Wikitólica

La enciclopedia y wiki católica en español

Cruz

Proclamación del Evangelio

Proclamación del Evangelio
Lectura del Último Evangelio. Original, Servus Tuus, CC BY-SA 3.0 📄

La proclamación del Evangelio es un acto central en la vida y liturgia de la Iglesia Católica, que va más allá de la mera lectura de un texto bíblico. Representa la presencia viva de Cristo que habla a su pueblo, iluminando la revelación bíblica y constituyendo el punto culminante de la Liturgia de la Palabra. Este acto sagrado se distingue por una profunda reverencia y honor, manifestados a través de diversos signos litúrgicos y la participación activa de los fieles. Desde los primeros días de la Iglesia, la transmisión del Evangelio se ha realizado tanto oralmente como por escrito, y su proclamación litúrgica ha sido fundamental para la instrucción y la edificación de la comunidad creyente.

Tabla de contenido

El Evangelio como Palabra Viva de Cristo

La Iglesia Católica enseña que cuando las Sagradas Escrituras son leídas en la liturgia, es Dios mismo quien habla a su pueblo, y Cristo, presente en su propia palabra, proclama el Evangelio1. Esta presencia de Cristo en la proclamación del Evangelio es el motivo de la especial veneración que se le otorga2. El Evangelio no se lee simplemente para conocer hechos pasados, sino para escuchar la palabra viva de Jesús que resuena y toca el corazón de los fieles2. San Agustín lo expresó diciendo: «El Evangelio es la boca de Cristo. Él está sentado en el cielo, pero no ha dejado de hablar en la tierra»2.

Centralidad en la Liturgia de la Palabra

La lectura del Evangelio es el punto culminante de la Liturgia de la Palabra3,2,4. En la estructura de la Misa, el Evangelio ilumina el significado de los textos bíblicos que lo preceden, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, porque Cristo mismo es el centro y la plenitud de toda la Escritura2. La Liturgia de la Palabra es una parte integral de las celebraciones sacramentales, y el significado de la celebración se expresa a través de la Palabra de Dios proclamada y la respuesta de fe a ella5.

Signos de Reverencia y Honor

La liturgia misma instruye que se debe mostrar una gran reverencia al Evangelio, distinguiéndolo de las otras lecturas con marcas especiales de honor3,2. Estos signos de veneración ayudan al pueblo de Dios a reconocer la importancia de lo que se lee y la presencia de Cristo que les comunica la «Buena Noticia»4,2.

El Libro de los Evangelios

El Libro de los Evangelios (Evangeliario) es un objeto litúrgico de gran dignidad, que contiene únicamente las lecturas de los Evangelios4,6,7. Su uso solemne, especialmente en las grandes fiestas litúrgicas, subraya la importancia de la proclamación. Puede ser llevado en procesión durante los ritos iniciales y luego colocado sobre el altar, y posteriormente llevado al ambón por un diácono o sacerdote para la proclamación4,8,6,9,10.

Gestos y Acclamaciones de los Fieles

Los fieles manifiestan su reverencia de varias maneras:

Honores Litúrgicos

Otros elementos que realzan la solemnidad de la proclamación del Evangelio incluyen:

Ministros de la Proclamación del Evangelio

La tradición de la Iglesia reserva la proclamación del Evangelio a un ministro ordenado13.

Sacerdotes y Diáconos

La lectura del Evangelio es función propia del diácono o, en su ausencia, de un sacerdote distinto del celebrante14. Si no hay diácono ni otro sacerdote presente, el mismo sacerdote celebrante proclama el Evangelio14. El sacerdote o diácono que va a proclamar el Evangelio se prepara con una bendición o una oración3. Esta reserva a los ministros ordenados subraya la autoridad profética de Cristo y la Iglesia que ellos representan sacramentalmente15.

Lectores

Los lectores instituidos están encargados de proclamar las lecturas de la Sagrada Escritura, con la excepción del Evangelio16,17,18. Desde los primeros siglos, los lectores leían todas las lecciones en la liturgia, incluyendo la Epístola y el Evangelio, pero gradualmente el diácono obtuvo el oficio de leer el Evangelio19. Se enfatiza la necesidad de una formación adecuada para quienes ejercen el ministerio de lector, que debe ser bíblica, litúrgica y técnica18.

Origen y Transmisión del Evangelio

El Evangelio, la «Buena Noticia» de la salvación en Cristo, fue transmitido de dos maneras fundamentales20.

Transmisión Oral

Antes de ser escritos, los Evangelios eran la expresión de una enseñanza oral transmitida a las comunidades cristianas21. Los apóstoles, llenos del Espíritu Santo, proclamaron el Evangelio de forma oral, por su predicación, su ejemplo y las instituciones que establecieron, basándose en lo que habían recibido de Cristo mismo20,22. Esta enseñanza oral se inculcó en palabras que tendieron a adoptar una forma estereotipada de expresión, similar a la que encontramos en los Evangelios sinópticos23.

Transmisión Escrita

Por voluntad de Dios, los apóstoles y otros hombres asociados a ellos, bajo la inspiración del Espíritu Santo, pusieron por escrito el mensaje de salvación20,22. Se cree que el Evangelio según Mateo fue el primero en ser escrito, compuesto en hebreo para los conversos del judaísmo24. Marcos, discípulo e intérprete de Pedro, escribió lo que Pedro había predicado. Lucas, compañero de Pablo, registró el Evangelio predicado por él. Finalmente, Juan, el discípulo amado, publicó su Evangelio durante su residencia en Éfeso22. Estos cuatro Evangelios canónicos se distinguieron desde el principio por su sencillez, veracidad, origen apostólico y la pureza de sus enseñanzas, en contraste con los numerosos evangelios apócrifos23. La mayoría de los libros del Nuevo Testamento fueron escritos en la segunda mitad del primer siglo, con el objetivo de solidificar y formalizar el legado de la primera generación apostólica25.

La Homilía como Explicación del Evangelio

Después de la proclamación del Evangelio, la homilía es una parte integral de la liturgia26. Su propósito es actualizar más explícitamente la Palabra de Dios y fomentar una comprensión más plena y una mayor eficacia de la palabra1,26. La homilía, reservada al sacerdote o diácono, ilustra las lecturas bíblicas y la presencia de Cristo en la Palabra de Dios, exhortando a los fieles a encarnar la Palabra escuchada en sus vidas8,15,27.

Conclusión

La proclamación del Evangelio en la liturgia católica es un momento de encuentro vivo con Cristo, quien continúa hablando a su pueblo a través de su Palabra. Los múltiples signos de reverencia, desde la procesión del Evangeliario hasta las aclamaciones de los fieles, no son meros ritos, sino expresiones de la fe en la presencia real del Señor. Este acto, custodiado y transmitido desde los tiempos apostólicos, nutre la fe de los creyentes y los invita a responder a la «Buena Noticia» en sus vidas diarias, haciendo de la Palabra de Dios una fuerza transformadora en el mundo.

Citas

  1. Capítulo II la estructura de la misa, sus elementos y sus partes - II. Los diferentes elementos de la misa - Leyendo y explicando la palabra de Dios, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 29 (2003). 2

  2. Palabra de la misa, Papa Francisco. Audiencia General del 7 de febrero de 2018 (2018). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  3. Capítulo II la estructura de la misa, sus elementos y sus partes - III. Las partes individuales de la misa - B. La liturgia de la palabra - Las lecturas bíblicas, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 60 (2003). 2 3 4

  4. Parte II: Verbum in ecclesia - La liturgia, marco privilegiado para la palabra de Dios - Sugerencias y propuestas prácticas para promover una participación más plena en la liturgia - C) la proclamación solemne de la palabra de Dios, Papa Benedicto XVI. Verbum Domini, § 67 (2010). 2 3 4

  5. Sección I la economía sacramental, Catecismo de la Iglesia Católica, §párrafo-1190.

  6. Parte V - Viviendo la palabra de Dios, Conferencias Episcopales Católicas de Inglaterra y Gales, y de Escocia. El Don de la Escritura, § 75 (2005). 2 3 4 5 6 7 8

  7. Papa Juan Pablo II. En la presentación del Evangeliarium de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos (15 de diciembre de 2000) - Discurso, § 2 (2000).

  8. A. In missæ celebratione, Sagrada Congregación para el Culto Divino. De Benedictionibus (Libro de Bendiciones), § 338. 2

  9. Capítulo IV las diferentes formas de celebrar la misa - I. Misa con congregación - D. Los deberes del lector - Ritos introductorios, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 194 (2003).

  10. Capítulo IV las diferentes formas de celebrar la misa - I. Misa con congregación - D. Los deberes del lector - Ritos introductorios, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 195 (2003).

  11. Capítulo IV las diferentes formas de celebrar la misa - I. Misa con congregación - A. Misa sin diácono - La liturgia de la palabra, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 134 (2003). 2 3

  12. Sección I la economía sacramental, Catecismo de la Iglesia Católica, §párrafo-1154. 2

  13. Capítulo III: La celebración propia de la misa - 3. Las otras partes de la misa, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Redemptionis Sacramentum, § 63 (2004).

  14. Capítulo II la estructura de la misa, sus elementos y sus partes - III. Las partes individuales de la misa - B. La liturgia de la palabra - Las lecturas bíblicas, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 59 (2003). 2

  15. A los participantes en la plenaria de la congregación para el clero, Papa Juan Pablo II. A los participantes en la Plenaria de la Congregación para el Clero (23 de noviembre de 2001), § 4 (2001). 2

  16. Capítulo III los deberes y ministerios en la misa - III. Ministerios particulares - El ministerio del acólito y lector instituidos, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 99 (2003).

  17. Capítulo IV las diferentes formas de celebrar la misa - I. Misa con congregación - D. Los deberes del lector - La liturgia de la palabra, Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Instrucción General del Misal Romano, § 196 (2003).

  18. Parte II: Verbum in ecclesia - La liturgia, marco privilegiado para la palabra de Dios - Proclamación de la palabra y el ministerio del lector, Papa Benedicto XVI. Verbum Domini, § 58 (2010). 2

  19. Lector, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Lector.

  20. Sección I «creo» - «creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, §párrafo-76. 2 3

  21. II. Una experiencia tan antigua como la Iglesia - La catequesis en la era apostólica, Papa Juan Pablo II. Catechesi Tradendae, § 11 (1979).

  22. Los apóstoles no comenzaron a predicar el Evangelio, ni a dejar nada por escrito hasta que fueron dotados de los dones y el poder del Espíritu Santo. Predicaron un solo Dios, creador del cielo y de la tierra, Ireneo de Lyon. Contra las Herejías - Libro III, §Capítulo 1. 1 (189). 2 3

  23. Evangelio y evangelios, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Evangelio y Evangelios. 2

  24. Fragmento del Libro I - Comentario sobre el fragmento del Libro I de Mateo, Orígenes de Alejandría. Comentario sobre Mateo, §Comentario sobre el fragmento del Libro I de Mateo (250).

  25. Denis Farkasfalvy, O.Cist. Fundamentos Bíblicos para una Teología de la Inspiración, § 10.

  26. C. Uso de la Biblia - 1. En la liturgia, Pontificia Comisión Bíblica. La Interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). 2

  27. Parte II - La oración de la Iglesia - II. La oración de la comunidad eclesial - A. La divina liturgia —el fundamento y la cumbre de la vida de la comunidad cristiana - 2. La liturgia de la palabra (liturgia de los catecúmenos) - D. Escuchando la palabra de Dios, respondiendo a ella, y oración, Sínodo de la Iglesia Greco-Católica Ucraniana. Catecismo de la Iglesia Católica Ucraniana: Cristo – Nuestra Pascua, § 367 (2016).