San Juan Bautista

San Juan Bautista es una figura central en la fe cristiana, reconocido como el precursor inmediato de Jesucristo, cuya misión fue preparar el camino para la venida del Mesías. Su vida, marcada por una vocación profética desde el seno materno, el bautismo de conversión en el río Jordán, y un martirio heroico, lo establece como el último y más grande de los profetas del Antiguo Testamento, y el primero en señalar a Jesús como el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Su testimonio de fe y su compromiso inquebrantable con la verdad lo convierten en un modelo de santidad y fidelidad al llamado divino.
Tabla de contenido
Vida Temprana y Vocación Profética
La vida de San Juan Bautista se relata principalmente en los Evangelios canónicos, siendo el de San Lucas el más detallado en cuanto a las circunstancias de su nacimiento y los primeros años de su ministerio1. Nació de Zacarías, un sacerdote de la estirpe de Abías, y de Isabel, quien era descendiente de Aarón1. Su nacimiento fue anunciado de manera milagrosa a Zacarías mientras este servía en el Templo de Jerusalén2. Las circunstancias inusuales que rodearon su llegada al mundo llevaron a la gente a preguntarse: «¿Qué será de este niño?»2. Desde el vientre de su madre, Juan ya acogió la venida de Cristo, saltando de gozo cuando María, encinta de Jesús, visitó a Isabel3.
Juan Bautista fue llamado por Dios «desde el seno materno» para predicar el bautismo de conversión y preparar la venida de su Hijo2. Esta vocación profética lo distinguió, superando a todos los profetas anteriores al ser el último de ellos y el que inauguró el Evangelio3.
Ministerio Público: El Precursor del Mesías
El ministerio público de Juan Bautista comenzó en el desierto de Judea, donde apareció proclamando: «Arrepentíos, porque el reino de los cielos ha llegado»4. Su vestimenta de pelo de camello con un cinto de cuero y su dieta de langostas y miel silvestre reflejaban su vida ascética y su compromiso con su misión4. La gente de Jerusalén, de toda Judea y de la región del Jordán acudía a él para ser bautizada en el río Jordán, confesando sus pecados4.
El Bautismo de Conversión
Juan bautizaba con agua para la conversión, un rito que buscaba purificar el cuerpo, mientras que el alma ya debía estar limpia de sus impurezas por la justicia1. Sin embargo, dejó claro que su bautismo era una preparación para uno mucho más significativo. Advertía a sus oyentes que no debían confiar en sus privilegios nacionales ni en su ascendencia de Abraham, sino en producir frutos dignos de arrepentimiento4.
Testimonio de Juan sobre Jesús
Ante la popularidad de su ministerio, algunos comenzaron a considerarlo el Mesías5. Sin embargo, Juan Bautista siempre negó ser el Cristo, Elías o el profeta esperado6. En cambio, se identificó como «la voz de uno que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor, enderezad sus sendas»6. Declaró que él bautizaba con agua, pero que venía uno más poderoso que él, de quien no era digno de desatar la correa de sus sandalias; Él los bautizaría con el Espíritu Santo y con fuego4,1.
Un momento crucial de su ministerio fue el bautismo de Jesús en el Jordán. Aunque Juan inicialmente se resistió, Jesús insistió para que se cumpliera toda justicia1. Después de bautizar a Jesús, Juan testificó haber visto al Espíritu descender del cielo como una paloma y permanecer sobre Él, reconociéndolo como el Hijo de Dios y el que bautizaría con el Espíritu Santo6,1. Al día siguiente, al ver a Jesús, exclamó: «He aquí el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo»6,3.
Juan Bautista entendió que su misión era disminuir para que Cristo pudiera crecer7. Él era el «amigo del esposo» que se regocija al oír la voz del esposo, y su alegría se había cumplido al señalar a Jesús7,3.
Martirio de San Juan Bautista
La valentía de San Juan Bautista para proclamar la verdad lo llevó al martirio. Reprendió abiertamente a Herodes Antipas, tetrarca de Galilea, por vivir con Herodías, la esposa de su hermano Filipo, declarando: «No te es lícito tener la mujer de tu hermano»5. Aunque Herodes temía y respetaba a Juan, reconociéndolo como un hombre santo, la ira de Herodías fue implacable5.
Herodes, cediendo a la presión de Herodías y quizás temiendo la influencia de Juan sobre el pueblo, lo encarceló en la fortaleza de Maqueronte5. La oportunidad para su destrucción llegó durante el cumpleaños de Herodes, cuando la hija de Herodías, Salomé, bailó para él y le agradó tanto que le prometió bajo juramento concederle cualquier cosa que pidiera5. Instigada por su madre, Salomé pidió la cabeza de Juan el Bautista en una bandeja. Herodes, aunque entristecido, cumplió su juramento, y Juan fue decapitado en la prisión5.
Legado y Reverencia en la Iglesia
La figura de San Juan Bautista es de inmensa importancia en la tradición católica. Jesús mismo lo elogió, diciendo: «En verdad os digo que entre los nacidos de mujer no ha surgido uno mayor que Juan el Bautista»8,5,1. Lo describió como «más que un profeta», el ángel enviado para preparar su camino8,1.
San Juan Bautista como Modelo de Vida Cristiana
Juan Bautista es un ejemplo para los fieles laicos, llamados a santificarse en las circunstancias ordinarias de la vida cotidiana9. Su fidelidad al compromiso bautismal, incluso hasta el sacrificio de su vida, es un poderoso testimonio de que nada, ni siquiera la propia existencia, debe anteponerse a la devoción a Dios10. Rechazó la idolatría y se mantuvo firme en su fe en el Dios verdadero y vivo10.
Su vida de irreprochable conducta personal y familiar, como la de los mártires Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles, recuerda a las familias la grandeza de su vocación, el valor de la fidelidad y el amor, y la generosa aceptación de la vida11.
Celebración Litúrgica y Patronazgos
La figura de San Juan Bautista es recurrente en la liturgia, especialmente durante el Adviento, donde sus pasajes evangélicos son protagonistas en el leccionario12. Su nacimiento se celebra el 24 de junio, y el martirio es recordado el 29 de agosto. Ciudades y basílicas en América, como la primera basílica cristiana construida en tierra americana en Santo Domingo, fueron dedicadas a San Juan Bautista13.
Juan Bautista es venerado como el patrón de numerosas diócesis, ciudades y órdenes religiosas. Su vida y martirio continúan inspirando a los cristianos a vivir con integridad, a buscar la justicia y a preparar sus corazones para la venida de Cristo. Su testimonio es un recordatorio constante de la necesidad de la conversión y de la alegría que se encuentra en seguir a Jesús, el Cordero de Dios14.
Citas
San Juan Bautista, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Juan Bautista. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8
Papa Juan Pablo II. 24 de junio de 1988: Santa Misa en la fiesta de San Juan Bautista en Eisenstadt-Trausdorf - Homilía, § 3 (1988). ↩ ↩2 ↩3
Sección segunda I. Los credos, Catecismo de la Iglesia Católica, § 523. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Mateo 3. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Alban Butler. Las Vidas de los Santos de Butler: Volumen III, § 445. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Juan 1. ↩ ↩2 ↩3 ↩4
Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Juan 3. ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. 17 de diciembre de 1995: Visita pastoral a la parroquia de «Santa María Reina de los Apóstoles» en Roma - Homilía (1995). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico Ciudad de México: Liturgia de la Palabra y Beatificación de los Mártires Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Ciudad de México: Homilía (1 de agosto de 2002), § 3 (2002). ↩
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico Ciudad de México: Liturgia de la Palabra y Beatificación de los Mártires Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Ciudad de México: Homilía (1 de agosto de 2002), § 1 (2002). ↩ ↩2
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico Ciudad de México: Liturgia de la Palabra y Beatificación de los Mártires Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Ciudad de México: Homilía (1 de agosto de 2002), § 5 (2002). ↩
Parte segunda - Ars praedicandi - III. Los domingos de Adviento - B. El II y el III domingo de Adviento, Dicasterio para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos. Directorio Homilético (29 de junio de 2014), § 87 (2015). ↩
Papa Juan Pablo II. Audiencia General del 17 de octubre de 1984 (1984). ↩
Papa Juan Pablo II. Viaje Apostólico Ciudad de México: Liturgia de la Palabra y Beatificación de los Mártires Juan Bautista y Jacinto de los Ángeles en la Basílica de Nuestra Señora de Guadalupe, Ciudad de México: Homilía (1 de agosto de 2002), § 6 (2002). ↩