Pobreza evangélica
La pobreza evangélica es un concepto fundamental en la enseñanza católica, que se refiere a la imitación de Cristo en su desapego de los bienes materiales y su identificación con los pobres. No se limita a la mera ausencia de riqueza, sino que abarca una profunda actitud espiritual de dependencia de Dios, un estilo de vida de moderación y laboriosidad, y una solidaridad activa con los más necesitados. Este ideal, vivido de manera radical en la vida consagrada a través de un voto específico, es también un espíritu al que todos los fieles están llamados, buscando la verdadera riqueza en Dios y contribuyendo a la justicia social.
Tabla de contenido
Fundamentos Bíblicos y Teológicos
La pobreza evangélica tiene sus raíces profundas en las enseñanzas y el ejemplo de Jesucristo, quien, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para que por su pobreza fuéramos enriquecidos1,2,3. El Evangelio resalta la importancia de la pobreza, comenzando con la primera de las Bienaventuranzas: «Bienaventurados los pobres de espíritu, porque de ellos es el Reino de los Cielos» (Mt 5,3)4,1. Jesús mismo nació en un establo, no tuvo un lugar donde recostar su cabeza durante su vida pública, y murió desnudo en la cruz5. Este ejemplo de Cristo es la gran apología de la pobreza evangélica4.
La Escritura también muestra una evolución en la comprensión de la pobreza. En el Antiguo Testamento, la riqueza a menudo se veía como una recompensa para los justos, y la pobreza como un castigo6. Sin embargo, los profetas denunciaron enérgicamente la explotación de los pobres, y la ley mosaica incluía numerosas disposiciones para proteger a los socialmente más débiles, identificando la defensa del pobre con el honor a Dios6. Con el tiempo, la pobreza adquirió un valor religioso, con Dios refiriéndose a «sus» pobres6.
En el Nuevo Testamento, la perspectiva cambia radicalmente. Jesús se identificó con los pobres, los enfermos y los excluidos, mostrando el amor misericordioso de Dios hacia ellos7,2. La pobreza de Cristo no busca privilegiar la pobreza como tal, sino que es una demostración de su gracia para que, a través de su pobreza, nosotros podamos ser ricos en Él3.
La Pobreza Evangélica como Consejo de Perfección
Los consejos evangélicos —pobreza, castidad y obediencia— son principios que Jesús enseñó para aquellos que desean ir más allá de los preceptos mínimos y aspirar a la perfección cristiana8. No son condiciones necesarias para la salvación, pero facilitan el camino hacia ella al liberar el alma de los obstáculos que pueden surgir del apego a las riquezas, los placeres de la carne y el deseo de poder y honor mundano8,9. La pobreza evangélica, en este contexto, se opone al amor a las riquezas8.
La Pobreza en la Vida Consagrada
Para los religiosos y las personas consagradas, la pobreza evangélica se vive de manera particular a través de un voto solemne10,11. Este voto implica:
Una vida pobre de hecho y en espíritu: La imitación de Cristo, quien siendo rico se hizo pobre por nosotros, conlleva una vida de laboriosidad, moderación y desapego de las riquezas terrenales7,10,11.
Dependencia y limitación en el uso y disposición de los bienes: Los religiosos renuncian al libre uso y disposición de los bienes materiales, dependiendo de su instituto y de sus normas propias7,10,11,12. Todo lo que adquieren por su trabajo o donación, lo adquieren para el instituto11,12.
Testimonio colectivo de pobreza: Las comunidades religiosas deben ofrecer un testimonio de pobreza, utilizando sus bienes para las necesidades de la Iglesia y el apoyo a los pobres13. Deben evitar toda apariencia de lujo o riqueza excesiva13.
La sensibilidad hacia la pobreza no es nueva en la vida religiosa, pero hoy se observa una particular sensibilidad por los pobres y la pobreza en el mundo7. Esto lleva a los religiosos a una mayor proximidad con los más necesitados y a adoptar un estilo de vida personal y comunitario que refleje más de cerca al Cristo pobre y humilde7.
La Pobreza Evangélica para Todos los Fieles
Aunque el voto de pobreza es propio de la vida consagrada, el espíritu de pobreza es necesario para todos los cristianos, en todo lugar y en todo tiempo14,15. Faltar a este espíritu sería traicionar el Evangelio14.
Pobreza de Espíritu y Desapego Interior
La pobreza evangélica, antes de ser un servicio a favor de los pobres, es un valor en sí mismo, que recuerda la primera de las Bienaventuranzas16. Su significado principal es atestiguar que Dios es la verdadera riqueza del corazón humano16,1. Esto implica un desapego interior de los bienes materiales y una confianza en la providencia divina5,13.
La fidelidad al espíritu de pobreza no exige una renuncia radical a toda propiedad para los cristianos en general o para los sacerdotes, ni la abolición del derecho humano a la propiedad14. Sin embargo, sí implica una moderación en el pensamiento y la práctica con respecto a los bienes materiales14.
Solidaridad y Opción Preferencial por los Pobres
La pobreza evangélica se manifiesta en un amor preferencial por los pobres, inspirado por el ejemplo de Jesús y su preocupación por ellos17. Este amor no es opcional para los católicos, sino que está implícito en su fe en Jesucristo18.
La Iglesia enseña que la opción preferencial por los pobres es intrínseca a la fe cristológica3,2. Esto significa que los cristianos están llamados a responder personalmente a la miseria y el sufrimiento de las personas con actos de misericordia19. Esta opción implica:
Proximidad y compartir: Vivir y trabajar entre los pobres y marginados, compartiendo sus condiciones de vida y sus sufrimientos16.
Lucha contra la injusticia: La pobreza, especialmente la que es resultado de la injusticia y la desigualdad, es contraria a los planes de Dios20,2. Los cristianos están llamados a poner remedio a estas desigualdades20.
Promoción de la solidaridad y la caridad: Los consagrados, y por extensión todos los fieles, están llamados a la promoción activa de la solidaridad y la caridad, trabajando para superar el hambre y sus causas, y para una distribución justa de la ayuda21.
Reconocimiento de los pobres como protagonistas: La opción preferencial por los pobres implica reconocer que son personas, contribuyentes a la construcción de la sociedad, y que tienen mucho que enseñarnos18.
Dimensiones de la Pobreza
La pobreza es un fenómeno complejo y multidimensional18,22. No se limita únicamente a la falta de recursos materiales, sino que abarca diversas formas:
Pobreza material: Incluye la falta de alimentos, vivienda, atención médica, educación y oportunidades laborales20,7,18.
Pobreza cultural y religiosa: El amor de la Iglesia por los pobres se extiende también a estas formas de pobreza17.
Pobreza espiritual: Michele M. Schumacher distingue entre la pobreza espiritual como un estado de pecado (ausencia de la gracia) y la pobreza espiritual como una participación en la pobreza de Cristo al servicio de la redención (disposición, liberación, receptividad)23. La Madre Teresa de Calcuta se refería a la pobreza espiritual como el sentirse no querido, no amado, aterrorizado, o excluido de la sociedad, una pobreza más difícil de superar que la material23,24.
Pobreza afectiva, moral y espiritual en sociedades desarrolladas: En sociedades ricas, se observa la marginación, la pobreza afectiva, moral y espiritual, manifestada en vidas desorientadas, adicciones, miedo al abandono y discriminación social, a pesar de la prosperidad económica24,22.
La pobreza evangélica busca unificar el sufrimiento de la injusticia con el Cordero de Dios inmolado, promoviendo una justicia verdadera y duradera a través de la práctica de la caridad cristiana25.
La Pobreza de Dios y la Riqueza en Cristo
La teología católica profundiza en la idea de que la pobreza de Cristo es la fuente de nuestra riqueza. Dios, en su riqueza, se «empobrece» al entregarse totalmente26. El Padre entrega todo lo que es, incluyendo su divinidad, en el acto de generación eterna del Hijo, dejando su «seno vacío»26. Así, en Dios, la pobreza y la riqueza (la riqueza de dar) son una misma cosa26.
Cristo, el Hijo, es la imagen perfecta de esta pobreza-riqueza divina. Él, siendo rico, se hizo pobre por nosotros para que por su pobreza fuéramos enriquecidos1. Esta «admirable commercium» o «maravilloso intercambio» de pecado y gracia, proclamado por los Padres de la Iglesia, es una comunicación de dones divinos que nos permite ser enriquecidos espiritualmente por Cristo23.
La pobreza evangélica, por tanto, nos invita a una kenosis o auto-vaciamiento, a hacer espacio para el Señor en nuestros corazones, lo que nos abre a la receptividad de los dones divinos23. Solo aquellos que son «pobres de espíritu» son interiormente capaces de comprender la pobreza de Aquel que es infinitamente rico1.
Conclusión
La pobreza evangélica es un pilar central de la vida cristiana, que va más allá de la mera privación material. Es una actitud del corazón que imita a Cristo en su desapego y entrega, reconociendo a Dios como la verdadera riqueza16,1. Para los consagrados, se traduce en un voto que implica una vida de moderación, laboriosidad y dependencia10,11. Para todos los fieles, es un espíritu de desapego que impulsa a la solidaridad activa y a la opción preferencial por los pobres, tanto en sus necesidades materiales como espirituales17,18. Al vivir la pobreza evangélica, los cristianos no solo se enriquecen espiritualmente, sino que también contribuyen a la construcción de un mundo más justo y humano, dando testimonio profético contra la idolatría del dinero y las desigualdades16,21.
Citas
V - Castidad pobreza obediencia - Pobreza, Papa Juan Pablo II. Redemptionis Donum, § 12 (1984). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Catequesis «curar el mundo»: 3. La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad, Papa Francisco. Audiencia General del 19 de agosto de 2020 - Catequesis «curar el mundo»: 3. La opción preferencial por los pobres y la virtud de la caridad (2020). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Miguel J. Romero. La llamada a la misericordia: Veritatis Splendor y la opción preferencial por los pobres, § 19. ↩ ↩2 ↩3
Il richiamo del concilio alla virtù personale ed ecclesiale della povertà, Papa Pablo VI. Audiencia General del 24 de junio de 1970 (1970). ↩ ↩2
Honra la pobreza, Papa Juan XXIII. La Iglesia más grande de la Cristiandad Il Tempio Massimo (2 de julio de 1962) (1962). ↩ ↩2
Acercarse a los más pobres, Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 27 de octubre de 1999, § 2 (1999). ↩ ↩2 ↩3
Directrices sobre la formación en los institutos religiosos - I. Consagración religiosa y formación - Pobreza, Congregación para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Directrices sobre la formación en los institutos religiosos, § 14 (1990). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Consejos evangélicos, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Consejos Evangélicos. ↩ ↩2 ↩3
Basil Cole, OP. El obispo y la vida consagrada: ¿Un vínculo necesario? , § 8. ↩
Título I. Normas comunes a todos los institutos de vida consagrada, Código de Derecho Canónico, § 600 (1983). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
III. Algunas normas fundamentales - V. Pobreza, Dicasterio para los Institutos de Vida Consagrada y las Sociedades de Vida Apostólica. Elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia sobre la vida religiosa (1983), § III. (1983). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
III. Algunas normas fundamentales - Pobreza, Sagrada Congregación para los Religiosos e Institutos Seculares. Elementos esenciales de la enseñanza de la Iglesia sobre la vida religiosa aplicada a los institutos dedicados a obras de apostolado, § III. V (1983). ↩ ↩2
Concilio Vaticano II. Perfectae Caritatis, § 13 (1965). ↩ ↩2 ↩3
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 21 de julio de 1993, § 2 (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Sección segunda los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2545. ↩
Capítulo III - II. Un testimonio profético ante grandes desafíos - Pobreza evangélica al servicio de los pobres, Papa Juan Pablo II. Vita Consecrata, § 90 (1996). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Sección segunda los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2444. ↩ ↩2 ↩3
II. Voces de la Iglesia católica durante la crisis de la COVID-19, Comisión de las Conferencias Episcopales de la Unión Europea. Declaración de la Comisión de Asuntos Sociales de la COMECE – Escuchemos el grito de los pobres en el contexto de la pandemia de la COVID-19 y su recuperación, § II (2021). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Miguel J. Romero. La llamada a la misericordia: Veritatis Splendor y la opción preferencial por los pobres, § 20. ↩
Papa Juan Pablo II. A la juventud europea (30 de diciembre de 1982) - Discurso, § 5 (1982). ↩ ↩2 ↩3
Capítulo III - II. Un testimonio profético ante grandes desafíos - El desafío de la pobreza, Papa Juan Pablo II. Vita Consecrata, § 89 (1996). ↩ ↩2
Congregación para la Doctrina de la Fe. 42ª Jornada Mundial de la Paz - COMBATIR LA POBREZA PARA CONSTRUIR LA PAZ, § 2 (2011). ↩ ↩2
I. Dos estados contrastantes de pobreza espiritual: Pecado y redención, Michele M. Schumacher. Hacia una espiritualidad de la pobreza, § 2. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Michele M. Schumacher. Hacia una espiritualidad de la pobreza, § 3. ↩ ↩2
Hacia una espiritualidad de la pobreza, Michele M. Schumacher. Hacia una espiritualidad de la pobreza, § 1. ↩
Angela Franks. María como ejemplo de la pobreza del cuerpo, § 20. ↩ ↩2 ↩3