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San Bernardo de Claraval

San Bernardo de Claraval
Bernardo de Claraval. Dominio Público.

San Bernardo de Claraval (1090-1153) fue una figura central en la Iglesia Católica del siglo XII, conocido por su profunda espiritualidad, su elocuencia y su influencia en la vida monástica, teológica y política de su tiempo. Como abad de Claraval, revitalizó la Orden Cisterciense, extendiendo su rigor y su ideal de vida contemplativa por toda Europa. Fue un prolífico escritor de sermones, tratados y cartas, y su devoción a la Santísima Virgen María dejó una huella indeleble en la piedad católica. Reconocido como Doctor de la Iglesia, su legado perdura a través de sus escritos y su impacto en la reforma monástica y la teología mística.

Tabla de contenido

Primeros años y vocación monástica

San Bernardo nació en 1090 en Fontaines, cerca de Dijon, Francia, en una familia noble de Borgoña1,2. Sus padres fueron Tescelin, señor de Fontaines, y Aleth de Montbard1,2. Fue el tercero de siete hijos, seis de los cuales eran varones1,2. Desde temprana edad, recibió una educación esmerada en la escuela de los canónigos seculares de Saint-Vorles en Châtillon-sur-Seine, donde mostró un gran interés por la literatura y las Sagradas Escrituras1,3. Su crecimiento en virtud fue tan notable como su éxito académico1.

A los diecinueve años, tras la muerte de su madre, Bernardo experimentó fuertes tentaciones, pero su virtud le permitió superarlas heroicamente1,2. Fue en este período que comenzó a considerar una vida de soledad y oración, sintiendo un llamado a la vida religiosa1,3,2. Decidió unirse a la recién fundada abadía de Císter, establecida en 1098 por San Roberto de Molesmes con el objetivo de restaurar la Regla de San Benito en todo su rigor1,2.

La decisión de Bernardo de entrar en Císter no fue fácil, pero una vez que se fijó en ella, su resolución fue inquebrantable2. Su elocuencia y fervor eran tan poderosos que logró convencer a treinta y un hombres, incluyendo a cuatro de sus hermanos y un tío, para que lo siguieran a la vida monástica4,2. Incluso su hermano menor, Nivard, que inicialmente se quedó con su padre, se unió a ellos más tarde, dejando en el mundo solo a su padre y a su hermana Humbeline4. En 1112, a la edad de veintidós años, Bernardo y su compañía llegaron a Císter, donde fueron recibidos por el abad inglés San Esteban Harding4.

Fundación de Claraval y expansión cisterciense

Después de tres años en Císter, durante los cuales Bernardo hizo un progreso espiritual extraordinario, el abad San Esteban le encomendó la tarea de fundar un nuevo monasterio4. En 1115, a la edad de veinticinco años, Bernardo partió con doce monjes para establecer una nueva casa en un lugar llamado el Valle de Ajenjo, en la diócesis de Langres en Champaña4,3. Este lugar, rodeado de un bosque, fue transformado por los monjes, quienes con la ayuda del obispo y la gente del país, construyeron su abadía4. El nombre del valle fue cambiado a Clairvaux (Claraval), que significa «valle claro», debido a su ubicación soleada y la reputación de santidad que pronto adquirió el monasterio4.

Los primeros años en Claraval fueron de extrema dificultad y privaciones4. La tierra era pobre, el pan era de cebada gruesa y las hojas de haya hervidas a veces sustituían a las verduras4. Bernardo inicialmente impuso una disciplina muy estricta, pero al ver el desánimo de sus monjes, se dio cuenta de su error y moderó su rigor, aunque la comida siguió siendo muy sencilla4. La fama de la santidad del abad y del monasterio creció rápidamente, atrayendo a numerosos vocaciones, y el número de monjes llegó a ciento treinta4. Incluso su anciano padre, Tescelin, y su hermano Nivard se unieron a Claraval en 11174.

Claraval se convirtió en una madre-casa para muchas otras fundaciones4. Las primeras cuatro casas hijas de Císter, incluyendo Claraval, a su vez fundaron numerosos monasterios, siendo Claraval la que tuvo la descendencia más numerosa4. Se le considera uno de los fundadores de la Orden Cisterciense, sacándola de la oscuridad y colocándola en el centro de la cristiandad occidental5.

Actividad e influencia en la Iglesia

A pesar de su amor por el retiro y la vida contemplativa, Bernardo fue frecuentemente llamado a salir de su celda por obediencia y las necesidades de la Iglesia6. Su reputación de carácter y poder era tan grande que príncipes y obispos buscaban su consejo y mediación6. Los papas consideraban sus opiniones como el mayor apoyo de la Santa Sede, y se le conocía como «el oráculo de la Cristiandad»6.

Defensor de la fe y reformador

Bernardo fue un reformador y un «cruzado» que nunca rehusó un desafío, ya fuera de la abadía de Cluny, de un antipapa, del filósofo Abelardo o del llamado a la Segunda Cruzada6. Fue un firme defensor de la integridad de la fe y la moral católicas7.

Consejero de papas y príncipes

Su influencia se extendió a los asuntos de la Santa Sede3. Después de la disputada elección papal de 1130, Bernardo apoyó la causa del Papa Inocencio II, viajando por Francia, Alemania e Italia para asegurar su reconocimiento6.

Cuando su antiguo alumno, Bernardo Pignatelli, fue elegido Papa como Eugenio III en 1145, San Bernardo le dedicó su tratado más importante, De Consideratione (Cinco libros sobre la Consideración)3,6. En esta obra, Bernardo no solo ofreció consejos sobre cómo ser un buen Papa, sino que también expresó una profunda visión del misterio de la Iglesia y de Cristo, enfatizando la necesidad de la contemplación y la oración en medio de las múltiples ocupaciones papales3,6. Le advirtió a Eugenio III sobre el peligro de caer en el olvido de Dios y la dureza de corazón debido a la multiplicidad de asuntos8.

Predicador y «Doctor Mellifluus»

Bernardo fue un predicador incansable, tanto para sus monjes como en público6. Sus sermones, especialmente los ochenta y seis sermones sobre el Cantar de los Cantares, son famosos por su profundidad espiritual y su estilo elocuente1,6. En 1140, predicó por primera vez en un púlpito público en París, a los estudiantes, logrando conversiones notables6.

Su estilo literario era vivo, rico, fluido y lleno de expresiones impactantes, atrayendo al lector a las cosas celestiales y nutriendo la piedad10. Por esta razón, la Iglesia ha insertado muchas de sus páginas en la Sagrada Liturgia10. Se le conoce universalmente como el Doctor Mellifluus, el «Doctor dulce como la miel», un título que refleja la dulzura y el ardor de su discurso5. Se decía que de su lengua fluían miel y leche, y un fuego de amor ardiente brillaba en su pecho5.

Teología y espiritualidad

La teología de San Bernardo se caracteriza por ser profundamente contemplativa y afectiva, arraigada en la Biblia y los Padres de la Iglesia3,11. Él enfatizaba que el conocimiento de las cosas divinas procede de un contacto real con Dios, una amata notitia o «conocimiento amado»11.

El amor de Dios

Uno de los temas centrales de la teología de Bernardo es el amor de Dios. En su tratado De Amore Dei (Sobre el amor de Dios), explica que la razón para amar a Dios es Dios mismo, y la medida del amor debido a Él es el amor sin medida1,12. Argumenta que Dios merece ser amado ilimitadamente porque Él nos amó primero, siendo infinito y nosotros nada, y nos amó, pecadores miserables, con un amor tan grande y libre12,13.

Para Bernardo, el amor de Dios no es un regalo, sino una deuda13. La Iglesia, al contemplar a Jesús crucificado, siente un amor inefable y una «enfermedad de amor» que la impulsa a amar aún más intensamente14. Él describe cuatro grados de amor a Dios, culminando en un amor en el que el alma olvida a sí misma por completo en Dios1,13.

Devoción mariana

Bernardo tenía una devoción especial por la Santísima Virgen María1. Es célebre por sus escritos sublimes sobre la Reina del Cielo1. Sus reflexiones sobre María, especialmente en sus homilías, documentan el lugar privilegiado de la Virgen en la economía de la salvación, debido a su particular participación (compassio) en el sacrificio de su Hijo3. Dante Alighieri, un siglo y medio después de la muerte de Bernardo, puso en boca del Doctor Mellifluus la sublime oración a María en la Divina Comedia3.

Una de sus invocaciones más conocidas a María resalta su papel como auxilio en tiempos de peligro: «En el peligro, en la angustia, en la incertidumbre, piensa en María, invoca a María. Que ella no se aparte de tus labios, que no se aparte de tu corazón; y para que obtengas la ayuda de su oración, no olvides el ejemplo de su vida. Si la sigues, no te desviarás; si la invocas, no desesperarás; si piensas en ella, no te equivocarás. Si ella te sostiene, no caerás; si ella te protege, nada tendrás que temer; si ella te guía, no te cansarás; si ella te es favorable, alcanzarás la meta…»3.

Humildad y gracia

Su tratado De Gradibus Superbiae (Los grados de la humildad y el orgullo), fue una de sus primeras obras publicadas y es un estudio profundo del carácter humano1,6,15. También abordó el dogma católico de la gracia y el libre albedrío en De Gratiâ et Libero Arbitrio, probándolo según los principios de San Agustín1.

Muerte y legado

San Bernardo falleció el 20 de agosto de 1153, a los sesenta y tres años de edad, habiendo sido abad durante treinta y ocho años5. Para el momento de su muerte, sesenta y ocho monasterios se habían fundado desde Claraval5.

Fue canonizado por el Papa Alejandro III el 18 de enero de 11741. En 1830, el Papa Pío VIII le otorgó formalmente el título de Doctor de la Iglesia1,5. El Papa Pío XII, en su encíclica Doctor Mellifluus de 1953, conmemoró el octavo centenario de su muerte, elogiando su vida santa, su brillantez doctrinal y su prudente consejo16,17.

San Bernardo es recordado como un hombre que «llevó el siglo XII sobre sus hombros»5. Fue el oráculo de la Iglesia, la luz de los prelados y el reformador de la disciplina5. Sus escritos continúan confortando e instruyendo, siendo considerados por algunos como los más útiles para la piedad entre todas las obras de los Padres de la Iglesia5. Su profunda meditación de las Sagradas Escrituras se refleja en casi cada una de sus frases5.

La fiesta de San Bernardo, abad y Doctor de la Iglesia, se celebra el 20 de agosto18. La Iglesia lo honra como un hombre consumido por el celo por la casa de Dios y una luz que brilla y arde en la Iglesia18. Su ejemplo sigue siendo un estímulo para que los creyentes estén enardecidos con el mismo espíritu y caminen siempre como hijos de la luz18,19.

Citas

  1. San Bernardo de Claraval, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Bernardo de Claraval. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17

  2. B20: San Bernardo, abad de Claraval, doctor de la Iglesia (d.C. 1153), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 364. 2 3 4 5 6 7 8

  3. San Bernardo de Claraval, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 21 de octubre de 2009: San Bernardo de Claraval (2009). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13

  4. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 365. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14

  5. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 369. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  6. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 366. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  7. Sobre san Bernardo de Claraval, el último de los Padres, Papa Pío XII. Doctor Mellifluus, § 23 (1953). 2

  8. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 367. 2 3

  9. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 368. 2

  10. Sobre san Bernardo de Claraval, el último de los Padres, Papa Pío XII. Doctor Mellifluus, § 8 (1953). 2

  11. Romanus Cessario, O.P. Erudición y Santidad: Una lección que Aquino enseña al sacerdote y al seminarista, § 9. 2

  12. Capítulo I - Por qué debemos amar a Dios y la medida de ese amor, Bernardo de Claraval. Sobre el amor a Dios, §Capítulo I (1142). 2

  13. Capítulo VI - Un breve resumen, Bernardo de Claraval. Sobre el amor a Dios, §Capítulo VI (1142). 2 3

  14. Capítulo III - Qué mayores incentivos tienen los cristianos, más que los paganos, para amar a Dios, Bernardo de Claraval. Sobre el amor a Dios, §Capítulo III (1142).

  15. Prefacio, Bernardo de Claraval. Los doce grados de la humildad y del orgullo, §Prefacio (1120).

  16. Sobre san Bernardo de Claraval, el último de los Padres, Papa Pío XII. Doctor Mellifluus, § 2 (1953).

  17. Sobre san Bernardo de Claraval, el último de los Padres, Papa Pío XII. Doctor Mellifluus (1953).

  18. Propio de los Santos - 20 de agosto - San Bernardo, abad y doctor de la Iglesia - Memoria, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. El Misal Romano (Traducción al inglés según la tercera edición típica), §Propio de los Santos (2011). 2 3

  19. Sobre san Bernardo de Claraval, el último de los Padres, Papa Pío XII. Doctor Mellifluus, § 36 (1953).