San Julio I

San Julio I fue el 35º Papa de la Iglesia Católica, cuyo pontificado se extendió desde el 6 de febrero de 337 hasta el 12 de abril de 3521,2. Es recordado principalmente por su firme y prudente intervención en las controversias arrianas, defendiendo la doctrina ortodoxa de la divinidad de Cristo y reafirmando la autoridad de la Sede Romana en la mediación de conflictos teológicos1,2,3. Su liderazgo fue crucial en un período de grandes desafíos doctrinales y de expansión de la Iglesia, promoviendo también la construcción de nuevas basílicas en Roma2,4.
Tabla de contenido
Elección y Contexto Histórico
Julio, hijo de Rústico y nativo de Roma, fue elegido Papa el 6 de febrero de 337, después de un período de cuatro meses de sede vacante tras la muerte de su predecesor, el Papa Marcos1. Su pontificado se desarrolló en una época posterior a la legalización del cristianismo por el Edicto de Milán (313 d.C.) y la conversión del emperador Constantino, lo que marcó una era de transformación para la Iglesia5. Sin embargo, esta libertad trajo consigo nuevos desafíos, especialmente las disputas doctrinales que amenazaban la unidad del Imperio, siendo la controversia arriana la más prominente6,7.
La Controversia Arriana y la Defensa de la Ortodoxia
La principal contribución de San Julio I fue su papel decisivo en la controversia arriana, un debate teológico que cuestionaba la divinidad de Cristo1,2. Arrio, un presbítero de Alejandría, sostenía que el Logos (Cristo) no coexistía eternamente con el Padre, sino que había un tiempo en que no existía, considerándolo así una criatura, aunque superior a las demás6. Esta postura fue condenada en el Primer Concilio Ecuménico de Nicea en 325 d.C., que afirmó la divinidad de Cristo y la doctrina del Credo Niceno2,8.
Apoyo a San Atanasio
Tras la muerte de Constantino el Grande en 337, el emperador Constantino II permitió el regreso de Atanasio a su sede de Alejandría, de donde había sido exiliado por instigación de los arrianos1,3. Sin embargo, los arrianos en Egipto nombraron a un obispo rival, Pisto, y enviaron una embajada a Julio I para que lo admitiera en comunión con Roma, presentando las decisiones del Concilio de Tiro (335) como prueba de la deposición válida de Atanasio1.
Atanasio, por su parte, también envió legados a Roma con una carta sinodal de los obispos egipcios, justificando plenamente a su patriarca1. Ante estas comunicaciones contradictorias, Julio I invitó a Atanasio a Roma y, tras la partida del líder de los representantes arrianos, convocó un sínodo en Roma1,9.
El Sínodo de Roma (341 d.C.)
En 341 d.C., Julio I convocó un sínodo en Roma para examinar el asunto2,3. Aunque los obispos eusebianos (partidarios de Arrio) que habían solicitado el concilio no asistieron, el caso de San Atanasio fue cuidadosamente examinado en su ausencia3. La carta que el Papa Julio envió posteriormente a los obispos eusebianos de Oriente ha sido elogiada como un «monumento de antigüedad eclesiástica» y un «modelo de peso, sabiduría y caridad»3. En esta carta, Julio I refutó sus acusaciones y les recordó el procedimiento adecuado, destacando que era costumbre escribir primero a la Sede Romana para que se definiera lo justo, y que no era conforme a las enseñanzas de San Pablo ni a la tradición de los Padres aprobar condenas en las que Roma no había participado3.
Julio I no solo admitió a Atanasio en comunión, sino que también lo restauró a su sede, junto con otros obispos depuestos como Pablo de Constantinopla, Marcelo de Ancira y Asclepas de Gaza, quienes también habían buscado refugio en Roma y compartían la ortodoxia nicena10. El Papa reprendió a los obispos orientales por juzgar injustamente a estos obispos y por perturbar las Iglesias al abandonar las doctrinas nicenas10.
El Concilio de Sárdica (342 d.C.)
El Concilio de Sárdica (actual Sofía), convocado en 342 por los emperadores de Oriente y Occidente, vindicó a San Atanasio y ratificó la declaración de San Julio I de que cualquier obispo depuesto por un sínodo provincial tenía derecho a apelar al obispo de Roma1,3. Este concilio fue un paso importante en la reafirmación de la autoridad papal en la resolución de disputas eclesiásticas2. A pesar de los esfuerzos de Julio I, Atanasio no pudo regresar a Alejandría hasta el año 3463.
Contribuciones a la Iglesia Romana
Además de su crucial papel en la defensa de la ortodoxia, el pontificado de San Julio I también se caracterizó por un rápido aumento en el número de fieles en Roma1. Para satisfacer las necesidades de la creciente comunidad cristiana, Julio I ordenó la construcción de varias iglesias2,4:
Dos nuevas basílicas en Roma: la iglesia titular de Julio (actualmente Santa María en Trastevere) y la Basílica Julia (ahora la Iglesia de los Doce Apóstoles)1,4.
Tres iglesias sobre cementerios fuera de las murallas de Roma: una en el camino a Porto, una segunda en la Vía Aurelia y una tercera en la Vía Flaminia, en la tumba del mártir San Valentín1.
Durante su pontificado, o incluso antes, también se comenzó a utilizar catálogos de días festivos de santos, como el calendario de fiestas romano de Filócalo, que data del año 3361.
La estancia de San Atanasio en Roma, a partir del año 339, también contribuyó a la difusión de la vida monástica egipcia en la capital, inspirando a muchos en la Iglesia Romana a imitar el ejemplo de los ermitaños del desierto egipcio1.
Muerte y Legado
San Julio I falleció el 12 de abril de 352 y fue enterrado en las catacumbas de Calepodio en la Vía Aurelia1,4. Poco después de su muerte, fue honrado como santo, y sus restos fueron trasladados posteriormente a Santa María en Trastevere, la iglesia que él mismo había construido y embellecido1,4. Su fiesta se celebra el 12 de abril1.
El legado de San Julio I radica en su firmeza doctrinal contra el arrianismo, su defensa de la autoridad papal y su rol en la expansión material de la Iglesia en Roma. Su pontificado solidificó el papel de la Iglesia en un Imperio Romano cristianizado y sentó precedentes importantes para la mediación papal en futuras disputas teológicas2. Su carta a los obispos eusebianos es un testimonio elocuente de su sabiduría y compromiso con la fe católica3.
Citas
Papa San Julio I, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Papa San Julio I. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17
Papa #35: San Julio I, Magisterium AI. Breve historia de los papas de la Iglesia Católica, §Papa 35: San Julio I (2024). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
B12: San Julio I, Papa (d. C. 352), Alban Butler. Butler’s Vidas de los Santos: Volumen II, § 80. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9
San Zenón, obispo de Verona (d. C. 371), Alban Butler. Butler’s Vidas de los Santos: Volumen II, § 81. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Papa #33: San Silvestre I, Magisterium AI. Breve historia de los papas de la Iglesia Católica, §Papa 33: San Silvestre I (2024). ↩
Nicea I, Edward G. Farrugia. Diccionario enciclopédico del Oriente Cristiano, §Nicea I (2015). ↩ ↩2
Arrianismo, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Arrianismo. ↩
El Primer Concilio de Nicea, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §El Primer Concilio de Nicea. ↩
Libro II - Capítulo 17. Atanasio, intimidado por las amenazas del emperador, regresa a Roma de nuevo, Sócrates Escolástico. Historia de la Iglesia - Sócrates Escolástico, §Libro II - Capítulo 17 (439). ↩
Capítulo 8. Llegada de los sumos sacerdotes orientales a Roma; carta de Julio, obispo de Roma, sobre ellos; por medio de las cartas de Julio, Pablo y Atanasio reciben sus propias sedes; contenido de la carta de los arciprestes del este a Julio, Salamanes Hermias Sozomeno (Sozómeno). Historia Eclesiástica - Rufino de Aquileia, §Libro III - Capítulo 8 (402). ↩ ↩2