Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Perfección cristiana

La perfección cristiana es un concepto central en la teología católica que se refiere a la unión sobrenatural y espiritual con Dios, alcanzable en esta vida a través de la caridad. Aunque la perfección absoluta se reserva para el cielo, los cristianos están llamados a una perfección relativa que implica un crecimiento continuo en el amor a Dios y al prójimo, buscando eliminar todo aquello que obstaculiza esta unión. Este llamado universal a la santidad se manifiesta de diversas maneras, incluyendo la vida religiosa a través de los consejos evangélicos, pero es una vocación para todos los fieles, independientemente de su estado de vida.

Tabla de contenido

Definición y Naturaleza de la Perfección Cristiana

La perfección, en un sentido general, se refiere a la condición de aquello a lo que no le falta nada de su naturaleza, propósito o fin1. En el contexto cristiano, la perfección se entiende como la unión con Dios. El fin último del hombre es sobrenatural, consistente en la unión con Dios en la tierra por la gracia y, en el cielo, por la visión beatífica1.

Perfección Absoluta y Relativa

La unión perfecta con Dios no se puede alcanzar plenamente en esta vida, ya que el hombre sigue siendo imperfecto, careciendo de la felicidad para la que está destinado y sufriendo diversas miserias corporales y espirituales1. Por lo tanto, la perfección en su sentido absoluto está reservada para el Reino de los Cielos1.

La perfección cristiana, tal como se puede alcanzar en esta vida, es una unión sobrenatural o espiritual con Dios, que puede describirse como una perfección relativa1. Esta perfección es compatible con la ausencia de la bienaventuranza plena y la presencia de miserias humanas, pasiones rebeldes e incluso pecados veniales, a los que un hombre justo es propenso sin una gracia y privilegio especial de Dios1.

La Caridad como Esencia de la Perfección

La esencia de la perfección cristiana radica en la caridad, es decir, el amor a Dios y al prójimo2,1,3,4. Como afirma San Juan, «Dios es caridad; y el que permanece en caridad permanece en Dios, y Dios en él» (1 Jn 4,16)1,3. La caridad une el alma con Dios como su fin sobrenatural y elimina todo lo que se opone a esa unión1.

San Agustín se pregunta: «¿Por qué, entonces, no debería prescribirse esta perfección al hombre, aunque ningún hombre la tenga en esta vida?»5. La perfección de la caridad no tiene un límite superior; es un precepto que se extiende a todos sin excepción, incluso a la perfección del cielo2. Este amor a Dios no se manda según una medida, sino con todo el corazón, toda el alma, toda la fuerza y toda la mente, lo que implica una búsqueda de la perfección2,5.

Francisco Suárez explica que la perfección se atribuye a la caridad de tres maneras: sustancial o esencialmente (porque la unión con Dios consiste en ella), principalmente (porque tiene la parte principal en el proceso de perfección) y enteramente (porque todas las demás virtudes la acompañan y son ordenadas por ella al fin supremo)1. Aunque la fe y la esperanza son requisitos previos, no constituyen la perfección en sí mismas, ya que en el cielo ya no permanecen1. Las otras virtudes contribuyen a la perfección de manera secundaria, ordenando las facultades del alma hacia Dios3.

El Llamado Universal a la Santidad

El Concilio Vaticano II, en Lumen Gentium, subraya que todos los cristianos están llamados a la plenitud de la vida cristiana y a la perfección de la caridad, independientemente de su estado o condición6,7,8,9. El Señor Jesús, como maestro y modelo de toda perfección, predicó la santidad de vida a todos sus discípulos, diciendo: «Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto» (Mt 5,48)8.

La Gracia y el Espíritu Santo

Dios envía el Espíritu Santo para mover a los hombres a amar a Dios con todo su ser y a amarse mutuamente como Cristo los ha amado8. Los seguidores de Cristo son llamados por Dios no por sus obras, sino según su propio propósito y gracia, siendo justificados en Jesús y hechos verdaderamente hijos de Dios y partícipes de la naturaleza divina a través del bautismo8. Esta santidad recibida debe ser mantenida y completada en sus vidas8.

El Camino hacia la Perfección

El camino hacia la santidad para un cristiano pasa por la cruz y se consumará en la resurrección final de los justos9. La santificación es una participación en la santidad de Dios que, a través de la gracia recibida en la fe, modifica progresivamente la existencia humana para conformarla al modelo de Cristo10. Este proceso puede tener altibajos, dependiendo de si el individuo obedece al Espíritu o cede a las seducciones del pecado, pero la gracia de los sacramentos siempre permite al cristiano levantarse y avanzar en la santificación10.

La Perfección en la Vida Religiosa y Secular

Aunque la perfección cristiana es un llamado universal, la tradición católica ha distinguido entre la perfección cristiana general y la perfección religiosa1.

La Perfección Cristiana para Todos

La perfección de la caridad se aplica a todos los hombres, tanto seculares como religiosos1. Consiste no solo en el hábito de la caridad (la posesión de la gracia santificante y la voluntad constante de conservarla), sino también en la búsqueda y práctica de la caridad, es decir, el servicio a Dios y el apartamiento de todo lo que se opone o impide este amor1. La perfección del alma aumenta en proporción con la posesión y el ejercicio de la caridad1.

La Vida Religiosa como Estado de Perfección

La vida religiosa ha sido tradicionalmente considerada como un estado de perfección11. Este estado impone una obligación más estricta de buscar la perfección que el estado secular1. Mientras que los seculares están obligados a la perfección por la observancia de los preceptos o mandamientos, los religiosos se obligan a observar también los consejos evangélicos (pobreza, castidad y obediencia) mediante votos1.

Los consejos evangélicos son medios o instrumentos de perfección1,5. Negativamente, eliminan los obstáculos a la perfección (concupiscencia de los ojos, concupiscencia de la carne y orgullo de la vida)1. Positivamente, la profesión de los consejos tiende a aumentar el amor de Dios en el alma, liberando los afectos de los lazos terrenales y permitiendo al alma aferrarse a Dios y a las cosas espirituales con mayor intensidad1.

Sin embargo, es importante destacar que el Concilio Vaticano II enfatizó el llamado universal a la santidad, lo que llevó a algunos a de-enfatizar la categoría de «estados de perfección»7. A pesar de esto, el Magisterio moderno ha continuado utilizando el lenguaje y la lógica que se refieren a la vida religiosa como un estado de perfección11. La distinción no implica que los religiosos sean inherentemente más perfectos, sino que su estado de vida, al comprometerse irrevocablemente con los consejos evangélicos, ofrece un camino particular y privilegiado para la búsqueda de la caridad1,12.

El Proceso de Crecimiento en la Perfección

El crecimiento en la perfección es un proceso dinámico y continuo. Santo Tomás de Aquino describe tres etapas o «edades» de la vida espiritual: principiantes, proficientes y perfectos12. Estas etapas se refieren a la búsqueda de la caridad, independientemente del estado de vida12.

Progreso y Regreso

Siempre es posible avanzar más profunda e intensamente en la unión de amor por la gracia en esta vida13. La gracia no depende de talentos naturales, sino de la generosidad de Dios13. Aunque la preparación para la gracia es obra del hombre en la medida en que su libre albedrío es movido por Dios, la razón principal de la diversidad de gracia reside en Dios mismo, quien dispensa sus dones para la belleza y perfección de la Iglesia13.

Es posible para los pecadores arrepentidos recibir gracias más profundas que las que pudieron haber poseído originalmente, lo que los impulsa a una vida de crecimiento en la perfección y la misión13. Sin embargo, los cristianos son advertidos de no dejar que su relación con Dios fluctúe, asumiendo deliberadamente que serán salvados al final de sus vidas, lo cual es una ilusión y un pecado contra la esperanza llamado presunción13.

La Perfección como Meta Ilimitada

La perfección cristiana no tiene un límite finito en esta vida6. Como afirmó San Gregorio de Nisa, «la perfección cristiana no tiene más límite que el de no tener ninguno»6. Esto se debe a que el fin de la caridad, que es Dios mismo, es infinito, y por lo tanto, la caridad debe ser deseada sin medida2.

Conclusión

La perfección cristiana es un llamado universal a la santidad y a la plenitud de la vida en Cristo, arraigada esencialmente en la caridad hacia Dios y el prójimo. Aunque la perfección absoluta se alcanza en el cielo, todos los fieles están invitados a buscar una perfección relativa en esta vida, creciendo continuamente en el amor. La vida religiosa, con sus consejos evangélicos, ofrece un camino particular para esta búsqueda, pero el Espíritu Santo capacita a todos los cristianos, en cualquier estado de vida, para avanzar en la unión con Dios y en la santificación, conformándose a la imagen de Cristo.

Citas

  1. Perfección cristiana y religiosa, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Perfección cristiana y religiosa. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21

  2. Gregory Pine, O.P. La vida religiosa como estado de perfección, § 19. 2 3 4

  3. Gregory Pine, O.P. La vida religiosa como estado de perfección, § 5. 2 3

  4. Teología ascética, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Teología ascética.

  5. John A. Cuddeback. La ley, Pinckaers y la definición de la ética cristiana, § 14. 2 3

  6. Sección uno: la vocación del hombre, la vida en el espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, §para-2028. 2 3

  7. Gregory Pine, O.P. La vida religiosa como estado de perfección, § 2. 2

  8. Capítulo V: La llamada universal a la santidad en la Iglesia, Concilio Vaticano II. Lumen Gentium, § 40 (1964). 2 3 4 5

  9. Parte III - La vida en Cristo. Capítulo III - La salvación de Dios: Ley y Gracia. La vida en Cristo, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 428 (2005). 2

  10. Parte IV: perspectivas sistemáticas - C. El mundo bajo la gracia redentora; la humanidad bajo el signo de la redención - santificación, Comisión Teológica Internacional. Cuestiones selectas sobre la teología de Dios Redentor, § IV.70 (1995). 2

  11. La vida religiosa como estado de perfección, Gregory Pine, O.P. La vida religiosa como estado de perfección, § 1. 2

  12. Gregory Pine, O.P. La vida religiosa como estado de perfección, § 21. 2 3

  13. El comienzo de la conversión a Cristo, Basil Cole, O.P. Tomás de Aquino sobre el progreso y el retroceso en la vida espiritual, § 5. 2 3 4 5