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Personalismo cristiano

El personalismo cristiano es una corriente filosófica y teológica que enfatiza la centralidad de la persona humana como un ser único, irrepetible y dotado de dignidad inherente, creado a imagen y semejanza de Dios. Se distingue del individualismo al subrayar que la persona alcanza su plenitud en la relación y la comunión con los demás, y con Dios, a través del amor y la responsabilidad. Esta perspectiva ha sido fundamental para el desarrollo de la enseñanza social de la Iglesia Católica, influyendo en la comprensión de la moralidad, los derechos humanos y la vocación integral del hombre.

Tabla de contenido

Orígenes y Desarrollo Filosófico

Aunque el término «personalismo» no se usó explícitamente en los primeros siglos, los Padres de la Iglesia ya reconocían la grandeza del hombre en su creación a imagen de Dios, lo que constituye su verdadera naturaleza divinizada1. Sin embargo, la articulación de un «personalismo» como corriente filosófica más definida comenzó a tomar forma en el siglo XIX y se consolidó en el siglo XX.

Pensadores rusos recientes, como N. Lossky, N. Berdyaev, y S. L. Frank, desarrollaron una nueva idea de personalismo, centrándose menos en las prerrogativas de la «naturaleza» humana y más en el hecho de que el hombre es una «persona» a imagen de un Dios personal1. Para Frank, el cristianismo es una religión personalista y antropológica, donde el hombre se realiza por primera vez y encuentra refugio en Cristo frente a la razón y los principios morales racionalmente objetivos1. Este enfoque ruso, influenciado por la reflexión de los Padres griegos sobre la Trinidad, busca comprender la antropología partiendo de la persona humana irrepetible, creada por Dios para establecer relaciones libres y caritativas con el Creador y con los demás1.

En Occidente, si bien el personalismo no es una tendencia exclusiva de los pensadores rusos, ellos destacaron su importancia1. El Concilio Vaticano II y los posteriores pontificados de San Juan Pablo II y Benedicto XVI han integrado profundamente los principios personalistas en la doctrina social y moral de la Iglesia.

La Contribución de Santo Tomás de Aquino

La filosofía personalista encuentra sus bases en la filosofía cristiana tradicional, particularmente en Santo Tomás de Aquino2. Para Aquino, las sustancias naturales existen para la acción, y las acciones constituyen la perfección de las cosas2. La perfección y el destino final del ser humano se encuentran en otra persona, y la acción para alcanzar esa felicidad es el amor2. El amor une, y aunque cada persona es un «yo» individual, para ser una persona plena, este «yo» debe ir hacia otro «tú» en amor, donde ambos, siendo dos, se hacen uno en el «nosotros»2. Esta visión tiene un claro eco evangélico, reflejando la unión de las Personas Divinas en la Santísima Trinidad y la unión de los fieles entre sí y con Cristo en el Cuerpo Místico2.

Desde una perspectiva metafísica, la doctrina de la Iglesia, establecida en concilios como el Tercero de Constantinopla, subraya que la perfección de la sustancia humana reside en la voluntad esencial por la cual el poder del libre albedrío está inscrito en nosotros3. Santo Tomás, en la Summa Theologiae, explica que el ser humano, creado a imagen de Dios, está dotado de inteligencia y libre albedrío, y tiene el poder de actuar por sí mismo3. Así, la teología cristiana concibe a la persona con una subsistencia propia, individualidad, unidad y totalidad, junto con una naturaleza inteligente y libre3.

El Personalismo de San Juan Pablo II

Karol Wojtyła, antes de ser el Papa San Juan Pablo II, fue una figura clave en el desarrollo del personalismo cristiano, buscando integrar la importancia de la persona concreta y particular en la teoría moral4,5. Su personalismo no se enfoca en los detalles históricos de la vida de cada persona, sino en la importancia de que cada individuo sea consciente de sus elecciones, que lo definen, y de su obligación de elegir de acuerdo con la verdad4.

Para San Juan Pablo II, la verdadera medida de la grandeza humana radica en la moralidad, a través de la cual cada uno escribe su historia más íntima y personal4. Su personalismo busca incorporar el valor infinito de cada persona y la idea de que cada uno está en un viaje interior épico con Dios4. Este enfoque resalta la importancia de la vida interior del hombre, su compromiso de actuar según las verdades que conoce, y su aprecio por la dignidad de su propio ser como un ser libre para determinarse a sí mismo4. Él enfatiza que el hombre se encuentra a sí mismo solo a través del don desinteresado de sí mismo6.

El personalismo de San Juan Pablo II se relaciona estrechamente con el concepto de la comunión de personas, la interioridad y la irrepetibilidad5. Estos conceptos han moldeado la forma en que la Iglesia presenta y justifica sus enseñanzas, especialmente en materia moral5.

Principios Fundamentales del Personalismo Cristiano

El personalismo cristiano se cimenta en varios principios esenciales:

Dignidad Inviolable de la Persona

La persona humana posee una dignidad intrínseca e inviolable, no por lo que hace o posee, sino por lo que es: un ser creado a imagen y semejanza de Dios7,8. Esta dignidad es la base de todos los derechos humanos y exige que la persona nunca sea tratada como un medio, sino siempre como un fin en sí misma2.

Relacionalidad y Comunión

A diferencia del individualismo, el personalismo cristiano sostiene que la persona no es un ser aislado, sino que se realiza plenamente en la relación con los demás y en la comunión2,9. El hombre, por su naturaleza, está llamado a la unión y comunicación con otros2. Esta dimensión relacional refleja el misterio trinitario de Dios, donde la unión de las Personas Divinas sirve como modelo para la unión de los hijos de Dios en verdad y amor10.

Amor y Responsabilidad

El amor es la acción por la cual el hombre alcanza su perfección2. Es un amor que implica respeto y justicia, invitando a los hombres a trabajar libremente para asegurar el bien de los demás2. La responsabilidad personal en las decisiones morales es crucial, ya que a través de la moralidad, cada persona escribe su propia historia4.

Vocación Integral del Hombre

La vocación del hombre es integral y trasciende los procesos físicos de este mundo2. El verdadero progreso y desarrollo del hombre se mide por la «persona», es decir, por lo que es un bien para el hombre como hombre, en correspondencia con su dignidad esencial, y no solo por los bienes materiales o el avance técnico11. La visión cristiana del hombre revela su vocación sobrenatural, en la cual su humanidad encuentra su plenitud12.

Personalismo y la Enseñanza Social de la Iglesia

El personalismo cristiano ha sido una fuerza impulsora en la enseñanza social de la Iglesia. La dignidad de la persona humana es el fundamento de los derechos humanos, incluyendo el derecho a la vida y a los medios necesarios para el desarrollo y la realización personal, siempre sujetos al bien común2.

En el contexto de la familia, la inspiración cristiana en los centros de orientación familiar busca abordar los aspectos humanos, psicológicos, afectivos y relacionales de la persona. Esta inspiración se arraiga en la fe que descubre la verdad integral del hombre como ser creado a imagen y semejanza de Dios-Persona, Dios-Amor que se dona13.

La encíclica Humanae Vitae, aunque a menudo calificada de «humanista», puede entenderse como profundamente personalista en su visión antropológica14. Al poner como condición fundamental para una visión integral del hombre la necesidad de considerarlo más allá de «perspectivas parciales» (biológicas, psicológicas, demográficas o sociológicas), la encíclica indica que el orden ético debe basarse en lo esencialmente humano, lo cual es precisamente lo esencialmente personal14. El documento subraya el don recíproco y exclusivo de los cónyuges, que buscan la comunión de su ser para una mutua perfección personal y para cooperar con Dios en la procreación y educación de nueva vida14.

La constitución pastoral Gaudium et Spes del Concilio Vaticano II, a la que Humanae Vitae se refiere explícitamente, es profundamente personalista14,10. Afirma que el matrimonio es una alianza de amor personal enraizada en el «consentimiento personal irrevocable» de los cónyuges, quienes han sido «creados a imagen del Dios viviente y han sido establecidos en una auténtica dignidad personal»10. El amor conyugal, al ser «eminentemente humano», se dirige de persona a persona con un sentimiento arraigado en la voluntad y abraza el bien de la persona entera10.

Conclusión

El personalismo cristiano ofrece una rica comprensión de la persona humana, no como un individuo aislado, sino como un ser relacional, libre y responsable, cuya dignidad inherente y vocación integral se encuentran en la comunión con Dios y con los demás. Esta perspectiva ha enriquecido la filosofía, la teología moral y la enseñanza social de la Iglesia, proporcionando un marco para abordar los desafíos contemporáneos y promover un auténtico desarrollo humano centrado en la persona y el amor.

Citas

  1. Personalismo, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Personalismo (2015). 2 3 4 5

  2. B3. Comparaciones y sugerencias - 3.2. Sugerencias - 3.2.1. Las aportaciones de la filosofía personalista, Comisión Teológica Internacional. Proposiciones sobre la Dignidad y los Derechos de la Persona Humana, § 3.2.1 (1983). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  3. Personas divinas y personas humanas, Gilles Emery, O.P. La dignidad de ser una sustancia: Persona, subsistencia y naturaleza, § 7. 2 3

  4. Janet E. Smith. La Universalidad de la Ley Natural y la Irreductibilidad del Personalismo, § 7. 2 3 4 5 6

  5. Janet E. Smith. La Universalidad de la Ley Natural y la Irreductibilidad del Personalismo, § 2. 2 3

  6. Papa Juan Pablo II. Visita pastoral a la Parroquia de la «Santísima Anunciación» en Roma (21 de enero de 1990) - Discurso (1990).

  7. Papa Pablo VI. A los participantes en el Segundo Congreso Internacional de Derecho Canónico (17 de septiembre de 1973) - Discurso (1973).

  8. Papa Pablo VI. 23 de febrero de 1964: Misa para un grupo de trabajadores (1964).

  9. Papa Juan Pablo II. 29 de abril de 1980: Santa Messa nel VI centenario della morte di Santa Caterina da Siena - Homilía (1980).

  10. Papa Juan Pablo II. La visión antropológica de Humanae Vitae, § 8. 2 3 4

  11. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 28 de noviembre de 1984, § 3 (1984).

  12. Papa Juan Pablo II. Visita pastoral a la Parroquia de San Juan Crisóstomo en Roma (25 de marzo de 1990) - Discurso (1990).

  13. Papa Juan Pablo II. A la Confederación Italiana de Centros de Orientación Familiar Cristiana (2 de marzo de 1990) - Discurso (1990).

  14. Papa Juan Pablo II. La visión antropológica de Humanae Vitae, § 7. 2 3 4