San Apolonio
San Apolonio, conocido también como San Apolonio el Apologista, fue un senador romano y filósofo cristiano que sufrió martirio en Roma alrededor del año 185 d.C. durante el reinado del emperador Cómodo. Su historia destaca por su elocuente defensa de la fe cristiana ante el Senado romano, lo que lo convierte en una figura importante entre los apologistas de los primeros siglos de la Iglesia. A pesar de la persecución, Apolonio mantuvo firme su testimonio de Cristo, ofreciendo un ejemplo de valentía y fidelidad hasta la muerte. Su memoria es venerada el 18 de abril en el Martirologio Romano.
Tabla de contenido
Vida y Contexto Histórico
San Apolonio fue un hombre de gran erudición y filosofía, versado tanto en la sabiduría secular como en las Sagradas Escrituras1,2. Vivió en Roma durante el reinado del emperador Cómodo (aproximadamente 180 d.C.), un período en el que, a pesar de la naturaleza viciosa del emperador, hubo una cesación de la persecución activa contra los cristianos, lo que permitió un aumento significativo en el número de fieles, incluyendo a personas de alto rango social1. Apolonio fue uno de estos hombres, un senador romano que se había unido a la Iglesia1.
Aunque la persecución activa había disminuido, las leyes contra los cristianos no habían sido derogadas1. Fue precisamente bajo este marco legal que Apolonio fue denunciado.
El Martirio de San Apolonio
La denuncia contra Apolonio provino de uno de sus propios esclavos1,2. Según la ley de la época, el esclavo fue ejecutado rápidamente por ser un informante1. Sin embargo, el prefecto pretoriano, Perennio, exigió a Apolonio que renunciara a su fe cristiana1,3,4.
Apolonio se negó rotundamente a abjurar de su religión1. Debido a su negativa, Perennio lo remitió al juicio del Senado romano1. En presencia del Senado, Apolonio, posiblemente debido a su erudición y posición social, fue tratado con una consideración excepcional1. Se le pidió que diera cuenta de su fe, y él, con gran elocuencia, presentó una defensa de la fe por la que estaba testificando2,5. Este diálogo entre el mártir y su juez es considerado por los estudiosos hagiográficos como un registro auténtico, posiblemente transcrito por un estenógrafo1,5.
La elocuente defensa de la fe
Durante su interrogatorio, Apolonio debatió con Perennio y expuso audazmente su fe1. Sus palabras, según Eusebio, constituyeron una defensa elocuente de la fe5. Apolonio afirmó que la muerte estaba destinada para todos y que los cristianos se ejercitaban en ella «muriendo diariamente». Desmintió las calumnias paganas contra el cristianismo, declarando que los cristianos no se permitían «ni una sola mirada impura, ni escuchaban una mala palabra»1.
Cuando Perennio le preguntó si estaba «empeñado en la muerte», Apolonio respondió: «No, disfruto de la vida; pero el amor a la vida no me asusta a morir. No hay nada mejor que la vida, la vida eterna, que da inmortalidad al alma que ha vivido bien aquí»1. Ante la confesión del prefecto de no entender, Apolonio lamentó su insensibilidad a las bellezas de la gracia, explicando que «solo el corazón que ve puede apreciar la Palabra de Dios como el ojo que ve la luz»1.
Un filósofo cínico interrumpió a Apolonio, calificando su lenguaje de insulto al entendimiento. A esto, Apolonio respondió que «solo a los insensatos la verdad les parece un insulto»5. Luego, explicó con claridad la esencia de la fe cristiana:
«La Palabra de Dios», dijo, «quien trajo a la existencia las almas y los cuerpos de los hombres, se hizo hombre en Judea, nuestro Salvador Jesucristo»5.
Lo describió como «perfectamente justo y lleno de sabiduría divina», quien «amorosamente nos enseñó cómo es el Dios de todo, y cuál es el fin de la virtud, que conviene a las almas de los hombres con miras al orden social y la dignidad»5.
Enseñó que Jesús «puso fin a los pecados en su mismo comienzo» a través de su sufrimiento5.
Subrayó las enseñanzas de Cristo: «nos enseñó a detener la ira, a moderar el deseo, a castigar el amor al placer. Nos enseñó a aliviar el dolor, a ser generosos, a promover la caridad, a desechar la vanagloria, a abstenernos de tomar venganza, a despreciar la muerte —no cuando es infligida por la maldad, sino en la paciente resistencia a la maldad de otros»5.
Finalmente, destacó la obediencia a la ley divina, la honra al rey, la adoración al Dios inmortal y único, la creencia en la inmortalidad del alma, la expectativa del juicio después de la muerte y la recompensa de la virtud en la resurrección5.
Apolonio concluyó que, incluso si la creencia en la inmortalidad del alma y el juicio futuro fuera una «ilusión», los cristianos la abrazarían gustosamente, ya que les había enseñado a vivir vidas buenas, esperando la esperanza del futuro incluso en la adversidad5.
Condena y Ejecución
A pesar de su elocuente defensa, Apolonio persistió en su negativa a ofrecer sacrificios a los dioses paganos1. Por ello, fue condenado a muerte1,4. La ley antigua establecía que aquellos que eran llevados ante el tribunal y se negaban a retractarse no debían ser liberados2. San Apolonio fue decapitado por sentencia del Senado1,2,4. Aunque existe una cuenta menos probable que sugiere que fue ejecutado aplastándole las piernas, la decapitación es el relato más aceptado1.
Legado y Veneración
San Apolonio es recordado como un mártir y apologista que defendió valientemente la fe cristiana frente a las autoridades romanas. Su testimonio de fidelidad hasta la muerte es un ejemplo de la fortaleza de los primeros cristianos4. La Iglesia Católica conmemora a San Apolonio el 18 de abril4.
La historia de San Apolonio nos recuerda la importancia de la fe y la valentía en la defensa de los principios cristianos, un tema recurrente en la vida de los santos1. Los peregrinos que visitan Roma a menudo encuentran los túmulos de los apóstoles Pedro y Pablo y las catacumbas, que «siguen hablando del heroísmo de los primeros cristianos, mártires por la fe en Cristo»6,7. Estos lugares, junto con las historias de mártires como San Apolonio, «proclaman el testimonio del martirio» y pueden inspirar una «gran valentía para abrazar diariamente la cruz y un vivo anhelo de santidad»6.
Confusión con otros santos del mismo nombre
Es importante diferenciar a San Apolonio el Apologista de otros santos con nombres similares:
San Apolinar de Hierápolis (Claudius Apollinaris): Fue un obispo y apologista cristiano del siglo II en Hierápolis de Frigia. Es conocido por sus tratados polémicos contra los herejes y por una elocuente apología dirigida a Marco Aurelio. Su fiesta se celebra el 8 de enero8,9.
San Apolonia: Una virgen mártir de Alejandría que sufrió durante un levantamiento local contra los cristianos alrededor del 248 o 249 d.C. Se le rompieron todos los dientes antes de que se arrojara voluntariamente a una pira. Su fiesta se celebra el 9 de febrero y es invocada popularmente contra el dolor de muelas10.
Santos Filemón y Apolonio: Mártires que sufrieron alrededor del 305 d.C. durante la persecución de Diocleciano. Este Apolonio fue un diácono cristiano de Antinoe en la Tebaida5.
La figura de San Apolonio el Apologista, el senador romano, se distingue por su erudición y su valiente defensa oral y escrita de la fe ante el Senado, lo que lo convierte en un faro de la apologética cristiana temprana.
Citas
Papa Juan Pablo II. A los obispos de Angola y Santo Tomé en su visita «ad Limina» (27 de mayo de 1997) - Discurso (1997). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 24 de julio de 1991 (1991). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Pablo VI. Visita a la Iglesia de «S. Antonio dei Portoghesi» en Roma (17 de noviembre de 1963) (1963). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 7 de junio de 1995 (1995). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa Pío XII. Mensaje radiofónico con motivo del 4º Congreso Eucarístico Nacional de Brasil (7 de septiembre de 1942) - Discurso (1942). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11
B18 de abril, Papa Benedicto XIV. El Martirologio Romano, § 18 de abril (1749). ↩ ↩2
Ss. Eleuterio y sus compañeros, mártires (sin fecha), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 124. ↩
Cómo Apolonio sufrió martirio en Roma, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro V. Capítulo 21. 4 (325). ↩
B18: San Apolonio el apologista, mártir (c. 185 d. C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 123. ↩
Cómo Apolonio sufrió martirio en Roma, Eusebio de Cesarea. Historia Eclesiástica (Eusebio de Cesarea), §Libro V. Capítulo 21. 2 (325). ↩