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San Íñigo

San Íñigo
Dominio Público.

San Ignacio de Loyola (nacido Íñigo López de Loyola) fue un sacerdote español y fundador de la Compañía de Jesús, también conocida como los Jesuitas. Su vida experimentó una profunda transformación de caballero mundano a devoto místico tras una grave herida en batalla. Durante su convalecencia, la lectura de vidas de santos y de Cristo le inspiró a dedicar su vida a Dios. Es reconocido por su obra fundamental, los Ejercicios Espirituales, un método de meditación y discernimiento que ha influido profundamente en la espiritualidad católica. La Compañía de Jesús, establecida por él, se convirtió en una fuerza vital en la Contrarreforma, destacándose en la educación, la erudición y el trabajo misionero en todo el mundo. Su fiesta se celebra el 31 de julio, y es el patrón de los ejercicios y retiros espirituales, así como de la juventud.

Tabla de contenido

Primeros años y conversión

Íñigo López de Loyola nació en 1491 en el castillo de Loyola, en Azpeitia, Guipúzcoa, en el País Vasco español1,2,3. Era el menor de once hijos de Don Beltrán Yáñez de Oñaz y Loyola y Marina Sáenz de Licona y Balda, pertenecientes a una de las familias más antiguas y nobles de la región2,3. Aunque estaba destinado al sacerdocio por ser hijo menor, Íñigo aspiraba a la vida caballeresca1.

Fue educado en la corte de Juan Velázquez de Cuéllar, ministro del rey Fernando el Católico, donde su carácter y modales se moldearon en el ambiente cortesano. En esta etapa de su vida, se dedicó a la lectura de poemas y al cortejo de damas, buscando la gloria mundana y, posiblemente, involucrándose en intrigas propias de los jóvenes cortesanos de la época1,2.

El punto de inflexión en su vida ocurrió en 1521, durante el asedio francés al castillo de Pamplona. El 20 de mayo de ese año, una bala de cañón le hirió gravemente, rompiéndole la espinilla derecha y desgarrándole la pantorrilla izquierda, dejándolo cojo de por vida1,2,3. Tras la rendición de la guarnición, fue trasladado a su castillo natal en Loyola3.

La convalecencia fue larga y dolorosa. Su pierna mal curada requirió ser rota y reajustada, y un hueso sobresaliente tuvo que ser aserrado. Soportó estas operaciones sin quejarse ni ser atado, pero la fiebre y la debilidad lo llevaron al borde de la muerte. Sin embargo, en la víspera de la fiesta de San Pedro y San Pablo, su estado mejoró2,3.

Durante este tiempo de reposo forzado, Íñigo pidió libros de caballerías, su lectura favorita, pero en el castillo solo encontró la Leyenda Áurea de Santiago de la Vorágine y la Vita Christi de Ludolfo de Sajonia1,4,5,2. Al principio, los leyó para pasar el tiempo, pero gradualmente comenzó a encontrarles gusto5. Se dio cuenta de que, a diferencia de los placeres mundanos que dejaban una sensación de vacío, los pensamientos inspirados por Dios le llenaban de consuelo y paz5. Esta lectura le hizo reflexionar: «Estos hombres eran de mi misma complexión; ¿por qué, entonces, no debería yo hacer lo que ellos hicieron?»5. Decidió entonces imitar a los santos, comenzando a mortificar su cuerpo y a llorar sus pecados5. Una noche, tuvo una visión de la Virgen María con el Niño Jesús, lo que llenó su alma de deleite y confirmó su resolución de llevar una vida de penitencia5.

Camino espiritual y los Ejercicios Espirituales

Después de su recuperación, Íñigo se dirigió en peregrinación al santuario de Montserrat, donde hizo voto de castidad y cambió sus ricas vestiduras por las de un mendigo1,4,5. Su intención era viajar a Tierra Santa1,5. Sin embargo, debido a una epidemia de peste en Barcelona, tuvo que detenerse en Manresa1. Allí permaneció casi un año, viviendo en un hospicio de pobres y retirándose a una cueva para la oración y la penitencia5.

Durante este período, experimentó profundas pruebas espirituales, incluyendo miedos y escrúpulos abrumadores5. No encontraba consuelo en la oración, el ayuno o los sacramentos, sintiendo que cada paso que daba era un pecado5. Fue en este tiempo de intensa lucha interior que comenzó a escribir las notas que eventualmente se convertirían en su obra más célebre, los Ejercicios Espirituales5,6. Finalmente, recuperó la tranquilidad mental y su alma se llenó de gozo espiritual, lo que le otorgó una habilidad especial para guiar a otras conciencias escrupulosas5. Él mismo afirmó haber aprendido más de los misterios divinos en una hora de oración en Manresa que lo que todos los doctores de las escuelas podrían haberle enseñado5.

Los Ejercicios Espirituales son un método de meditación y contemplación diseñado para ayudar al individuo a «deshacerse de todas las tendencias desordenadas y, una vez libre, buscar y encontrar la Voluntad Divina para la gestión de la propia vida en la salvación del alma»7. Se dividen en cuatro «Semanas», cada una enfocada en diferentes aspectos de la vida espiritual: la consideración de los pecados, la vida de Cristo hasta el Domingo de Ramos, la Pasión de Cristo y la Resurrección y Ascensión7. Ignacio enfatiza la importancia de la disposición interior, la generosidad hacia Dios y la libertad de influencias externas para que el Creador pueda actuar directamente en el alma7. El objetivo principal de los Ejercicios es lograr un estado de calma interior y desinterés para que el ejercitante pueda tomar decisiones, ya sea en una crisis particular o en su vida en general, sin prejuicios y guiado únicamente por lo que más conduzca a la gloria de Dios y la perfección de su alma6. El Papa Pío XI declaró a San Ignacio de Loyola patrón celestial de los ejercicios y retiros espirituales8,6.

En febrero de 1523, Íñigo partió hacia Tierra Santa, viajando como peregrino y mendigando por el camino. Visitó los escenarios de la Pasión de Jesús en Jerusalén con la intención de quedarse, pero las circunstancias no se lo permitieron5.

Estudios y compañeros en París

De regreso a Europa, Íñigo comprendió la necesidad de una formación académica para su misión. A la edad de treinta y tres años, comenzó a estudiar gramática en Barcelona, soportando con paciencia las burlas de sus jóvenes compañeros de escuela9. Su mente, tan enfocada en Dios, a veces le hacía olvidar lo que leía, repitiendo en su lugar «Amo a Dios; soy amado por Dios»9.

Posteriormente, se trasladó a la Universidad de Alcalá, donde estudió lógica, física y divinidad. Sin embargo, la multiplicidad de temas le confundió, y aunque estudiaba día y noche, aprendió poco9. Sus actividades, como catequizar niños y dirigir asambleas de devoción, levantaron sospechas en España, llevándolo a ser encarcelado en dos ocasiones bajo acusaciones de introducir doctrinas peligrosas, pero siempre fue declarado inocente9.

En 1528, Íñigo llegó a París, donde pasó dos años mejorando su latín9. Allí estudió filosofía durante tres años y medio en el Colegio de Santa Bárbara9. Fue en París donde se le unieron sus primeros compañeros, estudiantes de teología, quienes se asociaron con él en sus ejercicios espirituales. Estos fueron:

El 15 de agosto de 1534, en Montmartre, Ignacio y sus seis compañeros hicieron votos de pobreza y castidad, y un tercer voto de ir a Tierra Santa después de dos años, una vez concluidos sus estudios2,12.

Fundación de la Compañía de Jesús

Debido a problemas de salud, Ignacio regresó a su tierra natal en 1535. Dos años más tarde, él y sus compañeros se reunieron en Venecia, pero la guerra entre Venecia y los turcos imposibilitó su viaje a Palestina2,12. Ante esta situación, acordaron esperar un año y, si no podían ir a Tierra Santa, se pondrían a disposición del Papa2.

En 1537, el año de espera había terminado. Ignacio, Fabro y Laínez partieron hacia Roma para ofrecer sus servicios al Papa2,12. En La Storta, a pocos kilómetros de Roma, Ignacio tuvo una visión significativa en la que vio al Padre Eterno asociándolo con Su Hijo, quien le dijo: «Ego vobis Romae propitius ero» («Yo les seré favorable en Roma»)2,12.

El Papa Pablo III los recibió favorablemente12. Fabro fue nombrado para enseñar en la Sapienza y Laínez para explicar las Sagradas Escrituras12. Ignacio, por su parte, se dedicó a reformar las costumbres de la gente a través de sus ejercicios espirituales e instrucciones12.

Con el fin de perpetuar su obra, propusieron formar una orden religiosa. Decidieron añadir a sus votos de pobreza y castidad un cuarto voto de obediencia, para conformarse más perfectamente al Hijo de Dios, quien fue obediente hasta la muerte12. También establecieron un superior general vitalicio, cuya autoridad estaría sujeta a la Santa Sede12. Un cuarto voto crucial era el de ir a donde el Papa los enviara para la salvación de las almas12. Acordaron no incluir el rezo del Oficio Divino en coro para dedicarse plenamente a las obras de caridad, especialmente la enseñanza de los mandamientos de Dios a niños y otros12.

A pesar de la oposición inicial de algunos cardenales que pensaban que ya había demasiadas órdenes religiosas, el Papa Pablo III aprobó formalmente la Compañía de Jesús el 27 de septiembre de 154013. Ignacio fue elegido primer Superior General el Viernes de Pascua de 1541, y los miembros hicieron sus votos religiosos en la basílica de San Pablo Extramuros13.

Legado y canonización

Ignacio de Loyola vivió el resto de su vida en Roma, dedicándose a la inmensa labor de dirigir las actividades de la orden que había fundado13. Estableció casas para la recepción de judíos conversos y para mujeres de vida desordenada, mostrando gran caridad y dedicación a la prevención del pecado13.

Bajo su liderazgo, la Compañía de Jesús creció rápidamente. En 1540, Rodríguez y Francisco Javier ya habían sido enviados a Portugal, y Javier partió hacia las Indias Orientales, donde «comenzó a ganar un nuevo mundo para la fe de Cristo»13. Otros jesuitas fueron enviados a Marruecos, el Congo, Etiopía y los asentamientos portugueses en América del Sur13. Laínez y Salmerón asistieron como teólogos del Papa al Concilio de Trento, siguiendo las instrucciones de Ignacio de mantener la modestia y la humildad en todas las disputas13.

Ignacio también supervisó la fundación de colegios y seminarios, incluyendo el Colegio Romano, que sirvió de modelo para otros centros educativos jesuitas, y el Colegio Alemán en Roma, destinado a estudiantes de regiones afectadas por el Protestantismo13. La educación se convirtió en una de las obras más famosas de los jesuitas, aunque se desarrolló gradualmente13.

El lema de Ignacio era «A mayor gloria de Dios», y a este fin dedicó su vida, su Compañía y todas sus acciones6. Murió repentinamente el 31 de julio de 1556 en Roma, sin recibir los últimos sacramentos debido a la inesperada rapidez de su muerte8,6.

Fue beatificado el 27 de julio de 1609 por el Papa Pablo V y canonizado el 12 de marzo de 1622 por el Papa Gregorio XV en la Basílica Vaticana1. Su fiesta se celebra anualmente el 31 de julio1,8,14.

El Papa Pío XI lo declaró patrón celestial de los ejercicios y retiros espirituales8,6. También es considerado patrón universal de la juventud1. Su figura representa la fortaleza y el entusiasmo en la lucha por la fe, y su legado a través de la Compañía de Jesús ha dejado una huella indeleble en la Iglesia Católica, especialmente en la Contrarreforma, la educación y las misiones13.

Citas

  1. El Dicasterio para las Causas de los Santos. Ignazio di Loyola (1491-1556) - Biografía (1622). 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  2. San Ignacio de Loyola, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Ignacio de Loyola. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  3. B31: San Ignacio de Loyola, fundador de la Compañía de Jesús (1556 d. C.), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 225. 2 3 4 5

  4. San Ignacio, San Francisco y Papa Francisco: Reflexión de Cuaresma para la facultad del Seminario St. John, Cardenal Seán O’Malley, O.F.M. Cap. San Ignacio, San Francisco y Papa Francisco: Reflexión de Cuaresma para la Facultad del Seminario St. John, § 1. 2

  5. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 226. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11 12 13 14 15

  6. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 230. 2 3 4 5 6

  7. Anotaciones - Para dar alguna inteligencia de los Ejercicios espirituales que se siguen, y para que así el que los da como el que los recibe más se ayuden, Íñigo López de Oñaz y Loyola (Ignacio de Loyola). Los Ejercicios Espirituales, §Anotaciones (1548). 2 3

  8. San Neot (fecha desconocida), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 231. 2 3 4

  9. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 227. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  10. Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 17 de noviembre de 1982 (1982).

  11. Papa Juan Pablo II. 6 de noviembre de 1982: Liturgia de la Palabra y ofrenda de las Cruces a los Misioneros, Javier - Homilía, § 1 (1982).

  12. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 228. 2 3 4 5 6 7 8 9 10 11

  13. Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 229. 2 3 4 5 6 7 8 9 10

  14. Propio de los Santos - 31 de julio - San Ignacio de Loyola, presbítero - Memoria, Conferencia de Obispos Católicos de los Estados Unidos. El Misal Romano (Traducción al inglés según la Tercera Edición Típica), §Propio de los Santos (2011).