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Cruz

Quinta cruzada

La Quinta cruzada (1217‑1221) fue una empresa militar y espiritual promovida por la Iglesia latina con el objetivo de recuperar los lugares santos de Tierra Santa mediante la conquista de Egipto, considerada la llave para el control de Jerusalén. Convocada por el Concilio de Letrán IV, la campaña se centró en el asedio y captura de la ciudad portuaria de Damietta, para luego intentar avanzar sobre el Nilo y el interior egipcio. A pesar de la victoria inicial, la expedición terminó en derrota y retirada, aunque sus consecuencias diplomáticas permitieron, años después, la restitución temporal de Jerusalén al cristianismo mediante el tratado de Jaffa (1229). La cruzada también es famosa por el encuentro del santo franciscano San Francisco de Asís con el sultán al‑Kāmil, un episodio que ha inspirado reflexiones sobre el diálogo interreligioso.

Tabla de contenido

Contexto histórico y eclesiástico

Convocatoria del Concilio de Letrán IV (1215)

El Concilio de Letrán IV, celebrado en 1215, proclamó oficialmente la Quinta cruzada como una respuesta a la pérdida de los territorios cristianos en Oriente y a la necesidad de reforzar la fe mediante la acción militar. El concilio describió la cruzada como una «expedición organizada… para conquistar, recuperar y mantener la ciudad de Jerusalén y la Basílica del Santo Sepulcro»1.

Situación política en Oriente y Occidente

En el Levante, la caída de los últimos enclaves cristianos había dejado a los reinos latinos vulnerables. En Europa, los reyes y príncipes estaban divididos entre sus propias ambiciones y la obligación de cumplir los votos cruzados. El papado, bajo el pontificado de Inocencio III y luego de Honorio III, buscó un liderazgo fuerte; consideró que el emperador Federico II era el único capaz de lograr la recuperación de la Tierra Santa, aunque sus repetidos aplazamientos frustraron los planes iniciales2.

Desarrollo de la campaña

La toma de Damietta (1218‑1219)

Los cruzados, liderados por el conde John de Brienne y el legado papal Cardenal Pelagio, desembarcaron en la desembocadura del Nilo en mayo de 1218. Tras un prolongado asedio, lograron capturar Damietta el 5 de noviembre de 1219, una victoria que se celebró como el punto de inflexión de la cruzada3. La ciudad, situada en la rama del Nilo que desemboca en el mar Mediterráneo, había sido un objetivo estratégico porque su control permitía el acceso al interior egipcio y, potencialmente, a Jerusalén.

El asedio de El‑Mansura y la derrota (1221)

Animados por la conquista, los cruzados avanzaron hacia el interior, pero fueron acorralados por las fuerzas del sultán al‑Kāmil en Mansura el 24 de julio de 1221. La batalla resultó en una rotunda derrota cristiana; el ejército fue rodeado y obligado a rendirse, lo que obligó a John de Brienne a comprar su retirada mediante la entrega de Damietta al enemigo3. La pérdida de la ciudad marcó el fin efectivo de la campaña militar.

Participación de San Francisco de Asís y la diplomacia de al‑Kāmil

Durante la ocupación de Damietta, el santo franciscano San Francisco de Asís viajó a Egipto acompañado de su hermano Illuminato, buscando un encuentro con el sultán al‑Kāmil. Según relatos, el sultán mostró una actitud irenista, ofreciendo varias propuestas de paz, incluida la entrega de Jerusalén a cambio del retiro cristiano de Damietta4. Aunque la propuesta fue rechazada por el papado y el legado papal, el episodio quedó como un símbolo de la búsqueda de la paz cristiana y del respeto mutuo entre religiones4.

Consecuencias y legado

Tratado de Jaffa (1229) y retorno de Jerusalén

A diez años del fracaso militar, el sultán al‑Kāmil firmó un tratado de paz con el emperador Federico II en Jaffa (febrero de 1229). El acuerdo devolvió a los cristianos Jerusalén, Belén y Nazaret bajo condiciones de tenencia musulmana del Monte del Templo, marcando una breve restauración de la presencia latina en la Tierra Santa3. Este tratado fue ratificado por el papa Gregorio IX y se consideró un modelo de «equilibrio judicioso» entre ambas confesiones4.

Evaluación de la Iglesia y lecciones

La Quinta cruzada dejó una profunda reflexión en la Iglesia sobre la ineficacia de la violencia indiscriminada y la necesidad de una estrategia que combinara la fuerza con la diplomacia. Los relatos de la crueldad en Damietta y la posterior renuncia a la conquista militar influyeron en la postura papal de los siglos posteriores, que favoreció la predicación de la paz y la cooperación interreligiosa. El encuentro de San Francisco con al‑Kāmil, aunque no logró la conversión del sultán, sirvió como ejemplo de la vocación franciscana a la reconciliación y al diálogo con los musulmanes5.

Citas

  1. Cruzadas, las, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Cruzadas, Las (2015).

  2. Papa Honorio III, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa Honorio III.

  3. Cruzadas, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Cruzadas. 2 3

  4. Carol y Philip Zaleski. San Francisco, la Iglesia Católica y el Islam, § 3. 2 3

  5. Carol y Philip Zaleski. San Francisco, la Iglesia Católica y el Islam, § 6.