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Pecado original

Pecado original
Caída del hombre Dominio Público.

El pecado original es una doctrina central de la teología católica que describe la condición de la humanidad después de la caída de Adán y Eva. No se trata de un pecado personal cometido por cada individuo, sino de un estado de privación de la santidad y la justicia originales que se transmite a toda la raza humana por propagación, no por imitación. Este estado afecta la naturaleza humana, dejándola herida, sujeta a la ignorancia, el sufrimiento y la muerte, e inclinada al mal, lo que se conoce como concupiscencia. Aunque el Bautismo perdona el pecado original y devuelve al hombre a Dios, las consecuencias de una naturaleza debilitada persisten, invitando a una continua batalla espiritual.

Tabla de contenido

Significado y Naturaleza del Pecado Original

El pecado original puede entenderse de dos maneras principales: como el pecado cometido por Adán, y como la consecuencia de ese primer pecado, la mancha hereditaria con la que nacemos debido a nuestra descendencia de Adán1. Desde los primeros tiempos de la Iglesia, el segundo sentido ha sido el más común, como lo expresa San Agustín: «el pecado deliberado del primer hombre es la causa del pecado original»1,2.

La Iglesia Católica enseña que el pecado original es la privación de la gracia santificante como consecuencia del pecado de Adán1. Esta privación no es una mera ausencia de un atributo contingente, sino la pérdida de un don original que Dios había destinado desde el principio como una característica heredable de la naturaleza humana3. San Agustín, en su oposición a Pelagio, enfatizó que el pecado de Adán se transmite por propagación o herencia, dando forma a la expresión clásica de la doctrina4.

El Concilio de Trento condenó a quienes negaban que los recién nacidos debieran ser bautizados para la remisión del pecado original, afirmando que «por un hombre el pecado entró en el mundo, y por el pecado la muerte, y así la muerte pasó a todos los hombres, en quien todos pecaron» (Romanos 5,12)5,6. Esta enseñanza se basa en la tradición apostólica, que sostiene que incluso los infantes, incapaces de cometer pecados personales, son bautizados para la remisión del pecado que contrajeron por generación5,6,7.

La Condición Original del Hombre

Según la comprensión cristiana tradicional, el estado original del hombre, conocido como «justicia original», implicaba la posesión de la gracia santificante, la caridad actual hacia Dios, y la sujeción de las emociones a la razón, de modo que no debilitaran el uso de la razón ni el apego a Dios8. Este era un don gratuito de Dios, no solo para los primeros individuos, sino para toda la raza humana8.

El pecado de los primeros padres, caracterizado por Santo Tomás de Aquino como un acto de soberbia —codiciar inordinadamente la semejanza con Dios al intentar adquirir una sabiduría superior a la naturaleza humana por iniciativa propia, en lugar de recibirla de Dios— destruyó el habitus de la justicia original y resultó en la pérdida de la gracia santificante8,3. En lugar de la justicia original, la naturaleza humana adquirió un habitus contrario, el del pecado original3.

Consecuencias del Pecado Original

El pecado original no es una falta personal en ninguno de los descendientes de Adán, sino una privación de la santidad y la justicia originales9,10. La naturaleza humana no fue totalmente corrompida, pero quedó herida en sus potencias naturales, sujeta a la ignorancia, el sufrimiento y el dominio de la muerte, y con una inclinación al mal que se llama concupiscencia9,11.

Otras consecuencias incluyen:

Estas consecuencias no implican que la naturaleza humana haya sido alterada en su esencia, sino que las personas se ven afectadas como miembros de la comunidad con esa naturaleza12,13. La privación de la gracia original es la raíz de estos defectos13.

Transmisión del Pecado Original

La transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente10. Sin embargo, la Iglesia enseña que se transmite «no por imitación, sino por propagación»14,10. Esto significa que el pecado original es inherente a cada persona desde el momento de su concepción, no como un pecado personal que hayan cometido, sino como una condición heredada de Adán9,10.

Santo Tomás de Aquino explica que el bien de la justicia original fue conferido a la raza humana en su primer padre de tal manera que debía ser transmitido a su posteridad a través de él15. Cuando Adán se despojó de este bien por su pecado, todos sus descendientes fueron igualmente privados de él15. Esto no es una injusticia por parte de Dios, ya que la pena es la retirada de bienes que fueron sobrenaturalmente concedidos al primer hombre para su transmisión, y que no eran debidos a otros sino en la medida en que se les transmitieran a través de él15.

La universalidad del pecado y la necesidad universal de salvación se vinculan al pecado del primer hombre, Adán, como lo expresa San Pablo en Romanos 5,12: «Por tanto, así como el pecado entró en el mundo por un solo hombre, y por el pecado la muerte, así también la muerte pasó a todos los hombres, por cuanto todos pecaron»4. Aunque Pablo no explica cómo se transmite el pecado de Adán, la Iglesia occidental, bajo la influencia de San Agustín, lo interpretó como un «pecado» hereditario4.

El Pecado de la Naturaleza

Santo Tomás de Aquino distingue entre la persona y la naturaleza para explicar cómo la falta de justicia original puede tener el carácter de pecado en la posteridad16. Él argumenta que el pecado original es un «pecado de la naturaleza» en el sentido de que tiene su origen en la voluntad desordenada del principio primero de la naturaleza humana: el primer padre16. De esta manera, es voluntario con respecto a la naturaleza, es decir, por la voluntad del primer principio de la naturaleza, y se transmite a todos los que reciben la naturaleza humana de él, como si fueran sus miembros16.

No todos los pecados, sin embargo, se transmiten a la posteridad. Solo el primer pecado de Adán, que eliminó por completo el don sobrenatural concedido a la naturaleza humana, corrompió la naturaleza17. Los pecados subsiguientes solo quitan o disminuyen un bien personal, pero no corrompen la naturaleza excepto en lo que respecta a esa persona en particular17.

El Pecado Original y el Bautismo

El Bautismo es el sacramento por el cual se perdonan todos los pecados, el pecado original y todos los pecados personales, así como toda pena por el pecado18,19. En aquellos que han renacido, no queda nada que impida su entrada en el Reino de Dios, ni el pecado de Adán, ni el pecado personal, ni las consecuencias del pecado, la más grave de las cuales es la separación de Dios18.

El Concilio de Trento declaró que Dios no odia nada en los regenerados; pues no queda nada digno de condenación en aquellos que están verdaderamente sepultados con Cristo por el Bautismo para la muerte19. Sin embargo, el Bautismo no restaura la justicia original de Adán y Eva, sino que confiere la gracia santificante a quienes están dispuestos a recibirla11. La naturaleza humana, aunque redimida, sigue siendo vulnerable a la inclinación al pecado y otros defectos que fluyen del pecado original11.

La Privación de la Visión de Dios para los Niños no Bautizados

La doctrina de la Iglesia no supone un castigo sensible o aflictivo en el próximo mundo para los niños que mueren solo con el pecado original en sus almas, sino únicamente la privación de la visión de Dios1. Santo Tomás de Aquino sostiene que el pecado original es el menos grave de todos los pecados porque es el menos voluntario, siendo voluntario no por la voluntad de la persona, sino solo por la voluntad del origen de nuestra naturaleza20. Por lo tanto, se le debe un castigo más leve que al pecado venial20.

Desarrollos Teológicos y Perspectivas

A lo largo de la historia de la Iglesia, ha habido diversas explicaciones y debates sobre el pecado original. Los Padres de la Iglesia ofrecieron varias explicaciones sobre cómo la justicia de Dios era compatible con la pecaminosidad hereditaria del hombre21. Algunos sugirieron la transmisión de un efecto espiritual a través del semen, mientras que otros hablaron de un deseo lujurioso en el acto sexual21.

En tiempos modernos, teólogos como Henri de Lubac y Emile Mersch han profundizado en la comprensión de la solidaridad humana. Mersch propuso que la solidaridad metafísica entre los hombres es un don positivo de Dios, no eliminado por el pecado del hombre, a pesar de que el pecado de una persona implicaría una privación para todos21,12. Esta solidaridad es crucial para entender cómo el pecado de uno afectó a todos, y cómo la obediencia y el amor de Jesucristo pueden beneficiar a toda la humanidad para la salvación12.

La perspectiva ortodoxa, en contraste con algunas interpretaciones occidentales, no se refiere a los dones preternaturales perdidos como consecuencia del pecado original, y describe la culpa como una caída del estado de inocencia que deterioró pero no destruyó la imagen de Dios en nosotros22. Para el Oriente cristiano, los sacramentos son medicina y «vitaminas» para sanar y reconstruir, y el pecado es una enfermedad que amenaza la belleza natural y espiritual de la creación22.

El Credo del Pueblo de Dios de Pablo VI (1968) reafirma la creencia de que «en Adán todos pecaron», lo que significa que la ofensa original cometida por él causó que la naturaleza humana, común a todos los hombres, cayera en un estado en el que soporta las consecuencias de esa ofensa14. Esta naturaleza caída, despojada de la gracia que la revestía, herida en sus propias potencias naturales y sujeta al dominio de la muerte, es la que se transmite a todos los hombres, y en este sentido, todo hombre nace en pecado14.

Conclusión

El pecado original es una verdad fundamental de la fe católica que explica la condición actual de la humanidad. No es una falta personal de cada individuo, sino un estado heredado de privación de la gracia original, que hiere la naturaleza humana y la inclina al mal. A pesar de esta condición, la redención ofrecida por Jesucristo a través del Bautismo nos libera del pecado original, restaurando la gracia santificante y abriendo el camino hacia la salvación. La comprensión de esta doctrina nos invita a una vida de continua conversión, buscando la gracia de Dios para superar las consecuencias del pecado y crecer en santidad.

Citas

  1. Pecado original, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Pecado Original. 2 3 4

  2. Libro II - Capítulo 25 [XII.]— Agustín no es el inventor del pecado original, Agustín de Hipona. Sobre el matrimonio y la concupiscencia (419).

  3. Reinhard Hütter. El Pecado Original revisitado: Una propuesta reciente sobre Tomás de Aquino, el Pecado Original y el desafío de la evolución, § 15. 2 3

  4. B2. Inquirere vias Domini: Buscando discernir los caminos de Dios - Principios teológicos - 2.2. La universalidad del pecado y la necesidad universal de salvación, Comisión Teológica Internacional. La esperanza de salvación para los niños que mueren sin ser bautizados, § 54 (2007). 2 3

  5. El concilio de Trento - La quinta sesión - Decreto sobre el pecado original, Documento del Concilio. Concilio de Trento, §La Quinta Sesión. 4 (1563). 2

  6. Sesión V (17 de junio de 1546) decreto sobre el pecado original, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 1514 (1854). 2

  7. Concilio de Mileum II 416, aprobado por Inocencio y concilio de Cartago (XVI) 418, aprobado por Zósimo - Pecado original y gracia, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las fuentes del dogma católico (Enchiridion Symbolorum), § 223 (1854).

  8. El problema de fondo subyacente al debate actual, David Braine. El debate entre Henri de Lubac y sus críticos, § 3. 2 3

  9. Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, §párrafo-405. 2 3

  10. Parte primera - La profesión de fe. Capítulo primero - Creo en Dios Padre. La caída, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 76 (2005). 2 3 4

  11. Basil Cole, OP & Francis Belanger, OP. La Inmaculada Concepción, Santo Tomás y el Beato Pío IX, § 12. 2 3 4 5 6

  12. David Braine. El debate entre Henri de Lubac y sus críticos, § 7. 2 3

  13. Libro IV: De Dios en su revelación - Capítulo 51 - Argumentos contra el pecado original, con respuestas, Tomás de Aquino. Suma Contra Gentiles, §Libro III. Cap. 51 (1265). 2

  14. Profesión de fe - Ofensa original, Papa Pablo VI. Solemni Hac Liturgia (Credo del Pueblo de Dios) (30 de junio de 1968), § 16 (1968). 2 3

  15. Justicia original y la caída - Cómo estos defectos se transmiten a la posteridad, Tomás de Aquino. Compendio de Teología (Compendium Theologiae), §Parte I - Capítulo 195 (1273). 2 3

  16. Justicia original y la caída - Si la privación de la justicia original tiene la naturaleza de pecado en la posteridad, Tomás de Aquino. Compendio de Teología (Compendium Theologiae), §Parte I - Capítulo 196 (1273). 2 3

  17. Justicia original y la caída - Que no todos los pecados se transmiten a la posteridad, Tomás de Aquino. Compendio de Teología (Compendium Theologiae), §Parte I - Capítulo 197 (1273). 2

  18. Sección dos los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, §párrafo-1263. 2

  19. Los sacramentos - Bautismo - Primer efecto del bautismo: Remisión del pecado, Papa Pío V. Catecismo del Concilio de Trento, §Los Sacramentos - Bautismo (1566). 2

  20. Apéndice I - De la cualidad de aquellas almas que parten de esta vida solo con el pecado original - ¿Si aquellas almas que parten solo con el pecado original, sufren de un fuego corporal y son castigadas por el fuego? , Tomás de Aquino. Suma Teológica, §Apéndice I, C. 1, A. 1 (1274). 2

  21. David Braine. La Virgen María en la fe cristiana: El desarrollo de la enseñanza de la Iglesia sobre la Virgen María en la perspectiva moderna, § 38. 2 3

  22. Caída, la, y pecado personal, Edward G. Farrugia. Diccionario enciclopédico del Oriente cristiano, §La Caída y el Pecado Personal (2015). 2