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Cruz

Rito funerario

El rito funerario católico es una celebración de la Iglesia que busca encomendar a los difuntos a la misericordia de Dios y afirmar la esperanza de la resurrección en Cristo. A través de la Eucaristía, oraciones y sufragios, la Iglesia ofrece consuelo a los vivos y ayuda espiritual a los difuntos, honrando el cuerpo del difunto como templo del Espíritu Santo y manifestando la fe pascual. Este artículo explorará los elementos esenciales de las exequias cristianas, las diversas estaciones de la celebración, la importancia de la Misa de Requiem y el significado de los sufragios por los difuntos.

Tabla de contenido

Naturaleza y Propósito de las Exequias Cristianas

La Iglesia celebra las exequias de sus hijos con una profunda confianza en el misterio pascual de Cristo. El propósito central es que aquellos que, por el Bautismo, se unieron a Cristo muerto y resucitado, pasen con Él de la muerte a la vida1. Esto implica que el alma sea purificada y asumida en el cielo con los santos y elegidos, mientras que el cuerpo espera la bienaventurada esperanza de la venida de Cristo y la resurrección de los muertos1.

En este contexto, la Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico del misterio pascual por los difuntos y eleva oraciones y sufragios por ellos. Esta práctica se basa en la comunión de los santos, donde todos los miembros de Cristo se comunican entre sí, obteniendo ayuda espiritual para algunos y ofreciendo consuelo de esperanza a otros2,1.

Al celebrar las exequias, los cristianos procuran afirmar la esperanza de la vida eterna, sin ignorar ni descuidar las costumbres y modos de actuar de la sociedad y la región en relación con los difuntos. La Iglesia busca transformar lo que pueda contradecir el Evangelio, para que las exequias cristianas muestren la fe pascual y el verdadero espíritu evangélico1.

Es importante honrar los cuerpos de los fieles difuntos, que fueron templos del Espíritu Santo, evitando la vana ostentación. Por ello, en los momentos más importantes entre la muerte y la sepultura, se afirma la fe en la vida eterna y se elevan oraciones de sufragio1. Estos momentos clave pueden incluir la vigilia en la casa del difunto, la colocación del cuerpo en el féretro y su traslado al sepulcro, precedido por la reunión de familiares y, si es posible, de toda la comunidad para escuchar la consolación de la esperanza en la liturgia de la palabra, ofrecer el sacrificio eucarístico y despedir al difunto con la última despedida1.

Estructura del Rito Funerario

El Ordo Exsequiarum (Orden de las Exequias Cristianas) de la liturgia romana presenta tres tipos de celebraciones funerarias, que corresponden a los tres lugares donde se realizan (la casa, la iglesia y el cementerio) y a la importancia que les atribuyen la familia, las costumbres locales, la cultura y la piedad popular3. Este orden de celebración es común a todas las tradiciones litúrgicas y consta de cuatro elementos principales3.

La Vigilia

La vigilia es un acto de fe en la resurrección de los muertos, que se remonta a la vigilia de las mujeres «miróforas» del Evangelio, quienes llevaron ungüentos aromáticos para ungir el cuerpo del Señor y se convirtieron en las primeras testigos de la resurrección4.

Recepción del Funeral en la Iglesia

Cuando el cuerpo del difunto es llevado a la iglesia algún tiempo antes de la celebración de la liturgia de las exequias, el rito puede ordenarse de la siguiente manera2:

Si no hay una estación en la casa del difunto, el sacerdote se dirige a la puerta de la iglesia y, después de saludar amablemente a los presentes, rocía el cuerpo con agua bendita, si es costumbre, y dice una o varias oraciones, como se haría en la casa del difunto5.

Al ingresar a la iglesia y al comienzo de la Misa, normalmente se tiene un solo canto, según las normas de la Instrucción General del Misal Romano. Sin embargo, si una razón pastoral especial requiere un doble canto, se puede usar uno de los responsorios5.

Es oportuno mantener la costumbre de colocar al difunto en la posición que le era común en la asamblea litúrgica: el fiel con el rostro vuelto hacia el altar, y los ministros sagrados con el rostro vuelto hacia el pueblo5. Sobre el féretro se puede colocar el Evangelio, un códice de las Sagradas Escrituras o una Cruz. No se debe colocar otra Cruz cerca del féretro si la Cruz del altar es bien visible desde la iglesia. Alrededor del féretro se pueden disponer algunos cirios encendidos; sin embargo, un solo cirio pascual puede colocarse a la cabecera del difunto5.

La Misa de Exequias

La Misa de exequias es el verdadero refrigerio cristiano del difunto, un banquete escatológico6. En ella, la Iglesia ofrece el sacrificio eucarístico por los difuntos, no solo en la celebración de los funerales, sino también en los días tercero, séptimo y trigésimo, así como en el aniversario de la muerte5. La celebración de la Misa en sufragio de las almas de los propios difuntos es la forma cristiana de recordar y prolongar, en el Señor, la comunión con aquellos que han cruzado el umbral de la muerte5.

El 2 de noviembre, la Iglesia ofrece repetidamente el santo sacrificio por todos los fieles difuntos, y también celebra la Liturgia de las Horas por ellos5. Diariamente, en la celebración de la Eucaristía y de las Vísperas, la Iglesia eleva su súplica para que el Señor conceda a los «fieles que nos han precedido con el signo de la fe y a todos los que descansan en Cristo, la bienaventuranza, la luz y la paz»5.

Después de los ritos iniciales de la Misa, se celebra la liturgia de la palabra, en la que pueden tenerse tres lecturas, siendo la primera del Antiguo Testamento5,7. Si se desea un rito más rico en la Misa de difuntos, se pueden cantar los salmos propuestos para las diversas partes de la Misa en el Gradual Romano o en el Gradual Simple5. En caso de que se use el Gradual Simple, el canto del Aleluya puede omitirse por razones pastorales7.

Después del Evangelio, se pronuncia una breve homilía, evitando el género del elogio fúnebre7. Luego se realiza la oración universal o de los fieles7. Donde existe la costumbre, la procesión de los fieles para el ofertorio en las Misas de exequias puede mantenerse, siempre que se complete dentro de los límites del ofertorio y los fieles sean instruidos sobre su significado eucarístico7. Se recomienda que los fieles, especialmente los de la familia del difunto, participen del sacrificio eucarístico ofrecido por el difunto a través de la Sagrada Comunión7.

Si la liturgia de la palabra se celebra sin el sacrificio eucarístico, después del canto de entrada se saluda al pueblo y se reza una oración, a menos que, por circunstancias pastorales, parezca más apropiada una breve monición7. La liturgia de la palabra sigue el modo habitual. Pueden tenerse tres lecturas, siendo la primera del Antiguo Testamento. Después del Evangelio, se pronuncia una breve homilía, evitando el elogio fúnebre. Si las circunstancias pastorales lo exigen, puede haber una sola lectura, seguida de la homilía7. Después de la homilía, se realiza la oración universal o de los fieles, que concluye con una oración sacerdotal o con el Padrenuestro recitado por todos7.

Es importante educar el sentir de los fieles a la luz de la celebración eucarística, en la que la Iglesia reza para que todos los fieles difuntos, de cualquier tiempo y lugar, sean asociados a la gloria del Señor resucitado, evitando el peligro de una visión posesiva o particularista de la Misa por el «propio» difunto5.

La Última Recomendación y Despedida

La última recomendación y despedida no se entiende como una purificación del difunto —que más bien se logra con el sacrificio eucarístico—, sino como la despedida final que la comunidad cristiana dirige a uno de sus miembros antes de que el cuerpo sea llevado o sepultado1,6,8. Aunque la muerte siempre implica una separación, los cristianos, que son uno en Cristo como miembros de Cristo, nunca pueden ser separados por la muerte misma1.

Este rito es introducido y explicado por una invitación del sacerdote. Le siguen momentos de silencio, los gestos de aspersión e incensación, y un canto de despedida1. Es preferible que este canto, compuesto con un texto idóneo y adornado con una melodía adecuada, sea cantado por todos, y que todos sientan que es la culminación de todo el rito1.

La aspersión, que recuerda la inscripción en la vida eterna por el Bautismo, y la incensación, que honra el cuerpo del difunto como templo del Espíritu Santo, también pueden considerarse gestos de despedida1. El rito de la última recomendación y despedida no puede realizarse si el cadáver no está presente1.

Después de la oración después de la Comunión, o si no se celebra el sacrificio eucarístico, después de concluida la liturgia de la palabra, el sacerdote, revestido con la casulla o la capa pluvial, procede al rito de la última recomendación y despedida7. De pie junto al féretro, vuelto hacia el pueblo, con los ministros que llevan agua bendita e incienso, el sacerdote pronuncia una invitación7.

Si el sacerdote y la congregación han acompañado el funeral al cementerio, la última recomendación y despedida pueden realizarse en el mismo sepulcro. En este caso, las exequias concluyen con el rito de la despedida9.

La Sepultura

La sepultura se realiza inmediatamente o al final del rito, según las costumbres locales9. Mientras el cuerpo es introducido en el sepulcro, o en otro momento oportuno, el sacerdote puede decir una oración9:

«Puesto que plugo a Dios omnipotente llamar a nuestro hermano de esta vida a sí, encomendamos su cuerpo a la tierra, para que vuelva de donde fue tomado. Pero, ya que Cristo resucitó como primogénito de entre los muertos, quien transformará el cuerpo de nuestra humildad, configurándolo al cuerpo de su gloria, encomendamos a nuestro hermano al Señor, para que lo asuma en su paz y resucite su cuerpo en el último día»9.

Luego, el sacerdote puede decir la siguiente oración de los fieles, o una similar, en su totalidad o en parte9:

«Roguemos a nuestro Señor Jesucristo por nuestro hermano, quien dijo: “Yo soy la resurrección y la vida: el que cree en mí, aunque haya muerto, vivirá, y todo el que vive y cree en mí, no morirá para siempre”. Para que Tú, que lloraste por Lázaro muerto, te dignes enjugar nuestras lágrimas. R. Te rogamos, óyenos»9.

Después de la oración, si es costumbre, el sacerdote rocía con agua bendita y luego inciensa el túmulo y el cuerpo del difunto, a menos que esto deba hacerse dentro del rito de la última recomendación9.

Sufragios por los Difuntos

La Iglesia, en virtud de la comunión de los santos, encomienda a los difuntos a la misericordia de Dios y ofrece sus oraciones, especialmente el santo sacrificio de la Eucaristía, en su nombre2. La Misa de Requiem, conocida por la primera palabra de su introito «Requiem æternam dona eis, Domine» (Dales el descanso eterno, Señor), es una Misa ofrecida por los difuntos10.

El Papa Juan Pablo II ha enfatizado la importancia de ofrecer la Eucaristía por los difuntos, incluso en los cementerios, como un canto de victoria, ya que los difuntos «viven con Cristo» después de haber sido sepultados con Él en la muerte9. Aunque el tiempo de prueba para ellos ha terminado, cediendo el paso al tiempo de la recompensa, los fieles sienten el deber de ofrecerles la ayuda afectuosa de la oración para que cualquier residuo de debilidad humana que pueda retrasar su encuentro con Dios sea definitivamente borrado9.

Las Misas de Requiem se celebran no solo en el día del óbito, sino también en días específicos como el tercero, séptimo y trigésimo día, y en aniversarios7,5. Estas Misas son una ocasión para meditar sobre verdades fundamentales como la inmortalidad del alma, el purgatorio y el paraíso, verdades que a menudo se descuidan o incluso se niegan6.

El sacrificio eucarístico es una proclamación de la victoria definitiva de Cristo sobre el pecado y la muerte, y una expresión de abandono confiado en el poder y el amor de la Providencia divina8. A través de este encuentro con Jesús, fuente de vida sin fin, la Iglesia suplica la misericordia del Señor por aquellos que han consagrado su existencia al servicio de la Iglesia, para que reciban la justa recompensa prometida a los fieles servidores del Reino8.

Conclusión

El rito funerario católico es una expresión profunda de la fe en la resurrección y la vida eterna, enraizada en el misterio pascual de Cristo. A través de sus diversas estaciones —la vigilia, la recepción en la iglesia, la Misa de exequias, la última recomendación y despedida, y la sepultura—, la Iglesia acompaña a sus hijos en su tránsito de esta vida a la siguiente. La Misa de Requiem y los sufragios continuos son actos de caridad que manifiestan la comunión de los santos, ofreciendo ayuda espiritual a los difuntos y consuelo a los vivos, mientras se honra el cuerpo como templo del Espíritu Santo y se reafirma la esperanza cristiana en la gloria futura.

Citas

  1. Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 6. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  2. De receptione funeris in ecclesia quando liturgia exsequialis statim locum non habet, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 24. 2 3 4 5 6 7 8 9

  3. Sección segunda: los siete sacramentos de la Iglesia, Catecismo de la Iglesia Católica, § 1686. 2

  4. Sacra congregatio pro cultu divino, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 2.

  5. Statio secunda: In ecclesia, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 17. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  6. Parte seconda: Orientamenti per l’armonizzazione della pietà popolare con la liturgia - Capitolo vii: I suffragi per i defunti - Le esequie cristiane, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (9 de abril de 2002), § 252 (2002). 2 3

  7. Ultima commendatio et valedictio, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 18. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12

  8. Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio sobre la piedad popular y la liturgia (9 de abril de 2002) (2002). 2 3

  9. Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 22. 2 3 4 5 6 7 8 9

  10. Prænotanda, Sagrada Congregación para el Culto Divino. Ordo Exsequiarum (El Orden de los Funerales Cristianos), § 4.