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Parábola de los obreros de la viña

La Parábola de los obreros de la viña, narrada por Jesús en el Evangelio de Mateo (Mt 20:1-16)1, es una de las enseñanzas más profundas y provocadoras sobre la naturaleza del Reino de Dios. Esta parábola desafía la lógica humana de la justicia contractual al ilustrar la generosidad inmerecida y soberana de Dios, quien, como el dueño de la viña, otorga la misma recompensa (el don de la vida eterna o el Reino de Dios) a aquellos que han trabajado todo el día y a quienes han sido llamados en la «última hora»2,3. La lección central no es sobre el salario justo medido por el esfuerzo, sino sobre el don de Sí mismo que Dios ofrece a todos los que responden a su llamado, sin establecer clasificaciones basadas en el mérito o la cantidad de trabajo4,2. Este principio de gratuidad divina, que supera cualquier concepción jurídica o lógica humana, es fundamental para comprender la economía de la salvación5,6.

Tabla de contenido

La Narrativa Evangélica (Mateo 20:1-16)

La parábola comienza con la frase: «El reino de los cielos es semejante a un propietario que salió muy de mañana a contratar obreros para su viña»1. El dueño de la viña (que representa a Dios Padre2,7), contrata obreros en diferentes momentos del día:

A todos los llamados después de la primera hora, el dueño les promete darles «lo que sea justo»1. Al caer la tarde, el dueño ordena a su administrador que pague a los obreros, comenzando por los últimos y terminando con los primeros1. Para asombro de los primeros, todos reciben la misma paga: un denario1.

Los obreros contratados a primera hora se sintieron decepcionados y murmuraron contra el dueño, argumentando que los últimos habían trabajado solo una hora, mientras ellos habían soportado «la carga del día y el calor ardiente»1. El dueño responde al quejoso recordándole el acuerdo original («Amigo, no te hago ninguna injusticia; ¿no has convenido conmigo en un denario?») y defendiendo su derecho a ser generoso: «¿No me es lícito hacer lo que quiero con lo mío? ¿O tienes envidia porque yo soy bueno [generoso]?»1,3. La parábola concluye con la sentencia: «Así, los últimos serán primeros, y los primeros, últimos»1.

Interpretación Teológica Católica

La Parábola de los obreros de la viña es fundamentalmente una enseñanza sobre la naturaleza del Reino de Dios, la gracia y la salvación, que opera según una lógica divina distinta a la justicia humana3,6,9.

El Reino de Dios y la Gratuidad

El Reino de Dios es la viña10. Jesús utiliza esta imagen de la vida cotidiana para elevar las mentes y los corazones de sus oyentes a una realidad espiritual10,3.

La recompensa o salario en el Reino de Dios no es un pago medido en términos materiales o de cantidad de trabajo, sino Dios mismo4. La salvación es un don inmerecido (gratuidad) de Dios, quien se da a Sí mismo como el «supremo regalo» a todo aquel que participa de la vida divina a través de la gracia santificante4,5.

La parábola subraya que la justicia de Dios es la generosidad3. Para el dueño de la viña (Dios), lo justo es que cada persona tenga lo que necesita para vivir2. Él mira no solo el mérito, sino también la necesidad y la dignidad de cada persona2.

El Llamado de Dios en la «Última Hora»

El dueño de la viña que sale repetidamente a buscar obreros, incluso a las cinco de la tarde (la hora undécima), es una imagen de Dios nuestro Padre, que incansablemente busca a quienes vienen a Él2. El hecho de que contrate obreros para la última hora, cuando ya no había razón para hacerlo, demuestra su deseo de dar valor a la vida de cada uno de nosotros2. Incluso cuando parece que podemos hacer poco en la vida, siempre es valioso, porque Dios ama nuestra vida y siempre hay posibilidad de encontrarle sentido2.

Los obreros de la hora undécima representan a aquellos que responden al llamado de Dios tardíamente:

La Envidia y la Percepción Humana de la Justicia

La protesta de los primeros obreros revela una mentalidad que mide la recompensa según la cantidad de trabajo realizado3. Su decepción surge porque no pueden ver la belleza del gesto del dueño, que fue generoso, no injusto2.

El dueño confronta esta actitud preguntando: «¿O tienes envidia porque yo soy generoso?»1. Este pasaje aborda la tentación humana de la envidia y el deseo de establecer clasificaciones o rangos de mérito ante Dios2. La justicia humana se mide por las cosas (el salario justo por el trabajo); la justicia del Reino se mide por el don de sí mismo3.

La parábola es una respuesta a aquellos, como los fariseos o los pelagianos, que exigen la vida eterna como una recompensa debida a sus obras y que murmuran cuando los «pecadores» o los menos dignos son aceptados11.

Aplicación a la Vida Cristiana

La parábola tiene implicaciones directas para la vocación, la caridad y la humildad del cristiano.

El Llamado a No Demorar la Respuesta

Aunque la parábola enfatiza la generosidad de Dios hacia los que llegan tarde, no debe interpretarse como una invitación a la pereza o a posponer la conversión. San Agustín, al responder a la duda: «¿Por qué empezar a trabajar inmediatamente? Si la paga es la misma, ¿por qué trabajar más?», advierte:

«¿Por qué pospones a Aquel que te llama, siendo cierto de la recompensa, pero incierto del día? Ten cuidado, no sea que por la demora te quites lo que Él te dará por promesa»2.

El cristiano está llamado a responder con entusiasmo al Señor que llama a trabajar en su viña sin demorar2. El don de la vida de una persona no puede valorarse simplemente en términos del número de horas pasadas en una viña terrenal; la única medida que se aplica es la medida del amor, y la medida del amor, como dice San Bernardo, es amar sin medida4.

Humildad y Servicio

La enseñanza de la parábola se alinea con el principio de humildad en el servicio. Aquellos que sirven deben reconocer que ser capaces de ayudar a otros no es un mérito o un logro propio, sino una gracia12. El siervo debe apropiarse de las palabras de Cristo: «Somos siervos inútiles» (Lc 17:10)12.

La parábola nos enseña a evitar la actitud del fariseo, que se autojustifica y está bajo la ilusión de que puede observar la ley sin la ayuda de la gracia13. Por el contrario, nos invita a la actitud del publicano, que confiesa su indignidad ante la santidad infinita de Dios y su necesidad de redención13.

La Inversión de Valores: «Los últimos serán primeros»

La conclusión de la parábola, «los últimos serán primeros, y los primeros serán últimos»1, es una máxima que resume la lógica paradójica del Evangelio3. Este principio implica una inversión de los juicios del mundo9 y establece un estándar de medición que pertenece al Reino de los Cielos4.

El significado de esta inversión es que, cuando se trata de la salvación, Dios no establece clasificaciones; Él se da por completo a aquellos que abren sus corazones a Él2. La medida del amor y la generosidad divina hace posible que aquellos que son considerados «últimos» (los marginados, los que se convierten tarde, los que no tienen méritos según la métrica humana) sean exaltados junto con aquellos que han sido fieles desde el principio4,14.

Citas

  1. La Santa Biblia, La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 20:1-16 (1993). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15

  2. Ciclo de catequesisjubileo 2025. Jesús Cristo nuestra esperanza. II. La vida de Jesús. Las parábolas 8. Los obreros de la viña. «y les dijo: ‘Id también vosotros a mi viña’”(Mt 20:4) - Resumen de las palabras del Santo Padre:, Papa León XIV. Audiencia General del 4 de junio de 2025: Ciclo de Catequesis (Jubileo 2025) (2025). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

  3. Papa Juan Pablo II. 19 de septiembre de 1987, Celebración eucarística en el Pontiac Silverdome de Detroit, § 4 (1987). 2 3 4 5 6 7 8

  4. Papa Juan Pablo II. 19 de septiembre de 1987, Celebración eucarística en el Pontiac Silverdome de Detroit, § 5 (1987). 2 3 4 5 6

  5. Papa Juan Pablo II. 14 de mayo de 1982: Misa para los agricultores, Vila Viçosa - Homilía, § 2 (1982). 2

  6. Papa Juan Pablo II. 23 de septiembre de 1990: Celebración eucarística en Ferrara (Italia) - Homilía, § 4 (1990). 2

  7. Capítulo II - El Reino de Dios - Cristo hace presente el Reino, Papa Juan Pablo II. Redemptoris Missio, § 13 (1990).

  8. Agustín de Hipona. Sermones sobre lecciones escogidas del Nuevo Testamento - Sermón 37, § 4 (420). 2

  9. Papa Pío XII. Le Pèlerinage de Lourdes, § 34 (1957). 2

  10. Papa Juan Pablo II. 19 de septiembre de 1987, Celebración eucarística en el Pontiac Silverdome de Detroit, § 2 (1987). 2

  11. Parábolas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Parábolas. 2 3

  12. Parte II: «caritas la práctica del amor por la Iglesia como una “comunidad de amor”» - Los responsables de la actividad caritativa de la Iglesia, Papa Benedicto XVI. Deus Caritas Est, § 35 (2005). 2

  13. Capítulo III - «para que la cruz de Cristo no resulte vana (1 Cor 1:17) - El bien moral para la vida de la Iglesia y del mundo - Gracia y obediencia a la ley de Dios, Papa Juan Pablo II. Veritatis Splendor, § 104 (1993). 2

  14. Papa León XIII. Rerum Novarum, § 24 (1891).