encomendó a los dominicos de Toulouse la custodia de las reliquias de Santo Tomás de Aquino e instruyó a la universidad de esa ciudad a seguir la enseñanza del beato Tomás como «verdadera y católica, y promoverla con el máximo de su poder»3.
Intentos de Pacificación y Cruzada
Urbano V persiguió activamente la paz en Europa, especialmente en Italia y Francia, que estaban asoladas por las «Compañías Libres» de mercenarios4. Hizo muchos esfuerzos para lograr su dispersión o partida, y aunque sus excomuniones fueron ignoradas, continuó buscando soluciones4.
También mostró gran celo por la Cruzada4. En 1363, el Rey Pedro de Lusignan de Chipre y titular de Jerusalén, acudió a Aviñón en busca de ayuda contra los turcos4. Urbano V predicó la Cruzada y entregó la cruz a los reyes de Francia, Dinamarca y Chipre4. Aunque el espíritu cruzado estaba decayendo en Europa, el Rey de Chipre logró capturar Alejandría en 1365, si bien no pudo mantener la ciudad4.
El Regreso a Roma
El evento más significativo de su pontificado fue su intento, aunque abortado, de restaurar el papado en Roma2. En 1366, ignorando la oposición del rey francés y de los cardenales franceses, informó al emperador de su intención de regresar a la Ciudad Eterna2. En abril del año siguiente, partió2. En Corneto, fue recibido por una multitud de enviados eclesiásticos y laicos, una embajada romana con las llaves de Sant’Angelo, y el Beato Juan Colombini y sus Gesuati2.
Cuatro meses después, en 1367, entró en Roma en un acto solemne, siendo el primer Papa en la ciudad en más de medio siglo1,2. Al contemplar el estado de la ciudad, se dice que lloró2. Las grandes iglesias, incluyendo Letrán, San Pedro y San Pablo, estaban casi en ruinas, y Urbano V se dedicó de inmediato a restaurarlas y a hacer habitables las residencias papales3. Se tomaron medidas para revivir la disciplina del clero y el fervor del pueblo, se encontró trabajo para todos y se distribuyó alimento a los indigentes3.
Durante su estancia en Roma, estableció una nueva alianza entre el imperio y la Iglesia con el Emperador Carlos IV3. También recibió al Emperador de Oriente, Juan V Paleólogo, quien buscaba ayuda contra los turcos3. Sin embargo, la posición de Urbano en Italia era precaria, y la muerte del Cardenal Albornoz, quien había hecho posible su regreso, fue una gran pérdida4. La inestabilidad de las ciudades, como la revuelta de Perugia, y el descontento de su corte francesa, lo llevaron a considerar regresar a Francia3,4.
A pesar de las súplicas de los romanos, los ruegos de Petrarca y la advertencia de Santa Brígida de Suecia de que moriría si abandonaba Italia, Urbano V decidió regresar a Aviñón3,4. En junio de 1370, declaró a los romanos que partía por el bien de la Iglesia y para ayudar a Francia3. El 5 de septiembre, «triste, sufriente y profundamente conmovido», se embarcó en Corneto3,4.
Muerte y Legado
Urbano V falleció el 19 de diciembre de 1370 en Aviñón3,4. Aunque su regreso a Roma fue temporal, su intento sentó un precedente crucial para el fin del Papado de Aviñón1.
Petrarca lamentó su partida, escribiendo que Urbano habría sido «contado entre los hombres más gloriosos si hubiera hecho tender su lecho de muerte ante el altar de San Pedro y allí se hubiera dormido con buena conciencia»3. Sin embargo, un cronista de Maguncia resumió la opinión contemporánea al decir: «Fue una luz del mundo y un camino de verdad; un amante de la justicia, huyendo de la maldad y temiendo a Dios»3.
Urbano V fue un pontífice ejemplar, libre de los vicios de su época3. Su canonización fue solicitada y prometida por el Papa Gregorio XI en 1375, pero los turbulentos tiempos impidieron que se llevara a cabo3,4. No obstante, su culto continuó, y en 1870, el Papa Pío IX confirmó su culto, añadiendo la fiesta del Beato Urbano al calendario de Roma y de varias diócesis francesas3,4,1. Su compromiso con la reforma y la integridad espiritual de la Iglesia durante un período crucial de su historia dejó una huella duradera1.
Citas
Papa #200: Beato Urbano V, Magisterium AI. Breve historia de los Papas de la Iglesia Católica, §Papa 200: Beato Urbano V (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Beato Guillermo de Fenoli (c. 1205 d.C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 589. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 590. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18
Papa Beato Urbano V, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Beato Urbano V. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21 ↩22 ↩23 ↩24 ↩25 ↩26 ↩27 ↩28 ↩29 ↩30 ↩31 ↩32 ↩33 ↩34 ↩35 ↩36 ↩37 ↩38 ↩39