San Lázaro
San Lázaro es una figura bíblica central en el cristianismo, conocido principalmente por dos relatos del Nuevo Testamento: la parábola del hombre rico y Lázaro, y la resurrección de Lázaro de Betania por Jesús. Ambos relatos, aunque distintos, subrayan temas de fe, la vida después de la muerte, y la compasión hacia los pobres. La figura de Lázaro de Betania, hermano de Marta y María, es particularmente significativa por ser el milagro más grande de Jesús antes de su propia Pasión, demostrando su poder sobre la muerte y su identidad como la resurrección y la vida. A lo largo de la historia de la Iglesia, ambos Lázaros han sido objeto de veneración y reflexión teológica, inspirando la caridad y la esperanza en la vida eterna.
Tabla de contenido
Lázaro de la Parábola
En el Evangelio de Lucas (16:19-31), Jesús narra la parábola del hombre rico y el mendigo Lázaro1. Esta historia presenta dos personajes con vidas contrastantes en la Tierra y destinos opuestos en la eternidad.
La Historia
El hombre rico vivía opulentamente, vestido con púrpura y lino fino, disfrutando de banquetes diarios1. A su puerta yacía un mendigo llamado Lázaro, cubierto de llagas, anhelando las migajas que caían de la mesa del rico, pero sin recibir ninguna; solo los perros venían a lamer sus llagas1.
Tras la muerte de ambos, sus condiciones se invierten. Lázaro es llevado por los ángeles al seno de Abraham, un lugar de honor y consuelo, mientras que el hombre rico es atormentado en el Hades1. Desde allí, el rico suplica a Abraham que envíe a Lázaro para mojar la punta de su dedo en agua y refrescar su lengua, pero se le niega, explicando que cada uno ha recibido su recompensa en vida1. Más tarde, el rico pide que Lázaro sea enviado a advertir a sus hermanos, pero Abraham responde que si no escuchan a Moisés y a los Profetas, tampoco se convencerán aunque alguien resucite de entre los muertos1.
El Significado
Los exegetas católicos interpretan esta historia como una parábola, cuyo propósito es enseñar sobre las consecuencias de la negligencia en el uso de las oportunidades de la vida1. Lázaro fue recompensado no simplemente por su pobreza, sino por su virtuosa aceptación de ella, mientras que el rico fue castigado no por su riqueza, sino por su viciosa negligencia de las oportunidades que su riqueza le ofrecía1. Esta parábola resalta la importancia de la caridad y la justicia social, recordándonos que en los «Lázaros» de nuestro tiempo —aquellos sin pan, techo o lugar donde quedarse— encontramos a Cristo mismo, y que lo que no hacemos por ellos, no lo hacemos por Él2,3. El Papa Francisco ha utilizado esta imagen para exhortar a la Iglesia a abrir los ojos a los hermanos olvidados y excluidos, a los «Lázaros» a nuestra puerta, y a cuidar de los pobres como el verdadero tesoro de la Iglesia4.
Lázaro de Betania
El otro Lázaro en el Nuevo Testamento es el hermano de Marta y María de Betania, a quien Jesús resucitó de entre los muertos1. Este milagro, narrado en el Evangelio de Juan (capítulo 11), es uno de los más poderosos de la vida pública de Jesús3.
La Historia de la Resurrección
Lázaro y sus hermanas, Marta y María, eran amigos queridos de Jesús3,1. Cuando Lázaro enfermó, sus hermanas enviaron un mensaje a Jesús, diciendo: «Señor, aquel a quien amas está enfermo»3,5. Jesús, al oír esto, afirmó que la enfermedad no era para muerte, sino para la gloria de Dios3. Sin embargo, Jesús se quedó dos días más en el lugar donde estaba antes de decidir ir a Judea3,6.
Al llegar a Betania, Jesús encontró que Lázaro llevaba cuatro días en el sepulcro3,6. Marta salió a su encuentro y le dijo: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto»3. Jesús le respondió: «Tu hermano resucitará»3. Marta creía en la resurrección en el último día, pero Jesús le declaró: «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque muera, vivirá»3,6.
Jesús se conmovió profundamente al ver el llanto de María y los judíos que la acompañaban3. Preguntó dónde lo habían puesto y, al llegar al sepulcro, que era una cueva con una piedra en la entrada, ordenó que quitaran la piedra3. A pesar de la objeción de Marta sobre el mal olor, Jesús oró al Padre y luego, con voz fuerte, llamó: «¡Lázaro, sal fuera!»3,6. Inmediatamente, el que había estado muerto salió, atado de pies y manos con vendas, y con el rostro envuelto en un sudario. Jesús les dijo: «Desatadlo y dejadlo ir»3.
Este milagro llevó a muchos judíos a creer en Jesús, pero también provocó que los sumos sacerdotes y fariseos conspiraran para matarlo, e incluso buscaron matar a Lázaro debido a la multitud de personas que creían en Jesús por su causa1. Poco después de su resurrección, Lázaro participó en un banquete que Simón el Leproso ofreció a Jesús en Betania, siendo una prueba viviente de su resurrección1,7,8.
Tradiciones Posteriores y Culto
Las Escrituras no ofrecen más detalles sobre la vida posterior de Lázaro de Betania1,9. Sin embargo, varias tradiciones se desarrollaron en torno a él:
Tradición Oriental: Según una tradición oriental, Lázaro, junto con sus hermanas y otros discípulos, fue puesto en un barco sin remos por los judíos en Jaffa. Por intervención divina, llegaron a salvo a la isla de Chipre. Allí, se dice que Lázaro fue nombrado obispo de Kition (Larnaca) y murió en paz después de treinta años9. En el año 890, el emperador León VI construyó una iglesia y un monasterio en su honor en Constantinopla y trasladó algunas de sus supuestas reliquias desde Chipre9.
Tradición Occidental (Provenzal): En Occidente, a partir del siglo XI, surgió una leyenda que vinculaba a Lázaro con la evangelización de la Provenza, en Francia9,2. Esta tradición, a menudo combinada con la leyenda de María Magdalena, sostiene que Lázaro, sus hermanas y otros discípulos fueron abandonados en un barco sin velas ni timón, y milagrosamente llegaron a Saintes-Maries en Provenza2. Lázaro habría ido a Marsella, donde convirtió a muchos y se convirtió en su primer obispo2. Se cree que fue martirizado bajo el emperador Domiciano y enterrado en una cripta sobre la cual se construyó la abadía de San Víctor2. Se dice que sus reliquias fueron trasladadas a Autun, aunque la tradición oriental sobre su entierro en Chipre tiene más fundamento9.
La memoria de Lázaro ha sido honrada devocionalmente en la Iglesia desde los primeros tiempos, tanto en Jerusalén como en todo el mundo cristiano9. Se realizaban procesiones al Lazarium (el lugar donde fue resucitado) el sábado antes del Domingo de Ramos, una celebración que también se extendió a la Iglesia Occidental, donde el Domingo de Pasión en Milán era llamado Dominica de Lazaro9.
Distinción entre los dos Lázaros
Es importante destacar que la Iglesia Católica distingue claramente entre el Lázaro de la parábola y Lázaro de Betania1. Aunque comparten el mismo nombre, son figuras diferentes en los relatos bíblicos. La confusión histórica entre ambos ha llevado a que la orden militar de los Caballeros Hospitalarios de San Lázaro de Jerusalén, por ejemplo, tome su nombre del «Lázaro, lleno de llagas» de la parábola, no del Lázaro de Betania10.
Reflexión Teológica
La historia de Lázaro de Betania es fundamental para la teología cristiana, ya que demuestra la divinidad de Jesús y su autoridad sobre la muerte3. Al declarar «Yo soy la resurrección y la vida»3, Jesús se revela como la fuente de la vida eterna, no solo como un profeta que realiza milagros. Este evento prefigura la propia resurrección de Cristo y ofrece una esperanza tangible de la vida después de la muerte para todos los creyentes3. San Agustín de Hipona reflexionó sobre el significado de la resurrección de Lázaro, considerándola una representación del tipo de carácter que se resucita a la vida11. San Ignacio de Loyola, en sus Ejercicios Espirituales, destaca cómo Jesús, antes de resucitar a Lázaro, pide a Marta y María que crean, enfatizando la fe como condición para presenciar el milagro6.
La figura de Lázaro, ya sea el mendigo que encuentra consuelo en el cielo o el amigo de Jesús resucitado de la tumba, sigue siendo un poderoso recordatorio de la misericordia divina, la justicia social y la promesa de la vida eterna en la tradición católica.
Citas
Lázaro, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §Lázaro. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14
San Lázaro de Betania, The Encyclopedia Press. Enciclopedia Católica, §San Lázaro de Betania. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
La Nueva Versión Estándar Revisada, Edición Católica (NRSV-CE). La Santa Biblia, §Juan 11. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7 ↩8 ↩9 ↩10 ↩11 ↩12 ↩13 ↩14 ↩15 ↩16 ↩17
Papa Francisco. Jubileo Extraordinario de la Misericordia: Jubileo para Personas Socialmente Excluidas (13 de noviembre de 2016), §Jubileo Extraordinario de la Misericordia: Jubileo para Personas Socialmente Excluidas (13 de noviembre de 2016) (2016). ↩
Juan Crisóstomo. Homilía 62 Juan 11:1-27, §Juan 11:1-2. 1 (390). ↩
Los misterios de la vida de Cristo nuestro Señor - De la resurrección de Lázaro, Íñigo López de Oñaz y Loyola (Ignacio de Loyola). Los Ejercicios Espirituales, §Los misterios de la vida de Cristo nuestro Señor: De la resurrección de Lázaro (1548). ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5
Tratados (homilías) sobre el evangelio de Juan: Tratado 50 Juan 11:55-12, Agustín de Hipona. Tratado 50 Juan 11:55-12, § 5 (420). ↩
Juan Crisóstomo. Homilía 65 Juan 11:49-12:8, §Juan 12:1-2. 2 (390). ↩
B17: San Lázaro (siglo I), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen IV, § 580. ↩ ↩2 ↩3 ↩4 ↩5 ↩6 ↩7
San Severino, abad (d. C. 507), Alban Butler. Vidas de los Santos de Butler: Volumen I, § 320. ↩
Tratados (homilías) sobre el evangelio de Juan: Tratado 49 Juan 11:1-54, Agustín de Hipona. Tratado 49 Juan 11:1-54, § 4 (420). ↩