Prudencia pastoral

La prudencia pastoral es una virtud cardinal que guía a los pastores de la Iglesia en el discernimiento y la aplicación de la doctrina de la fe y la moral en las diversas circunstancias de la vida de los fieles. Implica la capacidad de discernir el verdadero bien en cada situación y elegir los medios adecuados para alcanzarlo, siempre en fidelidad a la enseñanza de la Iglesia y con caridad hacia las almas. Esta virtud es esencial para el ejercicio del munus regale (función de gobierno) de los obispos y para la labor de todos los que están al servicio del pueblo de Dios, buscando el bien de las almas y la promoción de la comunión eclesial.
Tabla de contenido
Fundamentos de la Prudencia Pastoral
La prudencia, como virtud cardinal, es una disposición de la razón práctica que permite discernir en toda circunstancia nuestro verdadero bien y elegir los medios correctos para lograrlo1. En el contexto pastoral, esta virtud se orienta específicamente al cuidado de las almas y a la guía del pueblo de Dios. La Iglesia, en su misión de servicio, busca generar y hacer prosperar la comunión, y es en este marco que la prudencia pastoral adquiere su significado pleno2.
La Prudencia como Virtud Cardinal
El Catecismo de la Iglesia Católica define la prudencia como la virtud que dispone la razón práctica a discernir el verdadero bien en cada circunstancia y a elegir los medios adecuados para alcanzarlo1. Es la «reina de todas las virtudes» que rigen la vida de los hombres, tanto individualmente como en sociedad3. En el ámbito pastoral, esta prudencia se convierte en una guía indispensable para los ministros de la Iglesia.
La Prudencia en el Magisterio de la Iglesia
El Magisterio ha enfatizado repetidamente la importancia de la prudencia pastoral. El Papa Juan Pablo II, en Veritatis Splendor, subraya que la prudencia es fundamental para el discernimiento pastoral en situaciones complejas y cruciales, siempre a la luz de la Revelación y la enseñanza constante de la Iglesia4. También recuerda que la responsabilidad de los pastores en la enseñanza moral cristiana debe ejercerse como parte de su munus regale, con vigilancia pastoral5.
Características de la Prudencia Pastoral
La prudencia pastoral no es una mera aplicación mecánica de normas, sino un discernimiento dinámico que considera la verdad, la caridad y las circunstancias particulares.
Fidelidad a la Doctrina y al Magisterio
La prudencia pastoral exige una firme adhesión a la enseñanza de la Iglesia, que es la base de la vida cristiana y de la investigación teológica6. Los pastores tienen el deber de vigilar que la palabra de Dios sea enseñada fielmente y de salvaguardar a los fieles de toda doctrina o teoría contraria a ella7. Esto implica no disminuir la doctrina redentora de Cristo, lo cual constituye una forma eminente de caridad hacia las almas8. Las decisiones prudenciales nunca pueden contradecir los mandamientos de Dios9.
Caridad y Compasión
La caridad pastoral es un componente esencial de la prudencia. Aunque existan situaciones objetivamente inaceptables desde el punto de vista moral, la caridad pastoral exige no tratar a las personas sin más como «pecadores», ya que su culpabilidad o responsabilidad pueden estar atenuadas por diversos factores10. La compasión y la verdadera comprensión implican amor por la persona humana, por el Bien Supremo y por la auténtica libertad8.
Fortitud en la Denuncia del Error
La prudencia y la caridad ilimitadas del buen pastor deben ir acompañadas de la fortaleza. Esto significa denunciar abiertamente las desviaciones y errores, incluso si causa dolor, cuando el bien de las almas y la fidelidad a la Iglesia lo exigen11. San Toribio de Mogrovejo es presentado como un ejemplo de esta virtud, amando siempre a quien se equivocaba, pero sin dejar de combatir el error11.
Adaptación y Discernimiento Gradual
La prudencia pastoral implica una adaptación apropiada de la materia a las expectativas de los fieles, así como una elección adecuada del lenguaje, modo y tiempo en que se imparte la enseñanza12. Sin embargo, esta adaptación no significa que la gradualidad esté en la ley misma, sino en el ejercicio de la prudencia, que es un discernimiento gradual. Este discernimiento puede pedir hacer algo que aún no es el ideal objetivo pleno, pero nunca puede contradecir la virtud en cuestión9. Las decisiones que forman parte de la prudencia pastoral en circunstancias particulares no deben necesariamente convertirse en una norma universal, para evitar una «casuística insoportable»10.
Vigilancia y Orientación
Los obispos tienen la grave obligación de vigilar que la «sana doctrina» de la fe y la moral sea enseñada en sus diócesis7. Las comisiones doctrinales diocesanas o nacionales deben ejercer una vigilancia constante sobre las publicaciones, no solo para advertir sobre escritos doctrinalmente poco fiables, sino también para dar a conocer obras que nutran y apoyen la fe6. Aquellos que instruyen al pueblo cristiano en las homilías necesitan la máxima prudencia, absteniéndose de novedades fútiles o no suficientemente probadas, y exponiendo las opiniones nuevas ya sólidamente probadas con cautela y considerando a los oyentes13.
La Prudencia Pastoral en la Misión de la Iglesia
La prudencia pastoral es fundamental para diversos aspectos de la misión de la Iglesia, desde la evangelización hasta el gobierno.
El Rol de los Pastores y Teólogos
Los obispos, como sucesores de los Apóstoles, tienen la misión de hacer discípulos en todas las naciones y predicar el Evangelio2. Su ministerio es un servicio (diaconía) que busca la comunión en el cuerpo de la Iglesia2. La prudencia es esencial para el correcto ejercicio de su función pastoral, ofreciéndoles toda clase de asistencia14. Los teólogos también tienen una grave obligación de formar a los fieles en el discernimiento moral, comprometiéndolos con el verdadero bien y recurriendo a la gracia de Dios15.
Relación con las Iglesias Particulares
Es fundamental fomentar estrechas relaciones con las Iglesias particulares y las agrupaciones de obispos, buscando su consejo al preparar documentos de gran importancia y carácter general16. Los documentos de carácter general o con una incidencia especial en sus Iglesias particulares deben ser comunicados a los obispos antes de su publicación16.
El Peligro de la «Sabiduría de la Carne»
El Papa León XIII advirtió contra la «prudencia de la carne», que es la sabiduría que no está sujeta a la ley de Dios y que, lejos de enmendar los males, los ayuda a avanzar17. Esta falsa prudencia se opone a la verdadera prudencia pastoral, que siempre busca la conformidad con la ley divina y el bien objetivo18. No hay nada más contradictorio a las leyes de la verdadera prudencia que permitir que la religión sea acosada impunemente y que el bienestar moral del pueblo esté en peligro19.
La Prudencia en la Vida Cotidiana del Pastor
El pastor debe reflexionar sobre su propia vida a la luz de la prudencia sobrenatural que debe gobernar todas sus acciones, preguntándose si está cumpliendo con lo que el cuidado pastoral de su pueblo requiere20. La gravedad, entendida como una conducta seria, juiciosa y discreta, debe ser característica de todo ministro fiel y prudente, que se muestre equilibrado y prudente en todas sus acciones, sin dejarse dominar por pasiones bajas o un lenguaje violento y exagerado21.
Conclusión
La prudencia pastoral es una virtud indispensable para la Iglesia en su misión de evangelización y santificación. Guía a los pastores en la delicada tarea de aplicar la verdad inmutable del Evangelio a las realidades cambiantes de la vida humana, siempre con caridad y firmeza. Es un discernimiento continuo que busca el bien de las almas, evitando tanto el legalismo estéril como el relativismo doctrinal, y conduciendo a los fieles hacia la santidad de una vida virtuosa22. La Iglesia, a través de sus pastores, ejerce esta prudencia para servir al hombre y para que la verdad de la revelación divina se manifieste en el «hoy» concreto de su existencia23.
Citas
Sección primera la vocación del hombre la vida en el espíritu, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1835. ↩ ↩2
Introducción, Papa Juan Pablo II. Pastor Bonus, § Introducción 1 (1988). ↩ ↩2 ↩3
Orden en el universo - V. Exhortaciones pastorales - Filosofías y movimientos históricos, Papa Juan XXIII. Pacem in Terris, § 160 (1963). ↩
Capítulo III - «para que la cruz de Cristo no resulte vana (1 Co 1,17) - El bien moral para la vida de la Iglesia y del mundo - Nuestras responsabilidades de pastores, Papa Juan Pablo II. Veritatis Splendor, § 115 (1993). ↩
Capítulo III - «para que la cruz de Cristo no resulte vana (1 Co 1,17) - El bien moral para la vida de la Iglesia y del mundo - Nuestras responsabilidades de pastores, Papa Juan Pablo II. Veritatis Splendor, § 114 (1993). ↩
Congregación para la Doctrina de la Fe. Carta sobre algunas cuestiones concernientes a la escatología (1979). ↩ ↩2
Capítulo III - «para que la cruz de Cristo no resulte vana (1 Co 1,17) - El bien moral para la vida de la Iglesia y del mundo - Nuestras responsabilidades de pastores, Papa Juan Pablo II. Veritatis Splendor, § 116 (1993). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. A los Obispos de las Regiones 3 y 4 Sur de la Conferencia Episcopal de Brasil en su visita ad Limina (18 de octubre de 1995) - Discurso, § 6 (1995). ↩ ↩2
Ángel Pérez-López. Veritatis Splendor y Amoris Laetitia: Ni discontinuidad lamentada ni celebrada, § 18. ↩ ↩2
«Dubia» de dos Cardenales (10 de julio de 2023) y «Respuestas» del Santo Padre «a los Dubia propuestos por dos Cardenales» (11 de julio de 2023) - #2 dubium circa l’affermazione che la diffusa pratica della benedizione delle unioni con persone dello stesso sesso, concorderebbe con la rivelazione e il magistero (CCE 2357). - Respuesta del Papa Francisco, Dicasterio para la Doctrina de la Fe. «Dubia» de dos Cardenales (10 de julio de 2023) y «Respuestas» del Santo Padre «a los Dubia propuestos por dos Cardenales» (11 de julio de 2023), § 2 (2023). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Discurso en la Conferencia Episcopal Peruana (15 de mayo de 1988) - Discurso (1988). ↩ ↩2
III. - Cualidad del educador, Congregación para la Educación Católica. Orientaciones educativas sobre el amor humano: líneas para una educación sexual, § 87 (1983). ↩
Pontificia Comisión Bíblica. De historica evangeliorum veritate, La historicidad de los Evangelios, § 4 (1964). ↩
III - Congregaciones - Congregación para los Obispos, Papa Juan Pablo II. Pastor Bonus, §Art. 79 (1988). ↩
Capítulo III - «para que la cruz de Cristo no resulte vana (1 Co 1,17) - El bien moral para la vida de la Iglesia y del mundo - El servicio de los teólogos moralistas, Papa Juan Pablo II. Veritatis Splendor, § 113 (1993). ↩
I - Normas generales - Relaciones con las Iglesias particulares, Papa Juan Pablo II. Pastor Bonus, §Art. 26 (1988). ↩ ↩2
Papa León XIII. Sapientiae Christianae, § 34 (1890). ↩
Gregory Pine, O.P. El probabilismo incipiente de Francisco de Vitoria, § 5. ↩
Mayores peligros, Papa León XIII. Constanti Hungarorum, § 9 (1893). ↩
Sobre San Juan María Vianney - III - Necesidad de comparación, Papa Juan XXIII. Sacerdotii Nostri Primordia, § 73 (1959). ↩
Papa León XIII. Depuis le Jour, § 50 (1899). ↩
Ángel Pérez-López. Veritatis Splendor y Amoris Laetitia: Ni discontinuidad lamentada ni celebrada, § 30. ↩
Douglas G. Bushman. El Papa Pablo VI sobre la Renovación del Vaticano II como un acto de la Iglesia que extrae de su tesoro cosas viejas y nuevas, § 13. ↩