San Ignacio de Loyola

Íñigo López de Loyola, más conocido como San Ignacio de Loyola, fue un militar y sacerdote español, fundador de la Compañía de Jesús, una orden religiosa de la Iglesia Católica que ha tenido una profunda influencia en la historia del cristianismo. Su vida, marcada por una conversión radical tras una grave herida en batalla, lo llevó a desarrollar los Ejercicios Espirituales, una metodología para el discernimiento y el crecimiento en la fe que sigue siendo fundamental en la espiritualidad católica. Ignacio dedicó su vida a la mayor gloria de Dios, formando una compañía de compañeros que se ofrecieron al servicio del Papa para la propagación de la fe y la educación.
Tabla de contenido
Primeros Años y Conversión
Nacido en 1491 en el castillo de Loyola, en Azpeitia, Guipúzcoa, Íñigo López de Loyola fue el hijo menor de Don Beltrán Yáñez de Oñaz y Marina Sáenz de Lieona y Balda1,2. Aunque estaba destinado a la vida sacerdotal, su aspiración era la de convertirse en caballero2. Pasó su juventud en la corte, donde se caracterizó por su afectación en el vestir, su deseo de gloria y, posiblemente, su participación en intrigas propias de los jóvenes cortesanos de la época1,2.
El punto de inflexión en su vida ocurrió en 1521, durante el asedio francés a la ciudadela de Pamplona. Una bala de cañón le hirió gravemente, rompiéndole la espinilla derecha y desgarrándole la pantorrilla izquierda1,2. Durante su larga convalecencia en Loyola, pidió sus romances de caballerías favoritos para pasar el tiempo, pero en el castillo solo se encontraban libros sobre la vida de Cristo y las leyendas de los santos3,1,2.
Al principio, los leyó por aburrimiento, pero poco a poco comenzó a encontrarles gusto3. Reflexionó: «Estos hombres eran de la misma complexión que yo; ¿por qué entonces no podría hacer yo lo que ellos hicieron?»3. Esta lectura le hizo percibir la vanidad de la gloria mundana y la verdad de que solo Dios puede contentar el alma3. Observó que los pensamientos que venían de Dios le llenaban de consuelo, paz y tranquilidad, mientras que los otros, aunque al principio le daban cierto deleite sensible, le dejaban amargura y pesadez en el corazón3,4. Esta experiencia fue el origen de su método de oración y discernimiento4.
Una noche, Ignacio tuvo una visión de la Madre de Dios con el Niño Jesús en sus brazos, lo que le llenó el alma de deleite3. Una vez recuperado de sus heridas, decidió peregrinar al santuario de Nuestra Señora de Montserrat, donde hizo voto de castidad y cambió sus ricas vestiduras por las de un mendigo3,2.
Manresa y los Ejercicios Espirituales
Después de Montserrat, Ignacio se detuvo en Manresa, donde vivió casi un año, alternando estancias con los frailes dominicos y en un hospicio de pobres, y retirándose a una cueva cercana para la oración y la penitencia3,2. Durante este tiempo, experimentó una profunda paz mental y consuelo celestial, pero también fue asaltado por terribles miedos y escrúpulos3. No encontraba consuelo en la oración, ni alivio en el ayuno o las disciplinas, ni en los sacramentos, y su alma se sentía abrumada por la tristeza3. Cada paso que daba le parecía un pecado, y a menudo se encontraba al borde de la desesperación3.
Fue durante este período de intensa lucha espiritual que comenzó a anotar el material que se convertiría en el libro de sus Ejercicios Espirituales3. Finalmente, su tranquilidad mental fue restaurada, y su alma se desbordó de alegría espiritual3. De esta experiencia, adquirió un talento particular para guiar conciencias escrupulosas y una luz singular para discernirlas3. Más tarde, aseguró al Padre Laínez que aprendió más de los misterios divinos en una hora de oración en Manresa que lo que todos los doctores de las escuelas podrían haberle enseñado3.
Los Ejercicios Espirituales son un método para examinar la conciencia, meditar, contemplar, orar vocal y mentalmente, y realizar otras acciones espirituales5. Su propósito principal es preparar y disponer el alma para librarse de todas las tendencias desordenadas y, una vez libre, buscar y encontrar la Voluntad Divina para la salvación del alma5. La estructura de los Ejercicios se divide en cuatro «semanas», cada una enfocada en diferentes aspectos de la vida espiritual: la consideración de los pecados, la vida de Cristo hasta el Domingo de Ramos, la Pasión de Cristo, y la Resurrección y Ascensión5. No se trata de un simple conocimiento intelectual, sino de una realización y un deleite interior que contenta y satisface el alma5.
San Ignacio enfatiza la importancia de la disposición personal para los Ejercicios, adaptándolos a la edad, educación y capacidad de cada individuo5. También aconseja a quien da los Ejercicios no influir al ejercitante hacia una u otra elección de vida, sino dejar que «el Creador y Señor mismo se comunique a su alma devota, inflamándola con su amor y alabanza»5. En los Ejercicios, se busca una «íntima noticia del Señor que por mí se ha hecho hombre, para que más le ame y le siga»6.
Estudios y Compañeros en París
En febrero de 1523, Ignacio emprendió una peregrinación a Tierra Santa, con la intención de permanecer allí3,1,2. Sin embargo, después de visitar los lugares de la pasión de Jesús, se le impidió quedarse3. A su regreso, se dio cuenta de la necesidad de una formación académica para poder ayudar mejor a las almas.
A los treinta y tres años, comenzó a estudiar gramática en Barcelona, soportando con paciencia las burlas de sus compañeros más jóvenes7. Luego, se trasladó a la Universidad de Alcalá y más tarde a Salamanca, donde sus enseñanzas y su singular vestimenta le valieron sospechas de introducir doctrinas peligrosas, llevándolo a prisión en varias ocasiones7. Ignacio consideraba estas pruebas como medios por los cuales Dios purificaba y santificaba su alma7.
En 1528, llegó a París, donde pasó dos años perfeccionando su latín y tres años y medio estudiando filosofía en el colegio de Santa Bárbara7. Allí, en 1534, obtuvo el título de Maestro en Artes7. Durante sus estudios en París, Ignacio reunió a un grupo de estudiantes de teología que se asociaron con él en sus Ejercicios Espirituales. Este grupo incluía a Pedro Fabro, un saboyano; Francisco Javier, un vasco como Ignacio; Laínez y Salmerón, ambos eruditos; Simón Rodríguez, un portugués; y Nicolás Bobadilla7,8,9.
El 15 de agosto de 1534, en una capilla en Montmartre, estos siete hombres hicieron votos de pobreza y castidad, y un tercer voto de ir a predicar el Evangelio en Palestina, o, si no les era posible, ofrecerse al Papa para ser empleados en el servicio de Dios de la manera que él juzgara mejor1,7,10,9. Este evento marcó el nacimiento de la futura Compañía de Jesús8,11.
Fundación de la Compañía de Jesús
Después de que las hostilidades entre Venecia y los turcos impidieran su viaje a Tierra Santa, los compañeros de Ignacio se reunieron en Venecia en 15371,10. Al ver que no podían cumplir su voto de ir a Jerusalén, decidieron ofrecer sus servicios al Papa1,10. Durante el camino a Roma, en una pequeña capilla en La Storta, Ignacio tuvo una visión notable: vio al Padre Eterno asociándolo con su Hijo, quien le dijo: «Ego vobis Romae propitius ero» («Yo os seré favorable en Roma»)1,10.
El Papa Pablo III recibió favorablemente al grupo10. En 1539, después de un año de espera y de deliberar sobre su modo de vida, propusieron formar una orden religiosa10,9. Acordaron añadir a los votos de pobreza y castidad un tercer voto de obediencia, para conformarse más perfectamente a Cristo obediente hasta la muerte, y un cuarto voto de ir adonde el Papa los enviara para la salvación de las almas10. También decidieron que la recitación del Oficio Divino en coro no sería parte de sus deberes, para no apartarse de las obras de caridad, poniendo en primer lugar la enseñanza de los mandamientos de Dios a los niños y a todos los demás10.
La primera fórmula del Instituto fue aprobada viva voce por el Papa Pablo III el 3 de septiembre de 1539, y formalmente el 27 de septiembre de 1540, mediante la bula «Regimini militantis ecclesiae»9. La orden fue designada por Ignacio como «La Compañía de Jesús», para indicar a su verdadero líder y su espíritu de soldado10,12,9. El término «Jesuita» fue aplicado por primera vez a la sociedad en reproche (1544-1552), aunque con el tiempo fue aceptado en su buen sentido por sus miembros y amigos9.
Gobierno y Expansión de la Orden
Ignacio de Loyola fue elegido primer Superior General de la Compañía de Jesús el 19 de abril de 1541, y los miembros hicieron sus votos religiosos en la basílica de San Pablo Extramuros días después13. El resto de su vida, Ignacio residió en Roma, dedicándose a dirigir las actividades de la orden13.
La Compañía de Jesús se expandió rápidamente bajo su liderazgo. En 1540, Rodríguez y Francisco Javier fueron enviados a Portugal, y desde allí Francisco Javier partió hacia las Indias Orientales, donde comenzó a ganar un nuevo mundo para la fe de Cristo13. Otros jesuitas fueron enviados a Marruecos, el Congo, Etiopía y los asentamientos portugueses en América del Sur13. El Papa Pablo III comisionó a Laínez y Salmerón para asistir como sus teólogos al Concilio de Trento13.
Ignacio fundó en Roma una casa para la recepción de judíos conversos y otra para mujeres penitentes13. Cuando se le dijo que la conversión de tales pecadores rara vez era sincera, respondió: «Prevenir un solo pecado sería una gran felicidad, aunque me costara grandes dolores»13. También dirigió la fundación del Colegio Romano, que se convirtió en el modelo para todos los demás colegios jesuitas, y el Colegio Germánico, destinado a estudiantes de países afectados por el protestantismo13.
El ministerio de la Compañía de Jesús se centró en la predicación, la enseñanza del catecismo (especialmente a los niños), la administración de los sacramentos (particularmente la penitencia y la Eucaristía), la dirección de misiones parroquiales, la guía de los Ejercicios Espirituales en casas de retiro, seminarios o conventos, la atención de parroquias o iglesias colegiatas, la organización de cofradías piadosas y la enseñanza en escuelas de todos los niveles9.
Aunque la Compañía no fue fundada con la intención expresa de oponerse al protestantismo, se convirtió en un instrumento clave de la Contrarreforma, contribuyendo a la reconquista de el sur y el oeste de Alemania y Austria para la Iglesia, y a la preservación de la fe católica en Francia y otros países13,9.
Espiritualidad y Legado
La espiritualidad de San Ignacio se caracteriza por la centralidad de Cristo y la Iglesia12. Su lema, «A mayor gloria de Dios», reflejaba el objetivo al que refería todas sus acciones, las de su Compañía y las suyas propias14. A menudo decía: «Señor, ¿qué deseo, o qué puedo desear, además de ti?»14.
San Ignacio fue canonizado en 1622 por el Papa Gregorio XV15,2. El Papa Pío XI lo declaró patrono celestial de los Ejercicios Espirituales y los retiros15,14. Su enfoque en el discernimiento, la formación de la voluntad y el servicio a Dios y al prójimo ha dejado una huella indeleble en la Iglesia Católica. La Compañía de Jesús, que de diez miembros creció a mil en nueve países y provincias durante su vida, continúa su labor apostólica en todo el mundo14.
Su enseñanza sobre la «íntima noticia del Señor» y la importancia de un diálogo «corazón a corazón» con Cristo sigue siendo una guía para muchos creyentes16,17,6. La espiritualidad ignaciana invita a un proceso de «reordenar» la propia vida, comenzando por el corazón, y a distinguir entre pensamientos mundanos y espirituales para seguir la voluntad de Dios4,18.
Citas
San Ignacio de Loyola, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Ignacio de Loyola. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Resumen biográfico, El Dicasterio para las Causas de los Santos. Ignazio di Loyola (1491-1556) - Biografía (1622). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 226. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17
Papa Francisco. Audiencia General del 7 de septiembre de 2022 - Catequesis sobre el discernimiento: 2. Un ejemplo: Ignacio de Loyola (2022). ↩ ↩2 ↩3
Anotaciones - Para dar alguna inteligencia de los Ejercicios Espirituales que siguen, y para que tanto el que los da como el que los recibe puedan ayudarse, Íñigo López de Oñaz y Loyola (Ignacio de Loyola). Los Ejercicios Espirituales, §Anotaciones (1548). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6
Papa Francisco. Encuentro con la Comunidad Académica de la Pontificia Universidad Gregoriana (5 de noviembre de 2024) (2024). ↩ ↩2
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 227. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Papa Juan Pablo II. A los participantes en la Conferencia de Jóvenes Ignacianos (Castel Gandolfo, 12 de septiembre de 1991) - Discurso (1991). ↩ ↩2
La Compañía de Jesús, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §La Compañía de Jesús. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 228. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Papa Francisco. Pierre Favre (1506-1546) - Homilía (2013). ↩
Papa Francisco. Ignazio di Loyola (1491-1556) - Homilía (2013), § 1 (1622). ↩ ↩2
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 229. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 230. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
San Neot (fecha desconocida), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 231. ↩ ↩2
Capítulo cuarto - Resonancias dentro de la Compañía de Jesús, Papa Francisco. Dilexit nos (24 de octubre de 2024) - Encíclica, § 144 (2024). ↩
Capítulo cuarto - Resonancias dentro de la Compañía de Jesús, Papa Francisco. Dilexit nos (24 de octubre de 2024) - Encíclica, § 145 (2024). ↩
Capítulo primero - Fuego, Papa Francisco. Dilexit nos (24 de octubre de 2024) - Encíclica, § 24 (2024). ↩