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Pecado

El pecado, en la enseñanza católica, es fundamentalmente una ofensa contra Dios, una ruptura de la comunión con Él, y al mismo tiempo, un daño a la comunión con la Iglesia y a la propia naturaleza humana. No es meramente una fase de un proceso de mejora, sino un rechazo deliberado y voluntario de la lucha espiritual. La Iglesia distingue entre el pecado original, heredado de Adán, y los pecados personales, que se clasifican en mortales y veniales según su gravedad. Esta distinción es crucial para comprender la necesidad de la redención a través de Jesucristo y la función de los sacramentos, especialmente el de la Penitencia y Reconciliación, en la vida del creyente.

Tabla de contenido

La Naturaleza del Pecado

El pecado se define como un acto contrario a la razón, que hiere la naturaleza humana y daña la solidaridad humana1. Es una privación de la forma, el orden o la medida debida, implicando una deficiencia en la perfección2. En un sentido moral, el pecado es una aversión a Dios y a su voluntad, que absolutiza las cosas creadas3. La Sagrada Escritura no ofrece una definición única de pecado, pero lo describe de diversas maneras, como estar fuera de la salvación (hamartia), oposición a la voluntad revelada de Dios (anomia), injusticia (adikia), y falsedad o tinieblas (pseudos, skotos)3.

La visión católica del pecado se opone a la idea de que el pecado es una etapa necesaria en la evolución humana o una condición inevitable. Tal perspectiva destruiría la noción de pecado y haría ininteligible la enseñanza de la Escritura sobre la Redención y la necesidad de la regeneración bautismal2. El pecado es un rechazo voluntario a luchar espiritualmente, mientras que la enseñanza católica subraya la creación del hombre en un estado superior, su caída por una transgresión voluntaria, y los efectos de esta caída transmitidos a su posteridad, que desequilibran las facultades humanas e inclinan al mal2.

El Pecado como Ofensa a Dios

El pecado es, ante todo, una ofensa contra Dios y una ruptura de la comunión con Él4. Esta perspectiva es esencial para entender que solo Dios puede perdonar los pecados3. El Salmo 51 (50) expresa esta profunda convicción al afirmar: «Contra ti, contra ti solo he pecado, y he hecho lo que es malo a tus ojos»5. El pecado no solo afecta al individuo, sino que también daña la comunión con la Iglesia4.

La Voluntad y la Libertad en el Pecado

Para que exista el pecado en su verdadero sentido, debe haber ley, libertad y un Dios personal2. El hombre es un ser creado dotado de libre albedrío2. El Concilio de Trento declara que, debido a la prevaricación de Adán, el hombre perdió su inocencia primordial, y aunque el libre albedrío permanece, sus poderes están disminuidos2. El pecado es una transgresión consciente y voluntaria de los mandamientos de Dios6.

Clasificación de los Pecados

La Iglesia Católica distingue principalmente dos tipos de pecado personal: el pecado mortal y el pecado venial7. Esta distinción es fundamental y ha sido enseñada por toda la Tradición de la Iglesia8.

Pecado Mortal

El pecado mortal destruye la caridad en el corazón del hombre mediante una grave violación de la ley de Dios9,10. Desvía al hombre de Dios, quien es su fin último y su bienaventuranza, al preferir un bien inferior a Él9. Este pecado implica una ruptura radical con Dios, el bien supremo, y una desviación del camino que lleva a Él11.

Para que un pecado sea mortal, deben cumplirse tres condiciones simultáneamente:

  1. Materia grave: El objeto del pecado debe ser de materia grave. Existen actos que, por su propia naturaleza y en sí mismos, son siempre gravemente erróneos, independientemente de las circunstancias11.

  2. Pleno conocimiento: El pecador debe tener pleno conocimiento de la maldad del acto11.

  3. Deliberado consentimiento: El acto debe ser cometido con consentimiento plenamente voluntario y libre11.

El pecado mortal priva al pecador de la gracia santificante, la amistad con Dios, la caridad y, por lo tanto, la felicidad eterna11. Si no es perdonado, conduce al castigo eterno11. La Sagrada Escritura habla de pecados «que llevan a la muerte» (pros thanaton)2,11.

Pecado Venial

El pecado venial permite que la caridad subsista, aunque la ofende y la hiere9,10. No rompe la comunión con Dios, pero la debilita11. El pecado venial no priva al pecador de la gracia santificante ni de la amistad con Dios11. Merece un castigo temporal, que puede ser expiado en la tierra o en el purgatorio11.

El pecado venial puede ocurrir cuando la materia no es grave, o cuando, siendo grave, se comete sin pleno conocimiento o sin deliberado consentimiento12. No debe subestimarse, ya que debilita la caridad y la capacidad del alma para la gracia, y puede disponer a la comisión de pecados mortales11,12.

Distinción y Escala de Gravedad

La distinción esencial y decisiva entre los pecados es entre aquellos que destruyen la caridad y aquellos que no matan la vida sobrenatural; no hay un camino intermedio entre la vida y la muerte11,8. Aunque algunos Padres sinodales han propuesto una distinción triple (venial, grave y mortal), la Iglesia mantiene la distinción dual fundamental para expresar el carácter serio de la decisión moral del hombre11,8.

El Pecado Original

El pecado original es la ofensa primordial cometida por Adán, que causó que la naturaleza humana, común a todos los hombres, cayera a un estado diferente al de nuestros primeros padres, quienes fueron establecidos en santidad y justicia y no conocían el mal ni la muerte13. Esta naturaleza humana caída, despojada de la gracia que la revestía, herida en sus propias facultades naturales y sujeta al dominio de la muerte, es transmitida a todos los hombres13. En este sentido, todo hombre nace en pecado13.

Consecuencias del Pecado Original

Aunque el pecado original es propio de cada individuo, no tiene el carácter de una falta personal en ninguno de los descendientes de Adán14. Es una privación de la santidad y justicia originales14. La naturaleza humana no ha sido totalmente corrompida, pero está herida en sus poderes naturales, sujeta a la ignorancia, el sufrimiento y el dominio de la muerte, e inclinada al pecado14. Esta inclinación al mal se llama concupiscencia14.

La concupiscencia no es pecado en sentido propio en los bautizados, pero proviene del pecado e incita al pecado15,16,17. Permanece en los bautizados para que luchen por la victoria, pero no daña a quienes la resisten con la gracia de Dios16,17.

Otras consecuencias del pecado original incluyen:

La Universalidad del Pecado Original

La Escritura y la Tradición de la Iglesia recuerdan continuamente la presencia y universalidad del pecado en la historia humana19. El Salmo 51 (50) expresa la pecaminosidad desde el nacimiento: «He aquí que en la iniquidad fui engendrado, y en pecado me concibió mi madre»5,20,21. San Cipriano y San Agustín también citan este salmo y la Primera Carta de Juan («Si decimos que no tenemos pecado, nos engañamos a nosotros mismos») para afirmar que nadie está sin inmundicia y sin pecado22,23.

Remedio del Pecado Original

El Bautismo, al impartir la vida de la gracia de Cristo, borra el pecado original y vuelve al hombre hacia Dios14. Por la gracia del Bautismo, la culpa del pecado original es completamente remitida16,17. Sin embargo, las consecuencias para la naturaleza, debilitada e inclinada al mal, persisten en el hombre y lo llaman a la batalla espiritual14. El Bautismo no restaura la justicia original de Adán y Eva, pero confiere la gracia santificante18.

Para los infantes, el Bautismo es verdaderamente para la remisión de los pecados, lavando lo que han contraído por generación24,25.

Remedios para el Pecado

La Iglesia ofrece remedios para el pecado a través de la gracia de Dios, principalmente a través de los sacramentos.

La Gracia y la Redención

El pecado tiene su remedio en la gracia, que nos es dada por Dios a través de los méritos de su Hijo unigénito, quien nos ha redimido, restaurando por su pasión y muerte el orden violado por el pecado de nuestros primeros padres, y haciéndonos nuevamente hijos de Dios y herederos del cielo2. La gracia de Jesucristo, impartida en el bautismo, quita todo lo que es pecado «en sentido propio» y «digno de condenación»26.

San Pablo en Romanos 6 enfatiza que los bautizados han muerto al pecado y ya no deben vivir en él, sino presentarse a Dios como instrumentos de justicia27. La meta es la santificación y la vida eterna, porque «el salario del pecado es la muerte, pero el don gratuito de Dios es la vida eterna en Cristo Jesús Señor nuestro»27.

El Sacramento de la Penitencia y Reconciliación

El sacramento de la Penitencia y Reconciliación es el medio por el cual los pecados personales son perdonados por Dios y el pecador se reconcilia con la Iglesia4. La conversión, como un alejamiento del pecado y un volver a Dios, presupone una conciencia de que el pecado está fuera y es contrario a la salvación3.

La Iglesia se esfuerza continuamente por inculcar en sus hijos un sentido de la gravedad del pecado para que lo teman y lo eviten2. Si bien por nuestra propia fuerza no podemos evitar el pecado, con la gracia de Dios sí podemos2. Si tenemos la desgracia de pecar y buscamos la gracia y el perdón de Dios con un corazón contrito y humilde, Él no nos rechazará2.

El Sentido del Pecado en la Actualidad

Existe una crisis en el sentido y la comprensión del pecado en muchas partes del mundo, lo que está íntimamente relacionado con la crisis del sacramento de la penitencia3. Muchos católicos hoy perciben el pecado menos como una lista de actos específicos y más como una actitud fundamental arraigada en el propio ser10. Se presta especial atención a esas posturas actitudinales profundas que definen nuestras relaciones básicas con Dios y con los demás, en términos de distanciamiento, alienación y aislamiento10. Aunque el pecado se ve como la interrupción o el colapso de una armonía original en una relación existente, se manifiesta en acciones y gestos concretos particulares que pueden romper completamente la relación (pecado grave) o herirla (pecado venial)10.

Para renovar y profundizar el sentido de Dios, es necesario predicar sobre Él y su mensaje de salvación3. Solo comprendiendo la relación del pecado con Dios se puede entender que solo Él puede perdonar los pecados3.

Conclusión

El pecado es una realidad profunda y universal en la experiencia humana, una ofensa contra Dios que daña al individuo y a la comunidad. Desde la herencia del pecado original hasta las elecciones personales de pecado mortal y venial, la enseñanza católica ofrece una comprensión clara de su naturaleza y consecuencias. Sin embargo, la Iglesia también proclama la esperanza de la redención a través de Jesucristo y la disponibilidad de la gracia divina, especialmente a través del Bautismo y el Sacramento de la Penitencia y Reconciliación, para superar el pecado y restaurar la comunión con Dios. La lucha contra el pecado es una parte esencial de la vida espiritual, y con la ayuda de la gracia, los creyentes pueden resistir el mal y aspirar a la santificación y la vida eterna.

Citas

  1. Sección I, la vocación del hombre, la vida en el espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, §para-1872.

  2. Pecado, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Pecado. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  3. C. Reflexiones sobre algunas cuestiones de importancia para la práctica del sacramento - III. Pecado, pecado grave, pecados veniales, Comisión Teológica Internacional. Penitencia y Reconciliación, §C.III.1 (1982). 2 3 4 5 6 7

  4. Sección II, los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, §para-1440. 2 3

  5. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Salmo 51. 2

  6. Parte III - La vida de la Iglesia - II. La persona en Cristo como nueva creación - C. Una ascesis que purifica - 1. El pecado en la vida humana, Sínodo de la Iglesia greco-católica ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 758 (2016).

  7. Lección VI. Sobre el pecado y sus clases, Tercer Concilio Plenario de Baltimore. Un Catecismo de Doctrina Cristiana (El Catecismo de Baltimore n.º 3), § 279 (1954).

  8. C. Reflexiones sobre algunas cuestiones de importancia para la práctica del sacramento - III. Pecado, pecado grave, pecados veniales, Comisión Teológica Internacional. Penitencia y Reconciliación, §C.III.2 (1982). 2 3

  9. Sección I, la vocación del hombre, la vida en el espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, §para-1855. 2 3

  10. El sacramento de la reconciliación: Una reflexión teológica y pastoral para los ministros del sacramento - Implicaciones pastorales, Conferencia Episcopal Canadiense. El Sacramento de la Reconciliación: Una Reflexión Teológica y Pastoral para los Ministros del Sacramento, § 22 (2008). 2 3 4 5

  11. Parte II - Capítulo I - El misterio del pecado - Mortal y venial, Papa Juan Pablo II. Reconciliatio et Paenitentia, § 17 (1984). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  12. Basil Cole, O.P. Tomás de Aquino sobre el progreso y el retroceso en la vida espiritual, § 7. 2

  13. Profesión de fe - Ofensa original, Papa Pablo VI. Solemni Hac Liturgia (Credo del Pueblo de Dios) (30 de junio de 1968), § 16 (1968). 2 3

  14. Sección II, I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, §para-405. 2 3 4 5 6

  15. Concupiscencia, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Concupiscencia.

  16. Sesión V (17 de junio de 1546) decreto sobre el pecado original, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 1515 (1854). 2 3

  17. El Concilio de Trento - La Quinta Sesión - Decreto sobre el pecado original, Documento del Concilio. Concilio de Trento, §La Quinta Sesión. 5 (1563). 2 3

  18. Basil Cole, OP & Francis Belanger, OP. La Inmaculada Concepción, Santo Tomás y el Beato Pío IX, § 12. 2 3 4

  19. Sección II, I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, §para-401.

  20. B2. Inquirere vias domini: Buscando discernir los caminos de Dios - Principios teológicos - 2.2. La universalidad del pecado y la necesidad universal de salvación, Comisión Teológica Internacional. La Esperanza de Salvación para los Niños que Mueren sin Ser Bautizados, § 53 (2007).

  21. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 24 de octubre de 2001, § 2 (2001).

  22. Tres libros de testimonios contra los Judíos - Que nadie está sin inmundicia y sin pecado, Cipriano de Cartago. Los Tratados de Cipriano - Tratado XII (Libro III), § 54 (249).

  23. Testimonios de Cipriano sobre la imperfección de nuestra propia justicia, Agustín de Hipona. Contra dos cartas de los Pelagianos, §Libro IV. Capítulo 27 [X.] (420).

  24. Sesión V (17 de junio de 1546) decreto sobre el pecado original, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 1514 (1854).

  25. Concilio de Milevi II 416, aprobado por Inocencio y concilio de Cartago (XVI) 418, aprobado por Zósimo - Pecado original y gracia, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 223 (1854).

  26. Declaración conjunta de 1997 sobre la doctrina de la justificación - 4. Explicación de la comprensión común de la justificación - 4.4 el justificado como pecador, Pontificio Consejo para la Promoción de la Unidad de los Cristianos. Declaración Conjunta de 1997 sobre la Doctrina de la Justificación, § 30 (1997).

  27. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Romanos 6. 2