San Atanasio de Alejandría

San Atanasio de Alejandría (c. 296-373 d.C.) fue un obispo, confesor y Doctor de la Iglesia, reconocido como el más grande defensor de la fe católica sobre la Encarnación. Su vida estuvo marcada por una incesante lucha contra el arrianismo, una herejía que negaba la plena divinidad de Jesucristo. A pesar de enfrentar múltiples exilios y persecuciones, Atanasio mantuvo una firme defensa del Credo Niceno, afirmando la consustancialidad del Hijo con el Padre. Sus escritos teológicos, especialmente Contra Gentes y De Incarnatione, y su Vida de San Antonio, son fundamentales para comprender la doctrina cristiana y el desarrollo del monacato.
Tabla de contenido
Vida Temprana y Educación
San Atanasio nació en Alejandría, Egipto, probablemente entre los años 296 y 298 d.C.1. Aunque se ha sugerido una fecha anterior, 293 d.C., su propio testimonio indica que no fue testigo de primera mano de la persecución bajo Maximiano en 303 d.C., lo que sugiere que no tenía diez años en ese momento1. Sus padres eran cristianos, y recibió una excelente educación que abarcó la literatura y filosofía griega, retórica, jurisprudencia y doctrina cristiana2. Poseía un conocimiento excepcional de las Escrituras2. Desde su juventud, Atanasio mantuvo estrechas relaciones con los ermitaños del desierto, particularmente con San Antonio, a quien consideraba su discípulo2. Esta amistad con los monjes del desierto le sería de inestimable ayuda en su vida posterior2.
Alrededor del año 318 d.C., Atanasio fue ordenado diácono y nombrado secretario del obispo Alejandro de Alejandría2. Fue durante este período que probablemente escribió sus primeras obras literarias, los tratados Contra Gentes y De Incarnatione, donde expuso la obra redentora de Cristo1,2.
El Concilio de Nicea y el Inicio de la Lucha Anti-Arriana
Alrededor del año 323 d.C., el sacerdote Arrio comenzó a propagar una doctrina que causó escándalo en Alejandría. Arrio enseñaba que el Verbo de Dios no era eterno, sino que había sido creado en el tiempo por el Padre Eterno, y que, por lo tanto, solo podía ser descrito figurativamente como el Hijo de Dios2. El obispo Alejandro condenó esta herejía en un concilio de obispos egipcios, excomulgando a Arrio y a sus seguidores3,2.
Atanasio, como archidiácono y secretario del obispo Alejandro, jugó un papel prominente en la lucha contra Arrio desde el principio4,2. Acompañó a Alejandro al Primer Concilio de Nicea en 325 d.C.5. Aunque es poco probable que Atanasio participara activamente en las discusiones del concilio, ya que no tenía asiento, su presencia y el concilio mismo influyeron profundamente en él2. El Concilio de Nicea estableció la verdadera doctrina de la Iglesia, confirmando la excomunión de Arrio y promulgando el Credo Niceno, que afirmaba la homoousios (consustancialidad) del Hijo con el Padre1,2. Atanasio, junto con los líderes ortodoxos, aceptó lealmente el término homoousios como expresión del sentido tradicional en que la Iglesia siempre había sostenido que Jesucristo era el Hijo de Dios1.
Episcopado y Exilios
Cinco meses después del Concilio de Nicea, el obispo Alejandro falleció, y Atanasio fue elegido para sucederle como obispo de Alejandría en 328 d.C., a pesar de su juventud (no tenía aún treinta años) y la oposición de las facciones arriana y meleciana1,2,6. Su elección fue bien recibida por laicos de todas las clases1.
Desde el inicio de su episcopado, Atanasio se mostró resuelto a rechazar cualquier compromiso con las teorías arrianas6. Los primeros años de su gobierno episcopal estuvieron dedicados a las rutinas habituales de un obispo egipcio del siglo IV, incluyendo visitas episcopales, sínodos y correspondencia pastoral1. También se esforzó por establecer una jerarquía para la recién fundada Iglesia en Etiopía, nombrando a San Frumencio como obispo1,7.
Sin embargo, Atanasio pronto se enfrentó a disensiones y una oposición implacable. El arrianismo resurgió con renovado vigor, especialmente en Asia Menor, donde contaba con un poderoso apoyo imperial7. La vida de Atanasio se caracterizó por cinco exilios, resultado de las intrigas arrianas y la ira de los emperadores influenciados por ellos5.
Primer Exilio (335-337 d.C.)
En 330 d.C., el obispo arriano Eusebio de Nicomedia persuadió al emperador Constantino para que escribiera a Atanasio, ordenándole readmitir a Arrio en la comunión7. Atanasio se negó firmemente, declarando que la Iglesia Católica no podía tener comunión con herejes que atacaban la divinidad de Cristo7. Como resultado, fue convocado a varios concilios organizados por sus oponentes, siendo el más notorio el de Tiro en 335 d.C.4,8. En este concilio, que estaba sesgado en su contra, se le presentaron diversas acusaciones8. Atanasio se retiró abruptamente de la asamblea y se dirigió a Constantinopla para apelar directamente al emperador Constantino8. Aunque inicialmente parecía haberse vindicado, Constantino cambió de opinión y lo desterró a Tréveris en la Galia belga8. Este primer exilio duró dos años, durante los cuales fue recibido hospitalariamente por el obispo local y se mantuvo en contacto con su rebaño a través de cartas8.
Segundo Exilio (339-346 d.C.)
Tras la muerte de Constantino en 337 d.C., sus hijos dividieron el imperio, y Constantino II restauró a Atanasio en su sede8. Sin embargo, sus enemigos eran implacables, y Eusebio de Nicomedia ganó la influencia del emperador Constancio, bajo cuya jurisdicción se encontraba Alejandría8. En 340 d.C., el notorio Gregorio de Capadocia fue intrusado por la fuerza en la sede de Alejandría, y Atanasio se vio obligado a esconderse1. Partió hacia Roma para presentar su caso ante el Papa Julio, quien lo apoyó incondicionalmente1,8. El Papa convocó un sínodo en Roma, que, tras un examen exhaustivo, proclamó la inocencia de Atanasio1,8.
Durante los tres años que pasó en Roma, Atanasio promovió la vida cenobítica tal como la había observado en los desiertos de Egipto entre los clérigos de Occidente1. En 343 d.C., asistió al Concilio de Sárdica, donde su inocencia fue reafirmada una vez más1. Finalmente, en 346 d.C., Atanasio regresó a Alejandría en medio de un júbilo sin precedentes, y disfrutó de un período de relativa paz durante unos tres o cuatro años9,8,10.
Tercer Exilio (356-362 d.C.)
La situación cambió drásticamente con el asesinato del emperador Constante, el principal apoyo de la ortodoxia10. Constancio, ahora dueño del imperio, se propuso deliberadamente aplastar a Atanasio10. En 353 d.C., un concilio en Arlés condenó a Atanasio, y en 355 d.C., en Milán, el emperador se declaró su acusador10,11. Muchos obispos amigos fueron exiliados, incluido el Papa Liberio10,12.
En la noche del 13 al 14 de Mechir (febrero), 356 d.C., mientras Atanasio celebraba una vigilia en la iglesia, los soldados irrumpieron, matando y hiriendo a algunos de los congregantes10,13. Atanasio escapó milagrosamente y desapareció en el desierto, donde los monjes lo mantuvieron oculto durante seis años10. Durante este período, aunque el mundo tuvo pocas noticias de él, Atanasio se mantuvo bien informado y expresó su incansable actividad en forma literaria, escribiendo muchas de sus obras principales, como la Apología a Constancio, la Apología de su huida, la Carta a los monjes y la Historia de los Arrianos1,10.
Cuarto Exilio (362-363 d.C.)
La muerte de Constancio en 361 d.C. y la ascensión de Juliano el Apóstata marcaron un cambio1,10. Un edicto de Juliano permitió el regreso de los obispos exiliados, y Atanasio reingresó a Alejandría el 22 de febrero de 362 d.C.1. Sin embargo, Juliano, que quería paganizar el mundo cristiano, pronto lo desterró nuevamente como «perturbador de la paz y enemigo de los dioses»10. Atanasio una vez más buscó refugio en el desierto, escapando por poco de la captura mediante una estratagema en el Nilo10. Durante este cuarto exilio, exploró la Tebaida de un extremo a otro10.
Quinto Exilio (365-366 d.C.)
Atanasio regresó a Alejandría tras la muerte de Juliano en 363 d.C. y fue invitado a Antioquía por el emperador Joviano, quien revocó su sentencia de destierro10. Sin embargo, el reinado de Joviano fue corto, y el emperador Valente, en mayo de 365 d.C., emitió una orden desterrando a todos los obispos ortodoxos que habían sido exiliados por Constancio y restaurados por sus sucesores10. Atanasio se vio obligado a retirarse nuevamente10. A pesar de los intentos de los arrianos de convencer a Joviano para que lo reemplazara, el emperador se mantuvo firme en su apoyo a Atanasio, reconociendo su ortodoxia y su correcta enseñanza14.
Muerte y Legado
Después de su último exilio, Atanasio permaneció en Alejandría en relativa paz hasta su muerte el 2 de mayo de 373 d.C.15,16. Antes de su fallecimiento, ordenó a Pedro, uno de los presbíteros más antiguos, como su sucesor17.
Atanasio de Alejandría es considerado el «Padre de la Ortodoxia» y el más grande campeón de la fe católica sobre la Encarnación1. Su incansable defensa de la divinidad de Jesucristo contra el arrianismo fue crucial para la preservación de la doctrina cristiana15,6. Cardinal Newman lo describió acertadamente como «un instrumento principal después de los Apóstoles por el cual las verdades sagradas del cristianismo han sido transmitidas y aseguradas al mundo»15.
Sus escritos, aunque a menudo de naturaleza controversial, revelan una profunda sensibilidad espiritual15. Atanasio fue un teólogo apasionado de la Encarnación del Logos, el Verbo de Dios hecho carne6. Su obra De Incarnatione es un tratado doctrinal fundamental que explica cómo el Verbo divino se hizo carne para nuestra salvación6,18. En esta obra, Atanasio destruye las afirmaciones arrianas de que el Hijo no existía antes de ser engendrado o que fue creado «de la nada», afirmando que el Hijo es de una misma esencia con el Padre19. También enfatizó que el Hijo no tomó una dignidad reciente, sino que es perfecto desde el principio y semejante en todo al Padre20,21.
Además de su teología, Atanasio también contribuyó al desarrollo del monacato a través de su Vida de San Antonio, una obra que ayudó a establecer el género literario de la hagiografía y a difundir el modelo de la vida eremítica5,15. Sus estrechas relaciones con los monjes del desierto, incluyendo a San Pacomio, el fundador del monacato cenobítico, le brindaron apoyo y refugio durante sus exilios5.
La Iglesia Católica lo venera como santo y Doctor de la Iglesia, reconociendo su inmensa contribución a la teología y su heroico testimonio de la fe nicena1,5. Su cuerpo fue trasladado primero a Constantinopla y luego a Venecia15.
Citas
San Atanasio, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Atanasio. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19
B2: San Atanasio, arzobispo de Alejandría, doctor de la Iglesia (d.C. 373), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 216. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12
Atanasio de Alejandría. La Deposición de Arrio, § 3 (325). ↩
Introducción - Carta encíclica del concilio de Egipto, Atanasio de Alejandría. Apologia Contra Arianos, §Parte I. Capítulo 1.6 (356). ↩ ↩2
Atanasio de Alejandría, Edward G. Farrugia. Diccionario Enciclopédico del Oriente Cristiano, §Atanasio de Alejandría (2015). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
San Atanasio de Alejandría, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 20 de junio de 2007: San Atanasio de Alejandría (2007). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 217. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 218. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10
Atanasio de Alejandría. Historia Acephala, § I. 2 (368). ↩
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 219. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15
Atanasio de Alejandría. Historia Acephala, § III. 3. (368). ↩
Atanasio deja Alejandría para ir a Constancio, pero es detenido por la noticia del destierro de los obispos, Atanasio de Alejandría. Apologia ad Constantium, § 27 (357). ↩
Atanasio de Alejandría. Historia Acephala, § IV. 5. (368). ↩
Al emperador Joviano concerniente a la fe, Atanasio de Alejandría. Carta 56, §Apéndice (373). ↩
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 220. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Atanasio de Alejandría. Historia Acephala, § XII. 17. (368). ↩
Atanasio de Alejandría. Historia Acephala, § XIII. 18. (368). ↩
En el siguiente lugar pone la autoridad de S. Atanasio, Juan Casiano. Sobre la Encarnación, §Libro VII. Capítulo 29 (429). ↩
Sobre la opinión de Dionisio - Inconsistencia de la apelación arriana a Dionisio, Atanasio de Alejandría. De Sententia Dionysii, § 19 (350). ↩
Concilios de Arímino y Seleucia. - Parte 2. Historia de las opiniones arrianas, Atanasio de Alejandría. De Synodis, §Parte 2. 26.5 (359). ↩
Concilios de Arímino y Seleucia. - Parte 2. Historia de las opiniones arrianas, Atanasio de Alejandría. De Synodis, §Parte 2. 23 (359). ↩
