Parábola de la moneda perdida

La Parábola de la Moneda Perdida, registrada en el Evangelio de Lucas (15:8-10)1, es una de las tres parábolas de la misericordia, junto con la Parábola de la Oveja Perdida y la Parábola del Hijo Pródigo, que Jesús utiliza para ilustrar la inmensa alegría de Dios y de los ángeles por el arrepentimiento de un solo pecador2. Esta breve pero profunda narración, protagonizada por una mujer que busca diligentemente una de sus diez monedas de plata (dracmas) perdidas, subraya el valor incalculable de cada alma individual ante los ojos de Dios y la activa y persistente naturaleza de la gracia divina en la búsqueda de aquellos que se han extraviado3,4.
Tabla de contenido
Contexto Bíblico y Propósito
La Parábola de la Moneda Perdida se encuentra en el capítulo 15 del Evangelio de Lucas, insertada directamente después de la Parábola de la Oveja Perdida y antes de la Parábola del Hijo Pródigo2.
La Respuesta a los Murmuradores
El contexto inmediato de estas tres parábolas es crucial para comprender su significado primario. El Evangelio de Lucas señala que los publicanos (recaudadores de impuestos) y los pecadores se acercaban a Jesús para escucharlo. Ante esto, los fariseos y los escribas, a quienes el Papa Pablo VI describe como «los puritanos, los profesionales de la observancia legal y social de aquel tiempo,» murmuraban y reprochaban a Jesús por acoger a los pecadores y comer con ellos2,5.
Jesús, al narrar estas parábolas, no solo defiende su comportamiento, sino que revela la naturaleza del corazón de Dios2. El propósito principal es mostrar que la acogida de los pecadores no es una transgresión, sino el cumplimiento de la voluntad divina6. En la visión de Jesús, como señala el Papa Francisco, no hay almas que estén definitivamente perdidas, sino solo aquellas que deben ser encontradas7.
La Trilogía de la Misericordia
La inclusión de la Parábola de la Moneda Perdida junto a la Oveja Perdida y el Hijo Pródigo forma una trilogía que enfatiza la misericordia de Dios y la alegría por el arrepentimiento8,9.
La Oveja Perdida (Lucas 15:4-7): Se centra en el pastor que deja a las noventa y nueve para buscar a la única que se ha extraviado10.
La Moneda Perdida (Lucas 15:8-10)1: Se enfoca en la mujer que busca con diligencia en su propia casa.
El Hijo Pródigo (Lucas 15:11-32)11: Destaca el amor incondicional del padre que espera y acoge al hijo que regresa3.
El acento en las dos primeras parábolas (la oveja y la moneda) se pone en la alegría incontenible que debe ser compartida con amigos y vecinos9.
Análisis de la Parábola
La Parábola de la Moneda Perdida es una narración sencilla y doméstica:
«¿O qué mujer que tiene diez monedas de plata, si pierde una de ellas, no enciende una lámpara, barre la casa y busca con cuidado hasta que la encuentra? Y cuando la encuentra, llama a sus amigas y vecinas, diciendo: ‘Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que había perdido.’ Así también, les digo, hay gozo en presencia de los ángeles de Dios por un pecador que se arrepiente.» (Lucas 15:8-10, NRSV-CE)1
La Mujer y la Moneda (Dracma)
La protagonista es una mujer que posee diez monedas de plata, o dracmas1. Perder una de ellas representa una pérdida significativa, tanto por su valor monetario como por su posible valor simbólico. Algunos estudios sugieren que estas diez monedas podrían haber formado parte de un ajuar o adorno personal valioso. La mujer, al perder una, no se resigna a la pérdida5.
La mujer, al igual que el pastor de la parábola anterior, representa a Dios en su búsqueda activa y solícita de la persona extraviada7. El Papa Juan Pablo II notó que las mujeres a menudo aparecen en las parábolas de Jesús para ilustrar la verdad sobre el Reino de Dios, y la mujer de esta parábola es un ejemplo de ello12.
La Búsqueda Diligente
La acción de la mujer es de intensa y metódica búsqueda1:
Enciende una lámpara: En las casas palestinas de la época, a menudo oscuras y con pisos de tierra, encender una lámpara era esencial para iluminar los rincones1. San Gregorio de Nisa interpreta que la lámpara simboliza la razón (nuestro raciocinio) que ilumina los principios ocultos4.
Barre la casa: Barrer sugiere la eliminación de la suciedad y los escombros1. San Gregorio de Nisa entiende que la «casa» es el propio interior (uno mismo), y la «suciedad» que se barre son las impurezas de la carne, que deben ser purgadas por una vida cuidadosa para revelar el objeto de la búsqueda4.
Busca con cuidado hasta que la encuentra: La búsqueda es persistente y no cesa hasta que se logra el objetivo1,5.
El Significado Teológico de la Moneda
La moneda, o dracma, representa al pecador, al alma que se ha perdido. Los Padres de la Iglesia han ofrecido interpretaciones ricas sobre lo que simboliza la moneda:
La Imagen del Rey: San Gregorio de Nisa interpreta que la moneda alude a la imagen de nuestro Rey (Dios), que no está perdida sin esperanza, sino «oculta bajo la suciedad»4. Esta imagen se refiere a la dignidad humana, el sello que el Creador ha impreso en el corazón de cada persona4.
El Valor Incalculable del Alma: La dracma perdida, al igual que la oveja, representa a una persona que ha perdido la comunión con Dios a causa del pecado, pero cuyo valor intrínseco permanece13. El amor de Dios se concentra totalmente en la humanidad y la dignidad de la persona perdida, y su búsqueda tiene como objetivo «restaurarla a su valor»3.
La Alegría de la Recuperación
El clímax de la parábola es la alegría que sigue al hallazgo. La mujer, al encontrar la moneda, llama a sus amigas y vecinas para compartir su felicidad: «¡Alégrense conmigo, porque he encontrado la moneda que había perdido!»1.
La Alegría de Dios y los Ángeles
Jesús concluye la parábola con la enseñanza central: «Así también, les digo, hay gozo en presencia de los ángeles de Dios sobre un pecador que se arrepiente»1.
Esta alegría celestial es un tema recurrente en las parábolas de la misericordia8.
Gozo en el Cielo: Dios, el Padre misericordioso, se regocija más por el pecador arrepentido que por los noventa y nueve justos que no necesitan arrepentimiento8,2.
La Fiesta de la Misericordia: El regocijo es tan grande que debe ser compartido9. San Agustín de Hipona reflexiona sobre el motivo de esta alegría intensa: Dios se regocija más por la salvación de un alma desesperada y liberada de un gran peligro, que si siempre hubiera habido esperanza o el peligro hubiera sido menor8.
La Misión de Jesús: Esta parábola confirma la misión de Jesús: Él vino «a buscar y a salvar lo que se había perdido»14. La búsqueda de Dios es incansable y se extiende hasta el último momento, pues para Él «nadie está definitivamente perdido»7,15.
Aplicación a la Vida Cristiana
La Parábola de la Moneda Perdida ofrece varias lecciones fundamentales para la fe y la práctica católica:
Conversión y Arrepentimiento
La parábola es una poderosa invitación a la conversión16. La mujer que busca la moneda es una imagen de la gracia de Dios que busca al pecador para devolverlo a la comunión13. El gozo en el cielo está condicionado al arrepentimiento del pecador1. La vida cristiana es un proceso continuo de conversión, y la Iglesia reitera la necesidad de orar para que nadie se pierda15.
El Celibato Apostólico
El Papa Francisco utiliza las parábolas de Lucas 15 (la oveja, la moneda, el hijo) como guía para el celo apostólico17. La mujer de la parábola, al igual que el pastor, representa la actitud que debe tener la comunidad cristiana:
Ir en busca: No basta con quedarse en el redil; los cristianos están llamados a «salir» y a tener el «celo misionero» que lleva al encuentro con los demás7.
Nostalgia por los que se han ido: El corazón pastoral no siente ira o resentimiento por quienes se han alejado de la fe, sino «pura nostalgia» y anhelo17.
La Búsqueda Interior
San Gregorio de Nisa ofrece una interpretación ascética, enfocando la parábola en la búsqueda interior4. La dracma perdida es la imagen de Dios dentro de la propia alma, oculta por las impurezas del pecado. La mujer que enciende la lámpara y barre su casa es el alma que, mediante el uso de la razón (la lámpara) y la purificación de la vida (barrer la casa), busca restaurar la imagen divina en sí misma4. Cuando esta imagen se revela en todo su esplendor, todas las facultades del alma—la razón, el afecto, la voluntad—se unen a la alegría divina, mirando hacia «lo Bello y lo Bueno» y obrando para la gloria de Dios4.
En resumen, la Parábola de la Moneda Perdida es una manifestación clara de la esencia de la misericordia divina: la diligencia de Dios en la búsqueda de lo que se ha perdido, el valor infinito que otorga a cada alma humana, y la efusiva alegría que se desborda en el cielo cuando un pecador se arrepiente y es «restaurado a su valor»3.
Citas
La santa Biblia, La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Lucas 15:8-10 (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Lucas 15. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
B6. Particular concentración en la dignidad humana, Papa Juan Pablo II. Dives in Misericordia, § 6 (1980). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Capítulo 12, Gregorio de Nisa. Sobre la Virginidad, §Capítulo 12 (370). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Pittoresche incantevoli parabole, Papa Pablo VI. 23 de junio de 1968: Misa en la Basílica Vaticana (1968). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico a América: Concelebración Eucarística en el Trans World Dome, San Luis (27 de enero de 1999), § 2 (1999). ↩
B17. La oveja perdida (cf. Lc 15, 1-7), Papa Francisco. Audiencia General del 4 de mayo de 2016: 17. La oveja perdida (cf. Lc 15, 1-7) (2016). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Capítulo 3. Que Dios y los ángeles se regocijan más por el retorno de un pecador que por muchas personas justas, Agustín de Hipona. Las Confesiones - Libro 8, § 6 (400). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Dicasterio para las Causas de los Santos. Władysław Bukowiński: Ángelus (2016). ↩ ↩2 ↩3
La santa Biblia, La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 18:12-14 (1993). ↩
Sección segunda los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1439. ↩
V Jesucristo - Las mujeres en el Evangelio, Papa Juan Pablo II. Mulieris Dignitatem, § 13 (1988). ↩
Sección segunda los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1489. ↩ ↩2
Parte cuatro - Leyendo el Nuevo Testamento, Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura, § 56 (2005). ↩
Sección segunda i. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1058. ↩ ↩2
Que la esperanza de perdón no debe negarse a los caídos, Cipriano de Cartago. Contra Novaciano, § 15 (258). ↩
Catequesis. La pasión por la evangelización: El celo apostólico del creyente. 2. Jesús, modelo de evangelización, Papa Francisco. Audiencia General del 18 de enero de 2023 - Catequesis. La pasión por la evangelización: El celo apostólico del creyente. 2. Jesús, modelo de evangelización (2023). ↩ ↩2