Primera carta a los Corintios

La Primera carta a los Corintios, conocida también como 1 Corintios, es una de las epístolas paulinas del Nuevo Testamento, escrita por el apóstol San Pablo a la comunidad cristiana de Corinto alrededor del año 54 d.C. Este documento aborda problemas concretos de la Iglesia primitiva, como las divisiones internas, la inmoralidad sexual, el mal uso de los dones espirituales y la negación de la resurrección, mientras enfatiza la unidad en Cristo, el amor como virtud suprema y la sabiduría divina frente a la humana. En la tradición católica, esta carta es fundamental para entender la eclesiología, la moral cristiana y la liturgia eucarística, influyendo en la doctrina sobre el cuerpo de Cristo y la vida comunitaria.
Tabla de contenido
Introducción
La Primera carta a los Corintios forma parte del corpus paulino del Nuevo Testamento y representa una respuesta pastoral de San Pablo a las tensiones en la joven comunidad de Corinto. Escrita en un contexto de diversidad cultural y desafíos morales, la epístola busca restaurar la armonía y reafirmar la fe en la cruz de Cristo como centro de la salvación. Pablo, que fundó esta Iglesia durante su segundo viaje misionero, recibe informes sobre disputas y herejías incipientes, lo que le impulsa a escribir esta carta exhortativa. Su estilo es directo y retórico, combinando teología profunda con consejos prácticos, y se divide en secciones que abordan tanto doctrina como disciplina eclesial.
En la Iglesia católica, esta carta se lee en la liturgia dominical y ferial, destacando pasajes como el himno al amor en el capítulo 13 o la institución de la Cena del Señor en el 11. Su relevancia perdura en la enseñanza sobre la unidad eclesial y la santidad personal, como subrayan los Padres de la Iglesia y el Magisterio.
Autoría y fecha de composición
La autoría de la Primera carta a los Corintios se atribuye tradicionalmente a San Pablo, quien se presenta como «llamado a ser apóstol de Jesucristo por voluntad de Dios»1. En el saludo inicial, Pablo menciona también a Sostenes, su hermano en la fe, como coautor, aunque su rol parece secundario, posiblemente como secretario o testigo2. La tradición patrística, desde San Juan Crisóstomo en sus homilías del siglo IV, confirma esta atribución sin controversias significativas2,3.
La fecha de redacción se sitúa entre los años 53 y 54 d.C., durante la estancia de Pablo en Éfeso, como se infiere del contexto de su ministerio y las referencias a viajes planeados4. Esta cronología se alinea con el segundo viaje misionero descrito en los Hechos de los Apóstoles (caps. 18), donde Pablo pasa dieciocho meses en Corinto fundando la comunidad. La carta responde a una misiva de los corintios y a informes de «los de Cloé» sobre divisiones internas1.
En la crítica bíblica católica, no se cuestiona la paternidad paulina de esta epístola, a diferencia de algunas deuteropaulinas, y se considera auténtica por su estilo personal y teológico coherente con otras cartas indiscutidas.
Contexto histórico y destinatarios
La ciudad de Corinto
Corinto era una próspera metrópolis griega en el istmo que une el Peloponeso con el continente, famosa por su puerto comercial y los Juegos Ístmicos, análogos a los Olímpicos. En el siglo I d.C., bajo dominio romano, albergaba una población diversa de griegos, romanos, judíos y orientales, con un ambiente de lujo, prostitución sagrada en el templo de Afrodita y filosofías helenísticas como el estoicismo y el epicureísmo. Esta multiculturalidad fomentaba la inmoralidad y el sincretismo religioso, lo que influyó en los desafíos de la comunidad cristiana local5.
Pablo evangelizó Corinto alrededor del 50-51 d.C., estableciendo una Iglesia en casa de Gayo y Aquila, un matrimonio judío expulsado de Roma. La ciudad, reconstruida por Julio César en el 44 a.C., simbolizaba la tensión entre la fe cristiana y la cultura pagana, tema recurrente en la carta.
La comunidad cristiana de Corinto
La Iglesia de Corinto, compuesta por judíos convertidos y gentiles, enfrentaba divisiones por lealtades a líderes como Pablo, Apolos, Cefas (Pedro) o Cristo mismo: «Cada uno de vosotros dice: 'Yo soy de Pablo', 'Yo de Apolos', 'Yo de Cefas', 'Yo de Cristo'»1,6. Informes de Chloe y una carta de los corintios alertan a Pablo sobre escándalos como el incesto, litigios internos, abusos en la Cena del Señor y negación de la resurrección1.
Pablo describe a los destinatarios como «santificados en Cristo Jesús, llamados a ser santos»1, enfatizando su vocación universal junto a «todos los que en todo lugar invocan el nombre de nuestro Señor Jesucristo»1. Esta comunidad, diversa en estatus social, reflejaba los retos de la inculturación del Evangelio en un mundo helenizado.
Estructura y contenido principal
La carta se organiza en 16 capítulos, con un saludo inicial (1,1-9), cuerpo exhortatorio (1,10-15) y despedida (16). No sigue un esquema rígido, sino que responde temáticamente a los problemas reportados.
Saludo y acción de gracias (1,1-9)
Pablo inicia con una bendición trinitaria: «Gracia y paz de Dios nuestro Padre y del Señor Jesucristo»1. Da gracias por los dones espirituales recibidos, como el habla y el conocimiento, asegurando que Dios los confirmará hasta el fin para ser irreprochables en el día de Cristo1. Este prólogo establece la fidelidad de Dios y la esperanza escatológica.
Divisiones y la sabiduría de la cruz (1,10-4,21)
Pablo urge a la unidad: «Que no haya divisiones entre vosotros, sino que estéis perfectamente unidos en un mismo sentir y en un mismo parecer»1. Critica las facciones y exalta la cruz como «locura» para los griegos y «escándalo» para los judíos, pero poder y sabiduría de Dios (1,18-25). Enfatiza que la predicación no se basa en palabras elocuentes, sino en el Espíritu (2,1-5). Tomás de Aquino comenta que estas divisiones surgen de la soberbia humana, opuesta a la humildad de la cruz6.
Escándalos morales y disciplina eclesial (5-6)
Aborda el caso de un hombre que vive con la mujer de su padre, exhortando a la purificación: «Expulsad de entre vosotros al malo» (5,13). Condena los pleitos ante tribunales paganos, recordando que los santos juzgarán el mundo (6,1-11). En 6,12-20, advierte contra la fornicación, declarando el cuerpo como templo del Espíritu Santo.
Matrimonio, celibato y idolatría (7-10)
El capítulo 7 responde consultas sobre el matrimonio: «A cada uno se le conceda su gracia según Dios la ha repartido» (7,17), permitiendo el matrimonio pero valorando el celibato por el Reino (7,32-35). En capítulos 8-10, discute la comida sacrificada a ídolos, promoviendo la caridad sobre el conocimiento: «El conocimiento hincha, pero el amor edifica» (8,1). Usa el ejemplo de Israel en el desierto y la figura de Cristo como «nuestra pascua» (5,7; 10,16-17).
Orden en la liturgia y los dones espirituales (11-14)
En 11,2-16, regula el velo de las mujeres en la asamblea. El 11,23-26 instituye la Eucaristía: «Esto es mi cuerpo… Haced esto en memoria mía», base de la doctrina católica sobre la Misa. Los capítulos 12-14 describen los carismas como miembros del cuerpo de Cristo (12,12-27), culminando en el himno al amor: «Si no tengo amor, nada soy» (13,1-13). Regula el uso profético y lingüístico para la edificación común (14).
La resurrección de los muertos (15)
Pablo defiende la resurrección contra escépticos: «Si Cristo no ha resucitado, vana es nuestra predicación y vana también nuestra fe» (15,14). Describe el cuerpo resucitado como espiritual, semilla que muere para fructificar (15,35-50). Termina con la victoria sobre la muerte: «¡Dónde está, oh muerte, tu victoria?» (15,55).
Conclusión y saludos (16)
Incluye instrucciones sobre la colecta para Jerusalén (16,1-4), planes de viaje y exhortaciones: «Manteneos alerta, estad firmes en la fe, portaos virilmente, sed fuertes. Todo lo que hagáis, hacedlo con amor» (16,13-14)4.
Temas teológicos principales
La carta enfatiza la unidad eclesial como reflejo del único cuerpo de Cristo, contraponiendo la sabiduría mundana a la divina. El amor (ágape) se presenta como el don mayor, superior a profecía o fe (13). Doctrinalmente, afirma la presencia real en la Eucaristía (10,16; 11,23-26) y la resurrección corporal, esencial para la esperanza cristiana.
En ética, promueve la santidad en el matrimonio y la continencia, y la caridad en las libertades cristianas. San Juan Crisóstomo destaca en sus homilías cómo Pablo corrige abusos litúrgicos para fomentar la reverencia eucarística2. Papa Juan Pablo II alude a Corinto en contextos de testimonio evangélico, vinculando su mensaje a la caridad en la Iglesia actual7,5.
Influencia en la tradición católica
La Primera carta a los Corintios ha moldeado la liturgia, con el capítulo 13 leído en bodas y el 15 en funerales. En el Catecismo de la Iglesia Católica, se cita para la Eucaristía (n. 1323) y los carismas (n. 799-801). Padres como Tomás de Aquino la comentan exhaustivamente, viendo en ella la doctrina sobre la autoridad apostólica y la humildad6,8. En homilías modernas, se aplica a divisiones contemporáneas, promoviendo la comunión eclesial.
Comentarios patrísticos y medievales
San Juan Crisóstomo (siglo IV) ofrece 44 homilías sobre la carta, elogiando su estilo pastoral y exhortando a la imitación de Pablo en la predicación2,3. Tomás de Aquino (siglo XIII) en su comentario literal explica versos clave, como las facciones en 1,12, atribuyéndolas a la vanidad humana6. Estos exégesis patrísticos subrayan la ortodoxia paulina contra herejías gnósticas incipientes.
En resumen, la Primera carta a los Corintios permanece como pilar de la fe católica, guiando a las comunidades en la búsqueda de unidad, amor y esperanza resucitada en Cristo.
Citas
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § I Corintios 1. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Homilía 1 sobre I Corintios - I Corintios 1:1-3, Juan Crisóstomo. Homilía 1 sobre I Corintios 1:1-3 (397). ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Homilía 1 sobre I Corintios 1:1-3, Juan Crisóstomo. Homilía sobre I Corintios, §Homilía 1. Prefacio (387). ↩ ↩2
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § I Corintios 16. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Al equipo de fútbol Ascoli-Calcio (9 de febrero de 1980) - Discurso (1980). ↩ ↩2
Capítulo 1, Tomás de Aquino. Comentario sobre I Corintios, § 1:12. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de febrero de 1982 (1982). ↩
Capítulo 1, Tomás de Aquino. Comentario sobre II Corintios, § 1:1. ↩
