San Fausto
El nombre Fausto ha sido llevado por varios santos venerados en la tradición católica. Este artículo explora las vidas y legados de los santos más prominentes conocidos como Fausto, incluyendo a San Fausto de Riez, los mártires Faustino y Jovita de Brescia, los mártires Simplicius, Faustinus y Beatrice de Roma, y los mártires Fausto, Januario y Marcial de Córdoba. También se mencionan otras figuras relevantes como el Beato Faustino Míguez, destacando la diversidad de sus contribuciones a la Iglesia, desde la teología y el monasticismo hasta el martirio y la educación.
Tabla de contenido
San Fausto de Riez
San Fausto de Riez (c. 405/410 - c. 490/495) fue un obispo del sur de la Galia (Provenza) reconocido por su piedad, su labor monástica y su participación en las discusiones teológicas de su tiempo1,2. Aunque algunas fuentes contemporáneas, como Avito de Vienne y Sidonio Apolinar, sugieren que nació en Gran Bretaña, es más probable que fuera en Bretaña1,2. Se cree que inicialmente ejerció como abogado, pero influenciado por la santidad de su madre, abandonó las actividades seculares para ingresar en el monasterio de Lérins1,2.
Vida Monástica y Episcopal
En Lérins, Fausto fue ordenado sacerdote y, debido a su profunda devoción, fue elegido abad alrededor del año 432, sucediendo a San Máximo, quien había sido promovido a la sede de Riez1,2. Durante sus aproximadamente veinticinco años como abad, ganó una gran reputación por su ascetismo y su notable habilidad como predicador improvisado1,2. San Sidonio Apolinar relata cómo la gente se entusiasmaba con sus sermones1.
Tras la muerte de San Máximo, Fausto le sucedió como obispo de Riez1,2 (entre 461 y 4933). Su elevación al episcopado no alteró su estilo de vida; continuó con sus prácticas ascéticas y regresaba con frecuencia al monasterio de Lérins para renovar su fervor2. Fue un ferviente promotor del monasticismo y fundó numerosos monasterios en su diócesis4,2.
Actividad Teológica y Controversias
San Fausto de Riez fue un oponente decidido del arrianismo y de los errores de Pelagio, a quien calificó de «maestro pestífero»4,2. Se opuso vigorosamente a la doctrina predestinacionista, considerándola «errónea, blasfema, pagana, fatalista y propicia a la inmoralidad»4,2.
En el año 475, dos sínodos celebrados en Arlés y Lyon abordaron la doctrina herética de un sacerdote llamado Lucidus, quien negaba que Dios tuviera una verdadera voluntad de salvar a todos los hombres, afirmando que la salvación o condenación dependía únicamente de la voluntad divina, sin tener en cuenta el libre albedrío humano y sus méritos4,2. San Fausto persuadió a Lucidus para que se retractara de sus errores, y los obispos le pidieron que escribiera un tratado contra esta enseñanza predestinacionista4,2.
En respuesta, Fausto escribió dos tratados sobre el libre albedrío y la gracia (Libri duo de Gratiâ Dei et humanae mentis libero arbitrio), en los que refutó tanto el pelagianismo como el predestinacionismo4,2. Sin embargo, en estos escritos, Fausto propuso el error semipelagiano de que, si bien la gracia es necesaria para la realización de buenas obras, no es necesaria para su inicio4,2,5. Este error, compartido con San Juan Casiano, fue atacado vehementemente tras la aparición de sus libros, aunque no fue condenado formalmente hasta el Concilio de Orange en 5294,2,5. A pesar de este error teológico, que fue sostenido de buena fe, Fausto es honrado como santo en Francia5.
Además, Fausto sostuvo la creencia de que el alma humana es, en cierto sentido, corpórea, siendo solo Dios un espíritu puro2.
Exilio y Legado
Su actividad teológica y sus ataques al arrianismo le granjearon la enemistad de Eurico, rey de los visigodos arrianos, quien ocupaba gran parte del sur de la Galia4,2. Hacia el año 478, Fausto fue desterrado de su sede y vivió en el exilio durante unos ocho años hasta la muerte de Eurico4,2. Tras su regreso, continuó dirigiendo su rebaño hasta su fallecimiento, aproximadamente a los noventa años4,2.
La memoria de San Fausto de Riez fue muy venerada por su pueblo, que construyó una basílica en su honor4,2. Fue uno de los principales escritores de la abadía de Lérins, y algunas de sus cartas, discursos y otras obras aún se conservan4,2. El Catecismo de la Iglesia Católica cita a Fausto de Riez para enfatizar el papel de la Iglesia como madre de nuestro nuevo nacimiento en la fe, no como autora de nuestra salvación6.
Otros Santos Llamados Fausto o Faustino
Además de San Fausto de Riez, la Iglesia Católica venera a otras figuras con nombres similares que destacaron por su fe y martirio.
Santos Faustino y Jovita, Mártires de Brescia
Faustino y Jovita eran hermanos de noble cuna, originarios de Brescia7. Aunque los detalles de sus «actos» son de dudosa autoridad, su martirio y sus nombres son ciertos7. La tradición de Brescia sostiene que predicaron el cristianismo sin miedo mientras su obispo estaba escondido7. Su celo provocó la ira de los paganos, y fueron arrestados por un señor pagano llamado Julián7. Fueron torturados y arrastrados por Milán, Roma y Nápoles, antes de ser devueltos a Brescia7. Como ni las amenazas ni los tormentos pudieron doblegar su constancia, el emperador Adriano, que pasaba por Brescia, ordenó que fueran decapitados7. La ciudad de Brescia los honra como sus principales patronos y afirma poseer sus reliquias7.
Santos Simplicius, Faustinus y Beatrice, Mártires de Roma
De estos mártires romanos (c. 304?), no se conocen detalles fiables8. La leyenda narra que Simplicius y Faustinus eran hermanos que se negaron a sacrificar a los dioses8. Por ello, fueron golpeados, torturados, decapitados y sus cuerpos arrojados al Tíber; otra versión dice que fueron ahogados8. Sus cuerpos fueron recuperados por su hermana Beatrice (Viatrix) y enterrados en el cementerio de Generosa en la vía a Porto8. Beatrice fue posteriormente denunciada como cristiana y martirizada por estrangulamiento en prisión, siendo enterrada con sus hermanos8. En el Hieronymianum se registra su memoria el 29 de julio8.
Santos Fausto, Januario y Marcial, Mártires de Córdoba
Estos santos son conocidos por Prudencio como «las Tres Coronas de Córdoba»9. En esta ciudad, confesaron a Jesucristo con inquebrantable constancia9. Primero Fausto, luego Januario y finalmente Marcial, el más joven, fueron sometidos a torturas9. Fausto proclamó: «Hay un solo Dios, que nos creó a todos»9. El juez ordenó que le cortaran la nariz, las orejas, los párpados y el labio inferior, y en cada parte cortada, el mártir dio gracias a Dios9. Januario fue tratado de la misma manera, mientras Marcial oraba fervientemente por la constancia9.
Beato Faustino Míguez
El Beato Faustino Míguez (1831-1925) fue un sacerdote escolapio que dedicó su vida a la enseñanza de la infancia y la juventud, siguiendo el estilo de San José de Calasanz10. Renunció a sus propias ambiciones y se centró en la formación integral de la persona10. Como sacerdote, buscó incansablemente la santidad de las almas, y como científico, procuró aliviar el sufrimiento físico de la humanidad10.
Faustino Míguez fue «hombre del pueblo y para el pueblo», atento a las necesidades de todos10. Constató la situación de ignorancia y marginación de la mujer, a quien consideraba «el alma de la familia y la parte más interesante de la sociedad»10. Con el fin de guiar a las niñas desde su infancia por el camino de la promoción humana y cristiana, fundó el Instituto Calasancio de Hijas de la Divina Pastora10. Su luminoso ejemplo de oración, estudio y apostolado perdura hoy en el testimonio de sus hijas y de numerosos educadores10. Fue elevado a la gloria de los altares por el Papa Juan Pablo II, quien destacó cómo se cumplían en él las palabras de Jesús: «El que se humilla será enaltecido» (Lc 18,14)10.
Conclusión
El nombre Fausto, o sus variantes como Faustino, resuena en la historia de la Iglesia a través de diversas figuras que, cada una a su manera, encarnaron la fe y el servicio a Dios. Desde el obispo teólogo de Riez que luchó contra las herejías de su tiempo y sufrió el exilio, hasta los mártires que dieron su vida por Cristo en Brescia, Roma y Córdoba, y el educador que dedicó su existencia a la formación de la juventud, la tradición católica honra a estos santos por su testimonio de vida cristiana. Sus historias nos recuerdan la riqueza y diversidad de la santidad, manifestada en el celo por la verdad, la constancia en el sufrimiento y la dedicación a la caridad.
Citas
San Fausto, obispo de Riez (c. A.D. 493), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume III, § 670. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Fausto de Riez, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Fausto de Riez. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19 ↩20 ↩21
Digne, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Digne. ↩
San Anemundo, obispo de Lyon (A.D. 658), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume III, § 671. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13
Semipelagianismo, The Encyclopedia Press. Catholic Encyclopedia, §Semipelagianismo. ↩ ↩2 ↩3
Sección primera «Yo creo» - «Nosotros creemos», Catecismo de la Iglesia Católica, § 169. ↩
B15: Santos Faustino y Jovita, mártires (fecha desconocida), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume I, § 355. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Santos Simplicio, Faustino y Beatriz, mártires (A.D. 304?), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume III, § 210. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Santos Fausto, Jenaro y Marcial, mártires (A.D. 304?), Alban Butler. Butler’s Lives of the Saints: Volume IV, § 107. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Juan Pablo II. Theodore Guérin (1798-1856) - Homilía de beatificación, § 5 (2006). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8