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Primacía Petrina

La primacía petrina es un dogma fundamental de la fe católica que afirma el rol único de San Pedro como cabeza de los apóstoles y la perpetuidad de esa primacía en sus sucesores, los obispos de Roma, conocidos como papas. Este principio, instituido por Jesucristo según la tradición bíblica y eclesial, garantiza la unidad y la estabilidad de la Iglesia universal. A lo largo de la historia, ha sido definido en concilios ecuménicos y documentos magisteriales, destacando su carácter divino y su función pastoral de servicio. En el contexto ecuménico actual, se presenta como un elemento esencial para la comunión entre las Iglesias cristianas, aunque genera debates sobre su ejercicio práctico.

Tabla de contenido

Fundamento bíblico

La primacía petrina encuentra su base en las Sagradas Escrituras, particularmente en los Evangelios y los Hechos de los Apóstoles. Estos textos revelan cómo Jesús confirió a Simón Pedro un rol preeminente entre los Doce, estableciendo las bases para su autoridad sobre la Iglesia naciente.

En los Evangelios sinópticos y el Evangelio de Juan

En el Evangelio de Mateo, se relata un momento clave en Cesarea de Filipo, donde Jesús, tras la confesión de fe de Pedro —"Tú eres el Cristo, el Hijo del Dios vivo"—, le responde: «Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia, y las puertas del infierno no prevalecerán contra ella. Yo te daré las llaves del Reino de los Cielos; lo que ates en la tierra quedará atado en los cielos, y lo que desates en la tierra quedará desatado en los cielos»1. Esta promesa subraya el papel de Pedro como fundamento visible de la Iglesia y poseedor de autoridad vinculante.

El Evangelio de Juan complementa esta imagen con el episodio post-resurreccional junto al mar de Tiberíades, donde Jesús tres veces exhorta a Pedro: «Apacienta mis corderos», «Apacienta mis ovejas» y «Apacienta mis ovejas»1. Estas palabras confieren a Pedro la misión suprema de pastoreo universal, simbolizando su responsabilidad por el rebaño entero de Cristo. Los Evangelios sinópticos también destacan a Pedro como el primero en la lista de apóstoles y como portavoz del grupo, como en la confesión de fe colectiva o en la Transfiguración.

En los Hechos de los Apóstoles

Los Hechos narran cómo Pedro ejerce esta primacía en la comunidad primitiva. Es él quien dirige la elección del sucesor de Judas, interpreta las Escrituras en Pentecostés y anuncia el Evangelio a los primeros conversos1. Pedro impone la primera sanción eclesial contra Ananías y Safira, y lidera la expansión misionera hacia los gentiles, como en el caso de Cornelio. Su liderazgo se evidencia en el Concilio de Jerusalén, donde resuelve la cuestión de la circuncisión, afirmando la salvación por la fe en Cristo1. Estos relatos ilustran la primacía no como un poder arbitrario, sino como un servicio carismático para la unidad.

Desarrollo en la tradición patrística y medieval

Desde los primeros siglos, los Padres de la Iglesia interpretaron estos pasajes bíblicos como la institución divina de la primacía petrina, vinculándola a la Sede de Roma por el martirio de Pedro y Pablo en la Ciudad Eterna.

Testimonios de los Padres apostólicos y antiguos

San Ireneo de Lyon, en el siglo II, describe la Iglesia de Roma como aquella con «preeminente autoridad» a la que todas las demás iglesias deben concordar, por su origen en Pedro y Pablo2. San Cipriano de Cartago la llama «madre y raíz de la Iglesia católica», fuente de la unidad sacerdotal2. San Jerónimo, en sus cartas, afirma que la comunión con la Sede de Pedro es el criterio de catolicidad, llamándola «la roca sobre la que se edifica la Iglesia»2. San Agustín reconoce la «primacía de la Sede Apostólica» como perpetua en Roma2.

Estos testimonios subrayan que la primacía no es una invención posterior, sino una convicción arraigada en la tradición apostólica. Autores como San León Magno, en el siglo V, la definen como una herencia perpetua de Pedro, esencial para la estabilidad eclesial3.

En la Edad Media y escolástica

En la Edad Media, teólogos como San Roberto Belarmino defendieron la primacía contra objeciones, argumentando que no fue instituida por concilios ni emperadores, sino por Cristo directamente4,5. El papa Inocencio III, en su Prima collectio decretalium, explica cómo Pedro recibió el poder de perdonar pecados ilimitados y de gobernar la Iglesia como vicario de Cristo, transfiriendo esa plenitud a sus sucesores en Roma6. Esta tradición medieval consolida la primacía como jure divino, integrándola en el derecho canónico y la liturgia.

Definiciones dogmáticas

La Iglesia ha elevado la primacía petrina a dogma de fe en varios concilios ecuménicos, respondiendo a herejías y cismas que la cuestionaban.

Concilio de Florencia (1439)

En este concilio, se reafirmó la definición de que la Sede Apostólica y el Romano Pontífice poseen la primacía sobre el orbe entero. El papa es sucesor de Pedro, verdadero vicario de Cristo y cabeza de la Iglesia, con plena potestad para apacentar, regir y gobernar la Iglesia universal, como se contiene en los cánones y actas conciliares7,2.

Concilio Vaticano I (1870)

El Pastor Aeternus proclamó solemnemente la perpetuidad de la primacía petrina. Declara que Pedro recibió las llaves del Reino y que esta potestad se transmite a sus sucesores en la Sede de Roma, quienes obtienen el primado sobre la Iglesia universal por institución de Cristo3,8,1. El canon anatematiza a quien niegue que el Romano Pontífice es el sucesor perpetuo de Pedro en el mismo primado3. Este dogma enfatiza la necesidad de la primacía para la duración de la Iglesia hasta el fin de los tiempos.

Posteriormente, encíclicas como Satis Cognitum de León XIII (1896) y Principi Apostolorum Petro de Benedicto XV (1919) reiteran esta enseñanza, citando a los Padres y concilios para afirmar la potestad suprema jure divino9,2,10.

Naturaleza y funciones de la primacía

La primacía petrina no es un dominio temporal, sino un servicio espiritual al servicio de la unidad y la verdad.

Jurisdicción suprema e infalibilidad

El sucesor de Pedro posee jurisdicción plena e inmediata sobre toda la Iglesia, como principio visible de unidad para obispos y fieles8,11. Esta potestad incluye el gobierno pastoral, la enseñanza doctrinal y la sanción de herejías. En cuanto a la infalibilidad, el Vaticano I la vincula al ex cathedra, preservando la fe inmaculada3. Documentos como Communionis notio (1992) destacan su rol en la comunión eclesial12.

Primacía de servicio y amor

Como enfatiza Pablo VI en Ecclesiam Suam (1964), la primacía es un «primado de servicio, ministerio y amor», no de orgullo, sino de humildad como «siervo de los siervos de Dios»13. Juan Pablo II, en Ut Unum Sint (1995), invita a reflexionar sobre su ejercicio para promover la unidad ecuménica, reconociendo su esencia divina pero abierta a expresiones adaptadas a los tiempos12,14.

El ejercicio histórico de la primacía

A lo largo de los siglos, los papas han ejercido esta primacía en contextos variados: desde la defensa contra herejías (como el arrianismo por León I) hasta la resolución de disputas doctrinales (Concilio de Calcedonia, donde «Pedro ha hablado por León»). En la Edad Media, figuras como Gregorio VII y Inocencio III la usaron para reformar la Iglesia y afirmar su independencia del poder secular. En la era moderna, encíclicas papales como Rerum Novarum ilustran su rol profético en cuestiones sociales.

La primacía en el diálogo ecuménico

En el siglo XX, la Congregación para la Doctrina de la Fe, en Consideraciones sobre la primacía del sucesor de Pedro (1998), aborda su significado ecuménico. Reconoce la primacía como servicio apostólico presente en todas las Iglesias, invitando a formas de ejercicio que preserven su sustancia divina mientras se adaptan a nuevas realidades14,11. Juan Pablo II propuso un «nuevo modo» de ejercerla, reconociendo aspiraciones de otras comunidades cristianas, sin renunciar a lo esencial12. Esto fomenta el diálogo con ortodoxos y protestantes, donde la primacía se ve como garante de unidad, no obstáculo.

Importancia actual en la Iglesia

En la Iglesia contemporánea, bajo el pontificado de León XIV, la primacía petrina sigue siendo el pilar de la comunión católica. Documentos como el Catecismo de la Iglesia Católica la describen como fundamento de la colegialidad episcopal y de la misión evangelizadora. En un mundo fragmentado, promueve la sinodalidad y el servicio a los pobres, recordando que Pedro es «príncipe de los apóstoles» para edificar el Reino de Dios.

Citas

  1. Cap. 1. La institución del primado apostólico en el beato Pedro, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 30353 (1854). 2 3 4 5

  2. Los romanos pontífices poseen el poder supremo en la Iglesia jure divino, Papa León XIII. Satis Cognitum, § 13 (1896). 2 3 4 5 6

  3. Pastor aeternus - Caput II sobre la perpetuidad del primado del beato Pedro en los romanos pontífices, Concilio Vaticano I. Pastor Aeternus, §CAPUT II (1870). 2 3 4

  4. Robert Bellarmine. Controversias de la Fe Cristiana (Disputationes de Controversiis), § 790.

  5. Robert Bellarmine. Controversias de la Fe Cristiana (Disputationes de Controversiis), § 709.

  6. Praefatio, Papa Inocencio III. Prima collectio decretalium (Papa Inocencio III), § 1.

  7. Cap. 3. El poder y la manera del primado del romano pontífice, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 3059.

  8. Cap. 2. La perpetuidad del primado del beato Pedro entre los romanos pontífices, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 3057. 2

  9. Papa Benedicto XV. Principi Apostolorum Petro, § 2.

  10. Papa Benedicto XV. Principi Apostolorum Petro, § 20.

  11. I. Origen, finalidad y naturaleza del primado, Congregación para la Doctrina de la Fe. Consideraciones sobre el Primado del Sucesor de Pedro en el misterio de la Iglesia, § 4. 2

  12. Papa Juan Pablo II. Carta al Cardenal Joseph Ratzinger (30 de noviembre de 1996). 2 3

  13. III. El diálogo - Tercer círculo: Cristianos - El Papado, un obstáculo aparente, Papa Pablo VI. Ecclesiam Suam, § 110 (1964).

  14. Congregación para la Doctrina de la Fe. Consideraciones sobre el Primado del Sucesor de Pedro en el misterio de la Iglesia, § 1. 2