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Purificación del templo

Purificación del templo
Dominio público.

La purificación del Templo, un evento significativo en la vida de Jesús, se refiere a la ocasión en que Jesús expulsó a los mercaderes y cambistas del Templo de Jerusalén. Este acto, registrado en los cuatro Evangelios, es una manifestación del celo de Jesús por la santidad de la casa de su Padre y una profecía velada sobre el fin del Templo antiguo y el advenimiento del nuevo Templo, que es su propio cuerpo. A través de esta acción, Jesús reafirmó la vocación del Templo como lugar de oración para todas las naciones y señaló una nueva forma de adoración en espíritu y verdad.

Tabla de contenido

El Relato Evangélico

Los Evangelios narran el episodio de la purificación del Templo, aunque con algunas diferencias en su ubicación cronológica. El Evangelio de Juan sitúa este evento al comienzo del ministerio público de Jesús, poco antes de la Pascua judía1. Los Evangelios Sinópticos (Mateo, Marcos y Lucas), en cambio, lo colocan hacia el final de su ministerio, durante la Semana Santa, después de su entrada triunfal en Jerusalén2,3.

Según Juan, Jesús subió a Jerusalén para la Pascua. Allí encontró en el Templo a vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a cambistas sentados en sus mesas. Haciendo un látigo de cuerdas, los expulsó a todos del Templo, junto con las ovejas y los bueyes. También derramó las monedas de los cambistas y volcó sus mesas. A los que vendían palomas les dijo: «Quitad esto de aquí; no hagáis de la casa de mi Padre una casa de mercado»1. Sus discípulos recordaron entonces la Escritura que dice: «El celo por tu casa me consumirá»4,1.

Los judíos le preguntaron a Jesús qué señal podía mostrarles para justificar su acción. Jesús respondió: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré»1. Los judíos replicaron que el Templo había estado en construcción durante cuarenta y seis años, y él lo levantaría en tres días. Sin embargo, el evangelista aclara que Jesús se refería al templo de su cuerpo. Después de su resurrección, sus discípulos recordaron estas palabras y creyeron en la Escritura y en la palabra que Jesús había dicho1.

San Agustín, al notar la diferencia en la ubicación temporal del evento entre Juan y los Sinópticos, sugiere que Jesús realizó esta acción no una, sino dos veces: una al principio de su ministerio, registrada por Juan, y otra al final, registrada por los otros tres evangelistas3.

El Significado del Templo de Jerusalén

El Templo de Jerusalén era el centro de la vida religiosa judía, considerado la morada privilegiada de Dios en la tierra4,5. Era un lugar de encuentro con Dios, una casa de oración4. A lo largo de su historia, el Templo sufrió varias destrucciones y reconstrucciones. El Templo que Jesús conoció era el Templo de Herodes, una reconstrucción y ampliación del Templo de Zorobabel, que había sido erigido después del exilio babilónico5. La construcción de este Templo había durado cuarenta y seis años en la época de Jesús6.

El Templo no era solo un edificio, sino un símbolo de la relación de Dios con su pueblo. Las peregrinaciones, las fiestas y los sacrificios que se ofrecían allí eran modos de oración y signos de la santidad y gloria de Dios7.

El Celo de Jesús por la Casa de su Padre

El acto de Jesús al purificar el Templo fue impulsado por un celo ardiente por la santidad de la casa de su Padre8,4. Él se opuso resueltamente a la desviación que había transformado el patio de los gentiles en un mercado8,9. Este patio era el único lugar accesible para los no judíos, y su conversión en un centro de comercio impedía que el Templo cumpliera su vocación de ser «una casa de oración para todos los pueblos»9.

La presencia de vendedores y cambistas en el Templo, aunque quizás necesaria para los peregrinos que venían de lejos para ofrecer sacrificios y pagar el impuesto del Templo, había degenerado en un abuso10. San Agustín comenta que Jesús no quería que la casa de su Padre se convirtiera en una casa de mercaderías11. El Papa Benedicto XVI explicó que la expulsión de los mercaderes no solo prevenía un abuso, sino que señalaba una nueva forma de actuar de Dios10. Jesús confrontó el comercio de animales y los asuntos fiscales con su bondad sanadora, demostrando que la verdadera purificación del Templo era la curación, el servicio y la bondad10.

Jesús como el Nuevo Templo

La respuesta de Jesús a los judíos: «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré», es clave para comprender el significado más profundo de su acción1. Juan el Evangelista aclara que Jesús se refería al templo de su cuerpo1. Esta declaración profética vincula la purificación del Templo de piedra con su propia muerte y resurrección8.

El Papa Juan Pablo II enseñó que, al pronunciar estas palabras misteriosas, Jesús consagró todos los templos del Pueblo de Dios a la vez. Su pasión y muerte representaron la destrucción del templo de su cuerpo, y su resurrección, la edificación del templo espiritual de la nueva fe, esperanza y caridad8.

El Papa Benedicto XVI profundizó en esta idea, afirmando que el rechazo y la crucifixión de Jesús significaron el fin del Templo de piedra. Se introdujo una nueva adoración en un Templo no construido por manos humanas: su propio cuerpo, el Resucitado, que reúne a los pueblos y los une en el sacramento de su cuerpo y sangre12. Él mismo es el nuevo Templo de la humanidad12. El tiempo del Templo de piedra y los sacrificios de animales había pasado; Jesús, por su vida, es el nuevo y vivo Templo, el espacio viviente de espíritu y vida donde se realiza la forma correcta de adoración12,10. Los sacrificios de animales eran solo un sustituto, un gesto nostálgico de la verdadera adoración a Dios, que es el «amor hasta el final», el amor por los seres humanos entregado totalmente a Dios10.

El Catecismo de la Iglesia Católica afirma que Cristo es el verdadero Templo de Dios, «el lugar donde mora su gloria»13. Por la gracia de Dios, los cristianos también se convierten en templos del Espíritu Santo, piedras vivas con las que se construye la Iglesia13,14,15.

Implicaciones para la Fe y la Vida Cristiana

La purificación del Templo tiene varias implicaciones para los creyentes:

La Santidad de los Lugares de Culto

El celo de Jesús por la casa de su Padre nos recuerda la santidad que debe rodear nuestros lugares de culto. Las iglesias, como templos de Dios, deben ser espacios dedicados a la oración y al encuentro con Él, libres de distracciones y usos profanos.

La Adoración en Espíritu y Verdad

El anuncio de Jesús sobre el nuevo Templo de su cuerpo señala una transición de una adoración basada en sacrificios de animales y rituales externos a una adoración en espíritu y verdad10. Esta adoración se realiza en comunión con Cristo, en su Cuerpo, donde el Espíritu Santo nos reúne10. La Eucaristía, como sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo, se convierte en el centro de esta nueva adoración.

El Cuerpo como Templo del Espíritu Santo

La enseñanza de que el cuerpo de Jesús es el nuevo Templo se extiende a la comprensión de que cada cristiano es un templo del Espíritu Santo14,15. Esto implica una llamada a la santidad personal y al respeto por el propio cuerpo y el de los demás. Nuestros cuerpos son morada de Dios y deben ser tratados con dignidad y reverencia.

La Reconstrucción del Templo Interior

El Papa Francisco, al reflexionar sobre las palabras de Jesús «Destruid este templo, y en tres días lo levantaré», las aplicó a la vida de los pecadores. Subrayó que, aunque nos distanciemos del Señor y apaguemos el Espíritu, destruyendo el templo de Dios que somos cada uno de nosotros, esta no es una situación definitiva. Bastan tres días para que el Señor reconstruya su templo dentro de nosotros. Nadie está condenado a estar separado de Dios para siempre en esta tierra, por muy herido que esté por el mal9. Esta es una profunda enseñanza sobre la misericordia divina y la capacidad de Dios para restaurar la vida espiritual en cada persona.

Conclusión

La purificación del Templo por Jesús es un evento multifacético que va más allá de un simple acto de disciplina. Es una declaración profética sobre el fin de una era y el comienzo de otra. Jesús, con su celo por la casa de su Padre, no solo corrigió un abuso, sino que se reveló a sí mismo como el verdadero Templo, el lugar definitivo del encuentro entre Dios y la humanidad. Este evento nos invita a una profunda reflexión sobre la santidad de los lugares de culto, la naturaleza de la verdadera adoración y la dignidad de cada persona como templo vivo del Espíritu Santo, siempre susceptible de ser reconstruido por la gracia divina.

Citas

  1. La santa biblia, undefined. La Santa Biblia, §Juan 2:13-22 (1993). 2 3 4 5 6 7

  2. Libro X - 15. Discrepancia de las narrativas evangélicas conectadas con la purificación del templo, Orígenes de Alejandría. Comentario sobre el Evangelio de Juan, § 15 (230).

  3. Armonización de Mateo con los otros evangelios, hasta la última cena - De la expulsión de los vendedores y compradores del templo, y de la cuestión sobre la armonía entre los tres primeros evangelistas y Juan, quien relata el mismo incidente en una conexión muy diferente, Agustín de Hipona. La Armonía de los Evangelios, §Libro II. Capítulo 67. 129 (400). 2

  4. Sección dos I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, §párr.-584. 2 3 4

  5. Templo de Jerusalén, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Templo de Jerusalén. 2

  6. Cronología bíblica, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cronología Bíblica.

  7. Sección uno la oración en la vida cristiana, Catecismo de la Iglesia Católica, §párr.-2581.

  8. Papa Juan Pablo II. 18 marzo 1979: Visita a la parroquia de San José en Roma, § 1 (1979). 2 3 4

  9. Papa Francisco. Fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán (9 noviembre 2019), §Fiesta de la Dedicación de la Basílica de San Juan de Letrán (9 noviembre 2019) (2019). 2 3

  10. Domingo de Ramos - 23.ª Jornada Mundial de la Juventud, Papa Benedicto XVI. 16 marzo 2008: Domingo de Ramos - 23.ª Jornada Mundial de la Juventud (2008). 2 3 4 5 6 7

  11. Agustín de Hipona. Tratado 10 Juan 2:12-21, § 4 (420).

  12. Pablo T. Gadenz. Jesús, el Nuevo Templo en el Pensamiento del Papa Benedicto XVI, § 13. 2 3

  13. Sección uno la economía sacramental, Catecismo de la Iglesia Católica, §párr.-1197. 2

  14. Sección dos los diez mandamientos, Catecismo de la Iglesia Católica, §párr.-2300. 2

  15. Sección dos los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, §párr.-1265. 2