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Profeta Ezequiel

Profeta Ezequiel
Ezequiel en el techo de la Capilla Sixtina en el Vaticano entre 1508 y 1512, fresco, restaurado. Dominio Público.

Ezequiel, cuyo nombre significa «fortaleza de Dios» o «Dios lo hace fuerte», es uno de los profetas mayores del Antiguo Testamento y una figura clave en la tradición católica. Nacido en una familia sacerdotal y llevado al exilio en Babilonia en el año 598 a.C., recibió su llamado profético en la visión de la presencia divina y dedicó más de dos décadas a anunciar tanto el juicio de Dios sobre Israel como la esperanza de su restauración. Sus visiones —entre ellas la del valle de los huesos secos, la del nuevo templo y la promesa de un corazón nuevo— han sido interpretadas por la Iglesia como prefiguraciones de la resurrección, del Espíritu Santo y del Reino de Cristo. El magisterio, los Padres de la Iglesia y los documentos papales resaltan su relevancia para la fe católica, vinculándolo con la vida, muerte y gloría de Jesucristo.

Tabla de contenido

Vida y contexto histórico

Orígenes y familia

Ezequiel era hijo de Buzi y pertenecía al sacerdocio de Judá1. Su nombre, Yehézq’el, expresa la idea de que Dios es quien otorga fortaleza al hombre1.

Exilio en Babilonia

En el año 598 a.C. fue deportado junto con el rey Joaquín y otros prisioneros a Babilonia, estableciéndose en la localidad de Tel‑Abib, a orillas del río Quebar1. Allí pasó el resto de su vida, proclamando el mensaje divino a los exiliados1.

Llamado profético y misión

El llamado de Ezequiel se produjo en la quinta año del cautiverio, cuando, según su propia visión, el Espíritu del Señor lo levantó y lo situó en medio de un valle lleno de huesos secos2. Desde entonces, fue nombrado sentinela del pueblo de Israel, encargado de advertir tanto a los impíos como a los justos3. Su ministerio se extendió al menos veintidós años, según el propio libro profético1.

Principales profecías

Juicio contra Judá y Jerusalén

Ezequiel anunció la destrucción inminente de Jerusalén y del templo, describiendo la venida del castigo divino como una espada que recaería sobre la ciudad4. Asimismo, profetizó la dispersión de los israelitas entre las naciones, señalando que la culpa de la idolatría provocaría la ruina del pueblo5.

Visión del valle de los huesos secos

En el capítulo 37, el profeta vio un valle poblado de huesos secos que, tras su proclamación, se unieron, recibieron tendones, carne y piel, y finalmente el aliento del Espíritu los hizo vivir2. Esta visión simboliza la restauración de Israel y, en la interpretación católica, la resurrección de los muertos y la acción vivificante del Espíritu Santo4,6.

Promesa de un corazón nuevo y del Espíritu

Ezequiel proclama que Dios dará al pueblo un corazón de carne y pondrá su Espíritu dentro de ellos, para que guarden sus estatutos7. Los papas Juan Pablo II y Francisco resaltan esta promesa como anticipación de la gracia santificante y del nuevo nacimiento en Cristo8,6.

Visión del nuevo templo

En el capítulo 43, el profeta describe la gloria de Dios entrando por la puerta del este del templo, declarando que habitará para siempre entre su pueblo9. La Iglesia interpreta esta visión como una prefiguración del templo celestial y de la presencia permanente del Espíritu en la comunidad de los fieles1.

Influencia y cumplimiento en la tradición católica

Tipología cristológica

Los Padres de la Iglesia, como Orígenes, vieron en la visión de los huesos secos una analogía con la resurrección de los muertos y la unidad del Cuerpo de Cristo10. Los papas Juan Pablo II y Francisco reiteraron que la visión anuncia la vida nueva que se realiza en la Pascua de Cristo y el soplo del Espíritu Santo4,6.

Comentario de los Papas

Relación con el Nuevo Testamento

El libro de Apocalipsis muestra numerosas alusiones a las imágenes de Ezequiel, especialmente en la descripción de la nueva Jerusalén y del templo celestial10. Además, la carta de San Juan destaca que los que guardan los mandamientos de Dios permanecen en Él, eco de la promesa de un corazón nuevo8.

Representación en la liturgia y el arte

Ezequiel es conmemorado en el calendario litúrgico de la Iglesia católica el 21 de mayo. Sus visiones inspiran numerosas obras de arte, especialmente la representación del valle de los huesos secos, que simboliza la esperanza de la resurrección y la renovación del pueblo de Dios.

Conclusión

El profeta Ezequiel, a través de sus poderosas visiones y su llamado a la conversión, ofrece a la Iglesia católica una profunda reflexión sobre el juicio divino, la misericordia y la esperanza de una nueva vida en el Espíritu. Su figura sigue siendo un puente entre la revelación del Antiguo Testamento y la plenitud de la salvación anunciada por Cristo, confirmando la continuidad de la revelación divina y la unidad del plan salvífico de Dios.

Citas

  1. Ezequiel, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Ezequiel. 2 3 4 5 6

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Ezequiel 37. 2

  3. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Ezequiel 3.

  4. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 30 de agosto de 1989, § 6 (1989). 2 3 4

  5. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Ezequiel 6.

  6. La Iglesia es el Cuerpo de Cristo, Papa Francisco. Audiencia General del 22 de octubre de 2014 (2014). 2 3 4

  7. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Ezequiel 11.

  8. Cántico de Ezequiel 36: 24-28 «¡Yo seré vuestro Dios!», Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de septiembre de 2003, § 4 (2003). 2

  9. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Ezequiel 43.

  10. Libro X - 20. El templo que Cristo dice que levantará es la Iglesia. Cómo los huesos secos volverán a vivir, Orígenes de Alejandría. Comentario al Evangelio de Juan, § 20 (230). 2

  11. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 10 de enero de 1990 (1990).