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Sagrada Escritura

La Sagrada Escritura, también conocida como la Biblia, es una colección de libros divinamente inspirados que contienen la Palabra de Dios y son fundamentales para la fe católica. Constituye, junto con la Sagrada Tradición, la suprema regla de fe y es una fuente inagotable de vida espiritual y conocimiento de Cristo. La Iglesia Católica ha custodiado y transmitido estos textos a lo largo de los siglos, reconociendo su origen divino y su autoridad infalible para la salvación de la humanidad.

Tabla de contenido

Naturaleza e Inspiración Divina de la Sagrada Escritura

La Iglesia Católica sostiene que los libros del Antiguo y Nuevo Testamento son sagrados y canónicos en su totalidad, con todas sus partes, porque fueron escritos bajo la inspiración del Espíritu Santo1. Esto significa que Dios es el autor de las Escrituras, habiendo elegido a hombres para que, mientras eran empleados por Él, utilizaran sus propias facultades y habilidades. De esta manera, con Dios actuando en ellos y a través de ellos, consignaron por escrito todo y solo aquello que Él quería1. Por lo tanto, todo lo que los autores inspirados o escritores sagrados afirman debe ser tenido por afirmado por el Espíritu Santo1.

La inspiración divina garantiza que los libros de la Escritura enseñan sólidamente, fielmente y sin error la verdad que Dios quiso poner por escrito para nuestra salvación1,2. Como San Pablo escribió, «Toda Escritura es divinamente inspirada y útil para enseñar la verdad y refutar el error, para reformar las costumbres y educar en la justicia, a fin de que el hombre de Dios sea perfecto y esté equipado para toda buena obra» (2 Tim 3,16-17)3,1.

La Sagrada Escritura es el documento supremo de la divina Providencia, manifestando la intervención de Dios en la naturaleza a través de la creación y su aún más admirable intervención en la redención, que nos hace nuevas criaturas en un mundo renovado por el amor de Dios en Cristo4. La Biblia habla de la Providencia divina en los capítulos sobre la creación y en aquellos más específicamente dedicados a la obra de la salvación, como en el Génesis y los Profetas (especialmente Isaías), en los Salmos del creado, en las profundas meditaciones de San Pablo sobre los inescrutables designios de Dios que obra en la historia (cf. Efesios y Colosenses), en los Libros Sapienciales que buscan el signo de Dios en el mundo, y en el Apocalipsis, que se esfuerza por encontrar el sentido del mundo en Dios4.

El Canon de la Sagrada Escritura

El canon de las Escrituras se refiere a la lista autoritativa o número cerrado de escritos compuestos bajo inspiración divina y destinados al bienestar de la Iglesia5. La Iglesia Católica ha definido este canon a lo largo de la historia, basándose en una tradición inmemorial y en la guía del Espíritu Santo5,6.

El Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento, redactado antes de la venida de Cristo, es una colección de 46 libros de diverso carácter7,6. Se agrupan generalmente en varias categorías:

Los términos protocanónicos y deuterocanónicos son utilizados por los teólogos católicos para distinguir los libros5. Los libros protocanónicos son aquellos que siempre han sido aceptados sin disputa por la cristiandad y corresponden a la Biblia hebrea5. Los libros deuterocanónicos son aquellos cuya carácter escriturístico fue disputado en algunas partes, pero que hace mucho tiempo obtuvieron un lugar seguro en la Biblia de la Iglesia Católica5. Estos incluyen Tobías, Judit, Baruc, Eclesiástico, Sabiduría, Primero y Segundo de Macabeos, así como adiciones a Ester y Daniel5. El Concilio de Trento, en el siglo XVI, declaró solemnemente como «sagrados y canónicos» todos los libros del Antiguo y Nuevo Testamento «con todas sus partes tal como se han leído en las iglesias y se encuentran en la antigua edición vulgata»5.

El Nuevo Testamento

El Nuevo Testamento consta de 27 libros que narran la vida y enseñanzas de Jesucristo, el establecimiento de la Iglesia y las enseñanzas de los Apóstoles6.

Al igual que el Antiguo Testamento, el Nuevo Testamento tiene sus libros y porciones de libros deuterocanónicos, cuya canonicidad fue objeto de controversia en la Iglesia, pero que fueron definitivamente afirmados por el Concilio de Trento11. Estos incluyen la Epístola a los Hebreos, Santiago, la Segunda de San Pedro, la Segunda y Tercera de Juan, Judas y el Apocalipsis11. También hay pasajes que fueron disputados, como la sección final del Evangelio de San Marcos (16, 9-20), los versículos de Lucas sobre el sudor de sangre de Jesús (22, 43-44) y la Pericope Adulteræ en Juan (7, 53-8, 11)11. Desde el Concilio de Trento, no se permite a un católico cuestionar la inspiración de estos pasajes11.

Los Concilios de Florencia en 1442 y Trento en 1564 resolvieron para los católicos cualquier duda e incertidumbre sobre el canon, estableciendo una lista de 73 libros (46 para el Antiguo Testamento y 27 para el Nuevo) que fueron aceptados como sagrados y canónicos por estar inspirados por el Espíritu Santo6. Al adoptar este canon, que es más amplio que el hebreo, la Iglesia Católica ha conservado una memoria auténtica de los orígenes cristianos6.

La Sagrada Escritura en la Vida de la Iglesia

La Sagrada Escritura es el alma de la teología y de la predicación pastoral12. La Iglesia venera las divinas Escrituras de la misma manera que venera el cuerpo del Señor13. Especialmente en la sagrada liturgia, la Iglesia recibe y ofrece incesantemente a los fieles el pan de vida de la mesa tanto de la palabra de Dios como del cuerpo de Cristo13. La fuerza y el poder de la palabra de Dios son tan grandes que sirven de apoyo y energía a la Iglesia, de fuerza de la fe para sus hijos, de alimento del alma y de fuente pura e inagotable de vida espiritual13.

La Interpretación de la Sagrada Escritura

La Sagrada Escritura debe ser leída e interpretada con la ayuda del Espíritu Santo y bajo la guía del Magisterio de la Iglesia14. Esto implica tres criterios fundamentales:

  1. Atención al contenido y la unidad de toda la Escritura: Para comprender correctamente el significado de los textos sagrados, se debe prestar no menos seria atención al contenido y la unidad de toda la Escritura15.

  2. Lectura dentro de la Tradición viva de la Iglesia: La tradición viva de toda la Iglesia debe ser tenida en cuenta, junto con la armonía que existe entre los elementos de la fe15,14. La Sagrada Escritura es la palabra de Dios consignada por escrito bajo la inspiración del Espíritu divino, mientras que la Sagrada Tradición transmite la palabra de Dios confiada por Cristo Señor y el Espíritu Santo a los Apóstoles, y la entrega a sus sucesores en su plena pureza16.

  3. Atención a la analogía de la fe: Es decir, la armonía interna que existe entre las verdades de la fe14.

La tarea de interpretar auténticamente la palabra de Dios, ya sea escrita o transmitida, ha sido confiada exclusivamente al oficio de enseñanza vivo de la Iglesia (el Magisterio), cuya autoridad se ejerce en nombre de Jesucristo17. Este oficio de enseñanza no está por encima de la palabra de Dios, sino que la sirve, enseñando solo lo que ha sido transmitido, escuchándola devotamente, custodiándola escrupulosamente y explicándola fielmente de acuerdo con una comisión divina y con la ayuda del Espíritu Santo17.

La Sagrada Escritura en la Vida de los Fieles

La Iglesia exhorta a todos los fieles cristianos a aprender «el conocimiento sobrepasante de Jesucristo» (Fil 3,8) mediante la lectura frecuente de las divinas Escrituras18. Es fundamental recordar que la oración debe acompañar la lectura de la Sagrada Escritura, de modo que se establezca un diálogo entre Dios y el hombre18. Como dijo San Ambrosio, «hablamos con Él cuando oramos; lo escuchamos cuando leemos los oráculos divinos»18.

Para facilitar el acceso a la Sagrada Escritura, la Iglesia ha fomentado y sigue fomentando la producción de traducciones adecuadas y correctas en diferentes idiomas, especialmente a partir de los textos originales19. También se preparan ediciones de las Sagradas Escrituras con notas a pie de página adecuadas para el uso de los cristianos y no cristianos20.

La Sagrada Escritura, junto con la Sagrada Tradición, es el fundamento primario y perpetuo de la teología sagrada21. Al escudriñar a la luz de la fe toda la verdad almacenada en el misterio de Cristo, la teología se fortalece poderosamente y se rejuvenece constantemente con esa palabra21.

Conclusión

La Sagrada Escritura es un tesoro inestimable para la Iglesia Católica y para cada creyente. Como la Palabra de Dios divinamente inspirada, es una guía infalible para la fe y la moral, un alimento espiritual y una fuente de encuentro con el Padre celestial a través de Jesucristo. La Iglesia, bajo la guía del Espíritu Santo, nos invita a acercarnos a ella con reverencia, estudio y oración, para que, como dice San Jerónimo, «la ignorancia de las Escrituras es ignorancia de Cristo»12.

Citas

  1. Capítulo III - La Sagrada Escritura, su divina inspiración e interpretación, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 11 (1965). 2 3 4 5

  2. I. La plenitud y el carácter definitivo de la revelación de Jesucristo, Congregación para la Doctrina de la Fe. Declaración «Dominus Iesus»: Sobre la unicidad y la universalidad salvífica de Jesucristo y de la Iglesia, § 8 (2000).

  3. Pontificia Comisión Bíblica. De historica evangeliorum veritate, La historicidad de los Evangelios, § 5 (1964).

  4. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 30 de abril de 1986 (1986). 2

  5. Canon del Antiguo Testamento, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Canon del Antiguo Testamento. 2 3 4 5 6 7

  6. I. - Las Sagradas Escrituras del pueblo judío son una parte fundamental de la Biblia cristiana - E. La extensión del canon de la Escritura - 3. Formación del canon cristiano, Pontificia Comisión Bíblica. El Pueblo Judío y Sus Sagradas Escrituras en la Biblia Cristiana (24 de mayo de 2001), § 18 (2001). 2 3 4 5

  7. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 8 de mayo de 1985 (1985). 2 3 4 5

  8. Concilio de Cartago (III) 397 - El canon de la Sagrada Escritura, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 186 (1854). 2 3 4 5 6 7 8

  9. El canon de la Sagrada Escritura y los libros apócrifos - De la misma epístola a Exuperio, Heinrich Joseph Dominicus Denzinger. Las Fuentes del Dogma Católico (Enchiridion Symbolorum), § 213 (1854). 2 3

  10. Capítulo V - El Nuevo Testamento, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 19 (1965). 2

  11. Canon del Nuevo Testamento, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Canon del Nuevo Testamento. 2 3 4

  12. Parte primera - La profesión de fe. Capítulo II - Dios sale al encuentro del hombre. La Sagrada Escritura, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 24 (2005). 2

  13. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 21 (1965). 2 3

  14. Parte primera - La profesión de fe. Capítulo II - Dios sale al encuentro del hombre. La Sagrada Escritura, Promulgado por el Papa Benedicto XVI. Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica, § 19 (2005). 2 3

  15. Capítulo III - La Sagrada Escritura, su divina inspiración e interpretación, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 12 (1965). 2

  16. Capítulo II - La transmisión de la divina revelación, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 9 (1965).

  17. Capítulo II - La transmisión de la divina revelación, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 10 (1965). 2

  18. Sección primera La oración en la vida cristiana, Catecismo de la Iglesia Católica, § 2653. 2 3

  19. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 22 (1965).

  20. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 25 (1965).

  21. Capítulo VI - La Sagrada Escritura en la vida de la Iglesia, Concilio Vaticano II. Dei Verbum, § 24 (1965). 2