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San Anselmo de Canterbury

San Anselmo de Canterbury
Un retrato coloreado de Anselmo de Canterbury. Dominio Público.

San Anselmo de Canterbury, conocido también como Anselmo de Aosta y Anselmo de Bec, fue una figura preeminente de la Edad Media, un monje benedictino, teólogo, filósofo y Arzobispo de Canterbury. Su vida, marcada por una profunda experiencia mística, combinó una intensa vida espiritual con una extraordinaria capacidad especulativa, convirtiéndose en uno de los fundadores de la teología escolástica. Defensor acérrimo de la libertas Ecclesiae (libertad de la Iglesia) frente a las injerencias del poder temporal, sus escritos, como el Monologion, Proslogion y Cur Deus Homo, han dejado una huella indeleble en la teología y la filosofía occidentales, especialmente su famoso argumento ontológico para la existencia de Dios y su teoría de la expiación.

Tabla de contenido

Vida y Trayectoria

San Anselmo nació en Aosta, una ciudad de Borgoña en los confines de Lombardía, en 1033 o principios de 1034, siendo el primogénito de una familia noble1,2. Su padre, Gundulfo, era un lombardo que se había convertido en ciudadano de Aosta, mientras que su madre, Ermenberga, provenía de una antigua familia borgoñona1. De su madre, Anselmo aprendió las primeras lecciones de piedad y fue inculcado con el amor por el aprendizaje desde una edad temprana1,2. A los quince años, Anselmo intentó ingresar en un monasterio, pero su padre se lo impidió1.

El Monasterio de Bec

Después de la muerte de su madre, Anselmo abandonó su hogar y, tras un período de vagancia, llegó a la abadía benedictina de Bec en Normandía en 1060, atraído por la fama de su prior, Lanfranco1. Allí, a la edad de veintisiete años, ingresó en la orden benedictina1. Tres años después, en 1063, fue elegido prior del monasterio, sucediendo a Lanfranco, quien se había convertido en abad de Caen1. Durante sus quince años como prior, Anselmo se dedicó a la formación de los jóvenes monjes, adoptando un enfoque educativo moderno que evitaba los miedos y los golpes, fomentando la libertad y el desarrollo natural3.

En 1078, Anselmo fue elegido abad de Bec, cargo que ocupó durante quince años3,1. Durante este tiempo, realizó visitas ocasionales a Inglaterra, donde la abadía poseía propiedades y donde su amigo Lanfranco era ya Arzobispo de Canterbury3. Fue en este período cuando Eadmer, un monje inglés, se convirtió en su devoto discípulo y futuro biógrafo3,1.

Arzobispo de Canterbury

En 1092, tres años después de la muerte de Lanfranco, la sede de Canterbury permanecía vacante debido a que el rey Guillermo Rufo se apropiaba de sus ingresos3. A pesar de la resistencia inicial del rey, una enfermedad repentina lo llevó a nombrar a Anselmo para el arzobispado3. Anselmo, quien argumentó su edad, mala salud e incapacidad para los asuntos públicos, fue forzado a aceptar el cargo por los obispos y barones3.

Sin embargo, la relación entre Anselmo y el rey Guillermo Rufo fue tensa. El rey, cuya actitud no había cambiado realmente, exigió grandes sumas de dinero a Anselmo y se negó a llenar las abadías vacantes o a permitir la celebración de sínodos para reprimir abusos3. Anselmo se negó a ceder a las demandas del rey y defendió la independencia del poder espiritual frente al temporal, lo que le valió el apoyo del Papa Urbano II3,2. Esta defensa de la libertas Ecclesiae le costó el exilio de su sede de Canterbury en 11032,4.

Durante su exilio, Anselmo viajó a Roma y participó en el Concilio de Bari en 1098, donde se destacó por abordar las dificultades de los obispos ítalo-griegos sobre el Filioque4. El concilio condenó las acciones del rey de Inglaterra, pero Anselmo intercedió para evitar una excomunión solemne, logrando que el Papa Urbano II se limitara a una amenaza4.

La muerte de Guillermo Rufo puso fin al exilio de San Anselmo, y regresó a Inglaterra con el regocijo del nuevo rey Enrique I y del pueblo4. No obstante, surgieron nuevas dificultades cuando Enrique I quiso investir a Anselmo y exigirle el homenaje acostumbrado por su sede, lo cual contravenía las decisiones de un sínodo romano de 1099 que prohibía la investidura laica4. Anselmo se negó a consagrar obispos nombrados por el rey a menos que fueran canónicamente elegidos, lo que llevó a un nuevo conflicto4.

Finalmente, en 1106, Enrique I renunció a su derecho a la investidura de cargos eclesiásticos, así como a la recaudación de impuestos y la confiscación de propiedades de la Iglesia, permitiendo el regreso de Anselmo a Inglaterra2,4. La larga batalla de Anselmo, librada con perseverancia y bondad, concluyó felizmente2. Dedicó los últimos años de su vida a la formación moral del clero y a la investigación teológica2.

San Anselmo falleció el 21 de abril de 1109, siendo canonizado en 1494 y proclamado Doctor de la Iglesia por el Papa Clemente XI en 17201.

Pensamiento y Obras

San Anselmo es considerado uno de los Padres de la teología escolástica y ocupa un lugar importante en la historia de la especulación filosófica1,2. Su pensamiento se caracterizó por la armonía entre la razón y la fe, buscando comprender lo que creía (fides quaerens intellectum)2,5.

El Método Teológico: Fides Quaerens Intellectum

El método teológico de San Anselmo se basa en la premisa de que la inteligencia de la fe es un camino hacia la visión de Dios, que anhelamos al final de nuestra peregrinación terrenal5. Para Anselmo, la actividad del teólogo se desarrolla en tres etapas: la fe, un don divino que se recibe con humildad; la experiencia, que consiste en encarnar la palabra de Dios en la vida diaria; y el conocimiento verdadero, que no es fruto del razonamiento ascético, sino de la intuición contemplativa2.

Su famosa frase, «No busco entender para creer, sino que creo para entender» (Non quaero intelligere ut credam, sed credo ut intelligam), resume su enfoque2,5. Anselmo buscaba percibir las conexiones lógicas intrínsecas en el misterio y la «claridad de la verdad», es decir, captar la evidencia de las «razones necesarias» que sustentan el misterio5.

Obras Principales

Monologion

Escrito en 1077, el Monologion (o Soliloquio) es una meditación sobre el Ser de Dios, donde Anselmo basa su argumento no en la autoridad de la Escritura, sino en la fuerza de la razón1,6. En esta obra, busca demostrar la existencia de Dios y sus atributos a través de una serie de argumentos racionales, explorando la naturaleza del bien supremo y la Trinidad6.

Proslogion

Publicado en 1078, el Proslogion (o Discurso) es una obra más concisa donde Anselmo se propone probar la existencia de Dios y todo lo que creemos de Él mediante un único argumento1,7. En esta obra, presenta su célebre argumento ontológico para la existencia de Dios1,7.

El argumento ontológico de San Anselmo se puede resumir así:

  1. Creemos que Dios es un ser del cual nada mayor puede concebirse4.

  2. Incluso el «necio» que dice en su corazón «no hay Dios» entiende lo que significa «un ser del cual nada mayor puede concebirse»4.

  3. Lo que se entiende existe en el entendimiento4.

  4. Un ser del cual nada mayor puede concebirse no puede existir solo en el entendimiento, porque si existiera solo en el entendimiento, se podría concebir que existiera también en la realidad, lo cual sería mayor4.

  5. Por lo tanto, un ser del cual nada mayor puede concebirse debe existir tanto en el entendimiento como en la realidad4.

  6. Además, aquello que no puede concebirse que no exista es mayor que aquello que sí puede concebirse que no exista6.

  7. Por lo tanto, Dios, siendo el ser del cual nada mayor puede concebirse, no puede concebirse que no exista6.

Este argumento ha sido objeto de extensos debates a lo largo de la historia de la filosofía y la teología, siendo aceptado por algunos grandes escolásticos como Alejandro de Hales y Escoto, y apreciado por filósofos modernos como Descartes y Hegel1.

Cur Deus Homo

Escrito durante su exilio en Campania, entre 1095 y 1098, Cur Deus Homo (¿Por qué Dios se hizo hombre?) es el tratado más famoso de Anselmo sobre la Encarnación y la redención1,4. En esta obra, Anselmo aborda la pregunta fundamental de la necesidad de la Encarnación y la muerte de Cristo para la salvación de la humanidad8.

Anselmo argumenta que el pecado humano es una ofensa infinita contra Dios, que requiere una satisfacción infinita8. Dado que el hombre, por sí mismo, es incapaz de ofrecer tal satisfacción, y Dios, en su justicia, no puede simplemente ignorar el pecado, se hizo necesario que un ser divino-humano, Jesucristo, ofreciera la satisfacción perfecta a través de su muerte9,8. Esta teoría de la satisfacción ha influido profundamente en la teología cristiana sobre la redención.

Otros Aportes

Además de sus obras principales, Anselmo escribió sobre el origen del mal y el arte del razonamiento3. También contribuyó a las especulaciones escolásticas sobre la Trinidad con su tratado sobre la procesión del Espíritu Santo, y anticipó muchas de las controversias posteriores sobre el libre albedrío y la predestinación1.

Legado y Reverencia

San Anselmo es recordado no solo como un brillante teólogo y filósofo, sino también como un modelo de perfección eclesiástica y un defensor incansable de la justicia y la libertad de la Iglesia1,2. Su vida de oración intensa, estudio profundo y acción pastoral lo convierte en una de las figuras más eminentes de la Edad Media2.

La Abadía Benedictina de Sant’Anselmo en el Aventino en Roma, sede de un instituto académico de estudios superiores y del Abad Primado de los Benedictinos Confederados, une la oración, el estudio y el gobierno, las mismas tres actividades que caracterizaron la vida del santo a quien está dedicada2. Su amor por la verdad y su constante sed de Dios son un incentivo para todo cristiano a buscar una unión cada vez más íntima con Cristo2.

La Iglesia Católica lo venera como Doctor de la Iglesia, con el título de Doctor Magníficus, por su intenso deseo de profundizar en los misterios divinos y su plena conciencia de que la búsqueda de Dios nunca termina en esta tierra2.

Conclusión

San Anselmo de Canterbury, a través de su vida monástica, su liderazgo eclesiástico y sus profundas reflexiones teológicas y filosóficas, demostró cómo la fe y la razón pueden complementarse en la búsqueda de la verdad divina. Su defensa de la libertad de la Iglesia y su incansable búsqueda de la comprensión de los misterios de la fe lo establecen como una figura central en la historia del pensamiento católico, cuyo legado continúa inspirando a teólogos, filósofos y fieles por igual.

Citas

  1. San Anselmo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Anselmo. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18

  2. San Anselmo, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 23 de septiembre de 2009: San Anselmo (2009). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16

  3. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 143. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  4. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 144. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  5. Papa Benedicto XVI. Carta al Card. Giacomo Biffi, Enviado especial en las celebraciones con motivo del noveno centenario de la muerte de San Anselmo (15 de abril de 2009) (2009). 2 3 4

  6. Anselmo de Canterbury. Monologion, §Prefacio (1077). 2 3 4

  7. Prefacio, Anselmo de Canterbury. Proslogion, §Prefacio (1078). 2

  8. Libro I - Capítulo 1 - La cuestión sobre la que descansa toda la obra, Anselmo de Canterbury. Cur Deus Homo, §Libro I, Capítulo 1 (1926). 2 3

  9. Libro I - Capítulo 2 - Cómo deben recibirse aquellas cosas que han de decirse, Anselmo de Canterbury. Cur Deus Homo, §Libro I, Capítulo 2 (1926).