Primer sermón de Pedro
El primer sermón de Pedro constituye el discurso inaugural de la Iglesia cristiana, pronunciado por el apóstol en la fiesta de Pentecostés, cuando el Espíritu Santo descendió sobre los discípulos. En él Pedro proclama a Jesús como Señor y Mesías, convoca al arrepentimiento y al bautismo, y anuncia la promesa del Espíritu Santo, marcando el nacimiento de la comunidad creyente y sentando las bases de la misión evangelizadora universal.
Tabla de contenido
Contexto histórico y litúrgico
Pentecostés y la venida del Espíritu Santo
El día de Pentecostés, cincuenta días después de la Resurrección, el Espíritu Santo se derramó sobre los apóstoles, cumpliendo la profecía de Joel 2,17‑18 y anunciando el inicio de la era del Espíritu (Act 2, 14‑17)1. Esta efusión no solo confirmó la promesa hecha por Cristo, sino que también capacitó a los apóstoles para proclamar con valentía la buena nueva a todas las naciones (Doc 2)2.
La asamblea en Jerusalén
En la plaza de Jerusalén se reunieron judíos de todas partes, «hombres y mujeres devotos de todas las naciones bajo el cielo» (Act 2, 5)1. La diversidad del público subraya la dimensión universal del mensaje que Pedro estaba a punto de anunciar (Doc 2)2.
Contenido del sermón
Anuncio de Jesús como Mesías
Pedro comienza citando a los profetas y declara que «Jesús de Nazaret, a quien Dios confirmó con obras poderosas, fue crucificado y muerto, pero Dios lo resucitó» (Act 2, 22‑24)1. Señala que la resurrección confirma que Jesús es «Señor y Cristo» (Act 2, 36)1, cumpliendo la profecía de David sobre el Mesías que no sería abandonado al Hades (Act 2, 27‑28)1.
Cita de los profetas y cumplimiento
Pedro interpreta el Salmo 16, explicando que la referencia a «no abandonar mi alma al Hades» alude a la victoria de Cristo sobre la muerte (Doc 8)3. Asimismo, recurre a la profecía de Joel para demostrar que la efusión del Espíritu es señal del «último tiempo» (Act 2, 17‑18)1.
Llamado al arrepentimiento y al bautismo
Frente a la pregunta «¿Qué debemos hacer?» (Act 2, 37)1, Pedro responde con una fórmula clara y concisa: «Arrepentíos, y bautícese cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para la remisión de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo» (Act 2, 38‑39)1. Esta exhortación resume la conversión interior y el sacramento del bautismo como medio de gracia (Doc 6)4.
Reacción de la audiencia
Corazón traspasado
Al oír la proclamación, los oyentes fueron «traspasados de corazón» (Act 2, 37)1, mostrando la convicción del Espíritu al convencer de pecado y al mismo tiempo ofrecer la remisión (Doc 7)5.
Pregunta «¿Qué debemos hacer?»
La pregunta colectiva refleja la necesidad de dirección espiritual y la apertura al mensaje de salvación (Doc 5)6. La respuesta de Pedro no solo indica la acción concreta (arrepentimiento y bautismo) sino que también señala la promesa futura del Espíritu para todos los creyentes (Act 2, 39)1.
Impacto y desarrollo posterior
Conversión de tres mil personas
El día de Pentecostés, tras la predicación de Pedro, fueron bautizados alrededor de tres mil nuevos creyentes (Act 2, 41)1. Este número simboliza el crecimiento rápido de la Iglesia primitiva y la efectividad del mensaje apostólico (Doc 4)7.
Fundación de la Iglesia primitiva
El sermón marca el inicio de la misión evangelizadora de la Iglesia, que, bajo la guía del Espíritu Santo, se extiende más allá de Jerusalén hacia todas las naciones (Doc 2)2. La autoridad apostólica conferida por el Espíritu legitima la enseñanza y la administración de los sacramentos (CCC 1287)8.
Interpretaciones teológicas
Significado del bautismo y del Espíritu Santo
El bautismo es presentado como el medio de remisión de los pecados y la incorporación al cuerpo de Cristo, mientras que el don del Espíritu Santo garantiza la vida nueva y la capacidad de testimonio (Doc 7)5. La teología católica entiende que el Espíritu «convince al mundo del pecado» y simultáneamente ofrece la gracia de la redención (Doc 7)5.
Relación con la misión universal
Pedro subraya que la promesa del Espíritu es para «vosotros, para vuestros hijos, y para todos los que están lejos» (Act 2, 39)1, anticipando la expansión del Evangelio a los gentiles (Doc 4)7. Esta visión se refleja en la enseñanza magisterial que la salvación es para «todas las naciones de la tierra» (Doc 4)7.
Legado patrístico y magisterial
Comentario de San Juan Crisóstomo
San Juan Crisóstomo destaca que Pedro no solo proclama la cruz, sino que enfatiza la necesidad del bautismo y la recepción del Espíritu, subrayando la «facilidad» del mensaje acompañada de «un gran don» (Doc 3)9. Además, señala que la respuesta del pueblo muestra la efectividad del llamado apostólico.
Enseñanzas del Magisterio
El Papa Juan Pablo II, en sus Audiencias Generales, reafirma la fórmula de Pedro y la relaciona con la misión de Cristo de «salvar, no condenar» (Doc 6)4 y con la «convicción del pecado» que lleva a la conversión del corazón (Doc 10)10. La encíclica Dominum et vivificantem resalta que el «convencer del pecado» y el «don del Espíritu» son inseparables en la obra salvadora anunciada por Pedro (Doc 7)5.
Conclusión
El primer sermón de Pedro es el punto de partida histórico y teológico de la Iglesia cristiana. Al proclamar a Jesús como Señor y Cristo, invitar al arrepentimiento y al bautismo, y anunciar la promesa del Espíritu Santo, Pedro establece la base doctrinal de la fe, el sacramento y la misión universal. Su mensaje, respaldado por la autoridad del Espíritu, sigue inspirando la vida litúrgica, la catequesis y la evangelización de la Iglesia contemporánea.
Citas
La santa biblia, La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Hechos 2:14-41 (1993). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12
B2. Proclamar a Jesucristo - 3. El contenido de la proclamación - Pedro anuncia al Cristo resucitado, Dicasterio para el Diálogo Interreligioso. Diálogo y Proclamación (1991), § 60 (1991). ↩ ↩2 ↩3
Mary Healy. La interpretación bíblica como carisma profético en la Iglesia, § 12. ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 15 de noviembre de 1989, § 5 (1989). ↩ ↩2
Parte 2 - El Espíritu que convence al mundo de pecado - 2. El testimonio del día de Pentecostés, Papa Juan Pablo II. Dominum et vivificantem, § 31 (1986). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Doctrina del resto de los apóstoles, Ireneo de Lyon. Contra las herejías - Libro III, §Capítulo 12. 2 (189). ↩
Buenaventura. El Papa y las Sagradas Escrituras, § 24. ↩ ↩2 ↩3
Sección dos los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1287. ↩
Hechos 2, 37, Juan Crisóstomo. Homilía 7 sobre los Hechos de los Apóstoles (404). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 15 de noviembre de 1989, § 3 (1989). ↩
