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San Hilarión

San Hilarión
القديس هيلاريون العظيم. يوجد دير أثري باسمه في تل أم عامر في قطاع غزة، فلسطين. Dominio Público.

San Hilarión, nacido alrededor del año 291 en Tabatha, al sur de Gaza, Palestina, fue una figura pivotal en el establecimiento de la vida anacorética en Palestina y es venerado como el fundador de esta forma de vida monástica en la región1,2. Su vida, marcada por una rigurosa ascesis, milagros y una profunda devoción, lo llevó a ser un discípulo del renombrado San Antonio Abad en Egipto antes de regresar a su tierra natal para fundar su propio movimiento monástico1,3. A pesar de los intentos de algunos historiadores por cuestionar su existencia, la historicidad de su vida y sus principales características están bien documentadas, principalmente a través de la biografía escrita por San Jerónimo1,4.

Tabla de contenido

Primeros años y conversión

Hilarión nació de padres paganos en el pueblo de Tabatha, ubicado a unas cinco millas al sur de Gaza1,5. Desde joven, mostró una inteligencia y un carácter notables. Sus padres lo enviaron a Alejandría para recibir educación, donde rápidamente se destacó y se convirtió en un orador consumado5. Durante su tiempo en Alejandría, Hilarión abrazó la fe cristiana, mostrando poco interés en los espectáculos mundanos como el circo o el teatro, y encontrando su gozo en las asambleas de la Iglesia5.

A la edad de quince años, atraído por la fama de San Antonio Abad, el gran «Padre de los Anacoretas», Hilarión se retiró al desierto de Egipto1,3. Pasó dos meses con San Antonio, observando su estilo de vida ascético y aprendiendo de su ejemplo1,3. Sin embargo, Hilarión encontró que el desierto, aunque menos distractor que la ciudad, todavía estaba lleno de personas que buscaban a Antonio para curaciones y exorcismos. Deseando una soledad más perfecta para servir a Dios, regresó a su tierra natal3.

Fundación de la vida anacorética en Palestina

Al regresar a Palestina, Hilarión descubrió que sus padres habían fallecido. Distribuyó su herencia entre sus hermanos y los pobres, sin reservarse nada para sí mismo3,6. Luego se retiró a una pequeña cabaña en el desierto de Majuma, cerca de Gaza, donde comenzó una vida de ermitaño, emulando el rigor ascético de San Antonio1,3.

Austeridades y estilo de vida

La vida de Hilarión en el desierto fue de extrema austeridad3. Su vestimenta consistía en un cilicio, una túnica de cuero que le había dado San Antonio, y una capa corta de pastor1,3. Nunca cambiaba su túnica hasta que se desgastaba y nunca lavaba el cilicio una vez puesto, afirmando que «es inútil buscar la limpieza en un cilicio»3.

Su ayuno era riguroso; durante años, su alimento se limitaba a quince higos al día, que no comía hasta después del atardecer3. Cuando sentía tentaciones de la carne, se decía a sí mismo: «Veré, asno, que no cocees», y entonces reducía aún más su escasa comida3. Su ocupación principal era cultivar la tierra y, siguiendo el ejemplo de los monjes egipcios, fabricar cestas para proveerse de lo necesario3.

Inicialmente, no tenía más refugio que una pequeña enramada hecha de cañas tejidas3. Más tarde, construyó una celda que, en tiempos de San Jerónimo, todavía se podía ver. Era de solo cuatro pies de ancho, cinco de alto y un poco más larga que su cuerpo, más parecida a una tumba que a una casa3,6. Con el tiempo, se dio cuenta de que los higos solos no eran suficientes para mantener la vida y se permitió comer también verduras, pan y aceite, aunque la edad avanzada no disminuyó sus austeridades3.

Milagros y fama

Después de veinte años en el desierto, Hilarión realizó su primer milagro3. Una mujer estéril de Eleuterópolis, desesperada por no tener hijos, le rogó que rezara por ella, y antes de que terminara el año, dio a luz un hijo3. Su fama creció debido a las curaciones milagrosas y los exorcismos que realizaba1,2. Se le atribuye haber ayudado a un ciudadano de Majuma, llamado Itálico, a ganar una carrera de carros contra un adversario que se creía que usaba hechizos, lo que llevó a la gente a exclamar que el dios del adversario había sido vencido por Cristo7.

La noticia de sus milagros se extendió por Siria y Egipto, atrayendo a multitudes de personas, muchas de las cuales se convirtieron al cristianismo y se hicieron monjes2. En ese momento, no existían monasterios en Palestina, ni se conocía a ningún monje en Siria antes de San Hilarión. Fue él quien originó este modo de vida y devoción y quien primero formó a hombres en esta provincia2.

Viajes y últimos años

Hacia el año 360, la afluencia de discípulos y la constante demanda de su ayuda y consejo se volvieron tan abrumadoras que Hilarión apenas podía cumplir con sus deberes religiosos1,7. Esto lo llevó a despedirse de sus discípulos y a emprender una serie de viajes en busca de una soledad más profunda1,7.

Peregrinaciones y encuentros

Visitó los lugares donde San Antonio había vivido y muerto en Egipto, encontrándose en el camino con obispos desterrados por el emperador Constancio1,7. Se estableció brevemente en Bruchium, cerca de Alejandría, pero al enterarse de que Juliano el Apóstata había ordenado su arresto, se retiró a un oasis en el desierto de Libia1.

Continuó sus viajes, dirigiéndose a Sicilia, donde vivió como ermitaño cerca del promontorio de Pachinum durante un tiempo considerable1. Allí fue descubierto por su discípulo Hesiquio, y pronto Hilarión se vio nuevamente rodeado de seguidores1.

Dejando Sicilia, se trasladó a Epidauro en Dalmacia, donde prestó una valiosa ayuda a los habitantes durante un gran terremoto en el año 3661.

Estancia en Chipre y muerte

Finalmente, Hilarión se dirigió a Chipre, donde pasó sus últimos años en una cueva solitaria en el interior de la isla1. Fue durante su estancia en Chipre donde conoció a San Epifanio, arzobispo de Salamina1.

San Hilarión falleció a la edad de ochenta años, alrededor del 371 d.C.1,3. Antes de su muerte, legó su única posesión, su pobre y escasa vestimenta, a su fiel discípulo Hesiquio1. Fue enterrado cerca de la ciudad de Pafos, pero Hesiquio, en secreto, trasladó su cuerpo a Majuma, donde el santo había vivido durante tanto tiempo1,6. Este acto fue un testimonio del profundo respeto y devoción que sus discípulos sentían por él6.

Legado y veneración

San Hilarión es ampliamente honrado como el fundador de la vida anacorética en Palestina1,2. Su ejemplo inspiró la creación de otros asentamientos de ermitaños en la región, a los cuales Hilarión visitaba regularmente7,8. Se registra que, en una de estas visitas, al ver a los paganos reunidos en Elusa para adorar a sus dioses, derramó lágrimas y los exhortó a adorar a Dios en lugar de a las piedras7,8. Sus palabras tuvieron tal impacto que no le permitieron irse hasta que hubo trazado el terreno para la fundación de una iglesia, y su sacerdote pagano se convirtió en catecúmeno7,8.

Su fiesta se celebra el 21 de octubre1. A pesar de los intentos de algunos historiadores por relegar a Hilarión al ámbito de la imaginación, no hay duda sobre la historicidad de su vida y la verdad de sus principales características1. La biografía escrita por San Jerónimo, junto con las tradiciones orales recogidas por Sozomeno, que relatan cómo el abuelo de Sozomeno y otro pariente fueron convertidos al cristianismo por Hilarión, proporcionan un testimonio sólido de su existencia e influencia1.

Conclusión

San Hilarión representa un faro de la fe y la devoción en los primeros siglos del cristianismo. Su vida de rigurosa ascesis, profunda oración y servicio milagroso no solo estableció el monacato anacorético en Palestina, sino que también dejó una huella indeleble en la historia de la Iglesia. Su ejemplo sigue inspirando a muchos a buscar una vida de mayor cercanía con Dios a través de la renuncia y la contemplación.

Citas

  1. San Hilarión, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Hilarión. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18 19 20 21 22 23 24 25

  2. Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). La Vida de San Hilarión, § 14 (390). 2 3 4 5

  3. B21: San Hilarión, abad (c. 371 d. C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 167. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15 16 17 18

  4. Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). La Vida de San Hilarión, § 1 (390).

  5. Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). La Vida de San Hilarión, § 2 (390). 2 3

  6. Capítulo 14. De los santos varones que florecieron por esta época en Egipto, a saber, Antonio, los dos Macarios, Heraclio, Cronio, Pafnucio, Putubasto, Arsisio, Serapión, Piturión, Pacomio, Apolonio, Anuf, Hilarión, y un registro de muchos otros santos, Salamanes Hermias Sozomenos (Sozomeno). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquileya, §Libro III - Capítulo 14 (402). 2 3 4

  7. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 168. 2 3 4 5 6 7

  8. Eusebio Sofronio Jerónimo (Jerónimo de Estridón o San Jerónimo). La Vida de San Hilarión, § 25 (390). 2 3