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San Bernardino de Siena

San Bernardino de Siena
Estatua de San Bernardino de Siena en la Capilla del Voto; Duomo; Siena, Italia. User: JoJan, Antonio Raggi, CC BY-SA 3.0 📄

San Bernardino de Siena, nacido Bernardino degli Albizeschi, fue un fraile menor franciscano, misionero y reformador italiano del siglo XV. Es reconocido como uno de los predicadores más influyentes de su tiempo, a menudo llamado el «Apóstol de Italia» por sus incansables esfuerzos en la evangelización y la promoción de la moralidad en las ciudades italianas. Su vida estuvo marcada por un profundo celo apostólico, una elocuencia notable y una dedicación especial a la devoción del Santo Nombre de Jesús. Este artículo explorará su vida temprana, su vocación religiosa, su impacto como predicador y reformador, su papel en la Orden de los Frailes Menores, su canonización, y su legado perdurable en la Iglesia.

Tabla de contenido

Vida Temprana y Vocación

Bernardino degli Albizeschi nació el 8 de septiembre de 1380, en Massa Marittima, una ciudad de Siena donde su padre, miembro de la noble familia Sienesa de los Albizeschi, era gobernador1,2. Quedó huérfano antes de cumplir los siete años y fue criado con gran esmero por sus piadosas tías y su hija, quienes le proporcionaron una formación religiosa y lo amaron como si fuera su propio hijo1,2.

Desde joven, Bernardino mostró una conducta intachable y un carácter afable. Se destacó en sus estudios en Siena, donde fue enviado por sus tíos a la edad de once o doce años2. A pesar de su carácter jovial, rechazaba cualquier comentario grosero o blasfemo, llegando incluso a confrontar a quienes intentaban inducirlo al vicio2. A los diecisiete años, se unió a la Cofradía de Nuestra Señora, dedicada a prácticas devocionales y al cuidado de los enfermos, y comenzó un régimen de severa mortificación corporal2.

En 1400, cuando la peste asoló Siena, Bernardino se ofreció a hacerse cargo del hospital de Santa Maria della Scala, que había quedado casi sin personal debido a la alta mortalidad. Durante cuatro meses, él y diez compañeros trabajaron incansablemente día y noche, atendiendo a los enfermos y preparándolos para la muerte1,2. Aunque sobrevivió a la plaga, la extenuante labor afectó gravemente su salud, de la cual nunca se recuperaría por completo1,2.

Tras recuperarse de una fiebre que lo postró durante varios meses, Bernardino dedicó catorce meses al cuidado de su tía ciega y postrada, Bartolomea, hasta su fallecimiento2. Libre de ataduras terrenales, buscó la voluntad de Dios a través de la oración y el ayuno, lo que lo llevó a ingresar en la Orden Franciscana2. Recibió el hábito de los Frailes Menores en San Francesco en Siena el 8 de septiembre de 1402, y poco después se retiró al convento Observante de Columbaio, fuera de la ciudad, donde la regla de San Francisco se observaba estrictamente1,2. Fue profeso el 8 de septiembre de 1403 y ordenado sacerdote el 8 de septiembre de 14041,2.

El Apóstol de Italia: Predicación y Reforma

La vida misionera de Bernardino comenzó verdaderamente en Milán a finales de 1417, después de un período de casi doce años de retiro en Capriola1,3. San Vicente Ferrer había predicho en 1406 que Bernardino tomaría su lugar en la evangelización de Italia1. Su don de elocuencia se manifestó, y rápidamente atrajo a multitudes masivas, a menudo predicando en plazas de mercado ante hasta treinta mil oyentes, ya que ninguna iglesia podía contenerlos1,3.

Temas de su Predicación

Bernardino se convirtió en una fuerza inmensa en las ciudades italianas de su tiempo, conocidas por su turbulencia y lujo1. Su predicación se centró en la penitencia, la denuncia de los vicios prevalentes y la promoción de la devoción al Santo Nombre de Jesús3.

El éxito de sus labores para promover la moralidad y regenerar la sociedad fue extraordinario1. Se dice que los penitentes acudían a la confesión «como hormigas»1. En varias ciudades, las reformas que impulsó fueron incorporadas en las leyes bajo el nombre de Riformazioni di frate Bernardino1.

Oposición y Vindicación

A pesar de su inmensa popularidad, Bernardino enfrentó oposición y persecución. Fue acusado de herejía, basándose en las tabletas del Santo Nombre, por los seguidores de Manfred de Vercelli, un dominico cuyas falsas predicaciones sobre el Anticristo Bernardino había combatido1. En 1427, fue citado ante el Papa Martín V, quien inicialmente lo recibió con frialdad y le prohibió predicar o exhibir sus tabletas hasta que su conducta fuera examinada1,3. Bernardino se sometió humildemente, y sus sermones y escritos fueron entregados a una comisión1. Su juicio, que tuvo lugar en San Pedro el 8 de junio, resultó en una completa vindicación. El Papa no solo justificó y elogió su enseñanza, sino que lo instó a predicar en Roma1,3. La vindicación de su enseñanza se perpetuó con la institución de la fiesta del Triunfo del Santo Nombre, concedida a los Frailes Menores en 1530 y extendida a la Iglesia Universal en 17221.

Reformador de la Orden Franciscana

Aunque no fue el fundador inmediato de la rama Observante de los Frailes Menores, Bernardino se convirtió en su principal apoyo y propagador incansable1,5. Esta rama de la orden, que buscaba una observancia más estricta de la regla franciscana, había tenido una existencia precaria hasta su llegada5. En 1438, fue elegido Vicario General de los Observantes en toda Italia, cargo que abandonaría en 1442 para dedicarse plenamente a la predicación1,5.

Su celo reformador se evidencia en el crecimiento de la Observancia: de 130 frailes en Italia cuando él ingresó, la orden contaba con más de cuatro mil antes de su muerte1,5. Además, fundó o reformó al menos trescientos conventos1. Bernardino también envió misioneros a diferentes partes de Oriente y fue fundamental para que muchos embajadores de naciones cismáticas asistieran al Concilio de Florencia, donde se le vio dirigirse a los Padres reunidos en griego1,5. Consciente del peligro de la ignorancia, especialmente ante la creciente demanda de frailes Observantes como confesores, insistió en la instrucción en teología y derecho canónico como parte del currículo regular5.

Últimos Años y Muerte

En 1444, a pesar de sus crecientes enfermedades y su aspecto emaciado, Bernardino, deseoso de que ninguna parte de Italia quedara sin escuchar su voz, emprendió la evangelización del Reino de Nápoles1,5. Demasiado débil para caminar, tuvo que viajar en asno1,5. Agotado por cuarenta años de apostolado, sucumbió a una fiebre y llegó a Aquila en estado moribundo1,5. Falleció en la víspera de la Ascensión, el 20 de mayo de 1444, mientras los frailes en el coro cantaban la antífona: «Pater manifestavi nomen Tuum hominibus ad Te venio» (Padre, he manifestado tu nombre a los hombres… a ti vengo)1,6. Tenía casi sesenta y cuatro años, de los cuales cuarenta y dos los había pasado como religioso5.

Canonización y Legado

Los milagros se multiplicaron después de la muerte de Bernardino, y fue canonizado por el Papa Nicolás V el 24 de mayo de 1450, apenas seis años después de su fallecimiento1,5. Su fiesta se celebra el 20 de mayo1.

El cuerpo de Bernardino fue solemnemente trasladado el 17 de mayo de 1472 a la nueva iglesia de los Observantes en Aquila, construida específicamente para recibirlo, y encerrado en un costoso relicario donado por Luis XI de Francia1. Aunque esta iglesia fue destruida por un terremoto en 1703, fue reemplazada por otro edificio donde sus preciosas reliquias aún son veneradas1.

San Bernardino es considerado el misionero italiano más importante del siglo XV, el mayor predicador de su época, el Apóstol del Santo Nombre y el restaurador de la Orden de los Frailes Menores1. Sigue siendo uno de los santos italianos más populares, especialmente en su natal Siena1. Su influencia se extendió a otros predicadores, como el Beato Bernardino de Feltre, quien, según una profecía de San Bernardino de Siena, continuaría su obra7.

Sus sermones, especialmente los Prediche volgari (sermones en lengua vernácula) registrados por Benedetto, un batanero sienés, ofrecen una visión profunda de la predicación y las costumbres del siglo XV1. Estos sermones, a menudo de tres o cuatro horas de duración, se caracterizaban por su lenguaje sencillo y popular, abundancia de ilustraciones, anécdotas y un toque de alegría sienesa y jovialidad franciscana1. También dejó una serie de sermones en latín, que revelan un profundo conocimiento teológico, así como otras obras sobre teología práctica, ascética y mística1.

San Bernardino de Siena es una figura venerada por su incansable labor en la reconciliación de ciudades y familias en el nombre de Jesús, llevando a innumerables fieles a la conversión y la bienaventuranza evangélica6. Su vida es un testimonio del valor de conocer a Jesús y de la importancia de una preparación profunda para la misión evangelizadora8.

Citas

  1. S. Bernardino de Siena, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §S. Bernardino de Siena. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25 26 27 28 29 30 31 32 33 34 35 36 37 38 39 40 41 42 43 44 45

  2. B20: S. Bernardino de Siena (d.C. 1444), Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 358. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  3. Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 359. 2 3 4 5 6 7 8

  4. Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 678. 2 3 4

  5. Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 360. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  6. Papa Juan Pablo II. Al clero reunido en la Basílica de San Bernardino (30 de agosto de 1980) - Discurso (1980). 2

  7. B. Bernardino de Feltre (d.C. 1494), Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 676.

  8. Papa Juan Pablo II. A los jóvenes reunidos en el Santuario de Nuestra Señora de la Cruz (30 de agosto de 1980) - Discurso, § 2 (1980).