San Félix
San Félix de Nola fue un presbítero que vivió en el siglo III en Nola, una colonia romana en Campania, cerca de Nápoles. Es venerado como confesor y es conocido por su firmeza durante la persecución de Decio, sus milagrosas liberaciones de prisión, y su profunda caridad hacia los pobres. Su vida es principalmente conocida a través de los escritos de San Paulino de Nola, quien vivió más de un siglo después y contribuyó significativamente a su culto y legado.
Tabla de contenido
Vida Temprana y Vocación
Félix nació en Nola, en la región de Campania, de un padre sirio llamado Hermias, quien había servido en el ejército y se había establecido en la zona1. Tras la muerte de su padre, Félix distribuyó gran parte de su herencia entre los pobres, mostrando una temprana inclinación hacia la vida de fe y servicio2,1. Fue ordenado sacerdote por San Máximo, el obispo de Nola, quien quedó impresionado por su virtud y prudencia, considerándolo su mano derecha y eventual sucesor1.
Persecución de Decio
La vida de San Félix estuvo marcada por la persecución del emperador Decio, que comenzó en el año 250 d.C.2,1. Cuando el obispo Máximo fue forzado a huir al desierto para proteger a su rebaño, los perseguidores, al no encontrarlo, arrestaron a Félix2,1. Fue cruelmente azotado, encadenado y arrojado a una mazmorra. Se dice que el suelo de su prisión estaba cubierto de tiestos y cristales rotos, impidiendo que pudiera estar de pie o acostarse cómodamente1.
Liberación Milagrosa y Cuidado del Obispo
Una noche, un ángel se le apareció a Félix en la prisión, llenando el lugar de luz y ordenándole que fuera en ayuda de su obispo Máximo, quien se encontraba en gran angustia2,1. Sus cadenas cayeron y las puertas de la prisión se abrieron milagrosamente2,1. Félix siguió al ángel y encontró a Máximo en el desierto, débil por el hambre y el frío, y sin poder hablar2,1. Félix, al no poder reanimarlo por completo, recurrió a la oración y encontró un racimo de uvas, cuyo jugo exprimió en la boca del obispo, lo que le devolvió las fuerzas1. Luego, cargó a Máximo sobre sus hombros y lo llevó de regreso a su casa en la ciudad antes del amanecer, donde una devota mujer se encargó de su cuidado1.
Escape de los Perseguidores
Tras ayudar a su obispo, Félix permaneció oculto, orando incesantemente por la Iglesia hasta la muerte de Decio en el año 251 d.C.1. Cuando reapareció en público, su celo exasperó a los paganos, quienes intentaron aprehenderlo1. En un encuentro, los perseguidores le preguntaron directamente dónde estaba Félix, a lo que él dio una respuesta evasiva sin ser reconocido1. Mientras sus captores se daban cuenta de su error y regresaban, Félix se escabulló por un agujero en una pared en ruinas, que fue instantáneamente cubierto por una tela de araña, engañando a sus perseguidores y permitiéndole escapar milagrosamente2,3,1. Se escondió en un pozo seco entre dos casas durante seis meses, subsistiendo gracias a una mujer cristiana3.
Después de la Persecución
Cuando la paz fue restaurada en la Iglesia, Félix regresó a sus deberes y fue recibido con alegría en la ciudad3. A la muerte de San Máximo, el pueblo unánimemente deseó elegir a Félix como su nuevo obispo2,3. Sin embargo, Félix los persuadió para que eligieran a Quinto, un sacerdote más anciano que él2,3.
Vida de Pobreza y Caridad
A pesar de que sus bienes habían sido confiscados durante la persecución, Félix se negó a reclamarlos legalmente, afirmando que en la pobreza estaría más seguro de poseer a Cristo2,3. Alquiló una pequeña parcela de tierra, no más de tres acres, que cultivaba con sus propias manos para satisfacer sus necesidades y tener algo para dar a los pobres2,3. Se dice que daba inmediatamente a los pobres todo lo que recibía y que, si tenía dos túnicas, siempre les daba la mejor, e incluso a menudo intercambiaba su única túnica por los harapos de algún mendigo2,3.
Muerte y Veneración
San Félix de Nola vivió hasta una edad avanzada y murió el 14 de enero, día en que se le conmemora en los martirologios2,3. El año exacto de su muerte es incierto2.
Culto y Legado
La principal fuente de información sobre la vida de San Félix proviene de los poemas y cartas de San Paulino de Nola, quien fue obispo de la ciudad más de un siglo después de la muerte de Félix2,3,1. Paulino, un distinguido senador romano convertido al cristianismo, se estableció en Nola y fue elegido obispo allí3,4. Testificó que multitudes de peregrinos de Roma y lugares más distantes visitaban el santuario de San Félix en su festividad, trayendo ofrendas como velas para quemar en su tumba3,5. Paulino consideraba a Félix su patrón celestial y creía que la intercesión del santo le había obtenido la gracia de la conversión5.
San Paulino amplió el santuario de San Félix con una nueva basílica, la cual decoró con pinturas que servían como catequesis visual para los peregrinos, describiendo la historia del Antiguo Testamento3,5. Los restos de San Félix se conservan en Nola, donde se construyeron cinco iglesias en su honor fuera de la ciudad2. También se encuentran algunas reliquias en Roma y Benevento2. San Agustín de Hipona también documentó milagros realizados en el santuario de San Félix3,6. La iglesia de San Félix, situada fuera de los muros de Nola, se convirtió en un lugar deseado para el entierro de muchos cristianos, quienes esperaban que su fe y devoción les aseguraran el patrocinio del santo después de la muerte3.
Distinciones
Es importante notar que existe otro Félix de Nola, obispo y mártir bajo un prefecto llamado Marciano, quien algunos consideran que podría ser el mismo que el presbítero2. Sin embargo, la tradición más difundida y documentada por San Paulino se refiere a San Félix, el presbítero confesor.
También se debe distinguir de otros santos con el mismo nombre, como San Félix de Cantalice, un fraile capuchino del siglo XVI7,8, o San Félix, obispo de Thibiuca, mártir en el siglo IV9.
Festividad
La festividad de San Félix de Nola se celebra el 14 de enero2,3.
Conclusión
San Félix de Nola permanece como un ejemplo perdurable de fe inquebrantable, caridad profunda y humildad. Su vida, marcada por la persecución y la dedicación al servicio de Dios y de los más necesitados, continúa inspirando a los fieles a través de los siglos. Su legado, preservado y promovido por San Paulino de Nola, destaca la importancia de la perseverancia en la fe y el amor al prójimo, recordándonos que la verdadera felicidad se encuentra en seguir el estándar de Cristo1.
Citas
San Félix de Nola (c. 260 d.C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 95. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17
San Félix de Nola, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Félix de Nola. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17 ↩18 ↩19
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 96. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16
Sanctos inter (18 de septiembre de 1908), Papa Pío X. Sanctos inter (18 de septiembre de 1908) (1908). ↩
San Paulino de Nola, Papa Benedicto XVI. Audiencia General del 12 de diciembre de 2007: San Paulino, Obispo de Nola (2007). ↩ ↩2 ↩3
Agustín de Hipona. Sobre el cuidado de los muertos, § 19 (421). ↩
San Félix de Cantalice (1587 d.C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen II, § 348. ↩
San Félix de Cantalice, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Félix de Cantalice. ↩
San Félix, obispo de Thibiuca, mártir (303 d.C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 193. ↩