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Cruz

Profeta Natán

Profeta Natán
Profeta Natán, icono ruso del primer cuarto del siglo XVIII. Dominio Público.

Natán fue uno de los profetas más influyentes del Antiguo Testamento, sucesor de Samuel y consejero cercano del rey David. Su ministerio se caracteriza por la firme denuncia del pecado, la proclamación de la promesa divina de un templo futuro y la garantía de la sucesión dinástica de Salomón. La figura de Natán ocupa un lugar destacado tanto en la tradición bíblica como en la patrística y la enseñanza católica, siendo recordado como el profeta que confrontó al rey y anunció la voluntad de Dios1.

Tabla de contenido

Vida y ministerio

Orígenes y llamado profético

Los textos bíblicos no indican el origen familiar de Natán, pero aparece por primera vez en el relato de la intención de David de edificar un templo (2 Samuel 7). En ese momento, Dios le encarga a Natán transmitir el mensaje de que la construcción del santuario quedará reservada para el hijo de David, Salomón2.

Relación con el rey David

Natán se convirtió en el principal interlocutor profético de David. Entre sus intervenciones más recordadas destacan:

Enseñanzas y método profético

Técnica de la parábola y el juicio

Gregorio el Grande, en su Regla Pastoral, describe cómo Natán utilizó una parábola para que el rey pronunciara juicio antes de reconocer su propia culpa, una estrategia que intensifica la convicción del pecador y facilita la posterior reconciliación5.

Modelo de arrepentimiento

Ciro de Jerusalén, en sus Lecciones catecéticas, señala a David como ejemplo de arrepentimiento inspirado por la acusación de Natán, subrayando la humildad del rey al reconocer su falta y la rapidez con que Dios le otorga misericordia6.

Significado patrístico

San Ireneo de Lyon, en Contra las herejías, interpreta la acción de Natán como una muestra de la justicia divina que, al castigar al pecador, también abre la puerta a la gracia salvadora, recordando que la disciplina de los antiguos sirve de enseñanza para los creyentes de todas las épocas7.

Perspectiva ambrosiana

San Ambrosio de Milán destaca la función de Natán al exponer la voluntad de Dios a David, señalando que el profeta reveló tanto la causa del castigo como la posibilidad de redención, reforzando la idea de que la profecía es instrumento de corrección y consolación8.

Contribuciones a la historiografía bíblica

El propio libro de Crónicas atribuye a Natán, junto a Samuel y Gad, la redacción de parte de la historia de David, lo que indica su papel no solo como profeta sino también como cronista de los hechos sagrados1.

Legado en la tradición católica

En la enseñanza de la Iglesia, Natán es presentado como modelo de profeta que combina la denuncia del pecado con la esperanza de la misericordia divina. Su vida ilustra la autoridad del Espíritu Santo en los profetas y la necesidad de una conciencia obediente ante la palabra de Dios. La Liturgia de las Horas y los Padres de la Iglesia citan su ejemplo al exhortar a los fieles a la conversión interior y a la fidelidad a la voluntad divina.

Referencias bíblicas principales

EventoLibro y capítulo
Confrontación por Bathsheba2 Samuel 12
Promesa del templo2 Samuel 7; 1 Crónicas 17
Sucesión de Salomón1 Reyes 1

Influencia patrística y teológica

Natán es mencionado en la literatura patrística como ejemplo de profeta que actúa como consejero y juez de los reyes, y su método ha sido adoptado por teólogos y pastores para la dirección espiritual de la comunidad.

Citas

  1. Nathan, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Nathan. 2

  2. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 2 Samuel 7. 2

  3. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 2 Samuel 12. 2

  4. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 1 Crónicas 17. 2

  5. La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, § 1 Reyes 1.

  6. Discurso catequético: Sobre el arrepentimiento y la remisión de los pecados, y sobre el adversario, Cirilo de Jerusalén. Discursos Catequéticos - Discurso 2, § 11 (350).

  7. Los pecados de los hombres de antaño, que incurrieron en el desagrado de Dios, fueron, por su providencia, puestos por escrito, para que pudiéramos sacar instrucción de ellos y no nos llenáramos de orgullo. No debemos, por lo tanto, inferir que hubo otro Dios que aquel que predicó Cristo; más bien debemos temer, no sea que el mismo y único Dios que infligió castigo a los antiguos, nos imponga uno más pesado a nosotros, Ireneo de Lyon. Contra las Herejías - Libro IV, §Capítulo 27.1 (189).

  8. El hermano a su hermana, Ambrosio de Milán. Carta 41, § 25 (388).